es solo el inicio



—Es una maldita mansión, princesa —la voz gutural de Billy golpea sus oídos, el aliento cálido de Billy logra golpear su nuca cuando Steve para en seco por la gran observación, rueda los ojos y pretende que la voz del otro logre sacarlo de sus casillas— cuando pensé que iba a ser una jodida mansión no me imaginé que lo sería tan grande.

—No es una mansión, Hargrove —Steve intenta no rechinar los dientes ante tal comentario y avienta por ahí en algún punto del pasillo de la entrada una pequeña pero muy pesada maleta.

—Oh, sí que lo es princesa —Billy golpea con su hombro el de Steve, lo intenta provocar y lo sabe por qué lo ha estado provocando por una hora y cuarenta y cinco minutos desde que salieron de aquel lejano hospital— tu castillo es jodidamente tú.

Steve entre cierra los ojos intentando descifrar si eso es un maldito halago o una ofensa. Un poco de ambos decide.

—¿Te vas a quedar ahí viéndome?

Steve rueda los ojos y pone sus manos en su cadera muy casual. No puede creer que el imbécil de Billy Hargrove esté justo frente a él tan diferente a como lo recuerda. Cabello corto y un poco castaño, camisa abierta con una venda en su delgado torso, ahora que lo nota está mucho más delgado de lo que recuerda, pero con esos ojos azules brillando con intensidad. Divertidos. Profundos. Enigmáticos.

—Cierra la boca —murmura Steve para dejar la puerta abierta y volver a tomar la maldita maleta y arrastrarla hasta el sillón en el que Billy se recuesta— y baja tus sucios pies de mi mesa.

Billy ríe. Una carcajada divertida y genuinamente escandalosa.

Steve intenta parecer serio y que en serio el gesto no lo haya tomado desprevenido y causado algo.

—Princesa, tienes gente que limpia —Billy es obvio y descarado.

—Idiota —murmura Steve— la habitación que tomaras es la de a lado de la mía. Puedes subir tus cosas no soy tu sirvienta.

Billy ríe nuevamente con más sorna y su estúpida lengua pasando por sus labios. Oh, Steve dirige su mirada a otro punto en la su cómoda y lujosa sala, es completamente consciente de lo que hace.

—¿Es una propuesta? —Billy encarna la ceja, existe un doble sentido que hace estremecer a Steve.

A los ojos de Steve, Billy Hargrove no parece recién salido del hospital y tampoco se ve acongojado por su "nueva" vida.

—Estoy segura que es una invitación —Robin aparece con aquel tono tan sarcástico que hace rodar los ojos a Steve, una cosa es Robin y otra Robin y Billy.

Una combinación que definitivamente lo hace pensar.

—Dijiste que ayudarías —se queja Steve, aún duele su hombro de la maleta de Billy y su cartera otro poco.

—Dije que vería hasta dónde puede llegar esto —Robin encoge sus hombros quitada de la pena. Sus grandes y brillosos ojos se dirigen hacia la tercera persona en la habitación. Ella no lo dice, pero definitivamente tiene algo en mente.

—Eso no ayuda —murmura Steve y toma asiento en aquel sofá.

Cuando Steve siente una presión en él levanta la mirada y entonces, encuentra a Billy Hargrove medio sentado o acostado en el sillón de una persona, su sonrisa altanera y algo que no logra descifrar, Steve intenta no demostrar que aquellos ojos tan expresivos causan estragos en él.

—Tranquilo, princesa —Billy se encuentra realmente relajado, hay algo dentro de Steve que se remueve cuando Billy lo llama princesa, es molestia decide— no necesito de una maldita niñera y mucho menos a Buckley.

Robin sonríe hipócritamente mientras muestra el dedo de en medio con sus uñas pintadas de color negro. Billy le lanza un sonoro beso, y lame sus labios.

El imbécil está coqueteando con ella. Pero lo cierto es que Robin y Billy saben que no es así.

—Te aseguro que vivir conmigo será un sueño —el sarcasmo de las palabras de Billy irrita a Steve, el muy imbécil sigue sonriendo el muy descarado. Como si fueran compañeros de cuarto por decisión propia.

Ciertamente lo es, pero puede recordar las palabras del doctor: —Ahora que William puede recuperarse fuera del hospital, él necesita no solo cuidados para su herida, también una recuperación emocional —Steve lo miró con la ceja alzada, él no había mencionado nada sobre un monstruo interdimensional y el hombre continuó— no sé que fue lo que pudo crear la herida de William, sin embargo, como especialista de la salud debo decir que, es obligatorio que el joven Hargrove vea a algún psiquiatra no solo para ayudarle con el daño físico sino para su reinserción a la sociedad.

—¿Re in... qué? —Steve puso sus manos en las caderas, en tanto, sentía la mirada de Billy sobre él y el médico por qué Steve no lo dijo pero sabía que vendría algo inquietante.

—Es un decir —respondió el doctor Lucas— por lo que tengo entendido, William por error fue dado por muerto y no soy tonto señor Harrington, usted y la señorita Robin fueron los únicos visitantes en los últimos meses —el hombre acomodó sus pretenciosos lentes— probablemente haya personas que estén interesadas en la salud del señor Hargrove, le pido sea amable y revoque los papeles.

—N-no... no e-eh yo... nosotros —Steve quiso golpearse porqué aquello que quería evitar lo estaba consiguiendo— nosotros... yo soy su amigo y créame soy el único... sí único compañero amigo cercano que tiene...

El doctor lo miró incrédulo y, sin embargo, asintió casi con desagrado.

—Bien, señor Harrington —aceptó a regañadientes el hombre— porqué le recuerdo que hacerse pasar por muerto es ilegal.

—¡No! —Steve arremetió su cabello y por una fracción de segundo se encontró con Billy, tenía su semblante serio y sino fuera porque estaban en un jodido hospital y aún tenía una gran herida en el pecho seguro lo habría azotado contra la pared—. Yo arreglaré el papeleo, no hay problema y... Billy estará en buenas manos... sí, en buenas manos...

Se quiso golpear por parlotear como suele hacerlo Robin.

—Bien, esperaré su reporte en un mes para ver la mejoría de William.

Steve iba a preguntar sobre los cuidados de la herida, si era buena idea quitar la alfombra de las habitaciones para evitar una infección o qué podía comer Billy los siguientes días. No obstante, sus palabras fueron bloqueadas cuando escuchó que lo llamaron.

—¡Hey, dingus! —chilló Robin aventando la maleta a Steve, la agarró como pudo e iba a hablar pero fue interrumpido nuevamente por la chica— vamos a casa.

Steve realmente sabe el significado de aquellas palabras, el brillo en sus inquietantes ojos, la sonrisa burlona y por supuesto aquella ceja definida y alzada. Ella piensa algo y no está muy seguro de qué quiso decir.

Seguramente iba a responder, pero la cálida mano de Billy se acercó a sus cabellos para jalar lenta y cuidadosamente de ellos para que pudiera verlo. Una sonrisa retorcida y el reflejo de él en aquellos divertidos océanos.

—Vamos, princesa —Billy es un bastardo— vamos a nuestro hogar.

Así fue como ahora tiene un jodido problema y definitivamente tiene nombre y apellido: Billy Hargrove.

—Pesadilla, muñeco —responde Robin con una sonrisa en los labios y sube sus pies en el sofá, tranquila, muy casual.

—Eso lo decidirá el chico lindo —Billy señala a Steve con sus ojos mientras le dirige una mirada extraña a Robin. Es amenazante, pero con algo implícito.

Ellos parecen tener una extraña comunicación, es algo que ambos saben y pretenden gritar el uno al otro, aunque prefieren no resolverlo y tirarse indirectas. A Steve le recuerda un poco a él y a Nancy cuando tenían algo. Una extraña tensión.

—¿De verdad? Porque quiero ver cuánto duran el uno con el otro.

—Te sorprendería Buckley —Billy se siente amenazado, piensa Steve porque aquella pose tan relajada cambia por una rígida en su asiento— tengo experiencia con Harrington, mucha más que tú.

—Estar en un hospital inconsciente no es experiencia —responde Robin con un tono altivo, ella se está divirtiendo y no es por Billy es por la terrible jaqueca que le están provocando— y patearle el trasero a Steve tampoco lo es.

—Fue más que patearle el trasero —engreído y muy presumido Billy— dile, princesa.

Steve se encuentra solo un poco desesperado y no tiene nada que ver que Billy saborea sus palabras como si fuese un dulce como si supiera que hay algo además de ese significado implícito que le da a cada oración con las que se dirige a él.

—Basta los dos —Robin está a punto de responder— los dos, Robin. Deben llevarse bien si queremos que esto funcione.

—Dile a tu maldita novia que no me moleste —se defiende Billy casi ladrando, Robin sonríe y Steve quiere desaparecer.

—Robin no es mi novia —comenta Steve con calma— y Robin no molestes a Billy, ya es un dolor en el trasero para que tú lo seas.

—Dile a tu novio que no se comporte como una bestia —Robin sonríe a ambos y se dirige hacia la cocina para sacar una lata de refresco.

—No es... mi novio —Steve murmura entre dientes y se lleva su mano a su cabello, eso sí que va a ser difícil.

Billy se queda en blanco ante las palabras de Robin y observa un punto en el piso como si aquella alfombra fuese la cosa más entretenida de todo el mundo. Steve lo nota y quiere interrumpir, pero supone que las cosas que pasan por la cabeza de Billy son complejas. Todo ha cambiado desde su supuesta muerte.

—Billy —llama Steve con el tono más solemne que puede encontrar— necesitamos hablar.

Aprovecha ahora que Robin se ha escondido en la cocina. Agradece un poco, porque sabe que hay un pequeño tema ahí, con respecto a Maxine y a los otros niños o simplemente ha pasado otra decepción amorosa para Robin y necesito pasar página. Cualquier que sea la razón es momento de hablar con Billy.

—¿De qué quieres hablar, Harrington? —Billy está fastidiado por la intromisión de la princesa en sus pensamientos.

—Dado que estás legalmente muerto y... —no sabe cómo decirlo— es ilegal si no lo estás... lo que quiero decir es... Las cosas aquí... No hay problema con que te quedes, en realidad, puede estar muy solo, yo... El dinero para sobrevivir alcanza pero dudo que tú quieras quedarte... en casi de que desees irte y... bueno... tú sabes que es necesario que arreglemos tus papeles sobre que estás vivo... sí, eso... necesitaría decirle a algún familiar...

—Cierra la boca, princesa —Billy es rudo y seco, por un momento piensa que se va a parar del sofá para anotarlo contra la pared y amenazar. Y sabe cómo si puedes leerlo que Billy quiere hacerlo— hablas jodidamente mucho, es por Buckley y su estúpida verborrea. ¿Me estás queriendo decir que puedo quedarme en tu casa sin pagar absolutamente nada?

Steve abre los ojos y jala de nuevo su cabello hacia atrás.

—¿Es lo único que pudiste entender? Es un crimen hacerse pasar por muerto, Hargrove —intenta convencer a Billy.

Pero Steve no solo lo hace por eso, en realidad, pueden hablar con gente del gobierno que pueda tener otra identidad, porque tener una identidad diferente o hacerse pasar por otros como Once lo hizo no es problema para la gente correcta o el doctor Owens. Solo que, Steve lo hace porqué sabe que Maxine ha sufrido y Billy no lo dice y por supuesto que, no lo hará, hay algo en la mirada de Billy que se oscurece cuando menciona a Max o el pasado.

Hay una sombra detrás de Billy que lo comienza a acorralar.

—Ya escuche, lindo —Billy está quitado de la pena— pagarás las cuentas y toda esa mierda para que yo sea tu ama de casa.

—No es lo que dije.

—Si querías que folláramos solo lo hubieses dicho, princesa —Billy se levanta a paso lento del sofá, todavía cojea un poco y Steve cree que es porque sus músculos están todavía un poco débiles— no necesitamos jugar a la casita.

Billy se contonea con aquel andar que destella sensualidad y seguridad. Steve repentinamente se siente un poco atraído por su mirada hacia el otro. Tal vez ahora comprende un poco porque dejó de ser el Rey Steve y le dio paso a Billy Hargrove.

No solo es el movimiento tan masculino que Billy parece ser consciente de eso sino la naturalidad con la que camina en su sala y toma entre sus manos la lata que casi lleva hacia sus labios Robin.

—No quiero follar contigo —recalca Steve— te estoy dando una salida, idiota.

Billy realmente se ve divertido y las palabras de Steve no parecen hacer efecto en él. Está confiado.

—¿Incluye comida, follada y una mansión? —Billy sigue alegando—. Eres rápido, Harrington.

Steve rueda los ojos y mira directamente a Billy. Sus grandes ojos azules lo observan sin ningún disimulo, Hargrove lo mira porque quiere que sepa que puede verlo, que no hay algo que pueda pasar desapercibido para él.

¿Acaso Billy siempre fue demasiado perspicaz? Supone que sí, Billy quiere denotar algo que no está jodidamente seguro, es algún tipo de brillo que se muestra en aquellos ojos azules y ahora que lo nota, tienen un pequeño color verdoso dentro de ellos.

—No quiero eso contigo —responde en automático Steve como si fuese una respuesta ya programada como si su situación sobre tener sentimientos por Nancy fuese la respuesta más rápida.

Billy ríe tomando un pequeño sorbo de la bebida.

—No obtendrás una maldita cita, cariño —Billy guiñe el ojo y no sabe desde cuando son tan confianzudos el uno con el otro.

—Imbécil.

—Chico lindo.

—Idiota.

—Princesa.

—¿Pueden dejar de halagarse el uno al otro? Ya tuve demasiada vibra gay conmigo para soportarlo en ustedes —Robin comenta quitando el refresco de las manos de Billy y toma asiento en el sofá para prender el nuevo televisor de Steve Harrington.

En cambio, ellos ni siquiera se inmuta ante sus palabras y es libremente ignorada porque están más ocupados mirándose el uno al otro.

¡Qué ironía!

Definitivamente, si le hubiesen dicho hace uno o dos años que, estaría viviendo en una conveniente situación de compañeros de piso con Billy Hargrove. No lo hubiese creído, en realidad, lo hubiese negado y sonreído con aquella carismática sonrisa o habría maldecido ante una mala broma de Robin.

Vivir con Billy es algo... revelador. En un buen sentido.

—Carajo, princesa —Billy recoge su chaleco de Family Video por quinta vez en ese primer día— eres una mierda en esto de ser ordenado.

Son las constantes palabras que ha dicho Billy en los últimos días porque aparentemente, no quieres ensuciar tus jodidas manos cuando lavas los trastes, ¿verdad? Y la ceja encarnada o eres un maldito desastre porque los ricos de tus papis criaron a un completo inútil, Billy es absurdamente ordenado y estúpidamente altivo cuando se trata del cuidado de una habitación, aunque aparentemente no lo nota.

—Hay una persona que limpia —Steve responderá cuando Billy lo saque de quicio. En realidad, esa persona no existe y se refiere a sí mismo.

—Y se ve que no eres tú, princesa.

—No deberías recoger estás recién salido del hospital —regañará Steve con ese tono que solía usar con Dustin cuando dice algo vagamente estúpido.

—¿Eso es preocupación, cariño?

Steve rodará los ojos, entre tanto, su pecho dará un golpe por cariño. Y se convencerá que es solamente un poco de la incomodidad o tensión —lo que sea— que siempre emana Billy.

Conocer a Billy de más cerca, puede provocar un choque de lo que Steve pudo o no conocer a Billy en un pasado. Recuerda, vagamente como era Billy durante ese verano en el que "murió" o el año anterior de eso cuando le partió la cara en casa de Will Byers. De una extraña forma es la misma pero diferente persona.

Primeramente, Billy suele ser más irritante e irreverente de lo que recordaba cuando abre la boca, con su estúpida sonrisa altanera, aquella mirada filosa y su jodida "princesa" antes de hacer un comentario sarcástico acerca de su cabello.

—Tranquilo, princesa —dice Billy cuando se dio cuenta que no había mucho en el refrigerador para comer— tus ricos padres te han dado una mierda de dinero para que existas, es un maldito milagro que estés vivo aún.

—Jódete, Hargrove —respondió Steve con pesar mientras preparaba dos emparedados— es mi casa.

En segundo lugar, Billy es quizá un misterio, lo cierto es, que Steve nunca escucho mucho hablar de Maxine ni de su vida con Billy tiempo atrás. Porque Dustin siempre cuida de sus amigos y si eso implicaba no revelar asuntos tan personales como la extraña mirada que Will solía tener con Mike, él nunca lo diría.

Por eso es realmente extraño cuando nota que Billy no menciona a su padre, a Susan, a Maxine o a su madre en conversaciones o pequeños intercambios de palabras.

—Tu mansión es demasiado grande, chico lindo —Billy comenta el maldito primer día mientras recoge por segunda vez la laca de cabello de Steve en la cocina— me pregunto qué pensarán tus padres si me ven aquí.

Billy lame sus labios y muerde de ellos cuando su penetrante mirada se posa en él. Steve abre la boca y la vuelve a cerrar mientras la mirada azul no solo de Billy sino de Robin se posa en su persona.

Robin mastica un pie de limón con helado, mientras espera su respuesta. Porque Buckley sabe que el tema de los padres de Steve puede ser un poco irritante para él o porque simplemente supo más acerca de un padre ausente y de una madre que no se preocupa gracias a Nancy Wheeler y Jonathan Byers porque sus padres se preocupan por ellos sin dejar un par de billetes una vez al mes cada que regresan de un viaje de negocios.

—Ellos no están aquí —Steve encoge sus hombros y roba un poco del postre de Robin. Billy encarna la ceja curioso.

—¿Murieron, Harrington?

—No hagas esa broma —responde cuando la sonrisa lasciva de Billy se asoma por sus labios— ya no suelen venir de visita como lo hacían cuando aún seguía en la escuela.

Steve ve algo en Billy que cree que va a decir algún comentario sarcástico o burlarse libremente de él por ser abandonado por sus padres, pero no lo hace y, en cambio, parece estar abstraído en sus pensamientos.

Hay un tipo de indicio que golpea a Steve y a Billy, es algún tipo de sentimiento que ambos reconocen del otro.

Robin lo descifra como soledad.

—¿Cómo nos mantenemos, Harrington?

La pregunta toma por sorpresa a Steve porque la pregunta no solo es un interés económico de ambas partes sino tiene un pequeño significado detrás ¿Cómo has sobrevivido? Quiere decir Billy.

—Una pequeña pensión —Steve intenta ignorar los azules, azules, azules ojos de Billy que lo estrujan con cada parpadeo como si supiesen que puede mentir a cualquier momento— solían darme completo y ahora solo obtengo la mitad, la otra mitad es mi sueldo del trabajo.

—Es un buen trabajo, dingus —Robin menciona una vez que Billy no responde y parece que no pretende quitar la vista de Steve— obtenemos bono de cada película que es rentada, es el trabajo de mi sueños —un poco de sarcasmo.

—Porque eres una freak, muñeca —Billy vuelve a su muy descarada y coqueta forma de ser.

—Y tú muy heterosexualmente caliente, Billy —Robin aclara una vez que se asesinan el uno al otro con la mirada— así que el dinero no es problema.

—¿Qué carajos quieres decir, Buckley?

—Tranquilo, muñeco —Robin se ve relajada y hasta divertida— no quiero decir nada, no pretendo entrometerme...

—¿No eres como la perra Wheeler? —Billy no pretende o si quiera quiere disimular su desagrado hacia su ex novia, es más, parece estar muy convencido de sus palabras.

—¡Dios, no! —Chilla Robin—. Por suerte no.

Billy le sonríe con una extenuante y muy abierta sonrisa, oh no, conoce de antemano aquel gesto.

—Eres una sorpresa, muñeca —Billy se ve relajado y con una inquietante vibra en sus ojos, está complacido y Steve no quiere saber por qué.

—Eso no lo dicen todos —murmura la chica y para Steve eso solo significa que no ha dejado de darle vueltas al asunto, ese dichoso asunto.

—¿Problemas en el paraíso? —Steve se siente un poco incómodo en la manera tan perspicaz que Billy parece comprender a Robin.

No siente algo dentro de su estómago removerá ahora que Billy mira a Robin con genuina curiosidad, claro que no. Solamente, comienza a sentirse con fuerza de lugar como si esa conversación ya no girará en torno a Billy y él, sino en un trato que no se dice y ha comenzado a surgir.

—No son problemas —Robin explica sin mirar a Billy, ella se siente intimidada, piensa Steve— porque casi no le hablo a esta... persona.

—¿Drama por una persona a la que no le hablas? —Billy deja de tener esa sonrisa altanera para pasar a una mueca de real confusión—. Eso, muñeca no es un problema.

—Yo... lo sé —y ahí viene la verborrea de Robin— es solo que no sé si ella... puede sentirse igual que yo.

—¿Ella?

Billy no parece sorprendido, en absoluto, se ve calmado, en un pequeño momento su mirada se posa sobre Steve. Aunque, Steve no sabe exactamente qué quiere decir aquella mirada. Decide ignorar el asunto.

—Para ustedes es fácil —habla Robin con un ligero reproche en sus grandes y aniñados ojos— si yo... hago o digo... algo —ella hace énfasis en algo, porque ese algo puede ser o no ser un antes y después en su vida— puedo ser una marginada de por vida o hasta que decida desaparecer de este pueblo...

Durante unos segundos de silencio Billy habla sin dejar de ver a Steve.

—Lo que tu necesitas —pasa la lengua por sus labios y el acto hace estremecer a Steve— es follarla. Y qué sepa que eres la única que puedes hacerla terminar.

—Eres un caliente, Hargrove —comenta Steve con desagrado, Billy es tan instintivo—. ¿Qué clase de consejo es ese?

En cambio, la única chica de la sala —mejor dicho comedor— sonríe un poco y es que, Steve sabe mejor que nadie que para Robin es una gran paso Vickie porqué está jodidamente enamorada y no pretende esconderlo, pero tampoco quiere gritarlo, no en ese tiempo.

—¿Lo dices por experiencia?

Si algo puede decir Steve es que Robin aquello no lo toma como un insulto o algo por el estilo, es entonces, que sabe que Billy está haciendo eso para que Robin no se sienta sola en esa situación. Por qué Steve sabe que no han conocido a alguien más que tenga un problema similar con el que pueda identificarse o en su defecto buscar un apoyo moral. Steve es su mejor amigo con una relación Platónica con P mayúscula, pero eso no quiere decir que realmente sienta lo que Robin siente. Y al parecer Billy conoce un poco.

Esa es la tercera cosa que ha notado Steve sobre Billy, no parece ser una persona tan agresiva o tan desgarradora con todo lo que toca, es a sus ojos, una especie de extraña combinación entre lo ruidoso y desastroso que puede ser junto a lo peculiarmente silencioso y perspicaz que parece haber muy —pero muyyyyy—en el fondo.

Son como dos versiones de Billy Hargrove.

—Muchas zorras me avalan —Billy coquetea y sonríe de nuevo con sus labios húmedos y aquel brillo en sus ojos— ¿cierto, Harrington?

Billy es realmente un misterio a ojos de Steve.

—No te acostumbre mucho a esto —Robin toma aquella chaqueta negra y la pone en sus hombros para abrir la puerta de la casa de Steve, tiene una sonrisa bonita en sus labios, se siente un poco aliviada.

—¿A esto?

—Olvido que eres demasiado lento, dingus —Robin es sarcástica— entiendo por qué lo haces.

—Sé más específica —Steve comenta con la curiosidad saliendo por sus poros y sus manos en la cadera— no entiendo a qué te refieres.

—Billy —dice ella y lo mira cojear rumbo a las escaleras; Billy los mira fijamente— ahora comprendo porqué hiciste eso de ayudarlo estos meses y visitarlo —Steve espera a que continúe— tú y yo, tenemos una casa, nos tenemos el uno al otro, tienes a Dustin y a los niños, yo tengo a los raros de la banda y... creo que de alguna u otra forma... tenemos un hogar al cual volver, pero entiendo que Billy no lo tiene y alguna vez te dije que no entendía cómo las chicas podían amarte, ahora lo sé...

Robin le regala una muy bonita y sincera sonrisa a Steve, eso lo toma por sorpresa, sabe que Robin es su mejor amiga y que después de todo el asco que ha pasado los últimos dos años, ella ha estado para él aún cuando no esté de acuerdo, siempre parece entenderlo.

—Debo irme, dingus —Robin vuelve a ser Robin con el sentimentalismo en sus ojos— nos vemos mañana en el trabajo —la chica se dirige hacia la escalera cerca de la entrada de la gran casa— cuida bien de Steve, muñeco no queremos que Steve vaya corriendo a los brazos de Nancy ¿o sí?

Billy sonríe y con ese tono de voz tan profundo responde: —Por supuesto que no, ¿oíste, princesa?

Ellos realmente tienen una extraña complicidad y no sabe por qué, pero Steve intuye que no le incomodará en el futuro en lo absoluto.

Está a punto de apagar las luces de la gran casa, no se oye nada cerca del cuarto de huéspedes que está en el piso de arriba a un lado de su habitación dónde duerme Billy. El medicamento causará un poco de sueño, puede escuchar decir al doctor Lucas, no debe de preocuparse, sin embargo, Steve siente que debe hacerlo porque Barb desapareció en su casa y Billy fue poseído por un monstruo interdimensional.

Sabe que no debe de temer, pero su intuición dice que hay algo extraño en todo y solo espera equivocarse.

Suena la contestadora.

Hola, Steve —el aludido sonríe al escuchar tan alegre voz— estuve pensando un poco en las últimas semanas, sé que te he abandonado en estos días y espero me disculpes pero los juegos con Eddie han sido más largos de lo habitual y ya sabes cómo es Mike y su insistencia en querer ganar en todo, incluso quiere competir con Suzie ¿puedes, creerlo? —la voz de Dustin es interrumpido por un grito de su madre "Dustin deja de hablar por teléfono vete a dormir"— lo que quiero decir es que no estés celoso de Eddie, siempre serás mi primer amigo mayor y me parece perfecto que tú y Eddie empiecen a llevarse bien, sé que lo estás viendo para limar asperezas pero no debes de esconderte para llevarte bien con él, mañana te veré antes de la escuela para que podamos salir los tres ¿Qué te parece? Creo que a Eddie le vendría bien verte en tu casa y la nueva película de Karate Kid; por cierto, ¿crees que podrías extender la prórroga de las películas que debo? Por último, espero no regañes a Robin o te molestes con ella por decirme que estás viendo a alguien, ella me dijo que era un secreto, sé guardar bien uno. ¿Por qué no me dijiste? Eso no es una cosa extraña, extraña sería que vieras a no sé... ¿Billy Hargrove? ¿El demogorgón? —vuelve a sonar la voz de la señora Henderson "Dustin, ya cuelga y duerme"— en fin... ¡Nos vemos mañana, Steve! —Cuelga.

Mierda.

Va a matar a Robin, eso hará.

—Ahora seremos tres, princesa —eso suena como una broma, Billy está al pie de las escaleras tan casual y la camisa medio abierta, el bastardo lo quiere provocar— no puedo esperarlo.

Robin tiene que dar muchas explicaciones, está seguro que es solo el inicio pero curiosamente no se siente amenazado o al menos no por aquellos orbes azules que parecen querer desgarrarlo o azotarlo en la pared con tanta fuerza que su estómago se vuelca dentro de sí.

Para Steve no es el final, por el contrario, es el inicio de algo que sabe que no se va a arrepentir. Y Billy Hargrove con aquel ceño fruncido y esa sonrisa inquisidora lo sabe tanto que está dispuesto a averiguarlo.

Ambos lo harán de eso está completamente seguro.


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