Esta historia se remonta a 1700, en nada más, ni nada menos que Versalles, una ciudad de Francia.

Era como tradición que cada mujer al llegar a la mayoría de edad se casase, el padre era quién elegía al mejor pretendiente para su hija, por supuesto.

Toda doncella deseaba, o anhelaba llegar a dicho momento, puesto que nos preparaban desde que llegamos a tener uso de razón para llegar a ser unas excelentes esposas, perfectas para nuestros esposos, pero este no fue mi caso.

Soy Adélie Beaumont, hija del vizconde Beaumont, un hombre importante en la corte del rey, y esta es mi historia.

Los invito a conocer como pasé de ser una reliquia para la familia, a ser la mayor decepción... o algo así.