XII: El error del tiempo

La noche por fin había llegado, con eso Milo tenía un día perdido y en solo 24 horas debía reparar a Nike, salvar a Camus y finalmente regresar al futuro para salvar a Calix.

Si se ponía a analizar todas las posibilidades, no podía hacer mucho en tan poco tiempo y nisiquiera había empezado, pues seguía dentro de las prisiones y Saga aún no aparecía.

—Maldita sea...— Milo empezó a caminar alrededor de la celda, no es que no hubiera mucho espacio, pero necesitaba dejar de sobre pensar. Pronto se escucharon unos pasos que se acercaban a el, rápidamente se aproximó a las rejas y vio que era Saga. Su corazón se alivió al verlo.

—¡Tardaste demasiado! Sácame de aquí.—

—Tranquilo... De todas formas no podemos hacer mucho sin Nike.— Comentó con preocupación el mayor, mientras ponía en el piso una tela blanca y sobre ella estaba envuelta los pedazos de Nike.—Espero no te moleste... Pero quién nos ayudará será Mü.—

Milo miro sorprendido al mayor y antes de protestar el caballero de Aries aparecía frente a el.

—No le quería creer a Saga cuando dijo que tú tenías el último pedazo de Nike.— Dijo sin emoción alguna, pues aún estaba molesto por la traición del escorpión.—Les ayudare con la única condición que iré con ustedes. No me puedo fiar que Nike este en manos de Milo.

—No me importa si confias en mi o no... ¡Pero ahora lo que necesito es a Nike!— Milo estaba desesperado, cada minuto ahí era tiempo perdido.

Mü lo miro con desconfianza y solo optó por extender su mano.

—El último pedazo... Lo necesito.— Ordeno Mü, el escorpión ya ni siquiera protestó simplemente le entrego el último pedazo y fue ahí que el báculo brillaba con gran intensidad, pero seguía roto.—La sangre de ambos, es necesario para darle vida otra vez...

Saga y Milo se miraron entre ellos e inmediatamente Milo fue el que corto su brazo con su propia uña escarlata. El tiempo era lo último que quería perder. Saga hizo lo mismo y ambos dejaron que su sangre fluyera sobre el báculo mientras que Mü utilizaba su polvo de estrellas.

Los tres, aunque con diferentes objetivos para utilizar a Nike deseaban que se arreglara.

Era su única esperanza.

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En el Inframundo, Aiacos el juez del futuro aún seguía en aquella torre donde descansaba el caballero de Acuario. Pensaba en que era el momento perfecto para hacerlo suyo, ya que los jueces de ese tiempo estaban ocupados y Hades planeaba su siguiente movimiento.

Era por eso que era el momento adecuado, por fin obtendría el arma que tanto deseaba. Pues en su tiempo ya sabían de la existencia de Cálix, pero no lo habían podido encontrar.

Con todas sus fuerzas y sin utilizar su cosmo rompió el vidrio que tenía encerrado al francés y el agua cósmica fluyó por los suelos así como los vidrios se esparcian por el lugar y antes de caer sobre ello, Aiacos sostuvo entre sus brazos al caballero que aún estaba dormido.

—No está de más prevenir... Es mejor que concibas a mi hijo.— Realmente el juez no estaba seguro que el caballero de Escorpio del presente volviera a aparecer. Por lo último, que sabía gracias a Radamanthys, era que el caballero había caído en su tiempo y lo más probable es que con su nivel de poder ya estaría muerto. 

Así que debía garantizar su propia victoria con otros métodos. Por lo que llevo al caballero hasta otra habitación que quedaba cerca del lugar y el llegar lo lanzo sobre la cama mientras él se quitaba su Sapuri.

Debajo de su propia armadura se podía admitir el cuerpo que poseía el juez del Inframundo, tenía varias cicatrices pero eso no el quitaba la propia belleza masculina que poseía.

La poca ropa que traía el francés fue quitada de un solo tirón por el juez y se acomodo sobre él. Mientras sus manos acariciaban cada rincón del bello cuerpo del galo con deseo y ese mismo deseo fue creciendo cada vez que lo acariciaba hasta que el mismo empezó a tomar al francés sin pudor alguno.

Lo mejor para el, era que Camus estaba inconsciente por lo que no se podía resistir como la primera vez que intento tomarlo en su tiempo.

—¿Realmente creíste que podrías recuperar a Nike?— Preguntó Minos con burla. Mientras que sus hilos apresaban con más fuerza el cuerpo del caballero de Acuario.

Para ese entonces Camus no dijo nada, más que solo algunos quejidos de dolor escaparon de su boca. Le daba la razón a Minos, pues había sido realmente un idiota, había perdido la última oportunidad de tomar a Nike y ahora su muerte estaba cerca, pues Minos lo había descubierto.

¿Que deberíamos hacer con este caballero?— Cuestionó el juez Radamanthys acercándose a dónde estaban ambos.

—Matarlo sería un desperdicio, mira la belleza qué posee y hace un tiempo yo no tengo algo de diversión.— Comentó Aiacos uniendose a dónde estaban los otros dos jueces rodeando al francés.

Los otros dos sonrieron al escuchar esa propuesta, no había nada más placentero que humillar hasta lo último a una indefensa presa. Al menos para los jueces ese era su mayor satisfacción.

Camus se percató de esas intenciones y con lo último de su cosmos destruyó los hilos que lo ataban, al estar libre corrió para alejarse del lugar. Era mejor morir en plena persecusión que seder a los deseos perversos de los jueces.

—Vayan tras el...— Ordenó Aiacos a los espectros que estaban cerca, quienes obedecieron inmediatamente y trataron de atrapar al caballero de Acuario.

El francés corría por todo los pasillos del castillo tan rápido como podía. Pero a medida que avanzaban se encontraba con espectros menores que no le daban mucha batalla, pero si le quitaban energía. Los mismos jueces se unieron a la persecución y fueron tras el menor, quien realmente usaba todo su poder para frenar el ataque. Sin embargo, cuando pensó que iba salir del castillo de Hades en la puerta se encontró con un montón de espectros.

Detrás de el apareció Aiacos, quien lo lanzo contra el muro, Camus para evitarse daños así mismo y algo más importante protegió su vientre. Su motivación de escapar no caía en solo protegerse, sino que debía proteger al pequeño ser que crecía dentro de el.

Un tercer hijo...

Aiacos no se detuvo en atacarlo. Mientras que Minos vio todo eso de lejos junto con Radamanthys, pero algo le llamaba la atención al momento que Camus se defendía y eso era que evitaba que Aiacos golpeara su vientre.

Quería saber porque hacía tal cosa, así que se puso detrás del caballero y lo tomo de ambos brazos, logrando así que Aiacos le diera un golpe fuerte en el vientre. Un gran grito se escuchó en todo el palacio producto del dolor que le habían causado al menor. Sus piernas se llenaron de sangre y los tres jueces se sorprendieron ante lo ocurrido.

Camus cayó al suelo arrodillado, mientras abrazaba con fuerza su vientre. El dolor no tenía comparación con nada y sus ojos se llenaron de lágrimas amargas al sentir que había perdido a otro bebé.

—Esto no es posible...— Dijo Minos al ver lo ocurrido.

¿Que quieres decir? Qué acaso no solo destruyo sus órganos...— Comentó Radamanthys al acercarse al caballero herido.— Te excediste Aiacos...

—Eres un idiota... La razón de que esté caballero sangrara es porque perdió a su bebé...— El juez de grifo río a carcajadas al decir lo último. Las palabras ajenas tomaron por sorpresa a ambos jueces que se quedaron con la boca abierta ante tal declaración.

—¿Que te hace suponer eso?— Cuestionó Aiacos ya más tranquilo.

—¿Quieres que saque al feto de su vientre o prefieres creerme?—Preguntó Minos en un tono divertido, Aiacos solo rodó los ojos, aún incrédulo ante las palabras ajenas.

—Comprobemos si lo que dice Minos es cierto... De ser así no tienes que preocuparte, me asegurare de que tengas al hijo de cada uno de nosotros.— Aiacos se acercó al joven caballero y desgarro las pocas prendas que tenía, ya que su armadura había quedado destruida por completo.

Y aunque la mente de Camus aún estaba sumida en el dolor con todas sus fuerzas tomo valor. Tan solo a unos  centímetros de dónde estaba, vio varios pedazos de vidrio, producto del mismo ataque que había destruido parte de una ventana.

Bastó tomar solo un pedazo para cortar su cuello.

—Saga... Milo ... Calix....— Susurro entre lágrimas y se dejó abrazar por la muerte que fue más amable, que el destino que planeaban los jueces planeaban para él.

La sangre mancho el rostro de Aiacos, quien se alejo al ver lo que había pasado. Radamanthys fue quien observo un collar particular colgado del cuello del francés. Esa piedra en particular solo lo había visto en un templo y en cualquier otra parte del mundo jamás hallaría una igual.

—Creo que ya se donde se esconden el resto de caballeros...— Mencionó Radamanthys, tomando la piedra entre sus manos.

—Entonces es momento de acabar con el resto de caballeros, solo quedan dos y su diosa.— Agregó Minos dispuesto a encontrar al resto de caballeros, pero antes que nada uso sus hilos para matar en definitiva al caballero de Acuario, decapitandolo en el acto.

El placer invadió a Aiacos al recordar aquello, realmente el caballero había sido valiente en quitarse la vida. Al final solo fue testigo de su muerte, pero ahora podía gozar del cuerpo ajeno. Al menos hasta conseguir lo que realmente deseaba. Luego de unas horas por fin se tomó un descanso, su respiración aún era agitada por lo que trato de calmarse.

Aunque el respiro que tenía no duró mucho, puesto que llego Minos, quien sin permiso alguno entro al lugar y poco le importo ver lo que había hecho el juez del futuro.

—¡Tenía razón en desconfiar de ti! ¡Ni tu vida será suficiente para pagar lo que hiciste!— Dijo más que molesto el juez dispuesto a atacar al mayor.

—¿¡De que hablas maldito!?— Aiacos empezó a vestirse una vez que vio al juez en posición de ataque. Estaba dispuesto a responder hasta que el ruido de una explosión se escuchó en todo el lugar. El juez estaba sorprendido y eso solo confirmaba a Minos que Aiacos no sabía nada de lo que ocurría.

—¿¡Que acaso en el futuro los caballeros no bajaron hasta aquí para atacar!?— Grito al ver que las explosiones aumentaban.—¡Tienen a Nike con ellos!

Aiacos salió de su impresión al escuchar lo que ocurría, tal vez no era el mismo escenario que se presentó en su tiempo, pero podían sacarle el mismo provecho.
Miro al caballero que aún dormía en sus sábanas y sonrió.

—¡Idiota! eso es bueno. ¡Si el caballero de Escorpio viene con Nike es perfecto! Negociará la vida de este caballero por el báculo.—

Minos no había pensado en ello, sin embargo, antes de preguntar Aiacos volvía a vestir su armadura y tomo entre sus brazos al galo nuevamente.

—¿Que vas hacer?— Cuestionó el juez de grifo viendo que el mayor se llevaba al caballero fuera de la habitación.

—Hare el trueque para obtener a Nike, tu solo concéntrate en proteger al señor Hades...—Dicho eso el juez desapareció del lugar, dejando a solas a Minos.

Mientras a las afueras del palacio, Saga, Mü y Milo atacaban a cualquier espectro que se les cruzará por su camino. Los tres salieron del santuario sin permiso de su diosa y junto con ellos tenían el báculo ya reparado. Por lo que podían destruir todo a su paso y quién lo traía en manos era Milo.

A lo lejos, Aiacos observa todo eso. Todo parecía que volviera a transcurrir como en su futuro.

Por órdenes de Hades los demás jueces fueron a enfrentarse a los caballeros dorados que estaban en su territorio. Con ese ataque significaba que el pacto estaba roto.

—Milo... ¡No importa lo que te cueste pero encuentra a Camus!—Grito Saga al ver que Radamanthys lo atacaría.

Milo solo asintió y dejo atras a sus compañeros, solo esperaba encontrar cuánto antes a Camus y ayudarlos. Aunque no hizo falta avanzar más, ya que el mismo Aiacos apareció frente a el, sosteniendo a Camus de su delgada cintura mientras que la otra estaba en su cuello.

Ver en ese estado a su novio rompió aún más su corazón, el pensaba que soportaría cualquier cosa que pudiera encontrar, pero definitivamente no imagino encontrar a Camus en manos del juez.

—Camus será el primer caballero en morir... Es una pena que no sea testigo de lo hermoso que se convertira el nuevo mundo— Dijo entre risas el juez, apretando con más fuerza el cuello del menor.

Milo sabía que si dudaba solo sería su culpa el hecho de que Camus fallecería. Sus labios temblaron y aunque el mismo se prometió que jamás cometería los mismos errores que su yo del futuro no tenía muchas opciones.

Pues la persona que más amaba estaba indefenso y en manos del enemigo.

Saga y Mü se percataron de los que sucedía así que trataron de llegar a Milo al ver que extendía a Nike a manos del juez.

—¡Aiacos! Una vida por otra...— Dijo con dolor Milo. Vivir su peor pesadilla en carne propia era peor de lo que imagino.

La sonrisa del juez se amplio, todo estaba saliendo de acuerdo a su tiempo y estaba cerca de lograr su victoria.

Continuará...

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