un día de diciembre
Fue un día de diciembre, aquel día era helado, la nieve caía y las calles estaban solitarias, era principios de diciembre y para ser más exactos, cinco. El clima arrasaba con la luz del día, dando paso a las fechas del festival de invierno, siempre tan ruidosos y problemáticos.
Fue un día de diciembre cuando entró al lugar apagando su cigarro al entrar al hospital con olor a alcohol, todo estaba perfectamente pulcro y el aroma a desinfectante le inundó las fosas nasales. El lugar era frío, y el azul de las paredes era igual a los ojos de ella.
Se acercó a la mujer acostada. Jamás creyó que estaría de nuevo en aquel hospital tan pronto, la última vez fue cuando Temari estaba postrada en la habitación de a lado, con su hijo en brazos.
La observó con cuidado, sus cabellos rubios y largos caían con gracia en la almohada junto a la cama, se veía resplandecientes y su perfecto rostro se veía a apacible sin embargo, mostraban unas pequeñas ojeras bajos sus ojos, había estado exhausta, sonrió para sus adentros cuando la vio con un pequeño hilo de saliva entre sus labios, y su boca entre abierta, roncaba.
Se veía perfecta ante sus ojos, siempre brillante como el sol, tan perfectamente hecha, con su belleza inalcanzable y sus deseos de poseer a alguien que no es suya.
—¿Shika?— preguntó Ino, limpiando el pequeño hilo de saliva su brazo, y el corazón le latía con fuerza, sentía que quería salir de su pecho, ella se veía sublime que con su piel pálida por el reciente esfuerzo.
—Problemática— llamó con una sonrisa pintada en sus labios. —¿Cómo estás?
—Cansada, nadie me dijo que dar a luz fuera tan agotador— dijo ella con una pequeña risa,— debo estar hecha un desastre.
—Algo...— respondió con burla, era un mentiroso que miente.
Porque era la forma más pura de verla, sabía que era la mujer más hermosa que haya visto nunca, con su rostro sin una pizca de maquillaje, sus grandes ojos brillosos y sus labios ligeramente agrietados, aún así es realmente preciosa.
Ella golpeó con poca fuerza y ambos compartieron una sonrisa, una que ni siquiera tenía significado, o si lo tenía no estaban dispuestos a investigarlo, era mejor dejar todo como estaba.
Y tras un largo silencio mirándose a los ojos Shikamaru preguntó:
—¿Y el pálido de tu marido?
Ino rio y pensó que era la risa más linda que había escuchado en muchos meses.
—Está en una misión— respondió Ino con torpeza, mientras jugaba con sus manos— vendrá en dos días.
Sus matrimonios eran así como un tabú en su amistad, o al menos lo que quedaba de ella. Su amistad se había roto justo como sus corazones aquella tarde de noviembre cuando Shikamaru se había casado. Y tras esa tarde de sábado de marzo su amistad ya no existía, completamente fragmentada.
—¿Alguien pidió ver a un bebé?— preguntó la enfermera con un pequeño bulto en sus brazos tapado con aquella sábanas blancas.— Felicidades a los padres.
Ninguno mencionó nada, ni la contradijo cuando la enfermera salió pues, sus manos estaban atadas una de la otra, siempre buscando el camina a ellas, se rozaban, se acercaban y siempre terminaban unidas cono si estuvieran hechas una de la otra. Ino sonrió y extendió sus brazos hacia el pequeño bulto.
Y lo vio.
Tan claro como el hielo impregnado en el cristal, Ino sonrió levemente quitando la cobija del niño en sus brazos, y mayor fue su sorpresa cuando Ino no gritó sino que empezó a sollozar, sus bonitos ojos estaban húmedos dándole un aspecto aún más hermoso, tocó las mejillas del bebé y después apachurró con diversión su pequeña naricita, el bebé pareció reír ante el tacto de su madre.
—Hola Inojin,— dijo ella con su voz entre cortada.
Y lo supo en un instante, Ino estaba completamente enamorada de su pequeño hijo en brazos, vio sus orbes llenos de amor y cariño, abrazaba con calidez a su hijo y se preguntó ¿alguna vez habría sido diferente?
—Ven, Shika— habló Ino con su tono nervioso y examinando su mano al pequeño Yamanaka— cárgalo.
—No creo que sea buena idea...
—Ven, no tengas miedo.
Así lo hizo. Cargó entre sus brazos y le sorprendió el parentesco de Ino con el pequeño Inojin, tenía su mismo cabello rubio y su tono de piel era tan blanquecino como el de ella, era un bebé precioso. Y se sorprendió aún más cuando abrió sus ojos y eran tan azules como los de su madre. Era un bebé hermoso por el simple hecho de parecerse a su madre, lo tomó con cuidado y sus manos temblaban pensó que el niño lloraría pero no fue así, el pequeño rio con esa risita divertida como la de Ino quién, le miraba enternecida y estaba claro que cuidaba sus movimientos. Lo abrazó contra sí, sintiendo como el pequeño Inojin se acurrucaba en sus brazos, con sus bonitas mejillas rojizas y su nariz pequeña. Sintió una calidez inexplicable que demostraba lo mucho que podía querer a ese bebé.
—Le agradas— dijo ella sonriendo,— cuando Sakura vino lloró todo el tiempo, a él tampoco le agrada las frentesotas.
—Es muy parecido a ti— dijo en automático. No pudiendo despegar la mirada del hermoso niño en sus brazos.
—Es perfecto, Shikadai e Inojin serán grandes amigos.
Shikamaru asintió en silencio. Era perfecto.
Shikamaru sintió la mirada de Ino sobre él y el bebé, pensaba lo mismo que él ¿Qué hubiera pasado si el hubiera sido el padre de aquel bebé?
Era tarde para saberlo.
La tranquilidad duró poco, Inojin comenzó a llorar en sus brazos y a removerse inquieto. Ino extendió sus brazos para tomarlo entre sus manos, pudo ver la naturalidad con la que ella manejó la situación, lo cargó con devoción.
—¿Tienes hambre Inojin?— dijo Ino con su voz llena de ternura,— ¡claro que tienes!
—Eres tan problemática— se burló y recibió una mirada de reproche por parte de la rubia.
—Eres tan tonto— respondió Ino desabrochando su bata, sin embargo sus mejillas se pintaron de un color rosa, y bajó su mirada apenada— Shika, yo debo alimentar a Inojin.
Al contrario de las expectativas, se quedó justo frente a ella y le sonrió, prometió a Inoichi protegerla, cuidarla y apoyarla en lo que ella necesitara.
Vio con admiración como Ino desabrochaba la bata, dejando al aire uno de sus senos, acercó con delicadeza a Inojin quién miraba a su madre. Inojin era amamantado por Ino.
—¿Duele?— preguntó Shikamaru al ver las extrañas caras de Ino.
—Sí, pero puedo soportarlo— respondió ella con una sonrisa y le miró directamente a los ojos.— Sólo por él.
Quedó embelesado, Ino era la mujer perfecta. Pero su mente le recordó que pertenecían lejos uno del otro. Ella siguió dando de comer a su hijo, y él la contemplaba como si fuese una pieza de arte única e inigualable, tan majestuosa como una diosa.
—Shika,— llama ella con sus ojos en los de su bebé, lo acerca cada vez más a ella,—¿Crees que pudimos ser felices?
Shikamaru observó la ventana, viendo caer la nieve en la ventana, el frío afuera era insoportable no obstante, no lo siente no son la mujer que amaba en la camilla y a su hijo. Tocó la cabeza del pequeño quien apenas aprende a succionar y respirar, Inojin se ve relajado y a gusto con su presencia.
—Es lo que debe ser, problemática.
Ella sonrió y asintió estando de acuerdo. Ino parecía entender a lo que se refería.
Porqué fue un día de diciembre en el que comprendió que Ino podía amarlo al igual que él la amaba pero, Shikamaru no pudo darle a Inojin.
Fue un día de diciembre en el que entendió que el amor es amar a otra persona, aún cuando esa persona no esté a tu lado.
Fue un día de diciembre en el que Inojin nació y alegró la vida de ambos, a ella dando vida a su hijo y él, estaría ahí como el mejor tío que pudiera pedir.
Fue un cinco de diciembre en el que ambos sabían que ya no había vuelta atrás y debían aceptarlo.
He aquí un pequeño Oneshot espero les haya gustado.
Feliz cumpleaños Inojin Yamanaka.
Publicado: 06 diciembre de 2020
Republicado: 30 enero de 2024
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