IX: En busca de un milagro
Athena había recibido una respuesta por parte de Hades, la Audiencia había sido aceptada y el dios vendría al mismo Santuario en dos días. Rápidamente toda la orden dorada se movilizó para encontrar las piezas faltantes de Nike, puesto que si las cosas salían mal en esa audiencia no sabrían como defender a su diosa y su poder no se compararía a la de un dios.
Y esos dos días habían pasado tan rápido, luego de recibir esa respuesta y solo quedaban unas horas para la llegada del dios Hades, por fortuna y con la ayuda de Camus los caballeros dorados encontraron el resto de piezas de Nike, sin embargo solo faltaba una y ninguno, nisiquiera Camus o el patriarca sabía dónde encontrar ese último pedazo.
—No podemos tener la audiencia, Athena estaría en riesgo sin Nike... Lo mejor será ocultar todo esto y pedirle a Hades una nueva fecha hasta que logremos encontrar ese último pedazo.— Comento el patriarca con gran preocupación, todos los caballeros en la sala estaban de acuerdo con la propuesta, pero el único que no sabía que decir o hacer era Camus.
Desde que Radamanthys se había llevado a Milo, se sentía mal, pero apresar de eso ayudo a su diosa y compañeros a hallar los restos que faltaban, sentía un gran dolor en su pecho y la preocupación acabaría con el antes de la llegada de Hades. Quien le quitó esos pensamientos por unos segundos fue Saga, cuando le puso su mano sobre su hombro.
—Si Hades está dispuesto a venir a aquí, es porque seguro Milo está seguro... Has estado preocupado por estos dos días, pero seguro Milo vendrá con Hades a aclarar que todo fue un malentendido.— Dijo con seguridad el mayor, pero sus palabras solo entristecieron más al menor.
—No lo sé Saga... Cuando Minos nos atacó, dijo que el pacto estaba roto desde hace más de 10 años.. no entiendo a qué se refería y te juro que tanto como Radamanthys y Minos, no eran los mismos... — Hizo una pequeña pausa al sentir que sus ojos se llevarían de lágrimas y se calmo.— No se si Milo regresará... Y si consigo trae a Aelios, no debí dejar que el pequeño se entrometiera en esta misión.
Camus se sentia abrumado con lo que pasaba, más al no saber nada de Milo y del pequeño. Estaba de más decir que se sentía culpable de lo que había pasado y ahora estaba con el temor que se rompiera el pacto, lo que ocasionaría una guerra.
Por su parte Saga no sabía cómo ayudar al menor con esa angustia que cargaba, así que inconscientemente le tomo de la mano y la apretó con una ligera fuerza. Cosa que sonrojo a Camus y miro con sorpresa al mayor.
—Milo es un caballero bastante fuerte, se que regresara asalvo junto con el pequeño. Solo se paciente.— Dijo con una ligera sonrisa. Camus se calmo un poco con esas palabras, pero no del todo, estaba reteniendo una gran preocupación desde la desaparición de Milo, así que con sus ojos cristalinos abrazo al mayor.
Esto en presencia de los demás caballeros que estaban en la sala, un silencio incómodo se formó sobre todo cuando vieron a Aioros. Quien miraba con cierta molestia esa escena.
Fue Kanon quien rompió la tensión del momento y no podía permitir tal escena. Al menos no delante de Aioros.
—Creo que no debemos precipitarnos, Camus tu eres el principal culpable de esto.— Dijo con frialdad, arremetiendo con la sensibilidad que estaba pasando el francés.
—¡Kanon!— Reprochó Saga, sin embargo su hermano continuó.
—A lo que prefiero es que confiaste en el enemigo, ese pequeño al que llamas Aelios, ¿Nunca te pusiste a pensar en su afán de tener a Nike? Y no digas que fue por su pueblo y no se que otras cosas... Por qué la isla de dónde supuestamente venía lleva deshabitada desde hace más de 20 años... Apuesto que los que se llevaron a Milo eran aliados del niño.—
Ante las palabras de Kanon, Camus recién se percató del error que cometió al confiar en el pequeño y sino fuera por Saga, apostaba que en ese momento se derrumbaba en ese lugar.
—¿Que fue lo que hice?— Los ojos del francés temblaron y su corazón latía con fuerza y solo esperaba que las cosas se solucionarán.
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Ya habían pasado dos días también que Milo había llegado a ese lugar y el pequeño Calix estaba tan apegado a él desde su llegada. Incluso ahora que todos estaban compartiendo una pequeña comida a base de harina y agua. Y el más feliz era el pequeño estaba sobre las piernas del escorpión más joven.
—Come un poco más Milo... Di a— El pequeño tenia una pequeña cuchara y llevo esa misma con un poco de la comida a la boca del joven Escorpion.
Milo solo por seguirle la corriente hizo caso y comió, le desagradaba totalmente la textura, pero no podía quejarse, no cuando para ese pequeño esa comida era todo lo exquisito y lo compartía con el.
—Termina de comerlo tu pequeño... Tu lo necesitas más que yo, porque creerás grande y fuerte.— Dijo abrazándolo con cariño al menor, quien solo reía y por primera vez en muchos meses, el lugar se llenaba de una cálida alegría que Saga y Athena habían creído olvidado.
—¡Cuando sea grande y fuerte me casare contigo!—
En esos momentos Saga quien tomaba un vaso de agua se atoro al escuchar a su hijo. Athena ante esa tierna muestra de inocencia rio y Milo se sonrojo por esa declaración.
—¿Que Sabe este niño de matrimonio?...— Preguntó más que apenado el escorpion menor. El gemelo mayor al estar más recuperado fue hasta Milo y tomó al pequeño entre sus brazos.
Aquello obvio lo decía en su inocencia el menor, y al estar solo en medio del caos, era de esperarse que caería a la primera muestra de amor que no fuera de su propio padre o de la diosa.
—Mi pequeño... Sabes que Milo no puede quedarse y nuestro Milo... Bueno ya sabes cómo es.— Saga no intentaba romper las ilusiones de su hijo, pero era mejor ser realistas que causarle un dolor más grande cuando el Milo del pasado se fuera.
—Pero si Milo quiere quedarse lo dejaras. ¿Verdad que sí? ¿Milo te quedarás conmigo?— El pequeño tenía una sonrisa que no se le borraba al imaginar una vida a lado de Milo. Soñaba que ambos vivirían en un bonito palacio, como en el templo que creció, dónde los diamantes brillaban como las estrellas. Tenía una gran imaginación, sin conocer la horrible realidad que lo esperaba si salían de esa cueva.
—Yo...— El joven Escorpión no sabía que responder, no quería romper esas tiernas ilusiones. Sin embargo, Saga se adelantó.
—Milo no puede quedarse porque no pertenece a este tiempo... El se irá.—
—¡No! ¡El se quedará conmigo!—
—¡Calix!— Saga no pude evitar levantar la voz cuando su hijo le respondió. Pero como era la primera vez que le gritaba, el pequeño inmediatamente empezó a llorar y al mismo tiempo a patalear para que su papá le bajara. —¡Ya basta! ¡Comportate!— Saga nunca había tenido que gritar a su pequeño, pues era la primera vez que se comportaba así, por lo que ni el mismo sabía cómo reaccionar. No fue hasta que el pequeño le araño su rostro que lo bajo y le golpeó en el rostro.
El pequeño calmo su pequeño berrinche luego de recibir ese golpe y solo se fue corriendo al interior de esa cueva.
—¿¡No crees que te excediste!?— Reclamó Athena al presenciar tal acto. Saga recién se percató de lo que hizo y al tratar de ir por el pequeño una estruendosa risa lo detuvo y al voltear al ver al responsable se trataba del Escorpion mayor, quien había aparecido en el momento exacto en que el pequeño fue golpeado.
—Literalmente le diste un golpe de realidad...— Saga quería responderle con un buen golpe, pues no estaba de humor para las burlas ajenas, sin embargo el escorpión mayor continuo.—Algo de realidad no le vendría mal al pequeño engendro, es hora de que le digas para el propósito que fue hecho, y no necesariamente está aquí por qué sea el fruto de tu amor no correspondido por Camus.
—Milo, basta de una vez.— La diosa tuvo que intervenir en el momento, pues veía que Saga aún estaba molesto y no quería una pelea entre los dos únicos caballeros que tenía.
—Ah porfavor Athena, no trates de ser buena ahora. Cuando fuiste la primera en querer esto, estoy cansado de esperar.... ¡Si no sacrificamos a ese niño nos quedaremos así el resto de nuestros días o hasta que los espectros nos maten! Lo que pase primero... ¡Pero ese niño tiene un propósito!—
—Un propósito que no pienso seguir... Calix tiene derecho a crecer y ser feliz como el niño que es.— Athena agachó su rostro avergonzada y molesta, en esos momentos cerro sus ojos y se reprochó así misma. Pues Milo tenía razón, ella fue la primera en estar de acuerdo con que sus caballeros tuvieran un hijo que ayudarán al futuro de esa guerra. Sin embargo, cuando Camus perdió al primer bebé sabía que no quería seguir con aquello tan cruel. Sin embargo, grande fue su sorpresa cuando de un día para otro Camus resulto que esperaba un bebé y no precisamente de Milo.
Fue tan solo unos meses después de que Camus perdiera a su primer hijo, que Athena y Milo e incluso para ese momento que aún vivía Aioria se enteraron del nuevo embarazo.
Era cuando todos estaban comiendo algunos pedazos de la última carne de res que les quedaba.
Como era pocos comían sentados en círculo, y el plato en medio. Sin embargo, Camus tan solo al probarlo se retiró del lugar corriendo y a lo lejos de escuchaba las harcadas que daba.
—Nisiquiera sabe tan mal... A estas alturas ya debe acostumbrarse a qué esto será lo único que comamos.— Comentó ofendido Aioria, Milo no dijo nada, pues el aún pasaba luto por la perdida de su hijo. Pero quién siguió a Camus, fue Saga.
—Tal vez está mal Aioria... Recuerda que Camus no suele comer carne.— Dijo Athena, refiriéndose a qué el francés era vegetariano. Mientras Aioria solo se alzó de hombros y continuo comiendo.
—El se lo pierde... Aunque las otra veces si comió carne... Parece que estuviera embarazado, otra vez...— Athena y Milo recién se percataron de lo que sucedía, pues recordaron como fue el primer embarazo. Tan rápido como pudieron ambos dejaron el plato y corrieron en dirección del francés.
Cuando lo encontraron, Saga acariciaba su espalda mientras le sostenía su hermoso cabello.
—No esa carne lo que te hace mal... ¿Camus que es lo que te pasa realmente?— Preguntó angustiado Milo, no quería pensar en lo peor. Sobre todo analizar dos posibles sospechosos del estado de su novio, pues Camus y el no habían mantenido relaciones desde hace muchos meses y los síntomas que tenía solo indicaban una causa.
Ya un poco mejor y algo avergonzado Camus se volteo a ver a su novio, no fue capaz de decir la verdad y revelar lo que tenía planeado. Sin embargo, Saga fue el que les dijo la verdad.
—Camus está esperando un hijo mío...—
Athena no recordaba más de lo que sucedió ese día, solo recordaba el cruce de palabras entre los dos caballeros, una pelea que casi acababa lastimando a Camus y Aioria tratando de detener lo que ocurria.
Abrió sus ojos nuevamente y la discusión entre Saga y el escorpión mayor seguía y el Milo más joven estaba cerca de ella.
—¡Ya basta ustedes dos!— Gritó el más joven, deteniendo el cruce de palabras entre ambos mayores. Al tener su atención Milo hablo más que molesto.— Como es posible que perdieran el respeto por su diosa, está guerra no solo les destruyo a ustedes sino también a ella y cayeron en lo que estaba prohibido desde un principio, ¡Dejarse guiar por intereses personales!
Esas palabras callaron finalmente a ambos mayores, y quién reflexiono fue Saga. Se dejó tentar por la belleza de Camus y en el momento menos pensando era el primero en ceder a deseos egoístas como haber aceptado tener un hijo para un propósito tan cruel.
Pero quién no pensó en las palabras ajenas fue el escorpión mayor.
—Tu no estarás mucho tiempo aquí, así que quédate callado que esto no tiene que ver contigo... No viviste nada de lo que yo sufrí y piensas que las cosas son así de fáciles. Si queremos ganar está guerra, es necesario hacer sacrificios y se que si eliminamos el niño podrá otorgarnos la victoria que perdimos hace años.— El escorpión mayor también estaba por irse luego de decir aquello, el cansancio era más que sus fuerzas por discutir y poner en su lugar a todos lo que rodeaban, hasta que las palabras del más joven detuvieron su andar.
—No es necesario sacrificar a un niño para esto. Yo les ayudaré, solo díganme que debo hacer. Si todo esto se resumen en tener devuelta a Nike, yo puedo darles a la Nike de mi tiempo. Pero estoy dispuesto a acabar con este horrible futuro empezando aquí y ahora.—
A la diosa se le iluminaron sus ojos al escuchar al escorpión más joven, pues luego de años en guerra y perdidas de seres queridos. Ella y sus caballeros restantes estaban tan desmotivados que solo vivían sus últimas días hundidos en en el rencor, remordimiento y dolor.
Pero volver a escuchar como uno de ellos estaba dispuesto a seguir con la guerra, era agradable.
Internamente sonrió y se levantó del lugar donde estaba sentada.
—Si estás dispuesto a ayudarnos Milo, te prometo que yo sacrificare todo de mi...— La diosa le tomo de la mano al joven Escorpión y le sonrió con dulzura.— Te prometo que será algo rápido y una vez que enfrentemos a Hades, tu volverás a tu tiempo y con todo lo que viste, se que evitarás este futuro.
La esperanza volvía a cada uno de ellos, incluso el escorpión mayor sentía que había una última oportunidad. Así que con cuidado saco de su bolsillo el pedazo que tenía de Nike del pasado.
—Yo mismo te mataré sino traes a Nike, se que eso significará mi propio suicidio... Pero pienso que es lo mejor.— El mayor se acercó a su versión más joven y le extendió el pedazo que tenía.— Creo que es momento de que regreses y cumplas con tu palabra.
Continuará...
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