Capítulo 37

Pov. Axel

Hoy he tenido la mejor noche de toda mi vida, dormir junto a mi mate ha sido de lo mejor, creo que ni de niño dormí tan bien, el problema llegó después, cuando pasadas las 11 de la mañana aún no despertaba, por lo que fui donde mi madre y ella me dijo que era probable que usar tanto el don la había desgastado más de lo que imaginaba, pero que no era para alarmarse.

Y aquí me encuentro yo, siendo casi la hora de merendar y mi luna sin despertar, ya que no me he movido de su lado desde después del desayuno, incluso tuvieron que traer la comida a mi habitación porque me negaba a salir y dejarla sola, en cualquier momento puede despertar, y yo quiero estar con ella cuando eso ocurra, pero cuanto más tiempo pasa, más nervioso y preocupado me siento.

¿Y si la marcamos?

¿¡Qué!?, ¿¡a qué viene eso!?

Recuerda que la marca tiene efectos curativos, más de uno se ha salvado porque su compañero le ha marcado.

Fenris, ella no está enferma ni herida, lo que está es cansada, despertará, en algún momento.

¿Y si no despierta?

Me niego a esa posibilidad, solo de pensarlo me parte el alma, no podría vivir sabiendo que mi luna está en coma de por vida, me da igual lo que tuviera que hacer, sería capaz de dar mi vida si con eso ella despierta, yo no soy Romeo, yo no me suicidaría para estar con ella, yo daría mi alma para que ella volviera y no estuviera muerta, aunque eso significara perderla para siempre, pues sabría que estaría viva y bien.

-Mmm - ese sonido me devuelve a la realidad.

-Alexia - la llamo, a lo cual ella se remueve.

-¿Axel? - pregunta mientras a poco abre los ojos.

-Estoy aquí- le digo sujetándole la mano.

-¿Qué ha pasado? - me pregunta desorientada - me duele la cabeza.

-Te desmayastes por usar demasiado tu don, has estado todo un día inconsciente - le digo suave.

-¿¡Un día!? - grita, ocasionando que me vaya para atrás del susto.

-Sí - digo levantándome del suelo.

-Perdón.

-No pasa nada.

Se nota que está avergonzada, su sonrojo es muy notorio, tiene la piel bastante pálida, y esta imagen se me hace muy tierna, nunca la había visto así. Al darse cuenta de que la estoy observando, se gira para que no pueda verla el rostro, pero me atrevería a decir que ahora debe de estar aún más roja que antes.

-Creo que es mejor que me vaya, estoy segura que esta no es mi habitación asignada, y me gustaría darme una ducha y cambiarme de ropa.

Sin esperar una respuesta de mi parte, salió prácticamente corriendo de mi habitación, lo cual me hace mucha gracia y ocasiona que me ría sin mucho control, menos mal que ya no está en el cuarto, si no, seguro se hubiera molestado conmigo por reírme de ella, es más, estoy casi seguro que me hubiera golpeado o me habría lanzado un hechizo.

Una vez mi ataque de risa se ha mitigado, me dirijo a su habitación y entro sin hacer ruido, sé que está en el baño porque puedo oír el ruido de la ducha. Me tumbo en su cama y cierro los ojos, no sé si saldrá vestida, con toalla, o simplemente desnuda, y para que no haya malos entendidos, prefiero tener mis ojos cerrados y esperar a que esté lista antes de abrirlos.

¿Te das cuenta que en algún momento la veremos desnuda?

¿Y tú te das cuenta que hacerlo ahora sería de mal gusto?

¿Mal gusto para quién?, yo encantado de verla así, y tú no me engañas, seguro que tú lo estarías igual.

Fenris, calla.

Lo oigo reírse en mi cabeza como el lobo loco que es, no entiendo cómo me pudo tocar un lobo tan pervertido, por no hablar de que no respeta los tiempos de nuestra mate, la quiere, la desea, eso se nota a la legua, pero a veces parece que no la respeta. El sonido de la puerta abriéndose y el grito ahogado de Alexia son lo que me hacen salir de mi ensoñación.

Pov. Alexia

No me puedo creer que me haya sonrojado, ¡A MÍ NUNCA ME PASA!, sin embargo justo me tenía que pasar con Axel enfrente, creo que es uno de los momentos más vergonzosos de toda mi vida, es por eso que salí de su habitación prácticamente corriendo, por eso y porque quería darme una ducha, me siento pegajosa.

Al terminar de ducharme, me seco y salgo con la toalla, ya que no me he traído ninguna ropa, pero cuán es mi sorpresa al ver a Axel en el cuarto, y lo que es peor, encima de la cama, vamos, que no grité a pleno pulmón de milagro, además de que casi se me cae la toalla, por suerte él tiene los ojos cerrados, no me quiero imaginar qué habría pasado si se me hubiera caído y él me hubiera visto.

-¿Qué haces aquí? - pregunto casi gritando y con una voz más aguda de lo normal.

-Vine a preguntarte si tienes hambre, enseguida es la hora de merendar - antes si quiera de que dijera una sola palabra, mi estómago gruñó, y por la sonrisita de Axel, imagino que lo escuchó.

-Sí, tengo bastante hambre - no es para menos si en verdad he estado todo un día dormida - ¿te importaría irte para que yo pueda vestirme?

-Tranquila, no abriré los ojos - y como si quisiera reafirmar lo dicho, puso su brazo izquierdo encima de sus ojos - te doy mi palabra.

Un poco insegura, y no es para menos, voy al armario, cojo un poco de ropa y me visto a toda prisa, lo malo de que sea un hombre lobo es que tiene un gran oído, no me quiero ni imaginar lo que podría estar pensando ahora mismo, y tampoco es que quiera usar mi don para averiguarlo, me conformo con que mi sonrojo se pase para que Axel no lo siga viendo.

-Ejem - me aclaro la garganta para intentar que no me falle la voz a continuación - ya puedes mirar - él retira su brazo de los ojos, y me mira con una sonrisa.

-¿Bajamos? - asiento sin decir nada y juntos bajamos al comedor.

Pov. ???

Nunca pensé que volvería a este lugar, hace ya más de cinco años que me fui decidida a no volver, pero las circunstancias me han traído de vuelta. Nunca quise ser una bruja oscura, lo que hacían todas en este lugar me desagradaba, y aún me sigue desagradando, pero si es la única forma de conseguir lo que quiero, que así sea.

-Mirad quién ha venido, la hija pródiga ha regresado - avisa de mi llegada una de las centinelas - cuanto tiempo, ¿a qué has venido?

-Quiero hablar con mi abuela - digo seria.

-No creo que esté muy feliz de verte, abandonaste el aquelarre hace mucho.

-No te estoy preguntando si se alegrará de verme, solo que me lleves con ella, ahora - le digo con mi mirada de fuego.

La centinela asiente temerosa y me guía por el lugar. La mirada de fuego es algo que tenemos en mi familia, mi madre la tiene, mi abuela la tiene, básicamente todas las mujeres de mi familia la tienen, por alguna razón desconocida, nosotras solo podemos tener niñas, nunca ha nacido un niño.

El lugar es tal como lo recordaba, sombrío, tenebroso, lúgubre, en fin, lo que se podría esperar de un aquelarre, y más si está bajo tierra. No tardamos ni quince minutos en llegar a la sala de pociones de mi abuela, y al entrar se la puede ver haciendo alguna poción del libro que tiene sobre la mesa, lo típico en ella.

-¿A qué has venido? - me pregunta sin dejar de centrarse en su poción - pensé que no volverías, dejaste muy claro que no querías ser una bruja oscura.

- Y así es, pero las cosas han cambiado, y hay algo en esta familia que siempre hacemos.

-¿Y eso es?

-Hacer que lo que haga falta para conseguir lo que queremos - mi abuela deja de mirar su poción y me mira con una sonrisa.

-Tengo curiosidad por saber qué es eso tan importante que quieres que estás dispuesta a volver a casa - me dice con una sonrisa diabólica, no creo que conozca otra sonrisa.

-Y lo sabrás, abuela Fátima.

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Hola, espero que os haya gustado el capítulo, tengo dos preguntas muy importantes que hacerles y deseo su opinión sincera, ¿creen que Fenris es un pervertido?, y, ¿quién creéis que es esta misteriosa narradora que resulta ser nada más y nada menos que la nieta de Fátima?

Colmillo04chitón.

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