II: El secreto del pequeño enemigo
—No te vayas...— El menor aún estaba inconsciente, pero murmuraba esas palabras con dolor y algunas lágrimas caían de sus ojitos. Camus pensó que se trataba de su imaginación, así que lo tomo de la mano y se quedó sentado sobre la misma cama en dónde estaba el menor.
—No me iré pequeño...—
—Mas te vale no aferrarte al maldito mocoso...— Una tercera voz se hizo presente en la habitación de Camus, el joven levantó la mirada y pudo a ver a su novio frente a su puerta, estaba solo con sus pantalones puestos, ya que su pecho estaba cubierto con varios vendajes.
—Milo, estás bien... Me alegra mucho.— El joven suavemente se soltó de la mano del menor y corrió a recibir a su pareja. Pero este le detuvo con una señal de alto.
—Aioros me dijo que te preocupaste más por el enemigo que por mi... Se que no soy tu prioridad, pero proteger a nuestro enemigo, hay cosas que no puedo perdonar.— Comento con molestia el caballero de Escorpio, a lo que Camus solo suspiro.
—Este niño no es nuestro enemigo, eso lo siento en mi corazón... Además si lo fuera, alguien más le obliga a actuar así. No lo juzgues sin antes saber las cosas Milo.— Camus hizo una pausa y miro en silencio al menor y luego a su pareja.— Además... ¿No sientes que es como tú? Un pequeño rebelde y ansioso de poder. Me recuerda a cuando eras un niño.
—Si, pero ¡Yo jamás le hubiera puesto un dedo encima a nuestra diosa! Me informaron que ese niño es el culpable de que el báculo de Athena ahora este fragmentado.— Milo no se fiaba del niño y su cólera aumentaba al ver que su novio se aferraba a la idea de protegerlo.
—Mejor ve a la reunión que Athena solicito si ya tienes las fuerzas suficientes para reclamar. Yo vigilare a nuestro invitado.— Camus no pensaba discutir con su novio y solo tomo las cosas que uso para curar la menor y luego se retiró de la habitación pasando por un lado de su novio.
—¡No te atrevas a ignorarme!— Reclamó con molestia.
—No lo hago, simplemente digo que hay cosas más importantes que discutir estupideces contigo.— Camus estaba por ir a otra habitación, hasta que Milo lo tomo del brazo con fuerza. El galo soltó un quejido de dolor por lo sorpresivo y fuerte del agarre ajeno. —Milo, me haces daño...—
—Lo siento... No me di cuenta de mi fuer...— Milo intento disculparse, pero casi al mismo tiempo sintió que alguien lo pateaba exactamente en su tobillo. Lo que le cortó las palabras de su boca e hizo que soltará a Camus.
Pronto vio al responsable de tal patada y era nada menos y nada más que el pequeño niño.
—¡Eres un bruto! Cómo es posible que lastimes a alguien tan especial como Camus.— El pequeño rápidamente se puso frente a Camus como si quisiera protegerlo, y eso solo causó una inmensa ternura en Camus, pero una inmensa molestia en Milo.
—Maldito mocoso... Está si no te la perdono.—.
—¡Milo basta ya! ¿¡Te das cuenta que vas a golpear a un niño?!?— Camus no toleraria tal violencia en su templo, así que poniendo todas las cosas que tenía en sus manos de lado, se acercó a Milo para sostenerle de la mano antes de que el golpeara al menor.
—¡Este mocoso es el enemigo! Merece incluso la muerte y tú cómo siempre estás del lado del enemigo.— Milo se soltó de agarre con fuerza y empujó a su pareja de lado.—Dinos quien eres maldito... ¡Al menos tu nombre!
—Si tanto insistes, mi nombre es Aelios... Vengo de la Isla Kanon. Nací ahí.— Al decir aquello se acercó al caballero de Acuario y le tomo de la mano con una sonrisa.— Desde que tengo memoria me hablaron mucho sobre los caballeros de Athena, entrene para ser uno de ustedes... Pero mi pueblo fue atacado por una horrible enfermedad, las personas morían cada día... Incluso mis padres, el jefe de mi pueblo me comentó que aquí en el santuario encontraría el báculo de Athena y su poder sería suficiente para sanar a la gente de mi pueblo. Es por eso que vine hasta aquí, pero era obvio que no lo iban a dar por las buenas, es por eso que tuve que atacarlos. Lo siento mucho, no quise lastimar a nadie.
El pequeño sonaba arrepentido, y Camus solo lo miro con compasión. Tal como había pensado, el pequeño solo actuaba de esa forma por una fuerza mayor y quién sea en su lugar hubiera hecho lo mismo. Ahora solo quedaba aclarar las cosas con sus compañeros y diosa.
—Entrenaste para ser un caballero dices... Entonces debes saber antes que nada, ¡Que nosotros como caballeros dejamos todo interés personal de lado! ¡Le debemos nuestra lealtad y vida a nuestra diosa, cosas que tú maldito engendro no cumpliste!—
—¡No tenía otra opción! Mi pueblo agoniza y el tiempo que tengo para salvarlos es corto... Mis padres y amigos murieron... Ya no quiero perder a nadie más...— El pequeño reveló entre lágrimas su vulnerabilidad, al final solo era un pequeño desesperado por buscar una solución. Camus solo se agachó y lo abrazo contra su pecho.
—Tranquilo, yo confío en ti... No le hagas caso al idiota de Milo. Pero ahora hay un problema mayor y es que el arma de nuestra diosa está rota, sino encontramos una solución estamos al merced del enemigo. Aunque ví que tú tienes un poder impresionante para tu edad. Tu ayuda nos serviría mucho y solo así podrías recompensar lo que hiciste. Y si solucionamos este problema estoy seguro que la señorita Athena ayudará a tu pueblo.— Las palabras de Camus llenaron de confianza y alegría al corazón del pequeño, quien le abrazo con más ganas.
—¡Muchas gracias! Haré todo lo posible para enmendar mi error.—
—No cantes victoria mocoso, lo primero que decidira mi diosa será tu muerte por toda tu ofensa.— Milo estaba seguro de que su diosa tendría un juicio justo y razonable. Sin embargo al ir a la reunión lo primero que escucho de la boca de su diosa fue la orden de cuidar del niño y sobre todo vigilarlo.—Pero...
—Nada de peros Milo... Es mejor tenés la fuerza de este niño de nuestro lado, que del enemigo.— Declaró la diosa, algo angustiada.
La mayoría de lo que fueron atacados, obvio no estaban de acuerdo, afirmaron con molestia que el niño solo era una amenaza, pero la diosa como el patriarca no hicieron caso alguno, y se concentraron en un problema mayor. Los demás ya no pudieron protestar al ver que el problema era más grande de los imaginado.
—El báculo de la señorita Athena es un arma que por siglos anhelaron nuestros enemigos. Es por eso que debemos encontrar sus fragmentos cuánto antes o podrían caer en manos enemigas.— Aclaro el patriarca, quien estaba preocupado por lo que ocurrido. En la reunión solo estaban algunos caballeros, pues la mayoría de los heridos se quedaron en su templo como Deathmask y Aldebarán.
Y el pequeño niño también estaba presente, acompañado de Camus quien lo cuidaba como si fuera su propio hijo.
—El problema... Es como lo encontraremos.— Dijo con seriedad Aioros. El también estaba molesto por lo ocurrido, pero trataba de mantener la calma, además de que no estaba a favor de la violencia.
Shion mostró el fragmento que Athena pudo tener luego de la fragmentación. El brillo de aquella pieza era realmente deslumbrante y el cosmos de Athena se sentía en ella.
—Tiene vida propia, podrían guiarse por su cosmos. Cómo no podemos dejar el santuario, dos grupos irán a buscar algunos de los fragmentos. Por lo visto, Camus esta comprometido en cuidar de nuestro invitado, así que irá con él y Milo al primer punto dónde probablemente esté. Y Afrodita junto con Kanon irán al siguiente punto. Cuando regresen otro grupo irá. ¿Quedó claro?— Ordenó el patriarca con seriedad, a esas alturas ya nadie estaba para desobedecer, así que solo asintieron.
Los demás volvieron a sus templos, aunque Camus y el pequeño estaban por irse, fueron detenidos por el patriarca.
—¿Causas problemas y piensas irte sin darnos una explicación pequeño? No pienso confiarme de tu apariencia, si derrrotaste a más de un caballero dorado, es porque no eres del todo débil como pareces. Además de que le debes una disculpa a la señorita Athena por atacarla y causar este problema que es más serio de lo que piensas.— La seriedad con la que hablo el patriarca le hizo temblar incluso al mismo Camus. Con timidez el pequeño volteo hacia los mayores e hizo una reverencia.
—Lo siento diosa Athena... Mi pueblo pasa por un problema mayor y yo no podía darles la espalda, ví la oportunidad de tomar su báculo y di todo de mi para lograrlo. Juro que luego lo iba a devolver. Pero no imaginé que las cosas se complicarían, es por eso que ayudaré a recuperar a Nike, ¡Lo prometo!— El pequeño agachó su cabeza apenado, sin duda había cometido un gran error. Camus se acercó al menor y le tomo del hombro para hacerle dar cuenta que no estaba solo.
—Aelios dice la verdad, además solo lastimo a mis compañeros, controlo su fuerza para no matarlos.— Dijo Camus con una ligera sonrisa. El patriarca se acercó al menor y le tomo de la mano, notando la fluidez de su cosmos era muy similar a la del caballero de Escorpio.
—¿Como es que posees tal fuerza?—
—No lo sé... El anciano de mi pueblo me crío luego de la muerte de mis padres y el era un antiguo caballero de plata. Me entreno desde que tenia 5 años, dijo que nací bajo la constelación de Escorpio y que algún día sería heredero de esa armadura.— Aelios hablo con cierta nostalgia y el patriarca lo miro con cierta duda. Por lo que decidió preguntar al respecto.
—¿Como se llamaba tu maestro?—
—Seraphin...—
—Ese caballero... Pensé que había muerto en una misión.— La buena memoria del patriarca le hizo recordar inmediatamente tal nombre. Solo que tembló al saber que tal persona seguía con vida y por si fuera poco entreno a un gran prodigio. No menciono más al respecto y solo decidió dar una advertencia al menor.—Escucha, si vuelves atacar a alguien del santuario, tu castigo será la ejecución. Está vez te perdonamos, solo porque Camus está de tu lado... Confío en que será un leal aliado nuestro y cuando encontremos a Nike te prometo que iremos en ayuda de tu pueblo. Y si demuestras que puedes con todo eso, pronto serás el siguiente caballero de Escorpio.
Los ojitos del menor se llenaron de lágrimas al escuchar las palabras del patriarca y lentamente asintió. Si tenía ahora la palabra del patriarca era porque las cosas podían mejorar.
—Esta bien... Le prometo hallar a Nike.— La sonrisa de Aelios enternecio incluso al patriarca y a la misma Athena.
Luego de aquella conversación, Camus se retiró junto con el pequeño tomados de la mano. Pero al salir Milo los estaba esperando con una cara de pocos amigos.
—¿Ahora tengo que ayudar a limpiar el desastre del mocoso?—
—No, sino que es tu obligación hacerlo. A menos que quieras desobedecer a nuestra diosa.— Dijo Camus con seriedad, a lo que el joven Escorpio rodo sus ojos de molestia.
—Por una vez... ¿Podrías solo ponerte del lado de tu diosa? Y no del maldito enemigo, ¡Me tiene harto ver qué cada vez prefieres al enemigo y solo nos lastimas! Tu maldito egoismo debe tener un fin.— Grito Milo, su molestia era clara, sin embargo en vez de recibir una respuesta similar Camus solo se soltó al pequeño y se dirigió a Milo para darle un golpe en el rostro. El silencio de esa tarde hizo que se escuchará profundamente ese golpe. Milo no se lo esperaba.
—Tu jamás entenderás las razones de mi actuar y prefiero que no lo hagas... Si esto te molesta pidile un permiso al patriarca e ire yo solo a esa misión.— Sin más que decir el caballero de Acuario tomo devuelta la mano del menor y se lo llevó rápidamente. Dejando pasmado a Milo y algo extrañado.
No quiso darle muchas vueltas al asunto, pues el también se había sobrepasado y hasta cierto punto sintió que se lo merecía.
Jamás se hubiera imaginado que este sería el comienzo del quiebre de su relación con el caballero de Acuario.
Continuará...
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