capítulo 20

Editado: 16/ 06/ 2021

[Himawari, lugar desconocido]

Me ojos se abren con pesadez, la vista ante mi es borrosa y lo primero que se muestra claramente ante mí es mi hermano, está dormido tomando mi mano, al volver la mirada hacia el otro lado puedo ver a mi madre... trato de apartar mi mano y ella se levanta enseguida, su cabello esta desarreglado.

— ¡Himawari! —sujeta mi rostro —mi niña... —analiza mi rostro y cuerpo — ¿Cómo estás?

—Demonios... —frota sus ojos adormilados —tú... —sonríe calmado —por fin.

— ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy? —analizo la habitación — ¿Shikadai?

— ¡Ya llegué por fin! —se saca el saco para avanzar con prisa —Hija mía... —toma mis manos admirando mi rostro — ¿Qué ha pasado? ¿Cómo estás?

— ¡Te prohíbo que vuelvas a verlo! —grita alterada levantándose — ¡No pienso permitir que ese chico vuelva a lastimarte así!

Boruto suspira y tranquilamente se acerca —Él no ha despertado Hima, —dirige la mirada a papá —por favor saca a mi madre de aquí por un momento, necesito hablar con mi hermana.

¿No ha despertado? ¿De qué habla? Aun con la duda en sus caras mis padres salen juntos de la habitación. Yo dejo el dolor de lado para incorporarme en la cama, todo mi cuerpo duele... y hay cables conectados a mí, estoy en el hospital, eso lo tengo claro, pero... ¿Qué ha ocurrido? Boruto exhala un suspiro y pasa la mano por sus cabellos para luego mirarme, descansa la espalda en su asiento y tiende las manos sobre los descansos del sofá.

—Le dije a mi madre que había sido solo un accidente en moto, que los frenos fallaron por desgracia y... bueno, —une sus manos recargando sus codos de sus piernas entre el inclinarse al frente —ambos chocaron, pero... —sube la mirada —he visto los golpes, y aunque Shinki me contó lo ocurrido, simplemente... —niega para sujetar su rostro —no entiendo como fue que él termino metido con esas personas.

— ¿Dónde esta él? ¿Dónde está Shikadai?

— ¡Hima! Necesito que me expliques lo que ha ocurrido, o simplemente no podre confiar en él.

Su alteración es clara, pero... tragando grueso comienzo a desconectarme de todos los cables en mi cuerpo para levantarme, el dolor me invade al tocar el piso.

— ¿¡Qué estas haciendo!? —me detiene por los hombros — ¡Tienes que tomar reposo, aun estas en mal estado!

Mirando la alteración de sus ojos solo puedo mostrarle mi desespero, aparto las manos que me detienen y con mi poca fuerza me pongo de pie caminando hacia la salida de la habitación; mis piernas tienen poca fuerza, no seré capaz de aguantar mucho tiempo de pie, pero aun así... salgo al pasillo, detengo a una enfermera que sorprendida me brinda apoyo en mi andar. Mis padres se levantan preocupados.

—Shikadai Nara, ¿Cuál es su habitación?

—Señorita... —observa a mi hermano y vuelve la mirada sobre mí —No se encuentra en buen estado, es mejor que vuelva a su habitación, se lo pido por favor.

— ¿¡Dónde está él!?

— ¡Himawari! —grita mi madre pidiendo que controle mi tono.

— ¡Vuelve adentro ahora mismo! Boruto, llévala adentro.

Boruto duda de hacer caso y mi padre se apresura a sujetarme llevándome entre leves empujones al interior de la habitación, mi desesperación es tanta que saco la fuerza de dónde no tengo y lo empujo.

— ¡Déjame!... —sus miradas vienen sobre mí —necesito verlo... —observo a la enfermera —su habitación ¡Dígame el número de su habitación! —mi hermano sujeta mi brazo — ¡Suéltame Boruto, necesito verlo!

—Yo... traeré tranquilizantes.

— ¡Suéltenme!

Mi mano reacciona por instinto terminando sobre la mejilla de mi padre, el silencio llena la habitación y su azul mirada viene sobre mí, la furia pinta poco a poco el enfado en su mirada.

— ¿¡Tanto lo quieres que eres capaz de golpear a tu padre!?

—Quiero verlo... necesito verlo.

Las lágrimas fluyen por mis mejillas sin control, la debilidad de mi cuerpo me hace caer y mi padre me ayuda a prisa... él me mira preocupado y yo solo puedo pegarme a su pecho llorando sin control, pidiendo, una y otra vez que por favor me dejen ver a Shikadai. Necesito verlo, quiero estar junto a él... le dije que no me iría...

—Shikamaru esta con él, es... dos habitaciones a la derecha. —agacha la mirada tragando grueso —sé que no fue su intensión herirte, que los frenos pueden fallar en cualquier vehículo... a veces pasa, y sobre todo... —aprieta los labios —tu amigo me contó que ese chico recibió el golpe de frente por protegerte, y estoy agradecido por ello... pero no puedo dejar de estar preocupado por ti... puedes ir a verlo.

Limpiando mis lágrimas analizo la veracidad de las palabras de mi padre, y luego doy un asentimiento, me levanto evitando tomar la ayuda de mi hermano o mi madre. Avanzo por los pasillos recargándome de la pared hasta llegar a su puerta, entonces la abro... su padre esta llorando al lado de la cama, ni siquiera se percata de mi presencia, parece murmurar algo inaudible para mí... entonces veo los ojos de mi novio.

—Hi... Hima... —Dice a duras penas.

— ¡Hijo! —en un salto esta de pie analizando a su hijo — ¡Shikadai! —sujeta su rostro herido buscando su mirada — ¿Estas bien? ¡Shikadai!

—Ma... Hi... ma... hi...

Mis labios tiemblan al ver sus ojos volverse en blanco, de un momento a otro parece caer en un ataque, su padre pasa a mi lado y el mundo se detiene para mí, mis lágrimas fluyen y una opresión en el pecho me evita el pensar. Los médicos entran, yo despierto y avanzo hasta estar cerca de él.

—Shikadai... ¡Despierta! Yo aquí estoy... yo no te dejaré... así que no me dejes... no me dejes...

Sus signos se vuelven estables y los médicos hacen últimos arreglos en las intravenosas, lo analizan, hablan con su padre y luego se marchan. Entre el ruido de las maquinas mis pies arrastrándose resuenan en la habitación... sujeto su brazo y siento la fuerza irse nuevamente de mi cuerpo, pero su padre logra sostenerme antes de caer bruscamente contra el suelo. De rodillas frente a su cama puedo sujetar su mano.

—Shikadai... aquí estoy, todo está... está bien conmigo, así que tú también debes estarlo... vamos, por favor, reacciona Shikadai... despierta...

Su mano comienza a moverse levemente hasta tomar la mía, veo sus ojos... apenas y los abre, su padre se levanta enseguida del asiento y se sale de la habitación nuevamente, su mirada esta sobre el techo... y yo trato de levantarme enseguida.

— ¿Estás bien?

—Hima... —sonríe al mirarme —me duele el cuerpo...

—Me preocupe bastante cuando me dijeron que aún no habías despertado... y el ataque que te dio...

—Lo lamento, —aprieta mi mano borrando su sonrisa —estaba tan... mi cabeza era un lío, yo estaba llorando y el camino se volvió borroso... no vi el camión hasta muy tarde, solo me dio tiempo de sostenerte.

Abrumada solo me inclino sobre su rostro, pero antes de poder tocar sus labios escucho el abrir de la puerta... mi hermano se adentra.

—Dime lo que ocurrió, ¿Quiénes eran esos tipos que los golpearon? —avanza — ¿Cómo los conociste? ¡Dime en lo que metiste a mi hermana!

—Son... los tipos que violaron y mataron a mi madre frente a mis ojos, yo busqué venganza hace tiempo, logre matar a dos de ellos, uno era el hermano del jefe... ni siquiera lo mate yo, es... complicado.

—El jefe quería venganza sobre Shikadai, cuando me vieron como alguien importante para él decidieron que yo sería el anzuelo para llevar a cabo la venganza, pero... al final el tipo se dio cuenta de que la venganza no iba a servir de nada, y los chicos llegaron.

Mi hermano duda —No quiero dejar a mi hermana en tus manos, pero... —exhala un cansado suspiro sujetando su rostro —hasta se atrevió a golpear a nuestro padre con tal de venir a verte, así que... —tiende las manos entre su negar —los dejaré solos, yo también necesito un tiempo para pensar todo...

Mi hermano sale de la habitación. Decidí quedarme todo el tiempo con Shikadai, al llegar la tarde me trajeron un cambio de ropa, pero tal parece nos tendrán en observación por un tiempo, ya que fue un accidente de trafico es mejor que nos revisen debidamente para evitar problemas futuros. Una semana metidos en el hospital, y aun ante su negativa sobre Shikadai, mis padres y hermano me han permitido quedarme junto a mi novio; simplemente no lo puedo dejar.

A pesar de qué por su boca me diga que soy quién lo ha salvado del pasado, la verdad es qué... él también ha hecho algo increíble por mí, me causa una amplia felicidad y... siempre me han dicho que no debo dejar mi felicidad de lado, y no pienso hacerlo, no pienso dejarlo ir de mi lado.

El tiempo paso y ambos mejoramos, uno más que el otro, aun así, pronto podremos salir según las enfermeras. Ahora mismo estamos comiendo en su habitación.

—De verdad, ya no puedo esperar por volver a casa, —palmea el colchón —esta cama está muy incómoda.

—Si, además ya extraño el ir a la escuela, aunque... —alargo mi palabra —iniciar más seriamente con la tarea, quizá sea difícil.

—No te preocupes tanto, estoy seguro de qué podras con las clases, eres muy inteligente.

La puerta se abre dejando ver a una enfermera —Hola chicos, —sonríe —venía a informarles que el doctor ya dio su aprobación para que se marchen del hospital, tal parece no tienen ningún problema además de los moretones y los raspones que aun no se les quitan por completo.

—Muchas gracias enfermera.

—De nada cariño, —sujeta mi hombro —espero disfruten su salida.

Apenas ella se marcha Shikadai sujeta mi mano, doy un asentimiento.

—Deberías marcarle a Shinki, pero... con eso de mi móvil destrozado...

Mi risa sale —Mi papá ya me ha comprado uno nuevo para mí, dame un minuto...

La tarde llega y por la puerta principal se adentran Choucho y Shinki con una sonrisa en cara, me acercan la bolsa y yo la recibo mientras Shinki toma asiento en la cama junto a Shikadai apuntando la bolsa de papel.

—Ahí esta tu ropa, por cierto... —rasca su mejilla —no sé que ha ocurrido con el hotel en el cuál te quedas, pero... al parecer no hay nada tuyo ahí, conseguí la ropa con tu padre.

— ¿Cómo que no hay nada?

—El lugar está vacío, —aclara mientras toma asiento en el sofá —no tiene nada que sea tuyo, la gente del lugar dijo que comenzaron a empacar todo tres días antes de que llegáramos, así que la única opción que vimos fue ir a ver a tu padre que nos dio la ropa en la bolsa...

Entre mi duda le entrego su muda de ropa, él la analiza pensativo. ¿Qué estará ocurriendo? ¿Acaso su padre dejo de pagar el cuarto de hotel?

— ¿De qué hablan? —niega inquieto —No creo que mi padre quiera que regrese a la casa solo por esto... tú me trajiste directo al hospital, era imposible que no pagará por las curaciones, pero dejarme regresar a la casa...

—Cuándo vine a verte luego de despertarme, —cierro la cortina de la cama desocupada para poder vestirme —tu padre estaba a tu lado susurrando algo... él lloraba, y en cuanto te dio el ataque corrió en busca de ayuda, además... bueno, parecía preocupado.

—Él no podría estar triste por mí, tengo que hablar con él.

—Deberíamos irnos entonces.

Con una sonrisa corro las cortinas para salir y tomar mis cosas, Shikadai hace lo mismo y luego de dar las gracias tanto al doctor como a las enfermeras, salimos del hospital hasta ser detenidos por dos hombres de negro que nos evitan avanzar a la calle.

— ¿Shikadai Nara?

—Si, —posa su mano sobre mi vientre haciéndome permanecer detrás suyo — ¿Qué necesitan?

—Por favor, —abre la puerta de un auto negro —suba al auto.

— ¿Disculpen? —Shinki les hace frente — ¿Qué es lo que quieren con él?

Los hombres se miran entre sí, y con un brusco movimiento toman a Shikadai por los brazos obligándolo a entrar en el auto, la sorpresa nos llena e intentamos ayudarlo, él forcejea por igual, pero los hombres son fuertes e inmensos. Chuucho se aferra al brazo de un hombre y yo al del otro...

— ¡Suéltenlo! ¡Shikadai! —trato de sujetar su mano — ¡Shikadai! ¡Déjenlo!

De un empujón nos arrojan al suelo sin dificultad, el auto se enciende y lo ponen en marcha dejándonos atrás, todos tratamos de seguirlo, pero mi carrera es en vano... exhausta solo me queda mirar como se aleja de mí. Choucho se acerca sujetando mi brazo para darme calma con su mirada, y yo solo caigo al suelo entre mi llanto. Shikadai...

— ¡Las llaves! —elevo la mirada hacia Shinki — ¡Las llaves de tu moto! —me pongo de pie — ¡Dámelas!

— ¡Pero si no sabes conducirla! —expresa sorprendido.

— ¡Dámelas! —exijo tendiendo mi mano — ¡Shikadai me enseñó un poco! Prometo que... no la voy a estrellar...

—Tengo más miedo, —saca la llave entre el tomar de mi mano —de que tengas otro accidente.

—No lo haré —aseguro.

Mi carrera hacia la moto es rápida, doy una mirada, inserto la llave y me pongo en marcha sin importarme nada más; detrás de mi puedo escuchar el grito de choucho, inhalando con profundidad bajo el plástico del casco para acelerar aun más, no importa nada, tengo que encontrar ese auto negro... no puedo dejar ir a Shikadai...

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