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«No lo pienses ni por error».
1
Las clases pasaron con relativa calma y rapidez. Gray quería salir con Natsu, pero este le dijo que ya tenía planes.
Cuando le explicó que tendría una cita con Millianna, Gray, como el mejor amigo que era, comenzó a burlarse y a decir lo surtido suertudo que era, haciendo enojar y sonrojar a Natsu por la pena.
—Toma —le pasó un misterioso objeto a la mano con discreción—. Acaba con ella, tigre.
Era una tira de condones.
Quería preguntarse por qué su mejor amigo tenía eso, pero supuso que si quería seguir mentalmente saludable (había estado haciendo grandes avances al respecto), era mejor reservarse esa duda.
—Creo que yo también saldré —dijo Gray, inspirado por su amigo—. Veré si Lyon esta desocupado.
Si. Gray, su mejor amigo, era homosexual. Y no tenía nada de malo. Lo apoyaba de todo corazón, especialmente porque le tomó mucho trabajo salir del clóset en su momento. Pero ahora que ya lo había hecho, era feliz. Muy feliz. Incluso había iniciado una relación amorosa con Lyon Vastian, un compañero suyo en el taller de escultura en hielo, un taller impartido por su tía, Ur Milklovich.
Después de las bromas y la despedida, Natsu y la chica neko partieron en dirección al cine.
Como dato interesante, hablado en términos técnicos, era la primera cita de ambos.
2
Ese día el cine no estaba lleno, pero la sala donde se proyectaría la película que iban a ver estaba, curiosamente, congestionada. Lograron alcanzar lugar al fondo, junto a la salida de emergencia que había arriba.
Entraron al cine ubicado cerca de su escuela. Así se ahorrarían el tiempo de ir cada uno a casa para cambiarse de ropa y podrían llegar directamente. Eso explicaría el uniforme. Y, lo que era mejor, podrían tener descuento de estudiantes.
Ya en la fila para comprar comida, cuando fue su turno, Millianna no se hizo de la boca chiquita.
—Vaya —dijo Natsu al ver toda esa comida. Pero se sorprendió más de ver que todo eso pudiera caber en tan solo una bandeja.
—La mitad es para los avances y anuncios, y la otra mitad para la película —explicó a Natsu luego de ver su reacción y su rostro pasmado.
Natsu, con un dolor que no había experimentado jamás, pagó por lo de su cita, y lo propio, y entraron a la sala.
Natsu, como había leído en un pdf sobre cómo caer bien a las chicas, le abrió la puerta a Millianna.
—Gracias. Que caballeroso —bromeó. Pero, en realidad, le había parecido un gesto tierno.
—Eso es lo que hace un caballero, además de salvar princesas y matar dragones —dijo Natsu siguiendo la broma.
Río un poco en compañía de Millianna mientras avanzaban por el corto pasillo hacia los asientos.
—Oh~' —expresó a la vez que sus orejas sobre el cabello, por alguna razón cuya lógica Natsu no quería encontrar, se movían risueñas—. ¿Eso significa que si un dragón me secuestrara, irías a mi rescate?
—Incluso si mi vida fuera a perderse —imitó un tono de voz valeroso y elegante.
Ambos rieron ante la gracia del chiste. Subieron por las escaleras hasta los asientos a un lado de la salida de emergencia superior.
Por un breve instante, entre movimientos al subir cada escalón, Natsu pudo ver la ropa interior de color verde limón de su cita.
—«¿¡Podrías dejar de ser un pervertido por 5 minutos!?» —se gritó a sí mismo con reproche, molesto.
La película comenzó. Se trataba de la película The Vow, protagonizada por Channing Tatum.
A mitad de la película ya habían mares de lágrimas por parte de todas las mujeres que casi abarrotaban toda la sala de funciones.
Los pocos hombres que habían allí, durante la función, estaban allí nada más por la minúscula esperanza de conseguir sexo esa noche.
Pensaban que podrían conseguir que su cita, llena de emociones a flor de piel después de ver a Tatum como el hombre de ensueño, accediera al acto. El actor de G.I. Joe les haría el favor.
Millianna no era la excepción.
—Es tan hermoso —dijo entre su propio mar de lágrimas.
—Realmente lo es —si bien Natsu no estaba llorando, la historia de la película(basada en un hecho real), junto a las actuaciones y el mensaje que transmitía, era muy bonita y conmovedora.
Natsu tenía la mano puesta sobre el brazo de su asiento. Sintió un delicado peso extra sobre esta. Miró a su lado y vio la cabeza de Millianna apoyada sobre su hombro.
—Me alegra haber venido contigo —dijo suavamente, sin perder detalle de la película.
—A mi también —él la imitó. Apoyó su cabeza sobre la de ella.
Su mejilla tuvo el privilegio de acariciar las sedosas hebras de la cabellera castaña de su cita.
De repente todo se inundó en silencio. De pronto la sala estaba vacía, salvo por ellos. Y de pronto ya no había película; ya no había un hombre casado que intentaba volver a conquistar el corazón de la mujer con amnesia que era su esposa.
No.
De pronto solo eran ellos dos y el tacto entre sí mismo, que cambió a un contacto visual fijo e ininterrumpido.
De pronto la distancia se volvió endemoniadamente corta, casi nada. Y de pronto ambos labios estaban unidos en un beso lento que transmitía tantas emociones.
Al separarse, y antes de hablar, sus frentes se juntaron.
—Entonces... —Natsu tenía miedo de decir algo estúpido que arruinara el momento, cosa que era bastante probable.
Millianna pareció darse cuenta de esto, así que se apiado de él.
—Eres mi novio —declaró—. Ahora dame otro beso para cerrar el trato.
Se dieron otro beso más.
Sonrieron al separarse.
Un momento mágico que siempre tendrían presente en sus mentes y sus corazones: El primer beso, el primer noviazgo y la primera vez, aún que no en ese orden precisamente.
3
La película terminó y la ahora pareja estaba fuera del cine.
Irían a la estación, tomarían el tren y cada uno, no sin antes darse un beso, iría a su hogar para verse mañana en la escuela.
Millianna comía una barra de chocolate, el último alimento de la amplia gama que había comprado en el puesto de dulces del cine.
—Fue una película hermosa.
—Ya lo creo —apoyó Natsu a su novia.
Todo era muy bonito y no lo quería arruinar, pero había algo en su pecho que tenía que salir. Y tenía que hacerlo ahora—. Oye, Millianna, yo...
—Natsuo, no.
La pareja, que iba tomada de la mano, volteó en la dirección de donde provenía aquella petición de tono suplicante y desesperado.
Había un chico, al parecer llamado Natsuo, acorralando a una chica de ojos azules y cabello marrón claro contra un vehículo de color azul.
La chica se veía muy incómoda y tenía gotas saliendo de las comisuras de sus ojos, indicación de que quería llorar. Su voz baja pero a la vez quebrada era signo de su desesperación por salir de allí.
El chico, en cambio, se veía enojado e impaciente. Tenía un brazo a un costado de la cabeza de la chica y la mantenía prisionera entre su cuerpo y el automóvil, que debía ser suyo. También tenía su rostro a una distancia peligrosamente corta del de la chica, cosa que a ella no le gustaba.
—No puedo creer que sigas viva —espetó—. Ni para eso sirves. Rayos.
—Natsuo, por favor, aquí no... —trató de suplicar. No quería ser el centro de atención por una escena como esa, especialmente protagonizada por él.
El chico llamado Natsuo hizo caso omiso de sus súplicas dichas con palabras frágiles. Acortó más distancia, haciendo que la chica le diera el cuello al tratar de alejar su rostro.
—Eres estúpida —le volvió a espetar—. Ahora sube al auto y cállate. Ya hablaremos de esto en mi casa.
—N-Natsuo, n-no quiero ir... contigo... —declaró, aterrada de repente.
—No te lo estaba pidiendo —espetó nuevamente y más agresivo.
—Y ella no te estaba dando a elegir.
Natsu lo reconoció de inmediato.
Era la chica que había intentado suicidarse el día de ayer, la chica a la que había salvado.
Ya que la había reconocido, y en vista de lo que estaba pasando, Natsu decidió que era hora de poner la basura en su lugar.
Sujetó con fuerza el brazo que Natsuo usaba para acorralar a la chica y apretó.
—¿Quien mierda eres tú? —preguntó molesto.
—Pasa de ser tu problema —le espetó—. Ahora lo pondré fácil para ti: Uno de ustedes se irá; ¿será ella a su casa tranquilamente o tú al hospital? Elige la que más te guste.
La chica estaba tan, o incluso más sorprendida que Natsuo, quien tenía ambos ojos abiertos por la sorpresa. Estos, sin embargo, reflejaban un odio y una furia desbordantes.
—Si sabes lo que es bueno, no te metas donde no te llaman —intentó amenazar a Natsu, de intimidarlo.
Obviamente, no funcionó.
—Deja que se vaya o la romperé —amenazó como Dios manda. Ejerció más fuerza sobre la muñeca, dándole a entender que no iba a haber consecuencias positivas en ser un idiota.
Natsuo intentó golpearlo al rostro con la otra mano. Natsu lo atrapó con su otra mano, le dio un cabezazo y, con lo que dice mucha destreza, le rompió la muñeca a Natsuo.
—¡Aaaargh'! —gritó por el dolor.
—Ahora dejala ir o desearás no haber nacido —amenazó Natsu por segunda y última vez, dando un paso al frente y poniéndose delante de la chica.
No tuvo opción que largarse con la cola entre las patas.
Se subió a su auto y aceleró sin mediar más palabras, solamente soltando gruñidos por el dolor y espetando groserías por lo bajo.
4
En cuanto lo perdieron de vista, con todo y automóvil, Natsu y Millianna pasaron a ver como estaba la chica.
—¿Estas bien? ¿No te hizo daño? —indagó Natsu, buscando algo rastro de daño físico.
—N-No, estoy bien... —masculló.
—Vamos, te llevaremos a casa.
Natsu la tomó de la mano y, junto a su novia, comenzaron a caminar en dirección a la estación.
—¿Por qué...? —lo dijo tan bajo que no lograron oírla.
—¿Que? —quiso saber Natsu, volteando a verla.
—¿Por qué me ayudaste? No lo entiendo. Yo... —las palabras murieron en su garganta y las lágrimas afloraron, cayendo de sus ojos por sus mejillas.
—La primera vez fue por instinto, no lo pensé mucho a decir verdad —respondió—. Pero ahora... Solo digamos que no me gustan los idiotas que hacen sentir menos y tratan como basura a los demás. Lo cual te resultaría irónico si me conocieras.
Llegaron a la estación y de ahí partieron al hogar de la chica.
Una vez en la puerta de una pintoresca casa, la chica hizo una reverencia.
—Muchas gracias por su ayuda, Natsu-san —dijo, todavía con el cuerpo inclinado—. Por todo. Yo... Yo...
—No es ningún problema —dijo Natsu, suavemente—. Y si necesitas ayuda de nuevo, este es mi número.
Natsu le tendió un papel con una serie numérica escrita en ella.
La chica lo aceptó tímidamente. La sombra de su flequillo cubría su mirada.
—O-Oye... —la llamó preocupado—. ¿Estas bien?
—Si —respondió esbozando una sonrisa—. Es que... Nadie había sido tan amable conmigo antes. Muchas gracias, Natsu-san —agradeció nuevamente, ahora con una sonrisa, la voz más encendida y levantando por completo el rostro, mostrando que había cerrado los ojos a la vez que un leve carmín adornó sus pómulos.
(Es hermosa, amigos).
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No tengo nada en contra de Natsuo, debo aclarar.
¡Gracias por el tiempo de tu vida. Sintoniza para más pendejez en el próximo capítulo!
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