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La oscuridad abrazaba la habitación mientras algunos rayos de luz entraban levemente por los bordes de la cortina.
En una esquina de la habitación se encontraba el dormido cuerpo de un chico, el mismo comenzaba a retorcerse cuando por fin despertó. Siempre había tenido la buena habilidad para despertarse en automático.

Sus ojos marrones por fin se abrieron tratando de enfocar el lugar. Pronto sus sentidos volvieron a verse presentes y vio la habitación aun con un par de cajas a un lado. Hacía ya varios meses que se habían mudado a la ciudad, pero por alguna razón decidía dejarlas ahí, de cualquier forma todo lo importante ya estaba en su sitio.

El joven reunió el coraje suficiente para salir de la cama y comenzó a alistarse para un día mas de clase.

Su vida era realmente pacífica, parecía haber tenido el don de la suerte, ya que nunca había tenido grandes dificultades, y agradecía esto de forma inmensa.

Luego de asearse, ponerse su uniforme y arreglar un poco su negro cabello salió de la habitación para preparar el desayuno y los almuerzos para llevar de la familia. Debía hacerlo para todos en la casa, era de las tareas que le habían tocado en la repartición, y teniendo en cuenta que es el único de la familia sin problemas con pegarse a la cama era el trabajo perfecto, además adoraba cocinar. Con su delantal puesto ya cocinando pudo ver como con lentitud comenzaban a llegar miembros de la familia.

Eran una familia "grande" ya que constaba de el, sus padres, una hermana mayor y dos pequeños. Por suerte, como mencionó antes, eran bastante compañeros entre todos he incluso los pequeños ayudaban en la casa.

Solían salir los 4 juntos ya que su hermana iba a un grado mas que él, y les quedaba de paso dejar a los pequeños en la escuela.

Todos desayunaron comentando un poco de cosas que habían olvidado mencionar el día anterior y recordatorios para el mismo día. Y así como llegaron a la mesa se retiraron cada quien a su habitación para vestirse. Presupuesto, siendo el único ya listo, ayudó a sus hermanos a prepararse, ya que podían terminar desastrosos por su cuenta.

Mientras todos hacían sus cosas el padre fue el primero en despedirse y retirarse a trabajar, seguido varios minutos después por la madre, y por último los jovenes, que solían tomarse mas tiempo por entrar mas tarde que ellos.

A diario tomaron la costumbre de pasar por el templo Higurashi para saludar y entregar los apuntes de clase, aún que difícilmente encontrában a la hija de la familia, ahora que se encontraba enferma era mejor no molestarla y dejarla descansar.

Dejaron a Kou y Shia en su escuela y partieron al instituto.

Con solo llegar a las puertas de este se despidieron ya que cada uno iría a pasar los minutos que sobraban antes de entrar con sus amigos.

El pelinegro se dirigió directamente a su salón encontrándose a sus dos amigos, Haru y Shiro, dos chicos bobos pero queridos. Perdieron el tiempo conversando de tonterías y novedades hasta ser interrumpidos por la presencia del profesor que no tardó en comenzar la clase haciendo que se sentaran en sus respectivos lugares.

Las horas pasaron con la velocidad usual, no demasiado rápido, no demasiado lento. Entre tareas, lecciones y tonterías el horario de clase llegó a su fin.

Como al inicio de las mismas se encontró con su hermana Yuko en la puerta de entrada y partieron a recojer a los menores. Así eran sus días, rutinarios y tranquilos, aveces rompiéndolos por algún evento en especial o porque uno de los dos saldría con amigos. Pero no se quejaban, era una buena vida.

Al llegar su casa aun estaría vacía y comenzarían con sus tareas. Yuko a hacer la cena con ayuda de Kou y Shia ayudando al chico a hacer las camas.

Así para cuando llegaran sus padres podrían comer y pasar un rato divirtiéndose por su cuenta, los niños jugando, los mayores frente al televisor o conversando sobre su día, Yuko en su teléfono y nuestro chico de ojos marrones escribiendo o garabateando mientras escuchaba musica y conversaba con el par de tontos.

Las duchas se turnaban con las tareas. Mientras los adultos se bañaban se ayudaba a los mas peques con la tarea y luego se turnaban los hermanos mayores. Al finalizar bañaban a los niños y por fin todos a su cama a descansar para al día siguiente comenzar nuevamente la rutina.

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