Capítulo 5 "Todos tenemos algo que perder"

Presente

Dimitri

La cabeza le reventaba, pero eso no quitaba el hecho de que estaba observando en silencio a la mujer que había pasado de estar completamente pálida a completamente roja en cuestión de segundos.

Se hubiera reído si la situación no fuera tan complicada.

Esos anillos no deberían estar en su dedo o bueno sí, pero no cuando Alessandro parecía a punto de comérsela viva y ella tenía el aspecto de un cordero asustado.

Necesitaba cortar la tensión que se cernía sobre nosotros como algo que no dejaba respirar a ninguno.

— Soy Dimitri Korolev, lamento haberla asustado pero entenderá que nosotros estamos igual de perdidos que tú — le explicó tratando de no alterarla más, parecía un ciervo asustado, teníamos que arreglar esto como fuera.

La mujer se detuvo a observarnos otro largo momento antes de bajar la vista hacia nuestras manos, dudando.

Las pistolas, claro.

Sin hacer ningún movimiento brusco que la asustara más guardé mi arma haciendo una seña a Alessandro para que siguiera mi ejemplo.

— No, yo lo siento, no sé qué pasó anoche pero no suelo hacer… esto — dijo señalando a su alrededor.

Negó levemente él, quitándole importancia al asunto, lo mejor sería que solucionaran esto antes de que alguien se enterará.

— Creo que tendríamos que sentarnos y ver cómo arreglamos esto — explicó hacia sus dos acompañantes.

Ella asintió luego de un momento de duda, luego apartó la mirada acomodándose la garganta.

— Creo que deberían de vestirse primero — soltó con un tono divertido que claramente él pudo notar.

Bajó la mirada hacia su cuerpo totalmente desnudo e hizo una mueca al notar que cierta parte de su anatomía estaba medio despierta también.

No dijo nada al respecto solo se puso en marcha hacia el baño tomando sus pantalones y ropa interior, ya luego buscaría la camisa.

No pronunció palabra cuando sintió a Alessandro seguirlo, ya cuando los dos estaban vestidos salieron observando a la mujer que parecía muy concentrada leyendo unos papeles mientras desayunaba algo que no sabía de dónde había salido.

— ¿ Eso es lo que creo? — preguntó Alessandro acercándose a ella para sentarse a su lado, mientras está asentía para luego ofrecerle un poco de lo que sea que tuviera esa taza en sus manos.

— Quería ver saber si esto era realmente legal, ya que casarse con dos personas no es que sea posible, pero al parecer lo es — explica suavemente dirigiéndo sus palabras hacía nosotros.

Tomo el lugar vacío a su lado observandola.

— ¿Como es eso posible entonces?— cuestionó con curiosidad.

Ella frunce el ceño concentrándose en lo que tenía en las manos.

— Es posible porque en la teoría solo estoy casada con uno de ustedes en diferentes aspectos, al parecer estoy casada contigo por civil — señala a Alessandro quien sigue tomando el líquido de la taza que le habían ofrecido, — Y por lo religioso, estoy casada contigo — exclama dirigiendo su mirada hacia mi.

— Ya veo la razón de toda esta complicación — soltó un poco fastidiado por el asunto.

— Aún así eso no es todo, pues al parecer se redactó un contrato vinculante con todas las partes para que se cumplieran algunas normas dentro de lo que conlleva pues... No lo sé, muchos años.

Dimitri frunció el ceño aún más confundido, definitivamente estás eran las consecuencias de estar borracho.

Que lo condenarán.

— ¿Y que pasa si no se cumplen esas normas? — habla por fin Alessandro.

Ella se encoje de hombros.

— Pues según esto, el que las rompe primero tendrá algún tipo de castigo, el cual será elegido por las dos personas restantes.

— ¡Maldita mierda! — exclama el italiano ya no de muy buen humor.

Antes de decidir algo realmente esperaría a tener toda la información.

— ¿Cuáles son? Las pautas, quiero decir, — pregunto mientras veo como saca una hoja con varias cosas escritas de muy mala forma.

Que desastre.

— Primera regla, Ninguno de los tres podrá mentirle al otro sobre algún tema, la honestidad es lo más importante en el matrimonio — empieza ella, — Segunda regla, Nada de relaciones fuera del matrimonio, si por alguna razón esto pasará antes se debería hablar con lo demás para dejar claro ésto, Tercera regla, nada de divorcios, sin importar el nivel de alcohol que tuvimos se estipuló que nos haríamos cargo de lo que hicimos cuando estábamos bajo los efectos de este — explicó tranquilamente mientras murmuró algo parecido a "esto es una mierda" — Cuarta regla, Mantener la comunicación y confianza sera trabajo de todos, podremos separarnos, podemos estar completamente en otro continente si es posible pero si alguno necesita del otro, se deberá poner como prioridad su ayuda.

— Pura mierda eso es lo que es... Aunque razonable — dice Alessandro mientras comía algo que tenía cierta similitud a una galleta con chispas.

— No le hagas caso Gia, solo sigue — expresó quitándole importancia a las palabras del otro mafioso.

Notó como ella rodaba sus ojos en fastidio a lo que reprimió una sonrisa ante su gesto.

— Lo que sea, la última regla es simple, el que rompa alguna o todas las reglas anteriores tendrá una reprimenda, cada uno de los otros integrantes vera que tan grande será dependiendo de lo que crea que es justo, eso es todo.

Deja los papeles sobre su regazo para enfocarse en nosotros.

— Supongo que seguire teniendo en mi poder esto — dice levantando su mano mostrando los anillos.

— Al igual que seguirás siendo nuestra esposa — suelta Alessandro en tono pensativo.

— Lo arreglaremos, por cierto disculpa pero Gia es un diminutivo de Giovanna ¿No? — le pregunto a lo que niega suavemente.

— En realidad es el diminutivo de Georgiana, mi madre se negaba a usar Georgie así que quedó Gia — explica tranquilamente.

— Ya veo, Giana Koroleva, suena bien —bromeo un poco, mientras la distraía para poder pensar en como se solucionaría esto.

— Suena bien, aunque nadie nunca me ha llamado así — respondió ella divertida.

— Es horrible, no pega, Gia Rinaldi queda mejor — expresó Alessandro de golpe haciéndome dirigir mi mirada hacia él.

— Envidioso, solo te jode que mi apellido sea mejor que el tuyo — me le burlo haciendo que él me de una mirada ofendida.

— En tus sueños ruso, además ella es mi esposa también no solo la tuya, deja de querer acaparar toda su atención.

— Estás celoso — expongo sorprendido.

— Claro que no.

— Claro que sí.

— Vuelvo a repetir, es mi mujer también ¿Porque habría de estar celoso? — Se defiende.

— Porque ella podría amarme más a mi.

— No pasará, lo único que tendrás más es su lastima.

— Lastima es la que te tengo yo a ti. — atacó otra vez disfrutando está guerra de palabras.

— Lastima es que la tenga más grande que tú, jodido imbécil.

— Oigan...

— El tamaño no cuenta sin la experiencia, y yo tengo veintitantos centímetros de ella — expresó con orgullo devolviéndole su insulto ignorando a la mujer que trataba de llamar nuestra atención.

— ¡Oigan! — exclama haciéndonos verla — tengo mejores cosas que hacer que presenciar una pelea de testosterona ahora mismo, enserio, nadie discutirá del tamaño de ciertas cosas en mi presencia ¿Entendido?

— Le quitas lo divertido a la vida — respondo en un tono juguetón a lo que ella abre la boca para responder pero un golpe en la puerta la interrumple haciendo que saque mi arma de inmediato.

Tenía algo que proteger ahora y realmente no permitiría que le pasará nada.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top