Un encuentro casual (Relato independiente Léiriú)

Hola, este es el primer relato que subo, no tendrá continuación porque la historia principal la está escribiendo mi churri (Léiriú). En este relato me robo por lo tanto dos personajes de su historia (con su completa autorización) Nissa y Adri, para mostrar cómo se conocieron.

Si no han leído Léiriú no importa porque es independiente, así que tranquilos. Bueno, disfruten :)

*******************************************************************************************

Un encuentro casual

La vida se resume en necesidades; nos creemos dueños de nosotros mismos, pero realmente nunca lo somos… somos necesidad, somos anhelo, somos ante todo esa parte animal que nunca desaparece de nuestro interior. Y  a todos nos pasa, nadie queda exento de ella, el poder no la disminuye, sino que la incrementa, y así esta necesidad nos persigue a todos por igual como una sombra que el simple hecho de respirar da lugar.

Con esto, ni mi propia raza podía  contra esta necesidad que nos embarga a todos… mas no por esto, dejaba de luchar contra ella, nadie lo hace; hubo un tiempo en el que creí que la manera en que los íncubos intentaban llenarla era la mejor. Es difícil criticar mi manera de pensar, porque ¿Qué mejor que el sexo, el placer y la lujuria para esto?, ¿Qué mejor que la naturaleza depravada de los seres en su esplendor? A decir verdad, durante mucho pensé que el atraer a las personas a que dejaran todo por lo efímero, que se sacaran las ataduras que impone la moral, la sociedad, la propia familia para simplemente dejarse llevar por sus instintos más básicos era lo correcto, asimismo disfrutaba ver el imperio que tenían estos; me hacía sentir poderoso.

Además, la entrega al placer, a lo que es ante todo la primera verdad (o al menos era mi primera verdad en ese entonces) significaba para mí una satisfacción  gigantesca. “Vengan, entréguense a lo que es verdadero… a lo realmente verdadero, a lo que sientes ahora y nadie puede negar. A aquello que es incluso más fuerte y sincero que las acciones o los pensamientos” Vamos, en realidad no lo decía, pero lo pensaba y el ver cómo todos caían me hacía especular que era la única verdad, que no había nada más… En ese entonces no era consciente aún de lo patéticos que éramos mi raza y yo. Patéticos al fingir controlar la situación, siendo que la necesidad seguía allí incluso más allá del alimentarnos. Que estaba allí, en cada beso, en cada caricia, en cada vez que follábamos… en cada víctima a la que asesinábamos. Quizás la muerte de los humanos o de cualquiera de nuestras víctimas estaba marcada por su necesidad, pero también por la nuestra, la que nos pedía algo que no éramos capaces de encontrar en estos seres y que nos frustraba. Nos sentíamos vacíos. Así, buscábamos y buscábamos en los demás las respuestas al porqué del vacío, con anhelo,  frenesí  y  de las formas más retorcidas olvidando todo lo demás, olvidando nuestra dignidad junto con la de los pobres infelices que tenían la mala suerte de cruzarse en nuestro camino; somos seres caprichosos, y al no encontrar en ellos las respuestas que queríamos, con rabia terminábamos de deshacernos de ellos y cuando ya estaba acabado, volvíamos a sentirnos aburridos y decepcionados, pero aún más que eso; apáticos.

Hoy, debo decir que ya no me considero patético… ya no soy como ellos, ya no me interesa robar la vida de los demás buscando una explicación a lo que sucede: para bien o para mal ya lo había encontrado. El hacerlo, fue como despertar y despejar toda la niebla a mi alrededor que me impedía ver lo que realmente pasaba… No me pude quedar indiferente nunca más a la verdad, una verdad mucho más allá que el placer mismo, una verdad que me hizo ver cómo en mi reino más que seres racionales, habían animales; animales que perdían su dignidad continuamente entre sus  depravaciones. El placer estaba bien, nunca lo negaría, al fin y al cabo seguía siendo un íncubo, pero el error estaba en pensar en que era lo único, en que era la única verdad, en que fuera de él no había nada: probablemente ahí residía el hecho de no encontrar aún las explicaciones que buscábamos y que yo terminé encontrando de manera inesperada en medio de un viaje, irónicamente de un viaje que se suponía me debió haber acercado más a ese mundo que ahora me causaba repugnancia. Aun así, hasta el día de hoy me pregunto si debo agradecerle a Nissa el ser consciente de todo esto, u odiarla más por no dejarme ser solo otro idiota, bueno, otro idiota de ese tipo… mi idiotez tenía un matiz distinto, marcado quizás por esta nueva necesidad que una vez desaparecida la otra, había surgido.

Había surgido junto con Nissa, de improviso. Sinceramente esperaba muchas cosas del viaje que me llevaba hasta las tierras de las hadas oscuras, pero caer en las trampas de una de ellas de una forma tan abrupta no era una de ellas. Aunque pensándolo bien, fui un idiota al no pensar en la posibilidad y dejarme llevar tan fácilmente, sobre todo porque se suponía que su poder no me afectaba y sin embargo me dejé seducir y arrastrar desde el principio.

Bastó que su melena pelirroja se asomara entre los árboles para despertar mi curiosidad, así, sin apenas pensármelo la seguí, como si no fuera consciente de que simplemente estaba jugando conmigo, es que incluso cuando a ratos la perdía de vista misteriosamente volvía a ver su vestido arrastrándose entre la hierba o a oír su risa sobrenatural invitándome a seguir con la cacería, la cual era realmente para atraparme a mí, aunque en esos momentos creyera lo contrario. El juego tomó un respiro cuando llegamos a un lago, que al igual como el resto del bosque tenía esa belleza siniestra pero que al mismo tiempo te terminaba atrayendo con sus colores y formas; un caza fortunas corría un peligro gigante en un lugar así, las rocas parecían piedras preciosas y el agua cristalina se veía violeta por las algas en su interior… aun así, yo no era un aventurero y apenas me fijé en el  paisaje. Presté mucho más atención a la mujer que estaba a las orillas de éste: esa fue la primera vez que vi a Nissa, y de alguna forma desde el principio hubo algo que me unió a ella, tal vez el destino, tal vez simplemente era mentira que al ser íncubo era inmune a sus encantos, o quizás el instinto desde el principio me hizo saber lo importante que sería en mi vida aquella hada oscura.

La primera impresión al verla fue el no sentirme decepcionado de mi búsqueda, lo cual marcaba toda una nueva experiencia: me emocioné al ver en ella una posibilidad, la quería para mí… y en ese entonces ni siquiera la conocía o sabía sus secretos. Lo único que sabía de Nissa en esos momentos era que su cabello, sus ojos, su cuerpo y todo en ella se me hacía sumamente atractivo, pero al mismo tiempo misterioso… casi como un secreto, uno que me vi empeñado en descubrir.

—¿Quién eres? – Preguntó sin titubear. No era muy alta, no sobrepasaba el metro sesenta y sin embargo por la fuerza de sus palabras parecía ser mucho mayor. Incluso las facciones de su rostro aún no del todo maduras se veían más imponentes.

— Adrian – Respondí luego de unos segundos, me gustaría decir que luego de analizar la situación. Sin embargo, simplemente seguía saboreando sus palabras, su voz no te invitaba solo a seguirla, sino que a perderte en ella. Iba a preguntarle quién era, pero por su poder y su presencia algo me decía que formaba parte de la realeza; recién ahí caí en la pequeña corona que llevaba en su cabello, era bastante simple, de color violeta como el lago en el que nos encontrábamos y con pequeñas flores (las cuales sabía eran venenosas) adornando no solo a la pequeña tiara, sino que también el resto de su cabello. – Y supongo que estoy frente a la princesa de las hadas oscuras ¿No?

—Supones bien, Adrian. A sido muy imprudente de tu parte internarte en nuestro bosque y aún más el atreverte a seguirme – A pesar de que hubiera cierta amenaza en sus palabras, también había diversión. – Ahora aunque quisiera no podré dejarte escapar, tendrás que pagar por tu imprudencia.

—¿Cómo puedo hacerlo? – Pregunté siguiendo el juego, la verdad es que no sabía qué era lo que planeaba exactamente la muchacha, pero tampoco quería atacarla. Me intrigaban mucho sus reacciones, así, me preguntaba qué pasaría por su mente para responder a mis palabras con esa sonrisa altiva que ahora adornaba su rostro.

—Soy una princesa, definitivamente no aceptaré las baratijas que un viajero me pueda ofrecer… — Empezó a hablar antes de acercarse hasta donde estaba y rodearme – Quiero algo mucho más especial ¿Estás dispuesto a pagar el precio o debería matarte ahora mismo? – Preguntó esta vez colocándose frente a mí y mirándome a los ojos, los suyos eran grandes y de un verde fuerte y brillante; ante todo le sostuve la mirada, no me iba a escapar sin haber peleado, y este juego que se estaba formando entre nosotros me comenzaba a gustar…

—Estoy adentro – Respondí sin inmutarme y  aun mirándola a los ojos — ¿Qué deseas princesa?— Cuestioné yo esta vez. Su mirada antes fuerte, ahora solo se veía traviesa.

—Quiero… — Habló marcando el contorno de mi rostro – Quiero la flor violeta que crece en el fondo del lago – Se volteó dándome nuevamente la espalda para señalar lo que quería. – Te debe parecer fácil ir y tomarla ¿No? – Sonrió de nuevo – Pero en realidad muy pocos han podido obtenerla, en el lago no vive solamente la flor, sino que también hay criaturas que un hombre como tú seguramente ni se imagina que existen – Siguió hablando divertida, pero al mismo tiempo algo emocionada – Quiero que la traigas, solamente eso hará que valore tu vida lo suficiente como para perdonarte.  –

Para cuando terminó de hablar ya me había sacado la camisa y estaba a punto de entrar al lago. Ella se veía interesada en el resultado de todo esto, y yo… bueno, yo debí haber tenido miedo, pero no era un hombre miedoso, nunca lo fui, y la recompensa me parecía lo suficientemente interesante. Así, entré sin siquiera cuestionarme si no estaba cometiendo quizás la mayor estupidez de la vida aunque en realidad era solo un maldito irresponsable. El problema residía en todo caso, en que no estaba seguro de que si Nissa me pedía lo mismo ahora, la rechazaría. Pasé varios minutos dentro sin fijarme en nada más que en las malditas flores, que parecían dalias, pero de color violeta… En realidad, la mayor parte del tiempo no miraba a la flor porque se aparecían sombras que no podía reconocer bien a su alrededor, unas sombras muy vívidas a decir verdad, ya que así como obstaculizaban mi visión se encargaron de darme varios golpes, incluso una de ellas se atrevió a probar ahogarme; pero fui más fuerte y finalmente pude salir victorioso.

Jadeando y goteando me acerqué al hada, quien ahora estaba aún más cerca de la orilla que al principio. Me alivió ver que seguía sonriendo y que no le decepcionaba el que siguiera vivo.

—Acá tiene…

—Arrodíllate – Me detuvo, yo ya estaba completamente entregado para esas alturas y simplemente le hice caso, reprimiendo la risa.

—¿Ahora sí? – Pregunté para poder hacer entrega de la flor. Ella asintió – La flor violeta del lago, tal como lo prometí princesa – Le dije de una forma bastante ridícula, poniendo en sus manos la dalia — ¿Merezco vivir no? Yo me atrevería a decir que merezco mucho más que eso – Hablé esta vez enviándole una mirada significativa. Ella me miró como analizándome.

—Claro que mereces más – Contestó seria — ¿Sabes lo que acabas de hacer Adrian? – No esperó mi respuesta – Acabas de marcar que me perteneces, sigues siendo imprudente– Declaró riendo.

—¿Y cómo es eso? – Pregunté levantándome.

—Nadie dijo que pudieras levantarte– De todas formas permanecí de pie –

— Quiero entender antes que nada… — Me miró con odio, sin embargo cedió

— La flor la buscas en el lago como símbolo de lealtad y entrega… y tú me la has regalado, así que tienes que cumplir —La miré incrédulo – Soy un hada oscura, no hago caridad Adrian, solo te iba a dejar vivir si cumplías ciertos estándares.

—¿Estándares para qué? ¿Para pertenecerte?

—Exactamente… — Volvió a hablar esta vez ocupando un tono de voz más profundo y acercándose más, haciendo que nuestros cuerpos estuvieran prácticamente juntos, más todavía tomando en cuenta que su vestido de un verde oscuro era  prácticamente transparente y que yo solo llevaba puestos unos pantalones de tela.  – Así que así están las cosas, ahora eres mío; deberías sentirte afortunado. – Susurró mientras sus manos recorrían mi abdomen.

—¿Debería?

—Definitivamente, ahora arrodíllate… Nunca te di permiso para que te levantaras – Volvió a hablar luego de apartarse bruscamente de mi lado. La volví a mirar serio, pero ya que quería que me arrodillara, quizás debería hacerlo.

— Apuesto que una princesa como tú ya ha recibido varias de esas flores, ¿Para qué otra? – Pregunté cumpliendo con su mandato.

— Eso no es de tu incumbencia – Respondió sin siquiera mirarme, ahora se encontraba mirando interesada la flor que le había traído – Es una de las del fondo ¿No?

— Lo es – Aproveché el intento de hundirme de la sombra para tomar la flor cuando escapaba; en realidad no fue para nada heroico, pero bueno, eso ella no tenía porqué saberlo. — ¿Es algo bueno? ¿Me darás algún otro beneficio?

— Tu premio será que guardaré la flor ¿No te parece suficiente recompensa?— Estaba poniéndose la flor en el cabello cerca de la tiara, haciendo que pareciera una más de los adornos de ésta.

—Supongo que lo es – Respondí acercándome un poco más a ella – Pero no estoy seguro de haber hecho suficiente por mi princesa… — Seguía en el piso, aunque ya no estaba arrodillado, sino que simplemente sentado junto a ella, y comenzando a acariciar sus tobillos para ir subiendo poco a poco entre sus piernas.

—No soy tu princesa, no eres un fae de oscuridad… puedes llamarme Nissa. – Habló sin siquiera inmutarse por mis caricias. Esto se convertiría en algo así como un reto personal, que era un íncubo, y me gustaba demasiado como para simplemente emprender retirada.

—Entiendo, Nissa. – Dije sumando al trabajo de mis manos mi boca y repartiendo besos que iban aumentando en su intensidad a medida que me acercaba a sus muslos. — ¿Hay alguna orden que deba recibir ahora mismo?

—¿Qué raza eres? – Preguntó intrigada y un poco más agitada que antes, pero intentando parecer impasible. De todas formas sonreí ante su pregunta.

—¿Cuál crees tú?

—¿Incubo? – Habló curiosa, yo asentí… Nunca voy a olvidar como se le iluminó la cara. Nissa por ese entonces era una muchacha curiosa y supongo que el involucrarse con un íncubo significaba toda una aventura, pero para mí de alguna forma, siempre fue más que eso.— Entonces no entiendo qué haces hablando conmigo – Habló antes de abrir un poco más sus piernas, dejando así, expuesto su sexo. Sin embargo, no por esto me dirigí directamente hacía el centro del cuerpo del hada oscura, sino que antes, seguí repartiendo besos y lamiendo el interior de sus muslos, cuidando de no tocar su intimidad. Me detuve un momento, en el que Nissa me fulminó con la mirada, para levantarme y sacar su vestido, la única prenda que cubría su cuerpo.

Quería desnudarla  yo mismo para poder ver su cuerpo en esplendor, no me arrepiento de mi decisión. Era hermosa, no esa belleza típica de las hadas, Nissa no era frágil o delicada… era fuerte y con curvas; sus senos eran grandes y turgentes, su abdomen plano y tenía un culo redondo y levantado. Sonreí ante la visión que el hada entregaba, me gustaba el tenerla a mi lado. Por esto mismo no desaproveché el tiempo y antes de que me saliera con algún comentario  — o de que decidiera escapar— me acerqué lo suficiente de nuevo, haciendo que su espalda quedara contra uno de los árboles, para luego besar sus pechos, y mordisquear sus pezones, haciendo que se escaparan de  entre sus labios un suave gemido, que no hizo más que la presión en mis pantalones fuera mayor, para estas alturas mi verga ya estaba dura, pero tampoco quería alejar mi boca de los senos del hada oscura, era demasiado pronto, por lo que simplemente me conformé con frotar mi sexo contra su cuerpo, mostrándole así el efecto que producía en mí sus suspiros, su piel perlada, su cuerpo, su sola presencia. Quería violarla, entrar en ella y darle placer de todas las formas posibles… que fuera mía y yo no necesitaba flores para eso, sino que me dejara follarla, que se entregara.

Me quité el pantalón y dejé mi erección libre, pero sin entrar en ella aún y volviendo a besar sus pechos, para esta vez descender por su abdomen deslizando mi lengua por su pelvis, ignorando su sexo y volviendo a besar y lamer sus muslos. Pude oír como Nissa reclamaba, y la verdad es que para mí también estaba siendo pesado por lo que me dirigí por fin a su intimidad, primero besándola lentamente para luego adentrar mi lengua en ella, acelerando el las cosas con movimiento más pujantes de mi lengua y dando leves mordiscos en su zona más sensible… Nissa gimió con más fuerza al sentir el trabajo de mi lengua en su interior. Y así como ella, su cuerpo también respondió, haciendo que se corriera poco después de que mis dedos remplazaran la labor que mi boca antes llevaba a cabo.

—Voy a entrar – Le dije haciendo que mis dedos se separaran de su sexo, provocando un reproche del hada que callé con mis labios, besándola fuertemente y sin reparos mientras a entrar mi verga en su interior, causando que se escapara un suspiro de sus labios. A pesar de todo, seguía siendo un íncubo, quise jugar con ella, yendo lentamente, procurando estimular sus partes más sensibles con mis movimientos… si para ella era difícil, para mí lo era aún más. La deseaba demasiado, y lejos de asustarme la situación, me fascinaba… generalmente el sexo era demasiado cotidiano como para que significara algo, y el hecho de que esta mujer me hiciera sentir así, hacía que cada sensación se multiplicara.

— Si no vas a ir más rápido, yo me encargaré  — Me amenazó.

—Quiero verte intentándolo – Le contesté haciendo que ahora quedáramos tendidos en la hierba, pero sin despegarme de ella. Aproveché el pequeño traslado para tomar con fuerza entre mis manos el culo de Nissa que como antes estaba contra el árbol no había podido prestarle las atenciones necesarias. Una vez recostados, hice que mis movimientos aumentaran, pero sin exagerar.

—¡Más, más… más! –Exigió el hada entre jadeos, no vi porqué no hacerlo. Pero el ver qué haría ella fue suficiente motivación para en vez de darle simplemente lo que quería, cambiar los papeles y dejarla a ella sobre mí.

— Puedes tomarlo… — Le respondí divertido, ella me envió una mirada fulminante, pero lejos de perder el tiempo, intensificó el ritmo, mientras recorría mi pecho. Yo, sin poder quedarme indiferente, tomé con fuerza sus caderas y seguí sus movimientos, haciendo que se despegara un poco de mí, para poder acariciar sus pechos con mayor facilidad. Estuvimos un rato así, antes de que nuevamente llegara al orgasmo y me corriera en su interior. Ella seguía sin ser mía a pesar de todo, lo sabía, y sabía también que hiciera lo que hiciera ese día, probablemente no cambiarían demasiado las cosas. Pero   estábamos aún demasiado exaltados, demasiado exultantes como para dejar las cosas así, por lo que seguimos entregándonos al otro, sin hacerlo del todo. Pero de alguna forma, a pesar de no llevarme su vida, a pesar de no entregarnos por completo, disfruté mucho más mi tiempo con el hada oscura que con cualquier amante anterior.

Esa era la primera vez que nos veíamos y aún no era del todo consciente de muchas cosas, no sabía aún que era una mujer decidida en todo lo que hacía, tampoco que en el fondo estaba muy loca o que como a cualquiera lo que en verdad quería era sentirse amada y especial de para alguien. Sin embargo, a pesar de todo eso supongo que nuestro primer encuentro marcó el cambio, de creer necesitar solo placer, a buscar algo más allá; algo que confiaba encontraría en ella tarde o temprano, algo que finalmente encontré, y que se convirtió en mi nueva necesidad.

El saber que estaba ahí lo que necesitaba me alivió, el ver cómo todo se iba a la mierda hizo volver al principio… solo que ahora sabía qué era lo que verdaderamente necesitaba y ya no valía la pen buscar respuestas donde no las había. Mis respuestas estaban en Nissa, en lo que sentía por ella, y aunque estuviera con otras eso no iba a cambiar. Estas respuestas, las verdaderas respuestas a esta necesidad solo se encuentran una vez y no hay nada que puedas hacer al respecto. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top

Tags: