I: El nacimiento de una nueva estrella
Tras una guerra perdida y la victoria de Hades sobre Athena, trajo consigo muerte y destrucción a la tierra, la luz del sol jamás se volvió a ver luego de eso. Los pocos humanos que sobrevivieron se convirtieron en esclavos y el santuario quedó en ruinas.
Los caballeros fueron capturados por los espectros y uno por uno fueron decapitados.
Los únicos que se salvaron de tal tragedia fueron Saga, Camus y Milo, junto con la joven Athena debilitada y herida. Ocultados en lo más profundo de un antiguo templo más alejado del santuario.
—Camus... Esto es muy arriesgado. Porfavor no te vayas.— Suplico el caballero de Escorpio, tomando la mano de Camus y aferrándose a ella.
—Es nuestra única esperanza Milo, si recuperamos a Nike de las manos de Hades... Es posible volver a confrontarlo.— Camus hablaba con voz calmada, pero mentiría si decía que sentía igual, su corazón latía rápidamente y sabía que si salía de ese templo la muerte lo acecharia en cualquier esquina.
—Es absurdo... Por favor, ¡Saga dile que su idea de recuperar a Nike es imposible!— Gritó Milo al ver que no convencería tan fácilmente al francés. Saga solo suspiro y miro a su diosa, quien ya no poseía su cosmos divino y estaba al borde de la muerte.
—Nos quedamos sin opciones Milo, puede que el plan de Camus funcione.— Comentó el mayor resignado, si querían buenos resultados debían arriesgar todo contra todo. Así que aunque le doliera, debía aceptar el plan de su amigo.
—Prometo regresar Milo, te aseguro que las cosas mejoran de ahora en adelante.— Las palabras de Camus llenaron de confianza el corazón de Milo y aún con sus manos temblorosas soltó la mano de ajena.
—Confío en que regresaras, amor mío...—
Cómo iba saber que esa sería la última vez que vería a Camus... Ese solo fue el principio para que el caos poco a poco destruyera la poca vida que quedaba en la tierra.
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Años atrás...
Una estrella fugaz descendió sobre el santuario, exactamente cerca del templo de Aries, era una noche como cualquier otra cuando esa estrella tomaba la forma de un niño, sus cabellos rubios y rebeldes lo destacaban entre otros, tenía un cosmo poderoso para su edad y ese poder lo pudo percibir el caballero de Aries en cuanto sintió esa extraña presencia.
Pensó que trataba de un simple enemigo, pero se sorprendió al percibir ese gran poder en un pequeño niño de cabellos rubios.
—¿Quien eres?— Preguntó sin bajar su guardia, si ese poder inmenso provenía del niño, no podía confiarse de esa apariencia inocente.
—¿Donde está Athena?— El pequeño pregunto con voz desafiante, posicionándose en una forma de ataque singular. Ante ello Mü inmediatamente puso su muro de cristal, y así evitar que el intruso pasará, pero fue destruida en cuestión de segundos por el niño.
—¿¡Como!?— Rápidamente Mü trato de contraatacar, pero algo había traspasado su pecho, dejandolo fuera de batalla. El pequeño había logrado su objetivo, así que rápidamente avanzo a la siguiente casa. No tardó en derrotar a Aldebarán, y al terminar corrió tan rápido como pudo al templo de Géminis, en el cual solo estaba Kanon.
El gemelo menor si le dió una verdadera batalla al pequeño niño, pero el no cedió y utilizo un poder singular dejandolo quieto y sin poder mover un solo músculo. El tiempo que estaría así le dió ventaja para ir al siguiente templo y enfrentarse con el siguiente caballero.
Al llegar a Cáncer tomó al caballero desprevenido y lo dejo fuera de batalla luego de atacarlo por la espalda, en Leo el caballero le dió una batalla, no se dejó engañar por esa apariencia tierna y no prentendia reducir su poder. Así que está vez el pequeño resulto herido aunque triunfante.
A esas alturas ya estaba cansado, pero continuo, tenía un objetivo por cumplir y nisiquiera iba por la mitad. Derrotando al caballero de Leo siguió hacia Virgo, con ese caballero sería de enfrentarse a una verdadera batalla. Pero por su fortuna el guardián de Virgo no estaba en su templo, así que corrió al siguiente y Libra también estaba sin su guardian. Finalmente llegó a Escorpio, algo cansado y apenas caminando se adentro al templo cuando fue atacado por el caballero de Escorpio.
—Maldito intruso... Si que avanzaste mucho, pero... ¡Aquí será tu tumba! ¡Antares!—
—Estupido...—El pequeño niño simplemente desapareció y reapareció detrás del caballero de Escorpio, su brazo rodeo el cuello del mayor y con su mano libre apunto detrás de la espalda del contrarió. Milo solo sintió como algo afilado chocaba contra su espalda.— ¡Antares!
Pronto el mismo ataque de Milo lo pudo reproducir el niño, Milo dió unos cuantos pasos hacia adelante y cayó al suelo. El pequeño niño rápidamente trato de ir a la salida y seguir avanzando por los templos, sin embargo, a la salida del templo dos caballeros lo atacaron en sincronía.
—¡Ejecucion Aurora!—
—¡Excalibur!—
La sincronía de ambos ataques lastimó seriamente al pequeño, su grito resonó en todo el templo y cayó al suelo herido. Ese ataque lo dejo fuera de batalla, causando que cayera inconsciente a solo unos segundos.
—Aun está vivo... Si que es persistente, pero ahora mismo me encargaré de matarlo.— Shura con una mirada cargada de molestia se acercó al niño para darle un golpe final, pero antes de que lo hiciera, Camus corrió hacia Shura y le abrazó.
—¡Espera!... Es solo un niño, nisiquiera sabemos porque atacó el santuario.— El joven francés se aferró a Shura para evitar que esté diera un solo paso más, pero fueron las palabras del mayor que hizo que Camus dudará de sus propios pensamientos.
—El niño que defiendes casi acabo con nuestros compañeros, ¡incluso hirió a Milo! No es nada inocente no te dejes engañar por su apariencia... Puede que sea el enemigo disfrazado.—
—Pero... No puedes matarlo, al menos que nos diga porque nos atacó.— A pesar que las dudas invadian el corazón de Camus, trato de defender la vida de ese niño.
—¡Camus! ¡Suéltame de una vez! ¡Ese niño es una amenaza!— Shura no quería perder más tiempo y alistó un ataque para matar al niño a una distancia prudencial. Sin embargo, antes de hacerlo al templo de Escorpio llegaron el caballero de Sagitario y su querida diosa.
Inmediatamente Camus y Shura se arrodillaron ante la joven Athena.
—Señorita Athena, no debería estar aquí...— Dijo Camus preocupado, lo menos qu deseaba será arriesgar la vida de su diosa.
—Ya estamos por eliminar al enemigo, no tiene que preocuparse.— Añadio Shura, tratando de no angustiar a la joven con más problemas.
—No... Hay algo extraño en ese niño, por favor no lo mates.— Murmuró la diosa, quien se acercó al niño y reviso que estuviera bien, por fortuna aún respiraba y eso alivió a la diosa. Por lo que trato de ayudar al pequeño brindándole algo de su cosmos.
—!No lo toque señorita! Puede ser peligroso.— Advirtió Shura, intentó acercarse a la joven pero fue detenido por Aioros.
—Nuestra diosa sabe lo que hace Shura, no cuestiones las decisiones de la señorita.—
Shura apenas aceptó esas palabras, mordió su labio y apretó sus puños, y trato de mantenerse en alerta. El pequeño pronto sintió un aura cálida y lentamente abrió sus ojos, el dolor que hace unos segundos lo dejo inconsciente ya no estaba y frente a el estaba una joven muy hermosa y tan solo verla le llenaba de paz.
Al ver que el pequeño no hacía nada, Camus se acercó a Milo y vio que estuviera bien. Delicadamente lo acomodo y recostó el rostro del caballero de Escorpio sobre sus piernas.
—¿Por qué atacaste a mis caballeros?— Cuestionó la joven al ver que el niño estaba mejor.
—¡No te debo respuesta alguna!— El niño se alejo de la joven y se mantuvo en una posición defensiva al ver mejor que estaba rodeado de tres caballeros dorados, dos de ellos bien atentos a cada uno de sus movimientos.
—Lograste herir a Milo con su propio ataque... ¿Quien eres realmente?— Preguntó Camus al ver mejor la herida que dejo fuera de batalla al orgulloso escorpión.
—Yo...— El pequeño dudo en responder, Camus lo miraba angustiado y eso le hizo disculparse.—Lo siento... Pero mi batalla no es contra los caballeros, sino contra su diosa.
—El pacto está firmado con todos los dioses, no recuerdo deber algo algún enemigo más.— Dijo la joven con determinación.
—El solo hecho que tú poseas a un dios como arma y los demás dioses no, es una ventaja para ti... ¡Tu eres la única causante de despertar la ambición de los dioses!— El pequeño corrió hacia la joven intentando atacarla, sin embargo, antes de que algún otro caballero la defendiera la misma joven se protegió con su báculo, el niño vio que esa era su oportunidad y trato de arrebatarle su báculo.
—¿¡Que haces!!?— Reclamó la diosa.
—Si tengo a Nike... Si la tengo puedo cambiar las cosas...—Los ojos del pequeño se iluminaron tan solo tocar el báculo y hacer fuerza para quitárselo a la diosa, miraba con ambición ese objeto de poder.
Al ver cómo procedian las cosas Shura y Aioros trataron de intervenir, pero el mismo báculo emitió un gran brillo, y no era por causa de Athena, sino que el propio báculo el cual emitió un cosmo personal. Y antes de que alguien pudiera tenerlo, el báculo se quebró en varios fragmentos que permaneció unos segundos en el aire antes de salir volando en diferentes direcciones.
Solo dos piezas quedaron en el santuario, una en la mano de Athena y otra en la mano del niño.
—Esto es grave.— Murmuró la diosa, viendo con preocupación el fragmento en su mano.
—¿¡Que hiciste!?— Shura no lo pensó dos veces y golpeó al niño en el rostro. El pequeño cayó al suelo, pero su pequeña mano se aferró al fragmento que tenía.
—¡Shura! No lo lastimes.— Camus a pesar de estar preocupado por Milo, lo dejo y se interpuso entre Shura y el pequeño, solo para evitar que el mayor lo golpeara.
—¡Ya basta Camus! !Si en un principio lo hubiera matado el báculo de la señorita Athena no estaría ahora roto!—
—Es solo un niño... Shura porfavor.—
Shura no hizo caso al pedido de Camus y solo lo lanzo contra un pilar, estaba dispuesto a eliminar a la amenaza que tenía frente a él. Sin embargo, el pequeño al ver que Camus había salido lastimado apretó sus puños con fuerza, sus pupilas temblaron de rabia y está vez libero su verdadera fuerza, su cosmos exploto y al mismo tiempo de la velocidad de la luz atacó al caballero de Capricornio, utilizando su poder traspaso los brazos y piernas del caballero con las agujas escarlatas.
—Ah...—Shura quedó herido, pero antes de que las cosas empeoraran, el pequeño fue tomado de la mano por Aioros.
—¡Sueltame! ¡Lo mataré! ¡Lo mataré!— Repitió con impotencia el pequeño, pero inmediatamente fue golpeado por Aioros en la nuca, lo que le dejo inconsciente.
—Al menos ahora tendremos tiempo para averiguar quién es este niño.— Mencionó con preocupación Aioros. Camus y Athena estaban igual.
—Aioros ayuda a Milo, yo cuidare del niño.— Mencionó Camus acercandose al menor. Athena aún no sabía que hacer y Kanon apareció pronto en el templo. Notando el gran desastre que había en el lugar, los caballeros heridos y el pequeño fuera de batalla sostenido entre los brazos del francés.
—¡Ese niño es un demonio, no lo toques Camus!— Advirtió Kanon con molestia, pero Camus no le tomo importancia.
—Es solo un niño... Y aunque fuera el enemigo debe estar siendo controlado por alguien más poderoso, no levantaré mi mano contra el niño a pesar de lo que hizo, y si por eso debo recibir un castigo estoy dispuesto a aceptarlo, pero a él no lo van a tocar.— Dijo con seriedad, sentía una extraña conexión con el menor. Y su corazón le decía que debía protegerlo a pesar de que el mismo fue testigo del poder del menor y como utilizaba ese poder en contra de sus compañeros.
—Camus tiene razón Kanon, porfavor deja que el niño se quede a lado de él. Todos los demás, ayuden a sus compañeros, por fortuna solo están heridos... Cuando acaben, los que estaban bien diríjase al templo principal.— Ordenó la joven, y ella se dirigió al templo principal, debía averiguar lo que pasaba con ayuda del patriarca.
Los caballeros restantes ayudaron a sus compañeros heridos. Kanon, Afrodita, Aioros fueron a ayudar a sus compañeros caídos, Shaka y Saga estaban en una misión fuera del santuario, así que eran los únicos que no sabían lo que ocurria en el santuario. Pero, ambos sentían esa sensación en sus pechos y estaban intranquilos durante su misión.
Mientras tanto, Camus llevo al pequeño a su templo y ahí atendió sus heridas causadas por los ataques que sufrió, fue cuidadoso y sobre todo delicado con el cuerpo del menor, pero al tratar de curar su brazo noto que el menor aún tenía el fragmento del báculo en su mano, le sorprendió la fuerza con la que aún se aferraba estando inconsciente, así que acariciando sus cabellos se lo quito.
—Me recuerdas a Milo... Era idéntico a ti de pequeño, impulsivo y fuerte.— Con un cariño fraternal, el joven francés limpio el rostro del menor con un paño húmedo y cuando terminó, empezó a guardar las cosas que uso, hasta que escucho algunos murmuros del menor.
—Camus... No te vayas...—
Continuará...
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