🍎Parte 4
Buenos Aires
Aeropuerto Ezeiza
La argentina llegó al aeropuerto por un Cabify que había pedido y esperó el abordaje después de haber hecho el check-in. Estaba sentada en uno de los asientos pensando en que tenía que avisarle a su papá que se iba, pero tampoco quería decírselo por miedo a que lo que había pasado dos días atrás fuera una mentira. Pero, lo hizo, lo llamó para avisarle del viaje por si se le ocurría ir al chalé y no la encontraba.
—Hola, papá. ¿Cómo estás?
—Hola, Esperanza. Estoy bien, ¿y vos?
—Bien también, solo te llamaba para avisarte que me estoy por ir de viaje.
—¿Adónde?
—Margarita me pagó el pasaje de avión para ir a visitarla.
—Bueno, está bien. Por lo menos me avisaste que te ibas porque tenía pensado ir en estos días a verte.
—Creo que me quedaré un mes, cualquier cosa te mando un mensaje cuando llego allá, pero no sé si podré por un tema de compañías telefónicas.
—No pasa nada, lo entiendo con eso de los teléfonos es complicado.
—Sí. Bueno, te dejo porque estoy por subir al avión —mintió.
—Está bien, buen viaje, hasta pronto.
—Hasta pronto —le repitió y cortó la llamada.
La conversación había sido normal, con algo de incomodidad por momentos, pero no hubo insultos de por medio por parte de él y lo agradecía sinceramente. Pocos minutos más tarde, por parlante anunciaron el vuelo de ella con destino a Nueva York, si caminó hacia la fila para mostrar el pasaje y abordar el avión.
🍸
Estados Unidos
Aeropuerto Internacional John F. Kennedy
Margarita esperaba a su mejor amiga en la zona de arribos, el vuelo había aterrizado en la hora que habían avisado y cuando la vio salir de la aduana se fue hacia ella para abrazarla y saltar juntas.
—¡Hola! ¡Al fin nos vemos de nuevo! —le gritó volviendo a abrazarla.
—Te extrañé mucho, Margi.
—Yo también —le dijo abrazándose a su amiga para caminar juntas a la salida del aeropuerto—. ¿Cómo estuvo el vuelo?
—Bien, sorprendida cuando supe que iba a ir en clase ejecutiva.
—Te lo mereces, Espi.
—Gracias. ¿Y a vos cómo te está yendo en el trabajo y con ese chico?
—Muy bien en ambas relaciones.
—¿Relación amorosa? Guau. ¿Y cómo te llama? ¿Daisy o Margarita?
—A veces Daisy —se rio con esa risita de que le gustaba el hombre.
Las dos entraron al auto cuando Esperanza metió la valija en el baúl y Margarita manejó hasta el condominio donde vivía.
—La ciudad te va a encantar, yo quedé fascinada cuando llegué y paseé en mis días libres.
—¿Tenés días libres?
—Sí, una vez a la semana. Me pagan muy bien, tengo muchos beneficios y me dan días libres.
—Eso es muy bueno, me alegro mucho por vos, Margi.
—Muchas gracias, amiga.
—¿Cómo te está yendo con Christian?
—De a poco nos vamos conociendo más y me gusta —le contestó con entusiasmo—, y a mí me gusta que te esté yendo bien con Sinclair, me alegro mucho también de que hayan podido empezar una relación amorosa.
—Fue inesperado su beso, pero me animé primero y después él lo siguió en su oficina.
—Me imagino lo fogoso que habrá sido —rio casi a carcajadas y ella también.
—Lo fue y me encantó —sonrió poniéndose toda colorada—. Hoy antes de viajar llamé a mi papá, para avisarle que me iba a visitarte.
—¿Y qué pasó? —le preguntó bastante preocupada.
—Nada, la verdad es que antes de ayer fui a mi casa —le respondió y enseguida continuó hablando—, sí, ya lo sé, ya me dijiste que no tenía que ir, pero lo hice para buscar ropa y otras cosas que necesitaba. Sé que querés comprarme ropa, pero no tenés que hacerlo.
—Yo quiero comprártela. Ya lo hablamos eso.
—Sí, pero bueno, te sigo contando, fui a la mañana y justo vi que estaba tomando mate, los saludos fueron muy escuetos y subí a la habitación. Bajé, me dio charla, me ofreció un mate y me dijo que está yendo a un grupo de apoyo y al psicólogo —declaró.
—Y después, ¿qué pasó? —La miró cuando frenó en un semáforo en rojo.
—Nada, pensé que se iba a enrabiar de nuevo cuando le dije que no sabía si iba a volver y que venía a buscar ropa. Esperaba un insulto o un golpe y no pasó nada. Incluso me dijo que echó a César porque se estaba comportando como un violento cuando le comenté que él había estado en el chalé con un fierro.
—¿Con un fierro? —preguntó abriendo más los ojos quedándose sorprendida—. Ese chabón es un peligro. ¿Hiciste la denuncia?
—No, ni siquiera lo atendí y fue genial cuando llegó Sinclair y lo encaró. Se fue porque no le quedó otra.
—¿No te molestó más?
—No y es un alivio.
—La verdad que sí y ahora es mejor porque estás acá conmigo y con Sinclair —le sonrió—. ¿Te llamó?
—No, le dejé unos mensajes, pero no me los respondió. Es entendible, ¿no?
—Sí, más si tiene que ir a visitar a su papá. ¿Sabés qué le pasó?
—No y tampoco quise preguntarle mucho porque me lo comentó en el momento en que estaba por viajar.
—Ojalá que esté bien.
—Sí, espero que sí.
Las chicas siguieron charlando sobre ese asunto y luego continuaron con otros hasta que llegaron al condominio.
—Bienvenida a Clearance Group. El lugar que tiene la empresa donde trabajo.
—Guau, qué lujo —expresó mirando a todas partes hasta que llegaron al estacionamiento.
—El departamento es genial.
—No lo dudo.
Agarró la maleta y Margarita el bolso de mano que había traído Esperanza y subieron al ascensor. Cuando quedaron en el piso 14 y caminaron hacia el lugar que habitaba, se encontraron con un hombre que estaba esperando en la puerta.
—¡Hola! —le dijo contento de verla, dándole un beso en la mejilla—, toqué el timbre y pensé que estabas.
—Hola y no, no estaba, te mandé un mensaje avisándote que iba a buscar a mi mejor amiga al aeropuerto. —Marga miró a la chica y se le presentó—, Espi, te presento a Christian, Chris, te presento a Esperanza.
—Encantada en conocerte.
—El gusto es mío —se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla.
—¿Qué pasó que estás acá? Pensé que te habías ido de viaje.
—Se canceló, así que viajo mañana.
—Bueno, en ese caso hoy a la noche podemos ir a comer afuera, ¿no? —Miró a los dos.
—¿Te parece? Recién llegué —frunció el ceño con un poco de dudas.
—Dejas todo en el cuarto extra que tiene el departamento y nos vamos de compras, ya te lo dije.
—Puedo ponerme lo que traje. Ese vestido que me regalaste calculo que estará bien.
—¿El rojo?
—Ese o el verde —comentó y Marga sonrió.
—Son lindos, pero podés estrenarte otro.
—Ponele que sí, pero estaría haciendo mal tercio.
—No te preocupes porque Chris tiene un amigo, así que podemos salir los cuatro.
—Yo no tengo intenciones de tener una cita con ese chico, sabés quien me interesa.
—Una salida de cuatro a comer, no va a pasar nada, es como si Sinclair estuviera comiendo con alguien o charlando con una amiga, no hay nada raro.
—No, bueno, pero no sé —le respondió no muy convencida y haciendo gestos con los labios y cejas.
Christian iba a abrir la boca, pero Margarita lo miró directamente a los ojos y él comprendió que tenía que callarse.
—Ay, dale, Espi, no va a pasar nada, será solo una cena, nada más, por lo menos para que conozcas a más personas y no te sientas tan incómoda entre los dos, porque sé que no te gusta eso de estar en el medio de dos personas que se gustan y están saliendo.
—Y no, la verdad que no me gusta nada.
—Por eso, si Chris invita a su amigo, no va a pasar eso. Ahora si querés, podés dejar las cosas en la primera puerta que veas a la izquierda en el pasillo.
—Bueno, gracias. Voy a acomodar un poco las cosas.
Cuando Esperanza cerró la puerta del dormitorio, Christian encaró a Margarita.
—Deberías decirle que soy su hermano, va a pensar que estará compartiendo la mesa con otra persona.
—No le voy a decir algo, que saque sus conjeturas y que se quede con la incertidumbre —rio por lo bajo.
—Solo espero que no se enoje contigo.
—Capaz que, al principio, pero después sé que se le va a pasar cuando lo vea llegar con vos —manifestó con una sonrisa de alegría—, ¿cómo sigue tu papá?
—Mejorando, sigue en el hospital y la operación fue bien, pero se tiene que recuperar y el proceso será largo.
—¿Qué le pasó? —le cuestionó casi en un susurro para que Esperanza no escuchara nada mientras estaban en la cocina.
Christian le contó lo que le había pasado y la joven argentina se sentó en el borde de la cama para intentar mandarle un mensaje a Sinclair avisándole que estaba en Nueva York, pero no tenía señal, por lo que el mensaje tenía un relojito.
Un rato después de poner su ropa en los cajones y en las perchas, salió del cuarto justo cuando Christian se iba para dejar solas a las amigas. Margarita y Esperanza se fueron de compras como bien la primera se lo había dicho con anterioridad.
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