Cap 8. Enfrentamiento por unos mortales
Hay se encuentran, dos dioses listos para enfrentarse. Lo que uno no sabe es que el otro tiene un as bajo la manga, un as rastrero que pondrá en serios aprietos a nuestro protagonista.
-Vaya, mira a quien tenemos aquí. Sí es Black cooperando con mortales. Que bajo has caído, viejo amigo.- Esto último golpeó muy fuerte a la sayan, que aún no sabía nada de la historia. Black miraba a Zamasu con odio, no se aguantaba más las ganas de zurrarle. Así que, sin controlar su ira, se lanzó al kaioshin.
-¡No me vuelvas a decir viejo amigo!- Dice mientras le hunde el puño en el estómago. Zamasu lo miró con gozo, algo fallaba y Black se dió cuenta, sabía que el kaioshin era inmortal, pero también sabía que sus golpes al final llegaban a dañarlo.
-Sí quieres pelea, eso es lo que tendrás.- Dice limpiándose la sangre de la boca.
Y así empezó una batalla entre dos inmortales. Mientras la mayoría de mortales que permanecían abajo los miraban perplejos. A excepción de uno, y ese era Trunks, a él no le extrañaba la fuerza de los dos, eran fuertes y eso él lo sabía de sobra. Él sabía al punto que podían llegar ambos, lo que aún no se creía es que aquel ser que tanto le odiaba y casi lo mata, peleará con ellos aunque su vida dependiera de ello.
Mira a la chica que tiene al lado, esta mira la batalla emocionada. Y se pregunta, ¿cuanto tiempo llevarían juntándose? Es sacado de su mar de preguntas al ver una gran explosión a su lado y a Arui salir volando semiinconsciente. Dio gracias de que actuó rápido y pudo cogerla al vuelo mientras veía como Black enfurecía más.
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Mientras un sayan salvaba a Arui de lo que podría haber sido una muerte inminente. Por la cabeza de un dios están pasando millones de pensamientos, pensamientos que le están haciendo darse cuenta de sus sentimientos. De, aunque lo cubra, esos sentimientos que siente por la sayan, que sabe, no son solo de amistad. Esos, que cada noche, no le dejan dormir, que siempre que ve a la sayan le hace sonrojarse. Esos mismos, que lo tienen ahora mismo cooperando con los humanos, y haciendo algo que años atrás le parecería imposible. Enfrentarse al pasado.
-Deja de mirarla, tu contrincante soy yo.- Dice Zamasu golpeando a Black, haciendo que volviera en si. Este siguió el combate con furia. Haciendo retroceder a Zamasu y logrando herirlo de gravedad.
Y así siguió la batalla hasta que Black estuvo alto de los frecuentes sermones que soltaba su adversario. Y comenzó otra conversación que llevaría a graves problemas.
-¡Pero a que viene que quieras matarlos!- Dice Black ya cansado. No recordaba el razonamiento que les llevó a destruir a la raza humana, pero allí estaba Zamasu para recordárselo en el peor momento.
- Que no recuerdas, fue todo idea tuya.- Y esta frase tan simple, rebotó en los recovecos de las ruinas. Dejando impactados a la mayoría y enrabiando al dios, que miedoso miró a Arui con la intención de verla aún inconsciente.
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Y allí, en el suelo, junto a su mejor amigo. Una sayan se recuperaba de aquel golpe, accidental o no, que le había hecho volar por los cielos.
Cuando escucho hablar a Zamasu, decir esa simple frase, que a ella, le había volado la cabeza. Y sin ella pedirlo las preguntas se comenzaron a formar. Y tantas dudas tenía que empezó a hacerse ideas muy equivocadas. Y estos pensamientos la llevaron a actuar erróneamente.
Enfurecida por lo que acababa de ver, salió volando. Confundiendo al sayan que estaba con ella.
Se posicionó donde los dioses y le pegó un puñetazo al que, por muchos meses, había sido su sensei. Provocando, que de este, por primera vez pasará algo que hizo que Arui se diera cuenta de lo que había hecho, el dios estaba llorando y no por el puñetazo, eso ni siquiera lo sintió, pero el actó le dió tan fuerte que le hizo sentir traicionado.
Entonces su cuerpo comenzó a emanar ki y se convirtió en el super sayan rose. Le dió un empujón a la sayan, para apartarla de allí. Mientras creaba una enorme guadaña con la que partió en dos a Zamasu. Los pedazos se dispersaron. Dando así la muerte de Zamasu
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No se aseguró de que de verdad hubiese muerto. Pero en ese momento lo importante era aclarar las cosas con su alumna.
Y dicho esto, bajo a la superficie, y se sentó donde había caído ella y con una voz intimidante le dijo.
-Tenemos que hablar.- Ella asintió. Dando paso a la anécdota de Black que dió comienzo a todo.
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