Cap 5. La motivación de una mortal
Pasaron seis meses, meses en los que Arui estuvo entrenando con Black. Si os lo preguntabais, en todo esté tiempo, Black dejo de querer destruir a la raza humana, para enfocarse en la sayan.
Ahora mismo se encuentran dos seres muy distintos, que, a la vez tienen tanto en común, levantando escombros y haciendo hoyos en la casa del mayor.
-S-sensei, ¿p-podemos descansar?- Dice la sayan agotada, a lo que el dios asiente y ambos se sientan bajo el árbol, que por esta razón, nunca destruían.
Los pájaros cantaban, la brisa suave les movía el cabello. Mientras veían aquella apuesta de sol que, aunque la vean todos los días, para ellos era algo digno de ver.
Entonces se formó el típico silencio que nadie quiere romper, pero alguna vez tenía que romperse.
-Arui, llevo tiempo preguntándome, el porqué de que quieras que te enseñe.- Dice el dios, rompiendo así el silencio que se había establecido. Tras escuchar eso, la chica, se levantó de un salto para hablar cara a cara.
-Te lo contaré, pero solo porque estás haciendo de mi sensei.- A lo que Black asintió, dándole vía libre para que hable.- En el pueblo donde vivo, como te dije hace unos meses, está aislado del resto del mundo. Y como sabrás, últimamente hay muchos ataques en los alrededores, por lo que mucha gente de otros lugares acude a mí pueblo, convirtiéndose así en un refugio para los que son atacados por las amenazas.
Pero al volverse tan solicitado, la amenaza acudió a nuestro pueblo, llevando el caos y la destrucción a este. Así que me propuse hacerme más fuerte para acabar con él.- Tras escuchar el relato, Black cayó en algo, y es que, actualmente, solo hay dos seres que perturban la paz de la Tierra, o habían. Uno es él, que casi, por su deseo codicioso, elimina a todos los humanos de la faz de la Tierra. Y el otro, el que antes fue su cómplice, pero ahora se habían separado, Zamasu, ese ser de tez verde, que, aunque no quiera admitirlo, los dos tienen una cosa en común y es que ambos albergan el mismo alma en su interior. Pero, aunque sean el mismo ser, cada uno optó por caminos distintos.
Pero claro, esto solo era una teoría, también estaba la posibilidad, de que una nueva amenaza, de menos nivel que la de él y la de Zamasu, hubiera llegado, ya que no había nadie en los 12 universos que fuera más poderoso que ellos dos, o eso pensaba Black. Así que, para afirmar su teoría y saber a que se enfrentaba su aprendiz, debía indagar sobre el tema y quien mejor para ello que Arui. Aprovecharía ese momento de confianza, para tener más información sobre la "amenaza" a la que se enfrentaba Arui.
-Ummm, interesante motivo, pero tengo una pregunta,- Dice a lo que la sayan asiente.- Ese ser, ¿cuál es su nombre?
-Creo que lo dijo alguna vez, deja a ver si me acuerdo.- Dijo y empezó a recordar, momentos en los que se enfrentó al ser, pero siempre salía perdiendo. Hasta que en uno de ellos, el primero, recordó como se presentaba, diciendo su nombre.- ¡Ya me acuerdo!- Exclamó victoriosa, llamando la atención del dios que poso su atención en ella.- Se llamaba Zamasu, y se hacía llamar a si mismo dios y afirmaba que iba a exterminar nuestra raza, ya que, somos seres inferiores, según el decía.- Black la miró pensativo, no se equivocaba, aunque en un rincón de su ser, hubiese preferido hacerlo.
Después de esto, Black dio la clase como concluida. Necesitaba un rato para meditar. Así que, al poco rato de Arui haber dejado la cabaña, se metió dentro y se dejó caer en el sofá. Aquel sofá, donde antes compartía noches de cine con sus amigos, pero de eso hacía muchos años.
~•~•~
Mientras Black, miraba fijamente a la negrura de la pantalla de la televisión, sumergido en sus recuerdos. Un ser de tez verde, ojos grises y sin emoción, y una cresta canosa, se dirigía camino a la cabaña donde antes vivía con su antiguo compinche.
Desciende con cuidado de no ser descubierto, ha camuflado su ki por lo mismo. Entonces, una vez en frente de la puerta, toca haciendo sonar un ritmo peculiar.
~•~•~
Black, seguía sentado en el sillón, cuando escucha aquel sonido, que él y su antiguo aliado usaban para hacer saber que ya estaban en la casa.
Con temor, se levantó del sillón y se dirigió hacía la entrada y abrió con cuidado la puerta. Y allí, con una amplia sonrisa, encontró al ser, que aunque no lo supiera y no lo quisiera ver, era el que más necesitaba ver.
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