capítulo 33
Editado: 08/ 08/ 2021
[Hima]
Me levante más temprano de lo planeado y rápidamente salí de la cama para dar mi carrera matutina por los alrededores, al volver tome mi baño, me arregle y cambie de la mejor forma posible y baje rápidamente para prepararme un café y pedirles a las chicas que se encargarán del desayuno para Shikdai y su padre pues tenía que atender un asunto importante en el trabajo; tome mis cosas y las llaves de la moto para salir hacia el garaje y mi cita de trabajo.
Debo decir que ciertamente adoro bastante la moto y la libertad que te da al ir por la carretera fría a primera hora de la mañana, aunque en la noche es una cosa distinta, más mágica, las luces de la ciudad resplandecen hermosamente y cuando te alejas de aquellas luces artificiales y llegas a aquellas parte algo desiertas del camino puedes admirar un vasto cielo lleno de hermosas y radiantes estrellas, además de sentir el aire frio colarse por tu piel y ver destellos de recuerdos cuando cierras tus ojos... sé que es irresponsable, y nadie debe saber esto, pero... a veces no me pongo el casco por el simple gusto de sentir el aire chocar con mi rostro.
Llego al hotel a eso de las ocho de la mañana y me encamino al restaurante donde se llevará a cabo nuestra plática, al entrar puedo divisar al señor Marcus en la mesa más grande, ahí ésta, el hombre que financiará la expansión de mis hoteles.
— ¡Muy buenos días señor Marcus! —doy una leve reverencia entre el estrechar de su mano.
—Buenos días, —sonríe tendiendo la palma abierta hacia el asiento —por favor hay que ponernos cómodos, vera... —sujeta el hombro de la joven a su lado —esta es mi familia, —estira el brazo para tocar el hombro de la siguiente mujer —mi esposa Danielle, —vuelve las manos a la chica a su lado — mi hija Nathalia y mi pequeño Ryan.
—Es un verdadero placer conocerlos a todos, y... —observo a la joven chica —me imagino que Nathalia es un poco menor que yo...
—Tengo veinticinco —dice de mal modo —en fin, mi padre nos contaba que pronto se casará, y dijo que ya que era una buena colega suya es muy seguro que asistiremos a la ceremonia.
—Oh... —río algo incomoda con su actitud altanera —sí, bueno...
—Por favor Nathalia —Dice la mujer con un gesto de desagrado hacia su hija —ten un poco de respeto hacia tus mayores, y compórtate, no puedes simplemente hablarle a la ligera a una mujer tan... —sonríe con una pizca de orgullo —poderosa.
—No, no se preocupe, no me molesta y esta bien que exponga sus dudas, —relamo mis labios uniendo mis manos entre sí —verán, mi boda será el catorce de este mes y apenas estamos arreglando las cosas así que las invitaciones aún no están preparadas, si fuera así ya les hubiera entregado la correspondiente... —sujeto mi estómago dando una leve reverencia —de verdad me disculpo por eso.
Marcus ríe —No hay problema alguno, solo procura mandarlas cuando las tengas listas, —dirige la mirada alrededor —mientras tanto vamos a estar por aquí hasta el día de la ceremonia, siendo socios es bueno que sepamos un poco de los otros. —sonríe ampliamente —en fin —justa su saco y las mangas de su prenda —me veré con un socio en un rato y me encantaría presentarlos, él es de una compañía famosa, estuvo en estados unidos por un tiempo, pero es de japón.
—Oh, pero claro que me encantaría conocerlo.
Me quedo con la familia en espera de la persona que mi inversionista principal me quiere presentar, mientras Marcus bebe y analiza cosas en su celular Danielle, su esposa, se encarga de darme quejas de su hija cada que puede llegando al punto de que la joven chica se levanta con enfado y se marcha de nuestro lado; el pequeño chico al que casi no le prestan atención es muy callado, lo único que puedo descubrir de él es su nombre, que tiene siete años y que sabe hablar, aunque lo hace en tono muy bajo; para distraerme de las quejas de su esposa Marcus aborda temas referentes a la empresa y negocios obligándola de ese modo a abandonar la plática.
Él hombre sonríe y detiene su charla para levantarse ajustando su traje, eleva la mano en un saludo silencioso y puedo ver como su esposa me hace señas para que me acerque un poco a su lado en el sofá, es seguro que el amigo de Marcus ha llegado. La mujer rodea mi oreja con el dorso de su mano.
—Es un chico muy lindo, solo dale una mirada —bromea —después de todo aun no te casas.
Mi sonrisa crece con gracia y me pongo de pie al mismo tiempo que ella, pero al girarme en su encuentro mi sonrisa cede un poco.
—Hima... —expresa sorprendido.
—Shikadai... —avanzo tomando el brazo de mi prometido —Señor Marcus, quisiera presentarle a mi futuro esposo, Shikadai Nara, aunque... —vuelvo la mirada de reojo —no pensé que se conocieran de antes.
— ¡Haa! —sujeta su nuca con pena —de verdad lo lamento, nos hemos estado centrando tanto en la boda y nuestra relación que no pensé en contarte nada de mi viaje a estados unidos.
—Espera... —sacude la mano pidiendo un momento —él... —frunce los labios con duda.
—Ha, si ¡Disculpe! —ríe Shikadai —Himawari Uzumaki es mi prometida, estuvimos alejados durante mi estadía en estados unidos, pero al llegar a japón me centre en cumplir mi promesa y ahora... —me mira con orgullo —estamos por casarnos.
—Si, —asiente Danielle sujetando mi brazo —es lo que nos había mencionado ella, vaya... —sujeta su mejilla analizándonos —son un lindo par, un realmente lindo par... —ríe levemente —así que por esta gran mujer no acepto a nuestra Nathalia, bueno, sí... —eleva las palmas rindiéndose —lo acepto, mi hija pierde por mucho contra su futura esposa.
Yo... él ni siquiera me había mencionado algo sobre una propuesta de matrimonio, algo tan importante como eso...
—Lo siento, —rodea mis hombros —pero esta chica es mi primer y único amor, decidí casarme con ella casi al segundo.
—Y ahora tu futura esposa, —Marcus palmea el brazo de Shikadai —bueno... como ahora sabemos que ya se conocen no creo que tengamos algo más de lo cual hablar.
—Creo que es lo mejor cariño, ellos deben estar ocupados con los preparativos. —nos mira —será mejor que arreglen todo cuanto antes, es un lío estar arreglando todo a última hora.
—Si —ríe entusiasta —muchas gracias por su comprensión Danielle —besa sus nudillos —entonces... —sujeta mi cintura —ahora nos retiraremos.
—Fue un placer verlos, —sonrío estrechando sus manos —enviaré las invitaciones lo más pronto posible.
Al salir de ahí las preguntas se juntan en mi cabeza, pero solo lo sigo hasta que nos veo llegar a mi auto en el que vino desde casa, él toma el asiento del piloto tras el volante, yo subo a su lado.
—Me encargué de traer el vestido de mi madre, ahora tenemos que ir donde Choucho, ya le avisé a los chicos y cuando ellos lleguen quiero que te lo pruebes para que den su gusto bueno o malo... —ríe —yo no sé mucho de moda, pero es un poco viejo... además de eso vamos a probar el menú que han preparado.
— ¿Por qué no me habías dicho que te propusieron matrimonio en estados unidos?
—Hima, —me mira de reojo —en cuanto me lo dijeron al segundo dije que ya estaba comprometido, si no lo acepte ¿Qué tiene de importante?
—Que... —elevo las cejas negando con algo de enfado —deberíamos de tratar de saber todo del otro... al menos este tipo de cosas.
—Bien, quiero que lo sepas... —vuelve la mirada sobre mí por un segundo —lo más importante para mí has sido tú, desde que te conozco, pero... ahora mismo no quiero que iniciemos mal nuestra vida juntos, así que... —toma mi mano sobre mi pierna —por favor, no discutamos.
Encendiendo la radio me aseguro el cinturón de seguridad y simplemente dirijo mi mirada hacia la ventana a mi lado, nuestro viaje sobre la carretera continua, pero no puedo evitar estar enfadada, esto no es... como una molestia en sí, solo... quisiera saber lo que ocurrió; aun así él no mintió, estábamos tan felices por estar juntos de nuevo y por todo lo que nos pasaba que omití la parte importante de preguntarle lo que había vivido en aquel viaje y el porque de su demora para su llegada, aquellas cosas que debí preguntar en un principio... ahora no puedo evitarlo, quiero saber cómo conoció a esa chica y como terminaron en una propuesta matrimonial.
Al llegar al restaurante de Choucho y los chicos, mi rostro malhumorado y algo triste se vuelve en sorpresa y alegría, mi mirada se centra en el enorme hombre que barre la acera y me apresuro a quitarme el cinturón de seguridad para salir del auto, al verme su sorpresa es clara y aun así recibe mi abrazo y el salto que doy para poder alcanzar su cuello; la puerta del coche se cierra con dureza, nuestras miradas regresan hacia Shikadai y al segundo terminamos con nuestro abrazo.
— ¿Todo bien jefe? Hace mucho que no lo veía.
—Todo perfecto, —extiende sus manos dando una vuelta como completa —como puedes ver estoy en perfecto estado, además tu amiga me contrato... —sujeta mi hombro —no me digas que no te lo había dicho.
Mi risa sale —Creo que olvido mencionarlo, entonces... ¿Es mesero de Choucho?
— ¡Sí! Al parecer soy bueno para la clientela adulta.
Nuestras risas se unen mientras nos adentramos al local, de reojo puedo ver como Shikadai nos sigue los pasos, el jefe abre la puerta para mí. El letrero aun no se ha girado en la puerta y el menú aun no esta afuera, eso significa que apenas van a abrir. Yodo e Inojin detienen el aseo del piso para venir a mi lado y Metal con Araya bajan a prisa del segundo piso mostrando una amplia sonrisa hacia mí, de la cocina sale Choucho elevando la mano en saludo.
— ¡Qué bien que llegas! —frota sus manos —queríamos que degustaran los platillos antes de abrir, apenas giremos el letrero la parte de arriba estará a reventar, y a las doce tendremos clientes para tirar por las ventanas —bromea.
—Eso es correcto, —apoya Metal —ahora toma asiento Hima —me toma del hombro —y comienza a probar los platillos.
—Gracias por tomarme en cuenta, —expresa entre un suspiro viniendo a tomar asiento frente a mí —por cierto... —dirige la mirada sobre Choucho — ¿Y shinki?
—Dijo que no tardaba en volver, iba a ir casa por no sé qué cosa...
Yodo deja los platillos sobre la mesa y nos ofrece utensilios para comenzar a probarlo, Shikadai se inclina para probar conmigo y al segundo elevamos los pulgares en aprobación al platillo; de pronto la prueba de los platillos comenzó a ser comida al segundo que llegaba y probábamos tragando pedazos casi enteros. Un vaso de agua termina al lado de mí, elevo la mirada hacia el jefe sonriendo levemente sin mostrar el bocado que mantengo en mi boca, trago grueso y recibo la servilleta de mano del jefe.
—Con cuidado niña —palmea mi espalda con cariño —no vayas a atragantarte.
— ¡Gracias jefe! —expreso más tranquila.
Los siguientes platillos llegan delante nuestro y son sustituidos rápidamente por postres, Araya y Metal sonríen en espera de nuestras palabras y no dudamos al decir que todo esta espectacular como era de esperarse. Si este sería nuestro menú para el evento, debo decir que es sublime, la entrada de Choucho es tan ligera que los siguientes platillos se acomodaron de manera normal en nuestros estómagos, incluyendo el postre... al final nos sirven un helado del cuál es jefe se hace cargo especialmente, mi sonrisa crece apenas lo pruebo.
— ¡Definitivamente será el mejor día de mi vida!
— ¡Eso esperamos! —eleva el pulgar con entusiasmo.
Entre mi risa me inclino sobre Shikadai para aferrarme a su brazo, claro qué... aun me sigue molestando el hecho de aquella propuesta, pero estamos planeando nuestra boda.
—Definitivamente... —sonríe.
Shikadai gira su mirada y sin detenerse a pensar besa mis labios causando que los chicos desvíen la mirada con incomodidad, cierro mis ojos siguiendo el beso, pero el abrir de la puerta nos hace separarnos. Ahí está Shinki.
— ¡Bien, ya he llegado! —jadea cansado — ¡Déjenme ver los trajes!
Los chicos enseguida sonríen entre sí y nos toman de los brazos haciéndonos levantar, nos guían al cuarto del personal y Shikadai toma la caja dónde tiene el vestido de su madre para entregármelo con una cálida sonrisa en el rostro, mi sonrisa sale y con todo el respeto posible saco el vestido para admirarlo; no tiene una cola extravagante y sorpresivamente su tono es algo... beige más que blanco, pero aun así es muy hermoso, tiene los hombros descubiertos y las mangas sobre los brazos con algunos olanes caídos.
Al iniciar a cambiarme él se da media vuelta y no vuelve la mirada hasta que le doy aviso de que estoy lista, pero antes se asegura de llamar a las chicas. Esta un poco suelto de los pechos, pero no es nada que una costurera no pueda arreglar, al entrar en la habitación ellas se quedan boquiabiertas, mi sonrisa crece antes sus reacciones... bajo la mirada para observarme y deslizo mis manos sobre la tela con mucho cariño, es realmente hermoso, su tela... su poco brillo en el adorno florar sobre el pecho, simplemente.
—Me encanta —declaro.
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