🍎Parte 5
Nueva York
Restaurante Le Bernardin
Dentro del lugar, las dos chicas se sentaron en la mesa que había sido reservada con anterioridad mientras esperaban a Christian y al amigo de este para que Esperanza no se quedara incómoda durante toda la noche.
La joven había quedado de espaldas a la puerta de entrada por lo que no pudo ver quién se acercaba hacia ella. Miró a Christian quien saludó a Margarita y ella se puso de pie para saludarlo, pero giró la cabeza cuando sintió la presencia de alguien más a su lado. Se quedó de piedra al verlo de nuevo.
—Hola, Caramelo —le tomó la mano y le dio una sonrisa.
—Hola, Sinclair —le dijo y se abrazó a él sin importarle nada.
Los dos se separaron y se miraron a la cara.
—Creí que te ibas a enojar por no habértelo dicho —comentó Marga.
—No, fue una sorpresa, aunque al principio no me gustó que idearan una salida de cuatro cuando vos sabías quién me interesaba.
—Lo sé, pero me arriesgué y tan mal no salió —le sonrió su amiga.
—No, tan mal no salió —repitió—, son hermanos —afirmó mirando a cada uno—. Se me cruzó por la cabeza que lo eran, pero como hay muchos Christian, lo descarté.
—Y no te equivocaste —contestó Sinclair y los cuatro se sentaron—. Perdón por no enviarte un mensaje estos días que pasaron.
—No te preocupes. Sé que tu papá te necesitaba, así que no tenés que pedirme perdón.
Sinclair le sujetó la mano entre las suyas de nuevo.
—Tenía que hacerlo para que supieras que no me había borrado del todo y pensaras mal de mí.
—Sin, yo no pienso mal de vos, sé que tenés otras prioridades, así que, no tenés porqué disculparte o explicarme algo. Aparte, si me mandaste un mensaje ayer, no iba a poder responderte porque no tengo señal, yo te mandé uno, pero nunca llegó.
—Eso se puede solucionar rápido, mañana podemos ir a que te cambien el chip.
—El celular puede esperar, ¿tu papá cómo está?
—Mejor, se está recuperando, pero sigue en el hospital.
—¿Qué le pasó?
—Se cayó de la escalera, estaba cambiando las bombitas de la lámpara del comedor y pisó mal. Creyó que estaba poniendo el pie en el escalón, y con todo el peso se fue de golpe contra el piso.
—Ay pobre —contestó Esperanza en una señal de preocupación.
—Nos dio un buen susto, pero está bien, lo tuvieron que operar y ahora tiene que esperar para después rehabilitarse.
—Me alegro de que dentro de todo esté bien.
—Gracias, ¿tú cómo estás?
—Bien, intentando buscar trabajo, pero no encontré todavía, será cuestión de tener más paciencia, pero si no me llama ninguna panadería, creo que voy a hacer lo que me sugirió Margi, lanzarme por cuenta propia.
—No es una mala idea, podrías probarlo mientras tanto.
—Cuando vuelva me pondré las pilas para hacerlo.
—¿Cuánto tiempo te quedas?
—Un mes. Me otorgaron la autorización por dos meses, pero le dije a Margi que era demasiado, más si es ella la que tiene que mantenerme gran parte del tiempo.
—Hubiera preferido que te quedaras el tiempo que te dieron, pero un mes está bien igual.
—Sí, peor era nada —rio por lo bajo.
—Ustedes dos —los llamó Marga—, ¿ya podemos pedir para comer?
—Sí —afirmó Sinclair.
Entre charlas entre los cuatro y luego entre cada pareja mientras cenaban, pasaron dos horas agradables y cuando terminaron los postres, Margarita quiso propuso un brindis.
—Quiero brindar por la amistad y el amor.
—Todavía no estamos en febrero —le dijo a manera de broma Christian.
—Lo sé, pero siempre es lindo brindar por eso.
Continuaron con la cena hasta que unas horas después Margarita y Christian decidieron retirarse del restaurante para dejar solos a Esperanza y Sinclair.
—¿Vos te quedas con Christian?
—Un rato, pero después vuelvo al departamento.
—¿Vas a estar despierta cuando llegue?
—No creo.
—Puedes quedarte en mi departamento —contestó Sinclair—, no sería la primera vez que lo haces.
—No es mala idea —dijo Marga—, mañana sin falta te haré una copia de la llave, así no tienes que esperar.
—Bueno, gracias.
—Aparte les hará bien recuperar el tiempo perdido, hace mucho que no se ven.
—Es cierto —admitió Sin—, vayan tranquilos. Nosotros seguramente estaremos recorriendo un poco la ciudad y bebiendo algo en otro lugar.
Las dos personas que se estaban yendo los saludaron y ellos se quedaron a solas.
—Déjame que pague la cuenta y nos podemos ir si quieres.
—Pensé que tu hermano la había pagado.
—Quiso hacerlo, pero le dije que invitaba yo.
—Gracias entonces, porque pensé también que fue Margi quien pagó por mí.
—No fue nada. Me gusta agasajarte, aunque esta cena no haya sido la que planeaba.
—No importa, lo lindo es verte de nuevo, Sinclair. Me alegro mucho de poder estar acá.
—Yo también estoy feliz de poder verte otra vez, Esperanza. Vámonos de aquí —la tomó de la mano para que se levantara de la silla.
Caminaron hacia la salida del restaurante y ella se abrigó más.
—Madre mía, no pensé que hiciera tanto frío —se apretó el abrigo contra el cuerpo.
Sinclair abrió su abrigo y la invitó a que se abrazara a él. La chica aceptó aquel gesto y se abrazaron para mantenerse calientes mientras iban caminando hacia el auto. Antes de abrir la puerta del copiloto, él se inclinó para besarle la comisura. La respiración de ella se aceleró un poco y luego se miraron a los ojos.
—Sinclair —susurró contra sus labios.
—Eres mi esperanza, aunque peque mil veces, tú siempre me darás esperanzas.
—Fue muy lindo lo que me dijiste, pero lo decís como si hiciste algo malo.
—Tuve un pasado oscuro, ya lo sabes, pero no lo que pasó.
—Lo sé, también sé que cuando vos lo decidas me lo contarás y espero que me lo cuentes, porque así vamos a poder tener más confianza entre los dos.
—No lo dudo, quiero contártelo, pero no por el momento.
—No pasa nada, lo entiendo.
El hombre le abrió la puerta y ella se metió en el auto, apenas él le cerró la puerta, bordeó el coche para meterse y conducir hacia un café.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top