16- Viviré siempre en tu memoria

~PDV ELIAN~

Era imposible que asimilara la noticia que el doctor nos acababa de dar, simplemente me rehusaba a ella.

—Hola ¿Quién eres tu? —Nastya se reacomodaba en la cama y dolió ver que no me reconocía.

—Soy…

—Nadie, no es nadie Nastya. —El imbécil de Gael se metió, a lo que no pude evitar mirarlo con odio.

—¿Y tú? —Ella lo señaló quedando éste de piedra.

—¿Cómo qué quien soy? —Se acercó hasta ella sujetando sus manos, pude ver dolor en sus ojos y por unos segundos me puse en su lugar, yo sabía de primera mano lo que era experimentar que la mujer que amas te haya olvidado.

—Lo siento, no se quién eres. —respondió quitando sus manos.

—Soy Gael, tu amigo. —Las lágrimas amenazaban con caer.

—Lo siento. —El tono de su voz apenada era evidente.

—Con permiso. —Interrumpí su momento, una por tantas Gael—. Aunque no recuerdes quién soy en este momento, mañana vendré a verte para llevarte a nuestra primera cita nuevamente. —Me acerqué y deposité un beso suave en su mejilla, ahora menos que nunca me daría por vencido.

~PDV NASTYA~

El dolor punzante en mi cabeza hizo que abriera los ojos para encontrarme con dos desconocidos en mi cuarto.

Me tomé unos minutos para asimilar que me encontraba en el hospital, pero no estaba preparada para escuchar lo que el doctor dijo.

No quería que nadie supiera que había escuchado todo y esperé a que se fuera para preguntar quiénes eran esos jóvenes.

De los dos sólo uno captó mi atención, no sólo porque tuviera unos ojos grises precioso, sino porque la tristeza se reflejaba en su alma.

La pelea entre los dos por captar mi atención fue graciosa pero preocupante, era doloroso no poder reconocerlos.

—Aunque no recuerdes quién soy en este momento, mañana vendré a verte para llevarte a nuestra primera cita nuevamente. —Esas palabras se grabaron a fuego en mi pecho, una sensación de familiaridad inundó cada rincón de mi cuerpo, y aunque no lo conocía solo quise que el mañana llegara rápido.

—¿De verdad no me recuerdas? —La voz del otro joven me sacó de mis pensamientos.

—Lo siento. —Repetí nuevamente. Era atractivo y misterioso con ese pelo largo y sus ojos claros, pero a diferencia del otro, él sólo me transmitía una gran amistad y alegría.

—No importa, yo te ayudaré a recordar. —Y al sonreír fue como si el cuarto cobrara vida—. Empecemos con mi nombre: soy Gael y soy tu mejor amigo. —Extendió su mano para saludarme.

—Un gusto Gael. —Apreté su mano—. Yo no recuerdo cómo me llamo. —Bajé la mirada hacia mis sábanas.

—Tu nombre es Nastya. —Tomó mis manos que jugaban con mis dedos por los nervios—. Tranquila, no pasa nada, yo a veces no suelo recordar mi nombre. —Hizo una expresión pensativa mirando hacia la nada—, aunque creo que eso se debe a que bebo demás. —No pude evitar soltar una carcajada ante su comentario, se estaba esforzando para hacerme sentir bien—. Muy bien, es la primera vez que ríes desde que despertaste, es buena señal.

—Todo se debe a ti. —Trató de ocultar un leve sonrojo que descubrí a tiempo.

—Y es sólo el comienzo, pero es todo por hoy. Debes descansar. —Me acomodó las sábanas mientras me recostaba—. Mañana vendré por ti para ir a tu casa.

—Gracias. —Sonreí agradecida por su simpatía.

—Hasta mañana. —Me abrazó dejándome envuelta en un mágico perfume alegre, para luego atravesar la puerta de la habitación.

Ahora que estaba sola cerré los ojos y su mirada triste se hizo presente ¿Qué tan rota puede estar una persona para que tu alma se vea de esa forma? Di vueltas y vueltas sobre la misma y áspera cama tratando de recordar quién era, porqué sentía que era alguien muy importante en mi vida, porqué sentía que no podía dejarlo ir, y recordé sus palabras de volver a tener nuestra primera cita, mi corazón se aceleró inmediatamente.

—Yo quiero que sea de día para verte “ojos tristes”. —Ese había sido el apodo que le di, ya que no recordaba su nombre. Yo de verdad quería volver a verlo.

~PDV ELIAN~

Destrozar mi habitación y llorar sin consuelo alguno no sirvió para sacar toda la angustia que tenía. No era justo, nuestro amor no podía ser condenado de tal manera, estaba dispuesto a ganarle al destino, mañana sería un nuevo día.

—¡Buen día! ¿Puedo pasar? —Asomé el cuerpo por la puerta para ver si estaba despierta.

—¿Qué haces tan temprano? Si te ven las enfermeras te van a matar. —dijo horrorizada, a lo que no pude seguir conteniendo la risa ante su preocupación, ella de esa forma también se veía hermosa.

—Vine a raptarte. —Pasé ya que no quería que nadie me viera y arruinara mis planes—. Te lo dije ayer, hoy tendremos nuestra primera cita de nuevo. —Le guiñé un ojo.

—Me van a retar. —Su inocencia me estaba matando, no podía ser más linda.

—Si no quieres puedo retirarme. —Agarré el mango de la puerta.

—Además… —Sus palabras hicieron que me detuviera—. No tengo ropa decente para una cita.

—No hay problema. —Le enseñé una bolsa que contenía ropa de su talla—. Tengo todo cubierto.

—¿Cómo es que tú sabes mi talla? —Recibió la bolsa asombrada.

—Es un secreto que voy a guardar. —Y me volteé para que pudiera cambiarse.

—Listo. —dijo al cabo de unos minutos, que se hicieron eternos para mi y en donde en más de una oportunidad me vi tentado a voltear y hacerle ahí mismo el amor, ella terminó—. ¿Cómo me veo?

Definitivamente esa ropa no era su estilo. Un jean ajustado y con unos tajos en las rodillas, una remera sin manga y dejando al descubierto su estómago, acompañado de una camisa de mangas largas blanca y a cuadritos, no eran para nada su forma de vestir, ella jamás usaría zapatillas, su estilo era más formal y algo sombrío y apagado debido a su personalidad un tanto pesimista y depresiva; y es por eso que quise, aunque sea una vez, que experimentara lo que era vestirse de una forma más relajada.

—Te ves preciosa. —Ocultó una sonrisa entre sus cabellos, su timidez seguía intacta.

—¿Por qué será que siento que usualmente no usaría esto?

—Por que no lo harías. —La tomé de la mano y antes de salir de la habitación me fijé que no hubiera nadie en los pasillos.

Caminamos en silencio y no fue hasta que ella me detuvo que me percaté de que no había soltado su mano, al parecer se sentía incómoda y pensar que antes era ella la que no me soltaba, eso me entristeció por un segundo.

—Lo siento, no fue mi intención incomodarte.

—Es sólo que no estoy acostumbrada. —Se sobó la mano que había sostenido—. ¿A dónde iremos? —Sus ojitos se iluminaron.

—Pronto lo sabrás ¡Vamos!

Caminamos un rato largo nuevamente en silencio, no sabría por dónde comenzar a hablar y ella por lo visto tampoco.

—¡Llegamos! —Dejé al descubierto la entrada de un bosque mágico, donde cuentan las leyendas que aparecen las hadas.

—Es hermoso. —Y se aventuró a dar un paso.

—Dicen que es un bosque encantado donde las hadas habitan, y que si tienes la suerte de ver a una cumplirán un deseo que les pidas.

—¿De verdad? —preguntó dudosa mientras acariciaba los troncos de los árboles llenos de musgos.

—¿Ya tienes un deseo para pedir? —Me sorprendió.

—Si.

—¿Cuál? —Me intrigaba, quería saber.

—Me gustaría saber tu nombre. —Articuló casi en un murmuro.

—Es fácil, me llamo Elian. —Extendí mi mano para presentarme como si fuera la primera vez.

—Es muy tú. —Me miró como si estuviera buscando algo en mi mirada.

—¿Cómo es eso? —Caminé a su lado mientras esperaba una respuesta.

—Elian significa brillante como el sol, y por más de que tu alma este triste, tu personalidad resplandece. —Y pensar que palabras similares ya habías utilizado en nuestro primer encuentro.

—Gracias. —respondí sonrojado y sorprendido a la vez, no dejaba de sorprenderme.

—Sólo fue una apreciación.

Estuvimos conociendo el lugar por horas hasta que nuestros estómagos comenzaron a reclamar por comida, por lo que nos detuvimos en unas ruinas cubiertas de musgos para comer lo que había preparado.

El lugar era precioso y místico, las ruinas se hallaban entre el césped elevado y verde, rodeado de unos cuántos árboles con enredaderas en sus troncos.

La conversación se había vuelto más fluida, ella me preguntaba todo lo que quería saber y yo solo trataba de responder lo que fuera necesario para no aturdirla con recuerdos que no estaban en su memoria.

El bosque llegó a su fin dejando al descubierto un río mágico donde pasamos el resto de la tarde hablando sobre lo que le gustaría hacer al día siguiente.

—Ya ha caído la noche. —Comentó mientras se recostaba en la manta que estaba encima de la hierba.

—No lo había notado. —bromeé.

—El cielo aquí es hermoso, el día entero fue hermoso. —Se giró quedando frente a mi, dejándome al descubierto de que la había estado mirando todo el rato—. ¿Qué tanto miras? —No fue necesaria una luz para saber que se había sonrojado y que estaba nerviosa, podía sentir el movimiento de sus dedos jugando entre ellos.

—A ti. —Acorté nuestras distancias, mi mano acariciaba su mejilla mientras ella se relajaba con mi toque—. Todo el tiempo te he mirado a ti, sólo a ti y a nadie más que a ti. —Cerró los ojos y fue la señal perfecta para besarla, nuestro primer beso por una décima vez.

~PDV NASTYA~

El beso hizo que sintiera unas inmensas ganas de llorar y aferrarme a él con todas mis fuerzas, pero por un instante, decidí ser fuerte.

—¡Mira una estrella fugaz! —Su mano señaló el firmamento oscurecido que por un breve instante fue iluminado por la magia de una estrella—. ¡Pide un deseo! —dijo sosteniendo sus ojos sobre mi, como si pudiera adivinar lo que pediría.

Un deseo... Tantas cosas por pedir.

Deseo que tus besos no se escondan de mis labios, que tus ojos no dejen de alumbrarme en mi tormento, que tus manos no olviden el camino hacia mi cuerpo.

Un deseo…

—No olvidarte. —Solté sin pensarlo.

—Nunca lo harás, viviré siempre en tus memorias, aún si en ellas pareciera no estar, siempre estaré para ti. Estaré siempre detrás de ti, así que no temas. Te Amo.

Esta vez fui yo quien tuvo la necesidad de no contenerme y lo besé como si mañana fuera a olvidarlo.

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