Cap 1. Desdichada mortal

Ha pasado un año desde la llegada de Black a la Tierra.
Desde ese momento, no ha habido ni una pizca de alegría en el lugar.

El mundo estaba sumergido en la desesperación, y el dios, aquel ser despreciable que los había sucumbido en el terror, gozaba de la desesperación y frustración del lugar. Pero, con el paso del tiempo, aquella destrucción se transformó en algo monótono y sin gracia alguna.

El dios, estaba ansioso de acabar con su trabajito de una vez por todas. Así que un buen día decidió darlo por acabado.

Black salía de su cabaña, camino a su último día en la Tierra. Cuando salió, recordó que, ¡se le había olvidado el almuerzo! Y como es evidente, no se puede destruir un planeta con el estómago vacío. Por ende tuvo que regresar a casa para recogerlo.

Una vez allí, ¡se encontró la cabaña hecha un desastre! Al ver esto, sospecha que alguien se haya colado en su vivienda, así que empieza a buscar por todas las habitaciones a ese despreciable mortal.

Pasaron unos treinta minutos, y nada, había buscado por toda la casa, pero ni rastro del mortal. En el momento en el que se iba a dar por vencido, escucho un ruido proveniente de la alacena. Con sigilo y la esperanza de encontrar al culpable de dicho desastre, Black se dirigió a la cocina, donde se encontraba la alacena. Al llegar, su vena se infló y sus cejas se fruncieron tras ver aquella escena. Y es que, una sucia mortal, se había colado en su hogar, con el estúpido propósito de, ¡robarle su comida! ¡Pero que se creía esa vulgar humana al andar rebuscando en sus reservas!

-¡Como te atreves mortal a rebuscar en las reservas alimentarias de un dios!- Le regaño Black, a la humana, esta levantó su mirada. Tenía la boca llena de comida y manchada con alguna salsa.

La chica, quiso hablar, pero al tener la boca llena su pronunciación no era muy clara.- "Teia hambe y omo aguí haia comía po ente"- Dice y sonríe. Black la mirá estrañado, no había entendido nada de lo que había intentado decir aquella humana.

Molesto por la actitud de la chica, habló serio y seco.- Sí vas a hablar, por lo menos no lo hagas con la boca llena y más te vale que no sea alguna insensatez.- Al decir esto, se percato de que inconscientemente había hablado como una madre humana, cosa que le resultó muy sorprendente y vergonzoso por su parte.

La humana le hizo caso, tragándose lo que tenía en la boca antes de volver a hablar.-Soy Arui Suzuki.- Dice una vez de pie, luego estiende su mano para estrecharla con la de el dios.- Encantada de conocerte.- Por raro que aparente, a Arui no le daba miedo Black, más bien parecía que ni supiera quién es y es que es así, porque por extraño que aparente, algunas, pocas, zonas del mundo, todavía no habían sido afectadas por el apocalipsis de Black. Así que Arui no tiene ni idea de quién es el dios.

Black aceptó el apretón de manos y puso una sonrisa más bien diabólica.-Si encantado.- En ese momento un ki rosado comenzó a emanar de la mano del dios, atravesando la mano de la chica con una espada de energía.

-Auch.- Se queja la chica y comienza a agitar la mano con la intención de menguar el dolor.- Eso dolió sabes.- Dijo sujetándose la mano adolorida.

-¡Eso te pasa por entrometida! ¡Y ahora, largo de mi casa!- La coge de la camiseta y, la arrastra fuera de la casa. En la entrada, la deja en el suelo.-¡Y no vuelvas a robarle el alimento a un dios!- Dice y le cierra la puerta en sus narices.

-¿Un dios?- Se quedó Arui pensando. Sin saber si quiera que significado tiene esa palabra.

Arui, aún con su pregunta rondando por la cabeza, decidió no dejarla pasar. Iría todos los días a ver a aquel ser, hasta responder su pregunta. Con esta idea en mente volvió a su casa, pero, como es evidente guardo el secreto de que había visitado aquél lugar, para poder ir más veces sin problema alguno.

Mientras, con Black. Él no se creía que no había actuado como siempre, pero, algo extremadamente raro se lo impidió. Se tumbó en la cama, dandole vueltas al asunto. Al final llegó a la conclusión de que eso sería una minucia sin importancia que no volvería a ocurrir.

Pero que equivocado estaba

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