🍎Parte 3

Estados Unidos

Varias horas más tarde, en la ciudad de Nueva York Margarita se encontró con Christian quien la había citado en un bar para charlar con tranquilidad y conocerse mejor. La conversación iba fluida y con risas incluidas hasta que tocaron el tema de las familias y el chico le dijo que tenía un hermano menor por un año y una hermana menor por seis años agregando el nombre de ambos.

—¿Sinclair? ¿Se llama así tu hermano? —cuestionó demasiada intrigada.

—Sí, ¿por qué lo dices?

—Conozco a un Sinclair que estuvo en mi país no hace mucho.

—Pues sí, él suele viajar bastante a tu país porque tiene un club nocturno.

—¿Sinful?

—¡Sí! —le dijo sorprendido—. ¿Cómo lo conoces?

—Tenemos un amigo en común, pero me resulta muy sorpresivo todo, mi mejor amiga está casi en una relación amorosa con él, sé por ella que a tu hermano le gusta y tengo que admitir que a Sinclair le interesó desde que la vio en su boliche también.

—El mundo es un pañuelo, ¿no?

—Lo confirmo —rio por lo bajo—, no va a poder creerlo cuando mi amiga se entere.

—Supongo que no, nosotros también podríamos tener lo que ellos tienen, ¿qué opinas? —Fue muy directo en lo que le preguntó.

—¿No te parece un poco apurado? No nos conocemos ni siquiera desde hace meses. Yo llegué recién hace como un mes y a vos te conocí a la semana.

—No te estoy pidiendo que nos vayamos a la cama ahora, solo conocernos mejor.

—Está bien, lo acepto, creo que ya sé de quien sacó lo caballero que es Sinclair también —sonrió.

—Lo caballero lo sacamos de nuestro padre, aunque Sin es adoptado.

Christian le contó gran parte de la vida de su hermano del medio y cómo llegó a la casa siendo un adolescente retraído, temeroso y solitario. Margarita solo preguntaba lo justo y necesario puesto que tuvo un nudo en la garganta durante toda la conversación.

—¿Por qué me contaste todo eso? —le formuló con lágrimas en los ojos.

—No lo sé, pero sentí que tenías que saberlo porque si él se interesó en tu amiga y aceptó conocerla mejor es porque de algún modo le ha hecho bien a mi hermano.

—Creo que los dos se harán bien, Esperanza viene de un padre machista y maltratador, su vida tampoco fue color de rosas. Y creo también que fue gracias a Sinclair que apareció en el momento justo para que ella diera el paso de irse de la casa. Ahora Espi está mucho mejor, está viviendo en la casa donde yo vivía y espero que pronto acepten la autorización que le tramité para que pueda visitarme —declaró secándose las lágrimas con los dedos—. A mí y a su interés amoroso —rio con alegría.

Margarita y Christian continuaron charlando y bebiendo dentro del bar hasta dos horas después en donde él por cortesía la dejó en el edificio donde vivía y fue una nueva sorpresa porque coincidió que él vivía en el mismo condominio también.

🍸

Argentina

Pasaron cuatro días para que Esperanza se fijara en su correo electrónico con una confirmación para poder viajar a Estados Unidos y se lo comunicó a Margarita enseguida y luego a Sinclair. Ella se lo respondió, pero no él y no quiso insistir.

Margi:

Te voy a comprar el pasaje más

cerca así por lo menos te quedas un

mes acá.

               20:05

Bueno, pero no hay apuro. Me dieron

dos meses para quedarme y eso es

mucho.

20:07

Margi:

Te quedas dos meses entonces.

                                                                20:15

No, un mes estará bien, Margi. Lo

prefiero.

20:16

Margi:

Está bien, te lo acepto. Pero después

vas a volver.

                        20:20

No lo sé, ya lo veremos después, por

ahora es mejor que nos enfoquemos

en este viaje.

20:24

Su amiga le avisó que ya tenía el pasaje en su correo y que viajaría en tres días, por lo que Esperanza decidió comenzar a preparar las cosas necesarias que tenía que llevarse y minutos después recibió un mensaje de WhatsApp.

Margi:

Espi, ni se te ocurra ir a tu casa para

buscar ropa, cuando llegues acá,

vamos a comprar. No quiero que

estés sola en esa casa, no sabés si

tu papá querrá obligarte a que te

quedes o peor, puede que esté César.

                                                                             21:33

César no trabaja más en la

panadería, me enteré por él mismo,

pero está bien, no iré. No te

preocupes.

21:37

Margi:

¿Fue al chalé? ¿O dónde lo viste?

                                                                    21:39

Sí, fue al chalé. Pero, bueno, ya pasó.

Hablamos mañana, voy a terminar

de anotar lo que tengo que poner en

la valija sino me olvido.

21:44

Margi:

Dale, hasta mañana. Besitos.

                                                            21:49

Besitos ♥

21:50

Cuando Esperanza terminó de anotar y acomodar un poco más las cosas, se preparó algo para comer, luego se puso el pijama y se metió a la cama para intentar dormir.

🍸

Al día siguiente y sin decirle algo a su amiga para no preocuparla, fue a la casa donde antes vivía para buscarse más ropa y algunas otras cosas necesarias. Pero cuando entró de nuevo con la llave que todavía tenía en su poder, se encontró con su padre que estaba desayunando.

Los dos se miraron y él se acercó a ella.

—Hola.

—Hola. Vengo a buscarme unas ropas.

—Está bien.

Ella subió enseguida y entró a su cuarto para meter más ropa que tenía en el ropero.

Al bajar Esperanza, su padre le ofreció un mate.

—Me enteré por César que lo echaste.

—¿Cómo lo supiste?

—Vino a verme a la casa de Margarita con un fierro.

Aurelio se lamentó por haberlo contratado sin creer que ese hombre iría a terminar siendo violento, como, después de todo era él.

—Se volvió más insoportable y decidí despedirlo, ¿te hizo algo?

—No, no lo recibí y aparte había llegado Sinclair.

—¿Quién es? ¿Ese chico que estaba el día que discutimos?

—Sí y si vas a empezar a decirme algo, podés ahorrártelo, porque no quiero escucharlo.

—No iba a decirte nada, solo que tengas cuidado.

—Me sorprende que me lo digas, porque antes lo apoyabas —le dijo y le entregó el mate.

—Todos nos equivocamos.

—Jamás pensé que ibas a decirlo o reconocerlo —dio énfasis en la última palabra.

—Siempre hay una primera vez. ¿Cómo seguís?

—Muy bien, tranquila, sobre todo.

—Podés volver cuando quieras.

—Por ahora no, pero gracias. Todavía tengo mis dudas de que cambiaste.

—Decidí buscar un grupo de apoyo e ir al psicólogo.

—¿En serio? —le preguntó sospechando.

—Sí, ¿para qué voy a mentirte? No ganaría nada porque sé que vos no vas a volver a la casa, menos ahora —comentó dándole otro mate.

—Bueno, me alegro por vos —terminó de tomarlo y se lo dio—. Por lo menos vas a poder ver las cosas de otra manera.

—Hace dos semanas que empecé, así que, voy bien.

—Está bien, me voy.

—De acuerdo, ¿pensás visitarme?

—No sé, cualquier cosa te mando un mensaje —le dijo y él asintió con la cabeza—. Ojalá que ese grupo de apoyo y el psicólogo te estén ayudando.

Esperanza salió de la casa y luego de unos minutos estaba volviendo en colectivo al chalé de su mejor amiga.

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