Capítulo 5: Un nuevo comienzo
1
No tendría que asistir a clases mientras se recuperaba de la lesión en su mano. Le caía como anillo la dedo, dado que necesitaba un poco de tiempo para poder procesar toda la amalgama de emociones que ahora mismo lo asaltaban.
Hablar con Grandeeney de verdad le había hecho demasiado bien, aun que no quisiera admitirlo.
La mañana se hacía presente reemplazando a la noche. Las luces matutinas se filtraban a través de las rendijas de las persianas colocadas sobre su ventana, llegando a su rostro sin ningún tipo de dificultad.
Esto le hizo despertar de a poco. Y en buen momento.
—Natsu-nii —Wendy tocó la puerta tres veces y lo llamó—. El desayuno está listo, Natsu-nii. Voy a pasar.
Entró empujando la puerta de madera con la espalda. Entre sus manos cargaba una bandeja metálica, y sobre esta había un plato estéticamente servido, que contenía tocino, huevos, pan, y a sus lados en un orden excepcional dos pequeños platos que contenían sopa de miso y fruta respectivamente. Además, un vaso de jugo de naranja para evitar morir por asfixia alimenticia.
—Wendy —la nombró, pero de inmediato perdió el valor para decir algo—. Ohayo—se limitó a decir, bajando la mirada.
—Ohayo, Natsu-nii —el que le haya preparado y traído el desayuno lo hizo escoria; pero oírla regresando el saludo matutino, sobretodo tan sonriente y alegre, le hizo añicos el corazón. No se lo merecía en absoluto.
Colocó la bandeja sobre sus piernas, apoyada por la pieza metálica respectiva. Natsu prosiguió, con toda educación, consumir los platillos hechos por su hermanita.
Los cuales, sin exagerar, estaban deliciosos.
—¿Que te pareció, Natsu-nii? —preguntó esbozando una tierna sonrisa, esperando la respuesta de su hermano mayor.
—Todo estuvo delicioso, Wendy. Muchas gracias —respondió amablemente. De verdad que su corazón no se podía encoger más.
Silencio. Ni una palabra era dicha por ninguno de los dos. Natsu se sentía carcomido por la culpa igual que un herbívoro consume su medio ambiente. ¿Que podía decir luego de haberse portado como un patán? ¿Luego de haberla hecho llorar? Se odiaba a sí mismo a más no poder.
¿Como podía seguir como lo habían hecho hasta el día de hoy? Le resultaba imposible. Lo sería. O eso pensaba él.
—Natsu-nii —lo llamó. Por su tono supo que sería serio. Jamás la había oído de esa manera, pero lo entendía. Se lo merecía.
Sin embargo, lo que sucedió después fue un shock total para su mente y su corazón.
Wendy saltó encima suyo y lo abrazo. Era un abrazo cálido y tierno que le estaba transmitiendo de piel a piel lo que realmente sentía.
—No tienes que disculparte, Natsu-nii. No tienes que poner esa cara tan lamentable —le dijo sobre su oído, hablando en susurros—. No eres el Natsu-nii que conozco.
—Lo siento —pero incluso con lo dicho anteriormente, lo dijo.
Los brazos, tonificados por el ejercicio, la rodearon del mismo modo que ella lo rodeaba a él con los suyos.
Wendy escuchó un sollozo proveniente desde detrás suyo. Al tratar de separarse el abrazo se estrechó más. Natsu rodeó aplicando más presión en sus brazos, pero sin llegar a lastimarla. Jamás se perdonaría el lastimar físicamente a su hermanita.
—Lo siento, Wendy. De verdad no merezco una hermana como tú —empezó a hablar. Lentamente comenzó a sucumbir al llanto. La voz se le tornó quebradiza—. Tú siempre cargando con las emociones de otros... De verdad mereces algo mejor. Lo siento, Wendy. Yo... Yo no... —las palabras coherentes se agotaron. Empezó a balbucear cosas con la voz quebrada, cosas que no se podían comprender claramente.
Nuevamente, el abrazo salió a flote. Wendy había acomodado su cabeza sobre el pecho de Natsu. Esta acción hizo sentir descolocado a Natsu, pero definitivamente no lo evitaría.
—El corazón de Natsu-nii... —habló con el oído sobre esa zona central donde se situaba dicho órgano, un símbolo universal del amor—. Esta tranquilo —concluyó con sus suspiro de paz—. Ahora ya estas en paz, Natsu-nii. Se que no fue tu intención lo que ocurrió en el pasado. Una hermanita siempre debe saber leer los sentimientos de su hermano mayor. Yo te entiendo. Todos necesitamos una salida, Natsu-nii. Soy muy joven para entender tus emociones respecto a papá y mamá, pero cuando crezca y pueda entenderlo, se que Natsu-nii estará allí para ayudarme a superarlo. Después de todo, ahora Natsu-nii esta en paz, y se que siempre estará dispuesto a ayudarme. Tu paz y felicidad es todo lo que me importa, Natsu-nii. Te perdono.
Se rompió. No logró contenerse más. ¿Quien podría luego de tan hermosas palabras? Comenzó a llorar a moco tendido sobre el hombro de su hermana, sin romper jamás el abrazo. Este era el momento más especial que habían experimentado juntos hasta ahora. Nada lo podría romper.
A esto se le llamaba "Amor".
2
—Gracias por haberme hecho este favor.
—Fue un placer. El caso de Natsu realmente me sorprendió. Pero aun así me debes una cena.
Atlas río antes de regresar la mirada a la escena que sus sobrinos protagonizaban. Se veían muy lindos a decir verdad.
Se acomodó mejor sobre el marco de la puerta y volvió a la albina que lo acompañaba.
Luego de la sesión de Natsu, y de hablar los resultados, Atlas y Grandeeney pasaron la noche juntos.
Hubo sexo. Ambos eran adultos, ambos lo querían y les encantó. No querían disfrazar lo obvio. Eran dos adultos con carreras consumadas después de todo. Lo dirían de otra forma para Wendy, pero la idea era esa. La albina de ojos azules llevaba únicamente la camisa formal que Atlas llevó a su cita; el susodicho, en cambio, llevaba una playera de la universidad de Magnolia y un pantalón de pijama azul.
—Si. Fue todo un caso en la familia —empezó a contar con tristeza—. Vaya... Es como si hubiera sido ayer. Realmente no puedo creer que Nathan hiciera algo así —abogó—. Quiero, siempre supimos que era un mujeriego y que disfrutaba jugar con las mujeres, pero esto... Esto definitivamente fue otro nivel que nadie se espero de Nathan.
—Jamás terminas de conocer a las personas —citó la dama—. ¿Que paso después?
—Ni idea —respondió con honestidad. En verdad no sabia—. Luego de que papá le rompiera la cara y se fuera no lo hemos vuelto a ver. No se si sigue vivo o está muerto. Lo que recuerdo es que papá estuvo furioso, quizás más que cualquier vez que lo haya visto. Y no lo culpo; cuando me enteré fui personalmente a ver a Nathan, pero no lo encontré.
—¿Escapó?
—Ni idea nuevamente. Pero tuvo suerte. De haberlo hallado me habría quedado como hijo único ese día —admitió, alzándose de hombros—. Pero lo que a día de hoy sigo sin poder creer es que Naomi haya sido parte de esto.
Grandeeney no dijo nada ante ese último. Ella podría ser una psiquiatra reconocida, la mejor de su campo en el mejor de los casos; pero si no conocía a la persona, si no conocía a Naomi no podía juzgarla y sacar sus conclusiones. Ella no era así.
—Ven —dijo tomando la mano de Atlas—. Volvamos a la alcoba. Esta vez es tu turno de estar abajo.
Atlas se sonrojó mientras era llevado.
—P-Pero mis sobrinos están aquí —intentó razonar. No es que no quisiera, pero debía ser prudente.
—Entonces será mejor que bajes la voz.
3
Por la tarde, Atlas, Wendy y Grandeeney salieron a hacer las compras para la cena. Dijeron que tardarían un poco, y que tal vez pasarían por helado.
Natsu asintió al oírlos y los despidió en la puerta. Fue a tomar asiento al sillón para ver televisión.
Sin embargo, algunos minutos después, alguien llamó a la puerta.
Nuevamente el silencio espectral inundó la mente y el exterior de Natsu. Sintió su corazón apretarse casi como si fuera una naranja reservada para hacer jugo.
—Millia... —antes de seguir hablando, la castaña plantó un dedo sobre sus dedos para impedir que siguiera.
—Wendy me ha contado todo por teléfono —reveló—. No disculpo lo que hiciste o lo que dijiste, pero puedo perdonarte por que te entiendo. Sufriste pero no era excusa para hacer lo que hiciste; aprendiste tu lección y arreglaste las cosas con Wendy. Eso es todo lo que me importa, Natsu. Te perdono —alejó su dedo de sus labios y lo abrazó—. Me alegra que estés bien.
—Gracias, Millianna —respondió rodeandola con sus brazos—. Soy un idiota.
—Si que lo eres —corroboró ella con una risa.
Ambos rieron ante la broma.
Definitivamente habían vuelto a ser amigos.
4
Millianna pasó a pasar el rato con Natsu. Dada su reciente reconciliación, estaría bien. Esperaba que no hubiera ningún problema en que se quedará a cenar. Ya lo verían con el tío Atlas cuando volviera junto a Wendy. Por ahora, quería disfrutar el tiempo.
(Me da flojera escribir contexto, así que pasemos a lo que era obvio, y que seguramente pensaste, pinche marrano >:v)
La mano de Millianna se posó sobre la rodilla de Natsu. El peli-rosa, sintiendo el suave contacto, iba a preguntar, pero los labios de su amiga decidieron que las palabras sobraban ahora mismo.
—Millianna —la sorpresa fue muy amplia. No iba a negar que era bonita, y algo más, pero con todo lo que había sucedido, y dado que hace una hora se habían vuelto amigos nuevamente, descartó hasta la más remota posibilidad de inmediato.
Pero al parecer se equivoco.
La chica felina, más que decir algo, atrapó la mano de Natsu y la guió hasta detenerse sobre uno de sus pechos.
—Se lo que estás pensando —le dijo. Lo único que podía procesar Natsu en ese momento era lo suave que era el busto de su amiga—. Por ahora... Solo dejémonos llevar, Nyatsu.
Todavía con la mano del chico sobre su busto, Millianna se arrojó a los labios de su amigo. Se subió a horcajadas en su cadera. Hizo algo de fricción entre sus partes íntimas, provocando un gemido mutuo. Empezaron a besarse con fervor. Sus lenguas pedían permiso mutuo para explorar más allá del beso. Al final, venció la lengua felina de la castaña.
Las manos de Natsu fueron subiendo hasta posarse sobre ambos pechos. Al apretarlos, Millianna gimio. Había sido un gemido suave que le pareció muy tierno, pero de inmediato su libido empezó a ansiar mucho más.
A la vez que masajeaba el pecho, y besaba el cuello, su mano derecho atrapó su trasero. Apretó su glúteo provocando más gemidos sobre los que ya estaban sonando. Su pulgar se deslizó atrevidamente sobre el pantalón corto que llevaba, llegando al borde. Se escabulló dentro de la rendija entre la prenda y la piel de su amiga, y comenzó a bajar lentamente, dejando ver una fracción de su ropa interior blanca.
—Permiteme, Nyatsu —gimio, buscando algo de movilidad.
Su amiga, justo delante de sus narices, literalmente, se despojó de la blusa amarilla que eligió para visitarlo. Quedaron al descubierto los pechos, envueltos por un sostén rosa con la imagen de un gato justo sobre el puente que unía las copas.
No tuvo oportunidad de analizar más sobre la prenda ya que esta fue retirada poco después tras la blusa. Los pechos, los primeros que Natsu veía en la vida real, quedaron al aire.
Trago saliva.
Millianna, enternecida por la reacción de Natsu, alzó uno de ellos con su mano.
—S-Seamos uno, Nyatsu —una vez, en secreto, había visto un hentai.
Fue solo un capítulo y se sintió muy extraña. Pero admitía que fue interesante. Recordaba lo que había visto, y decidió citar a la chica que protagonizaba aquel capítulo de una animación indecente hallada en internet.
El temple de Natsu se rompió.
Con cuidado, procurando que su primera vez fuera más placentero que estúpido, empezó a lamer el pezón y el aro. Su contorno era humedecido por la lengua tímida de Natsu. Millianna hizo hacia atrás la cabeza mientras suspiraba.
Pero, repentinamente, en un acto muy impulsivo, las manos de Natsu azotaron sus glúteos y apretaron a la vez que enterraba su rostro entre los pechos de su amiga. Hubo un chillido de sorpresa por parte de la joven, quien, por instinto, quizá, puso las manos sobre la cabeza de Natsu.
—Millianna... Me duele —la vio a los ojos. Brillaban a causa del humedecimiento. Tardó unos segundos, pero comprendió el trasfondo de sus palabras.
—Entonces... Te ayudaré —nuevamente le vino a la mente otra frase que vio, y que hallarías, en un anime H—. Te haré sentir bien, Nyatsu.
Se puso de rodillas. Bajó los pantalones de Natsu, junto a sus bóxers segundos después, y el pene de Natsu salió al aire. La erección pudo liberarse del sensación de estar agazapado y se elevó sin vergüenza frente a la primera mujer que exploraría.
—U-Un pene... —murmuró asombrada—. E-Es grande... —17 cm.
—G-Gracias... —no supo que más decir. A decir verdad jamás reparó mucho en ese tipo de cosas. Le servía para orinar y punto. Sin embargo, el que una mujer se lo estuviera viendo, independientemente de si era su amiga o no, lo estaba matando de vergüenza.
Empezó a lamerlo. Trató de ser rápida ya que si se tomaba su tiempo, muy probablemente, terminaría declinando por culpa de la vergüenza. Las lamidas sobre su tronco le enviaban descargas eléctricas por todo el cuerpo. Empezaba a sentir un poco de calor, un calor diferente a cualquier otro que haya sentido, acumulado en su abdomen.
Pasados 5 minutos de lamidas primerizas, y algo torpes, Natsu no pudo más. Eyaculó. Y al tener una mano sobre la cabeza de su amiga, por inercia, empujó. El semen le lleno la boca. Se separó y tosió luego de tragar en gran medida el contenido de los genitales de Natsu.
El peli-rosa abrió los ojos y un miedo inmenso lo invadió. Estuvo a punto de tirarse al suelo a suplicar reiteradas veces por perdón, pero su amiga fue más rápida. Volvió a subir sobre él a horcajadas, pegando su rostro entre sus pechos. Ella también estaba roja. También echaba humo.
No se podía creer lo que acababa de hacer. Jamás había experimentado algo así en su vida. Acababa de... De... Dios, ni siquiera podía pensarlo bien. Fue tan prematuro que el sabor en su boca no lo notó. Seguramente llegaría después, pero por ahora no lo sentía. ¿O era que el semen no tenía sabor?
—Demonos prisa, Nyatsu —dijo Millianna jadeando como un gato sediento—. Wendy ya debe estar por volver.
Se le había olvidado por completo eso. Atlas, Wendy y Grandeeney podrían atravesar esa puerta en cualquier momento. Y su mente racional en lugar de hacerla a un lado y dar por terminado el asunto, hizo que sus manos tomaran las caderas de la chica y frotaran contra su erección al descubierto.
—Milly —no supo de donde vino eso. Simplemente se le salió. Pero Millianna debía admitir que le gustó escuchar ese apodo saliendo de la boca de Natsu en un gemido.
Abrió la prende inferior. Lo bajó solamente lo suficiente para exponer la intimidad cubierta por la tela blanca. Natsu la hizo a un lado e introdujo su pene dentro de Millianna. Empujó con algo de fuerza para que entrara todo. La pudo sentir tensa a través de su piel. Tenía conocimiento acerca de las mujeres y de lo que sucede en ellas cuando experimentan su intimidad sexual por primera vez. Sabía que había roto su himen, y sabía que le dolía.
—Estoy bien —dijo como si fuera telepática. Estaba soportando el dolor como campeona—. M-Muévete.
Él no era nadie para desobedecerla.
Natsu empujaba sus caderas a la vez que Millianna saltaba sobre su erección. Los fluidos de la chica salpicaban y mojaban a Natsu.
Finalmente no pudieron seguir más y ambos alcanzaron lo que el mundo de la ciencia definió como orgasmo, y el mundo de la farándula definió como clímax, venida, entre muchos otros eufemismos estúpidos.
Habían alcanzado su orgasmo de manera simultánea. Natsu terminó húmedo por los fluidos y Millianna terminó llena de la semilla de Natsu. Pero pese a disfrutar del momento tras el orgasmo, no pudieron darse ese lujo. Tuvieron que levantarse, limpiar y arreglarse antes de que todos llegaran.
Pero esto sin duda no iba a ser olvidado. Jamás. Y no sería la última vez.
Mini Epílogo:
—Oh, vaya.
—Ese es mi sobrino. Acaba con ella, campeón.
Ambos adultos se separaron de la puerta cuando oyeron a Wendy cerrar la puerta del auto. Se plantaron frente a la misma, con las bolsas de las compras en sus brazos.
Mira que llegar a casa y encontrar a estos jóvenes en su intimidad... Hoy jóvenes de hoy en día son tan precoces.
—Oh, tonta de mi —dijo Grandeeney fingiendo pena luego de haber buscado algo en su bolsa—. Parece que olvidé la sal. Tendremos a volver a la tienda.
—Pero, Grandeeney-san... La sal está aquí —se la mostró en su mano como evidencia.
La albina se la arrebató y la lanzó directo a la calle. Un auto que iba pasando sufrió la infortunia de ser el receptor del contenedor plástico de sal. Golpeó justo y directo en la ventana del conductor. Mientras el auto se alejaba perdiendo el control pudieron oír perfectamente el vidrio rompiéndose.
—Volvamos a la tienda —repitió, esta vez encaminandose al auto.
Ni Wendy ni Atlas discutieron.
Todo fuera por la intimidad de Natsu, y el bienestar psicológico de Wendy.
Grandeeney no podía seguir dando consultas gratis. No era conveniente.
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Capítulo de 3000 palabras con una hermosa reconciliación de hermanos y lemmon con la amiga de la escuela.
Tengo que sacar ganancias, amigos. jpg
¡Gracias por el tiempo de tu vida.
Nos vemos a la vuelta, vil alma pecadora!
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