🍈Parte 4

Sinclair la miró con atención, observando cada detalle de su rostro y cayó en la cuenta de que a pesar del defecto que tenía era bonita.

—¿Por qué me miras así?

—Porque me gustas y porque me gusta tentarte también, soy el pecado personificado.

Esperanza se rio con espontaneidad y se puso toda colorada otra vez.

—Ya sé que sos el pecado hecho hombre, pero me ponés nerviosa cuando me miras así.

—¿Quieres ponerte más nerviosa?

—¿A qué te referís con eso? —Lo miró con asombro y algo de miedo.

El hombre no le respondió la pregunta, tan solo pasó el dedo pulgar por sus labios y ella quedó temblando. Estaba segura de que le había hecho sentir un poco de lo que podría experimentar con él. Quería ser querida y respetada de manera sincera por alguien, pero también sentía que lo que estaba pasándole con Sinclair era apurado.

—¿Me sacaste el labial?

—Casi ni tienes y tu boca es ideal para besarla. Tienes solo un brillo labial que es peor que si te los hubieras pintado de rojo como tu vestido. Me tientas, Caramelo.

—¿No crees que es muy pronto para lo que querés?

—¿Y qué quiero?

—Sabés bien lo que querés —se lo recalcó.

Él rio y la abrazó más contra su cuerpo para besarle la mejilla. La proximidad de aquel hombre la estaba poniendo cada vez más nerviosa, pero lo que tenía en claro en ese momento era que quería que la besara.

La atmósfera que habían generado fue pinchada por un golpe en la puerta y los dos se separaron.

—¿Sí?

—Señor Hunt, al club ya ingresaron varias personas.

—De acuerdo, en un rato saldré para inspeccionar el lugar también.

El guardaespaldas se alejó de allí y los dejó solos de nuevo.

—Comamos algo más y luego salimos, ¿te parece?

—Está bien.

Se sentaron de nuevo, siguieron charlando y terminaron de cenar. Y varios minutos más tarde, salieron de la oficina para entrar al club nocturno.

—Podés soltarme la mano.

—Estoy cómodo, ¿tú no?

—También, pero no sé si van a empezar a hablar quienes nos vean.

—Ninguno de los dos le debe algo a alguien, así que, disfruta como yo lo estoy haciendo.

—Seguro que tenés una lista larga de mujeres que quisieran tener algo con vos.

—El caso es que ya sabes que solo me interesas tú y no las demás.

Margarita y Ximena se miraron en complicidad y sonrieron juntas.

—Estamos haciendo un gran trabajo —dijo Marga chocando la copa de ella contra la de su amiga.

—Obvio que sí —admitió Xime.

Sinclair les dijo a las chicas que irían a bailar y ellas levantaron las copas en señal de parecerles muy bien. La melodía chillout se estaba escuchando en la pista y el norteamericano se puso detrás de ella para bailar más pegado mientras la sujetaba de la cintura.

—¿No tenés que mirar a los demás?

—Para eso están los guardaespaldas —le dijo al oído.

Micaela, la compañera de trabajo de Luciano, habló al ver a su jefe con la chica.

—El jefe está encantado con ella, ¿no?

—Bastante —rio Luciano.

—Los dos se gustan, te das cuenta —volvió a decir Micaela.

—Obvio —remarcó Ximena.

Mientras los cuatro charlaban y los dos empleados atendían la barra, en la pista Esperanza y Sinclair seguían bailando.

—¿Te das cuenta de que me vuelves loco? —le susurró al oído.

—No lo hago a propósito.

—No necesitas hacerlo, tú me enloqueces, Esperanza y me encanta tenerte a mi lado —le dijo con sinceridad—, intenté no darte mucha atención, porque como te he dicho antes, no quería que te mezclaras conmigo, no quería arrastrarte a un pasado tormentoso para mí, pero eres como el rayo de esperanza que necesitaba en mi vida.

—¿De qué me estás hablando? No te entiendo —Unió las cejas y frunció el ceño.

—Y es mejor que no me entiendas. Te dejaré con tus amigas para que disfruten de la noche.

Sinclair la tomó de la mano y la llevó frente a sus amigas.

—Les devuelvo a su amiga, disfruten de la noche las tres —les comentó—, seguiré con el recorrido.

Antes de que se alejara de ahí, levantó la mano que aún tenía sujeta a la sujeta y se la besó.

—Buenas noches —le acotó.

—Buenas noches —le regresó el saludo.

Esperanza quedó con un sabor amargo en la boca porque no sabía cómo interpretar lo que le había dicho antes.

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