Un día cualquiera, ¿O tal vez no?

Asta se encontraba en su reino, en la ciudad más importante del trébol, tenía una misión importante que cumplir ahí, y no era nada más ni nada menos que... ¡Ir de compras!

   — ¿Porqué el capitan Yami nos manda a nosotros?— Se quejó.

Al no oir que nadie lo seguía descubrió que... ¡Se había perdido!

   — ¡Ah! ¡¿Y los demás?!— Miró para todos lados.— ¡Y lo que más dijo el capitán Yami es que no nos separáramos! ¡Ah!

Una persona de edad adulta pasaba justo por ahí. No era del mismo reino, sin embargo, parecía estar eligiendo algo, y le estaba costando. Aquel señor al percatarse de Asta, se alteró.

           — Es el chico de la antimagia...— Susurró.
   — ¡Hola! ¿Te conozco de algo? Tu ki... ¿También tienes un demonio dentro? Aunque no siento que quieras atacar...

Era el peor caso posible para Dante Zogratis, pero ya que estaban ahí, hizo uso de una ridícula máscara que le había dado su hermana, según ella se veía más cool así.

           — Es la primera vez que nos vemos... Sh-Shonen.— Intentó hablar diferente a lo habitual.
   — ¿No vienes a destruir el Reino, verdad?— Asta estaba serio al hacer esta pregunta, pues ya había tenido la experiencia antes de que solo armaban un lío los otros usuarios de demonios.
           — No, ¡no!— Negó completamente.— La verdad es que...
— Dijo que vino a buscar un regalo para su hermano menor que estaba de cumpleaños.— Dijo una chica muy bella que estaba atendiendo a Dante.
           — J-Justamente eso...— "¡Gracias preciosa, me has salvado!¡Podría hacerla mi esposa!"
   — ¡Haberlo dicho antes! ¡Si quieres te ayudo!
           — ¿Eh?¿En serio?
   — ¡Claro! ¡Dime cómo es tu hermano!
           — Oh, bueno...— Con su mano aproximó su estatura— Es muy callado, pero buen chico, su cabello es negro y sus ojos celestes levemente verdosos. Es... Me cuesta admitirlo pero es mejor que yo, su magia es muy poderosa... Diría que es de esos pocos que nacen con la suerte de tener una magia invdncible.— "Como mi hermano Lucius"
   — Um... Me recuerda a Yuno.— Ladea su cabeza.
           — ...— "¿En serio?" Pensó Dante.
   — ¿Cuánto dinero tienes?
           — No te preocupes por eso. La verdad solo quiero regalarle algo.

Asta llevó a Dante a diferentes lugares para comprar, vieron unas gemas de alto valor, pero ninguna era para una magia tan peculiar como la de Zenon.
Luego fueron al mercado negro y ¡Nada! Al final Dante parecía rendirse.

   — No creo que sea tan complicado elegir algo para tu hermano.
           — La verdad lo sería si lo entendiera...— Saca un hueso de Zenon que tenía guardado.

Asta vio aquello muy curioso, juraba haberlo visto antes, pero no lograba recordar dónde.

   — ¿Sabes? Cuando no sabes qué regalarle a alguien, ¡Debes comprarle lo que tu corazón diga! Es decir, es tu hermano, ¿No? ¡Lo atesorará sea lo que sea!
           — ... Supongo que tienes razón.— Se quedó mirando el hueso.
— Etto... Si no es una molestia... ¿En qué tipo de lugar viven? Podría regalarle algo según eso.
           — ¡Oh! Es muy helado donde vivimos.— Sonrió, aun si no se vio por su máscara intentaba seducir a la chica que tenía en frente, pues si bien había tenido la mala suerte de toparse con Asta, ¡Tuvo la suerte de encontrarse un montón de bellezas!
— ¿Entonces una bufanda? Es algo normal. Pero, puede gustarle como dice el pequeño.— Señaló a Asta con una cálida sonrisa.
           — Entonces me llevaré una.— "Tal vez le guste que tenga un estampado del trébol... Creo." Se puso algo nervioso por eso.
     — ¡Asta! ¿Dónde estás?
   — ¡Oh! ¡Noelle!— Al oirla se apresuró a avisar que estaba en la tienda.— Bueno, yo ya tengo que irme, fue un gusto ayudar... te.— Notó que Dante ya no estaba.— Tal vez tenía prisa.

Vio que se le cayó aquel hueso que andaba trayendo. Se agachó sin dudar a recogerlo.

   — Me lo quedaré por si lo vuelvo a ver.
     — ¡Aquí estabas BakAsta! ¡Estuvimos buscándote por todos lados!
   — ¡L-Lo siento!— Sonrió guardando el hueso en una bolsa que traía.

Esa tarde volvieron al escuadrón de los toros negros. Asta si bien compartió con todos, se quedó pensando en ese señor con el que se había topado, explicándoles a todos que lo acompañó en su travesía. Algunos le dijieron que debió arrestarlo, pero comprendieron que su ki no le provocaba una alerta de peligro, además, si hubiera intentado algo, no hubiera dudado en atacarlo.
Luego de una larga noche cada uno se fue a dormir. Asta dejó junto al lugar donde dormía Nero el pedazo de hueso.

   — ¿Sabes Nero? Últimamente he conocido a personas de otros reinos, es bastante curioso, ¿No?— Fue lo último que dijo antes de dormirse.

Esa noche tuvo un sueño muy curioso, donde veía a Zenon frente a él mientras le entregaba la bufanda que el hombre había comprado. Fue en ese momento cuando recordó que esos huesos... ¡Eran de quien estaba en su sueño! Si bien fue un sueño muy loco, a la mañana siguiente despertó con una sonrisa.

   — De seguro se creó ese sueño por las cosas que me han sucedido... ¿O acaso es el destino? — Miró el hueso— ¿Le habrá gustado el regalo? Espero que si.— Miró por la ventana.— Feliz cumpleaños, quien quiera que seas.

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