Capítulo 8. ♡
Pensar en Alonso se ha vuelto uno de mis hobbies preferidos puesto que pienso en él todo el tiempo, más de lo normal. Me gusta, si mucho, pero no creo que él se sienta atraído por mí. Lo nuestro es una amistad solamente y presiento que estaré en la famosa 'Friendzone' por mucho tiempo.
Cada mañana al despertar lo tengo presente y sé que si no hubiera pedido ese deseo él tal vez nunca se hubiera ni dado cuenta de que existía, ni de que lo amaba. Claro que ahora tampoco sabrá que lo amo, no quiero arruinar mi amistad con él, si se entera de mis sentimientos hacia él probablemente no me volvería a hablar o quizá si lo haga pero no sería lo mismo. Mi amistad con Alonso es lo más cerca que tengo de una relación con él y no puedo arruinarla.
Tengo miedo de equivocarme y hacer algo que tal vez arruine su futuro, así como en las películas cuando alguien viaja en el tiempo y hace algo que cambia el futuro y tiene que regresar para arreglarlo. Todo puede pasar ahora.
Sumergida en mis pensamientos siento como el tiempo avanza a paso lento y sin prisa alguna. Las ganas de querer volver a ver Alonso se hicieron presentes y me inquieta cada vez más. Me encuentro en la clase de Historia, faltan minutos para que la clase acabe, minutos que parecen años. Tengo la mirada hacia mi cuaderno mientras atormento a mi lápiz con los dientes.
Dirigí mi mirada hacia Jessica quien se encuentra a cuatro asientos de mi lugar. Esta platicando con Daniela y Fernanda, se han hecho amigas durante este tiempo. Una parte de mi aún se siente triste y sola, mientras que la otra parte ya lo supero.
La maestra Lina se encuentra en su escritorio con las piernas cruzadas mientras sostiene un libro en sus manos. Mire mi cuaderno de nuevo, aún no he comenzado a contestar el cuestionario que había marcado minutos atrás.
El timbre sonó tres veces indicando que las clases habían terminado, un suspiro salió de mis labios al escucharlo.
Pude observar a Alonso recargado en la reja de la entrada. Camine hacia él y le sonreí al acercarme.
—Hola Melissa—Me sonrió.
—Hola—Devolví el gesto.
—Permíteme.
Alonso se acercó a mi y colocó mi mochila en su hombro derecho para después tomar mi mano y empezar a caminar. Alonso estaba callado y pensativo de nuevo, el incómodo silencio me estaba matando y quería preguntarle lo que le pasa.
Después de unos minutos–en realidad varios–ya nos encontrábamos en la puerta de mi casa. Casi no habíamos hablado en el transcurso, tan sólo resumimos nuestro día en la escuela y ya.
Sentí un jalón en mi brazo lo que me hizo voltear por instinto. Me percate de Alonso quien estaba atrás de mí con una media sonrisa en su rostro.
—Melissa—Me llamo despacio, casi susurrando.
Pude notar lo nervioso que estaba por la manera en que una de sus manos está en su nuca y la otra en el bolsillo de su pantalón. ¡Vaya que lo conozco bien!.
Lo mire a los ojos.
Soltó un largo suspiro y bajo la mirada.
—Yo... Quería hablar contigo.
Asentí con la cabeza, esperando a que continuara.
—¡Alonso! Que gusto verte de nuevo—Mi madre nos interrumpió.
—Hola señora—Alonso le sonrió a mi mamá cortésmente.
—¿Qué hacen ahí parados? Vengan, entren.—Ordenó.
Los tres entramos a la casa, siguiendo a mi mamá.
Desde estas últimas semanas Alonso ha venido frecuentemente a mi casa y yo a la suya, a mi madre le cae tan bien que me pregunta a cada momento por él.
—¿Te quedarás a comer Alonso?—Preguntó mi mamá sonriendo ampliamente.
—Eh...
Alonso me miro como si me estuviera pidiendo permiso. Asentí levemente y sonrió.
—Me encantaría.—Respondió.
—Magnifico, ya mismo les sirvo.
Observe a mi mamá dirigirse hacia la cocina, dejándonos a los dos solos.
Le dije a Alonso que subiría a cambiarme, el asintió y subí rápido a mi habitación. Cuando baje él estaba en el comedor poniendo los platos y vasos en la mesa. Me acerque a ayudarlo acomodando los los vasos y los cubiertos.
Mi mamá entro al comedor con la comida ya lista y sirvió en los platos. Los tres nos sentamos para empezar a comer.
—Y dime Alonso ¿cómo te va en la escuela?—Mi mamá preguntó llevando un trozó de carne a la boca.
—Bien, es extraño pues no conozco a casi nadie en la escuela, excepto por un chico... creo que su nombre es José si no recuerdo mal.
Me atragante al escuchar a Alonso mencionando a Jos. No esperaba escuchar su nombre tan pronto. Los dos me miraron confundidos por mi reacción. Le di un sorbo a mi bebida para después disculparme.
—Ya conocerás a más personas, no lo sé tal vez ocurra algo que no esperabas y cambie tu vida por completo.—Mi mamá bromeo mientras yo luchaba en no escupir el refresco.
¿A caso mi mamá es bruja o algo?
—Sí, podría ser verdad—Alonso sonrió y poso su mirada en mí.
Puedo sentir el calor en las mejillas. Dios, odio sonrojarme cada vez que me sonríe y mira de esa manera.
—¿Y mi hermanito?—Le pregunté a mi mamá para cambiar la conversación.
—En la casa de sus amigos, me ha estado rogando para que le compre una consola de videojuegos y como me he negado debido a sus malas calificaciones no tuve otra opción que darle permiso de ir a jugar con sus amigos.
—¿Mau tiene malas calificaciones? ¡Ja! Eso ya no es novedad.—Me burlé.
—Espero que no estés igual ¿eh?—Advirtió.—Chicos ¿Podrían pasarme la sal?
Estiré mi mano para alcanzar la sal y sentí un suave roce en la mano al tomar el salero. Me gire para encontrarme con la mirada de Alonso clavada en mí. Mire su mano que se encontraba tomando la sal al igual que yo.
No pude evitar sonrojarme al sentir esa electricidad recorrer mi cuerpo. Solté la sal para que Alonso se la entregue a mi mamá. El incómodo silencio se hizo presente de nuevo. Mi madre lavo los trastes mientras Alonso y yo limpiamos la mesa.
Mi mamá sonreía mientras nos observa. Comienzo a sospechar que ella está haciendo todo esto a propósito.
Sentí la mirada de Alonso clavada en mí. Me gire por instinto y observe la sonrisa en su rostro. Una sonrisa instantánea se dibujó en mi rostro al verlo.
—¿Sucede algo?—Alce una ceja.
Su sonrisa se ancho y me percate de su cercanía.
—No, nada.—Negó pero lo miré sin estar convencida. Él sonrió una vez más.—Tienes una hermosa sonrisa ¿lo sabias?
Y de nuevo sentí como el calor subió a mis mejillas.
—De hecho, lo mencionaste el día que nos conocimos.—Reí tratando de ocultar el color en mi rostro.
Alonso estaba muy cerca mío, quisiera besarlo, y lo haría si tan solo tuviera el valor de hacerlo. De pronto sus labios están a centímetros de los míos, como si el supiera leer la mente. Mi corazón está palpitando demasiado rápido ¿Qué me está ocurriendo hoy?
El teléfono de Alonso comenzó a sonar haciendo que nos separemos. Alonso se disculpó y se alejó para poder atender a su llamada. Maldije en voz baja por la interrupción. Supongo que no podre besarlo nunca.
Después de un par de minutos Alonso se encontraba de nuevo a mi lado, tenía la mirada hacia el suelo, pensativo.
—¿Sucedió algo?—Pregunté preocupada.
—¿Ah?—Me miro.—Oh no, no es nada, mi mamá quiere que lleve a Braulio a su clase de natación.
—Oh.—Me limité a responder.
—Bueno me tengo que ir, me despides de tu mamá ¿sí?
—Si, yo le digo.
Lo acompañe hasta la puerta, y una vez en ella nos detuvimos.
—Hasta luego Melissa.—Se despidió de mí depositando un beso en mi mejilla.
—Adiós.
Di un hondo suspiro al ver a Alonso alejarse. Entre a mi casa cerrando la puerta de tras de mí.
—¡Melissa!—Mi mamá me llamó desde la cocina.
—¿Qué sucede?—Pregunte encaminándome donde estaba ella.
—Ayúdame a... ¿Dónde esta Alonso?—Frunció el ceño mirando tras de mi.
—Se fue hace un momento ¿Por qué?
Ella sonrió y se sentó en una de las sillas que estaban ahí.
—Ven siéntate aquí—Dio palmaditas a la silla que estaba a su lado, invitándome a tomar asiento.
Me senté donde me indicó, algo confusa por como estaba actuaba.
—¿Desde cuándo Alonso y tu son novios?
—No somos novios, solo somos amigos.
—¡Claro que lo son! Andan juntos a todos lados, se toman de la mano e inclusive los vi casi besándose hoy, sé que estoy vieja pero no tanto, eso no lo hacen los amigos ¿o sí? ¿Por qué no me habías dicho que son novios?—Reclamó.
—Mamá ya te dije que no es mi novio, solo es un amigo.
—Si claro, un amigo.—Rodó los ojos.—Pero de algo si no estoy equivocada, te gusta Alonso.—Sonrió.
—No, claro que no.—Mentí.
Si le decía que Alonso me gustaba no me daría vida nunca, la conozco muy bien y no quiero decirle por ahora.
—Melissa soy tu madre, se cuándo me estas mintiendo.
Pero la maldita sonrisa en mi cara me deltaba.
—De acuerdo, tal vez si me guste un poco ¿satisfecha?—Me rendí.
Ella sonrió y asintió con la cabeza.
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