🍑WOO WOO

Buenos Aires

Habían pasado tres días desde que Sinclair regresó a su país y Esperanza aún pensaba en él. Sabía bien que no debía hacerlo, pero lo hacía y eso la tenía un poco angustiada también. No podía y no tenía que pensar en ese hombre, porque pertenecía a otro mundo, un mundo muy distinto al suyo.

Su amiga la observó con atención porque la veía distraída.

—¿En qué pensás? —Frunció el ceño y le acercó un mate.

—En nada —alzó un poco las cejas y agarró el mate—, no quiero hablar de mí, decime, ¿cómo te está yendo en el trabajo?

—Muy bien, ¿te acordás que te dije que la empresa donde trabajo tiene la sede en Estados Unidos? —le comentó y ella asintió con la cabeza—, bueno, me parece que me van a asignar a la sede, el jueves pasado tuvimos una reunión y me ofrecieron trabajar allá.

—Eso es muy bueno, ¿no? —contestó entusiasmada y con una sonrisa.

—Lo es, pero a mí me preocupa otra cosa.

—¿Qué te preocupa? —cuestionó uniendo las cejas.

—Vos me preocupas, tengo miedo de dejarte sola.

—Ay, dale Marga —se rio un poco y le devolvió el mate—, no tengo cinco años, no sería la primera vez que me quede sola en la casa.

—Ya sé, pero no me gustaría que se aparezca tu papá o ese desgraciado de César.

—Él no sabe la dirección de acá.

—Se lo pregunta a tu papá y es lo mismo.

—No tenés que preocuparte por mí, bastante con que me estás aguantando, que ya van tres días y no estoy haciendo un pomo.

—Por eso no te hagas drama, yo te dije que iba a bancarte hasta que lo necesites, sos mi mejor amiga, estamos en las buenas y en las malas, Espi —le dio otro mate y le apretó la mano con cariño mientras le sonreía.

—Vos siempre fuiste así de genial conmigo y eso que no tenemos iguales posiciones sociales.

—A mí no me importa eso —admitió con honestidad—. La amistad no se basa en esas cosas.

—Lo sé, la verdadera amistad no —le sonrió también.

—Entonces, ¿no te importa que vaya?

—Para nada, es tu futuro laboral y tenés que hacer lo que más te convenga.

—De acuerdo —asintió con la cabeza.

Marga dejó que tomara el mate con tranquilidad y aprovechó para mandarle un mensaje de texto a Sinclair habiendo calculado el horario que había en Nueva York.

Hola Sinclair, soy Margarita, la

dirección de mi casa es Cañas 1000,

el barrio se llama Naón, es en la

zona de Mataderos, Capital Federal.

Espero que vengas a visitarla. Un

beso.

16:24

Margarita dejó el celular boca abajo y trató de disimular lo que había hecho. Diez minutos después el aparato sonó con un nuevo mensaje, ella intentó no sonreír porque sabía que Esperanza iba a darse cuenta.

Sinclair

Hola Margarita, te has adelantado,

estaba por enviarte un mensaje,

llegué anoche. Supongo que tardaré

media hora, nos vemos. Saludos.

                                                                     16:30

La joven mujer dejó el celular nuevamente boca abajo y continuó cebando mates.

—Xime vendrá a verte dentro de media hora más o menos.

—Bueno, ¿le contaste lo que pasó?

—Sí.

Las dos siguieron charlando y tomando mates. Marga veía a cada rato el horario del celular al tiempo que Esperanza miraba recetas por internet desde su celular.

Media hora después, la joven había dado un saltito en la silla cuando escuchó el timbre.

—Mierda, me asustó —acotó y Marga se puso de pie.

—Voy a abrirle.

La mujer fue con una sonrisa a recibirlo y lo hizo pasar luego de darse un beso en la mejilla.

—Estábamos en la cocina esperándote.

Los dos caminaron hacia Esperanza y él le habló:

—Hola, caramelo —respondió y la chica quedó petrificada al escucharlo.

Giró la cabeza y levantó un poco la vista.

—Hola... pe-pensé que era Ximena —miró a su amiga.

—Te dije una mentirita —le guiñó un ojo y miró al hombre—. Sinclair, ¿qué querés tomar? ¿Café? ¿Té? ¿Alguna gaseosa?

—Un café está bien, gracias. ¿Cómo has estado? —le preguntó bajando la vista hacia la chica.

—Bien, ¿y vos? ¿Cuándo llegaste?

—Estoy bien, con el problema resuelto —rio—. He llegado anoche, pero era demasiado tarde como para venir.

—Me extraña que hayas venido de nuevo, pensé que ya te quedabas en tu país —dijo con algo de intriga.

—Tengo un club nocturno aquí, así que, tendré que venir de vez en cuando y de paso visitarte.

—¿Y para qué? —Frunció el ceño y le causó gracia su comentario—, no le veo el sentido.

—Tomate el mate —le dijo para que dejara de hablar pavadas—. Sentate Sinclair —le habló poniéndole el café en un rincón cerca de donde estaba Esperanza.

Marga puso más galletas en el centro de la mesa y la chica quedó en silencio e incómoda.

—El día que te visité en la panadería no estabas como ahora —comentó sin mirarla.

—¿Así cómo?

—Distante, como si no fueses tú.

—Soy así, ese día fue una situación horrible.

—Incluso la noche del club estabas diferente, ahora pareces otra chica.

—A mí no me parece que esté rara —respondió y Marga le clavó los ojos en ella.

—El mate no es un micrófono —metió un bocadillo para que se apurara.

—Perdón —se lo acercó.

El ambiente de la cocina estaba tenso y ellos dos parecía que la conversación debía sacarse con un tirabuzón porque los silencios de ella eran tan incómodos que solo quería que Sinclair se fuera de ahí, porque la ponía nerviosa cuando la miraba con atención.


Preparación del cóctel Woo Woo:

Imagen de themixer.com

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