capítulo 19

Editado: 16/ 06/ 2021

[Himawari, calles de la ciudad]

Han pasado cinco semanas desde nuestra primera vez, y nuestro regalo de la primera vez es un anillo. En fin, hoy salgo con Choucho y Shinki para cumplir un pedido de Araya, el cumpleaños de Metal a llegado y Araya quiere darle una pequeña sorpresa así que nos pidió nuestra ayuda; los chicos están ocupándose de distraer a Metal mientras nosotros vamos por el pastel. Hace no mucho Shinki me dijo que sus amigos ya les han advertido a aquellos idiotas sobre el tema de querer hacer alguna idiotez sobre mí, las cartas dejaron de aparecer.

—Y entonces miré a Inojin rogándole a Yodo, —expresa entre una carcajada —es algo no tan fácil de creer, pero él enserio estaba hincado... —nos detiene rogando que creamos sus palabras —y ella no le hacía ningún caso.

—Bueno, —se encoge de hombros Shinki —por fin se le regresa lo que hace, que sufra... lo tiene merecido.

—Si, de hecho, Yodo también sufrió un poco por él.

Entre nuestra risa el rechinido de las llantas de un auto nos hace cubrir nuestros oídos con dolor, frente a nosotros hay una van blanca, la puerta se abre y salen dos tipos mientras unas manos me hacen entrar, mientras cubren mi boca con un pañuelo mojado veo como Shinki intenta luchar, aunque lo derriban entre los dos después de haber empujado a Choucho al suelo... todo se pone borroso.

—Vaya... por fin despierta la princesa...

— ¡Hola! Oye, me preguntaba... —tiende su mano mientras sonríe ampliamente — ¿Es este tu celular?

Las cosas se muestran borrosas frente a mis ojos, la luz directa me ciega aun más, pero las voces... las máscaras, aunque tengan mi celular en su poder sé muy bien que estos tipos no son los de aquella vez... estos hombres, son más viejos, puedo oírlo en su voz.

—Lo es... —musito con rabia poniendo fuerza sobre mis brazos — ¿¡Qué es lo que quieren conmigo!? ¡Nunca los he visto antes!

Su risa sale —Esa es la cosa, —acaricia mi barbilla con sus dedos —no queremos nada contigo... —apartándose comienza a tronar sus dedos —lo queremos con tu novio, tuvimos que... ¡Aguantar tres meses de prisión por su estupidez!

— ¿Qué hizo... —cuestiono deteniendo mi forcejeo —él?

Aun entre mi duda me concentro en el lugar, estoy atada a una columna conectada al techo, a menos de que logre romper las sogas es imposible liberarme de otro modo.

— ¿¡Qué hizo!? ¡Si tan solo lo hubiera matado a él todo hubiera valido la pena!... ese maldito niño desgraciado, causo la muerte de dos de mis mejores camaradas, y por una maldita desgracia...

Su boca se detiene de decir más, todos dan una reverencia ante un hombre que sale de las sombras, su porte es firme.

—Al otro lo mate yo, por intentar golpear a ese niño con un bate. Pero... —cubre su amplia sonrisa escondiendo su risa —es un maldito psicópata, aún puedo recordar... —jadea —su sonrisa cuando la sangre de mi amigo salpico en su maldito rostro... ¡Haa! —grita levemente al cielo para bajar la mirada con prisa —entonces me detuvieron, y tuvimos que huir de las patrullas, ese maldito no dejo ningún rastro y finalmente nos culparon a nosotros sin siquiera escucharnos...

—Él... él no pudo haber hecho eso... ¿Por qué lo haría?

—Bueno, —prosigue el jefe —hay una historia detrás de todo esto, tal vez... —observa a sus hombres extendiendo las manos al frente con las palmas abiertas hacia el techo para mostrarme —fue culpa de uno de mis grupos, aún así, el niño mato a uno de los míos y envió a prisión a dos heridos si no me equivocó... —pide opinión de sus subordinados —entonces... —se inclina hacia mí — ¿Para qué venir a jodernos a nosotros?

— ¿Las personas que asaltaron su casa?

—Si, si, creo que eso fueron a hacer, —menciona sin importancia —pero al parecer se quisieron pasar de listos y uno murió... a fin de cuentas, no tenía que venir a desquitarse con los demás, mis ordenes a esos idiotas fueron solo sacar las cosas de valor...

— ¡Malditos hijos de perra! —forcejeo contra las sogas — ¡Ustedes mataron a dos personas inocentes ese día! ¡Y violaron a su madre frente a sus ojos malditos desgraciados! ¡Yo también quisiera matarlos! ¡No merecen vivir, idiotas, basuras! ¡Le quitaron la vida a un bebé que ni siquiera iniciaba su vida!... —mi furia sale en lágrimas —una pobre niña... ¡Nos unos hijos de puta! ¡Malditos, malditos!

Mis piernas se elevan en busca de patear a cualquier maldito, pero todos han retrocedido y mis manos siguen presas de las sogas. El de mayor rango chasquea los dedos, y uno de ellos se acerca para darme un puñetazo en la cara logrando sacarme sangre... la sangre escurre de mi boca y de pronto el de mayor rango, su jefe, me toma del cabello haciéndome darle la cara.

—Toma esto, y mándalo a ese imbécil... —lanzá mi móvil al primer idiota de la fila —y te diré algo mocosa, la persona... —aprieta mis mejillas —a la cuál tu maldito chico me hizo matar, era mi hermano... él lo jalo frente a él en el último minuto, el bate le desvió la mandíbula por completo... tuve que verlo desangrarse en el suelo.

—El miro... ¡A su madre ser violada! ¡Y asesinada después!... dime, —intento alcanzar la altura de su rostro — ¿No te sientes ni un poco culpable de la muerte, de una mujer inocente? Ella solo quería proteger a su familia, ella no llamó a la policía, y mucho menos intento algo contra sus hombres... ¡Ella solo quería salvar su vida... y la de sus dos hijos! ¡Solo quería salvarlos! ¡Solo eso!

El hombre sujeta una máscara que es entregada por su seguidor, se la coloca y sin más se pierde en la obscuridad elevando su mano sin importancia; los hombres me rodean, sus risas hacen erizar mi piel, el que tiene mi móvil dirige la cámara hacia mí mientras una navaja se posiciona contra mi cuello.

—Si te mueves... vas a morir.

Aprieto mis dientes entre mi rabia, sus golpes llegan sobre mi cuerpo... pero la paliza se detiene cuando uno de ellos se acerca sujetando mi rostro, sus asquerosos dedos acarician mis labios.

—Qué mal que tu hermoso... —baja la mirada —cuerpo se este maltratando así... —toca mi vientre subiendo —y aún falta lo mejor, —jadea apartando su mano —cuando él llegué... vamos a matarte frente a sus ojos.

De pronto su dedo desciende por mi vientre, la furia me llena, al ver su rostro cerca de mí solo aprieto mis ojos y sin dudarlo doy un fuerte cabezazo sobre su rostro, al verlo dolido sujetando su cara me apresuro a patear sus partes bajas.

— ¡No te atrevas a tocarme maldito desgraciado!

— ¡Tú, hija de perra!

Me quedo esperando el golpe, pero... al abrir mis ojos puedo como su líder lo detiene de golpearme sosteniendo su brazo mientras con su mano libre lo toma del cuello.

—Por malditos idiotas como tú, es que mi hermano murió... no pienso permitir que vuelvan a abusar de una mujer, —vuelve su mirada levemente sobre mí —aun así, lo lamento querida, pero él tipo obtuvo su venganza... y yo quiero la mía. —suelta al tipo —en cuanto ese niño idiota llegue aquí, tú tienes que morir... incompetentes, —observa a su grupo —háganse cargo del degenerado.

Los golpes ahora son dirigidos contra el hombre al punto de dejarlo medio muerto en el suelo, los tipos se han cansado y decidieron tomar un pequeño receso de propinarle una paliza mortal, pero no hay problema porque el tipo esta tan lastimado que le es imposible moverse un centímetro del lugar, yo no he parado de intentar liberarme, las muñecas me arden y apenas he podido lograr que la soga se corte un poco con las esquinas de la propia columna; los tipos vuelven con entre una leve risa para continuar los golpes sobre su antiguo colega... pero entre los quejidos y maldiciones puedo escuchar una moto llegar en el exterior.

Luego de la primera moto llegan otras... ¿Dos? Quizá más... no tengo idea si estoy escuchando correctamente, solo... espero que Shikadai no entre a este maldito lugar, no quisiera que haya visto el video, pero sé que así fue. El jefe del grupo aparece y con un chasquido de dedos hace detener el movimiento de su gente, manda a unos cuantos para revisar el ruido del exterior... su mano viene sobre mi boca.

Los golpes se escuchan venir más cerca, sus hombres avanzan en contra de... puedo verlo, Shikadai; de una patada un hombre cae al suelo, Shinki llega golpeando a otros, pero la molestia en el rostro de Shikadai me atrae con nerviosismo. Su voz resuena en el amplio lugar, le exige a Shinki que venga para hacerse cargo de mí mientras él va directo al tipo tirado en el suelo para terminar de golpearlo, pero... mientras Shinki viene evadiendo a los matones que quedan, puedo ver al jefe ponerse de rodillas.

—Fue mi culpa desde el inicio... —agacha la cabeza —me disculpo.

Poniendo una nava sobre el suelo, la desliza por el piso hacia los pies de Shinki, qué aun entre su duda me libera a prisa, su pregunta viene a mis oídos, pero no tengo tiempo de contestarle; Shikadai esta sobre el tipo en el suelo ahorcándolo con todo el rencor del mundo... llego a su lado con prisa tratando de detenerlo, sujeto su brazo con fuerza.

— ¡Detente! ¡Detente! ¡Por favor Shikadai! —mi llanto brota —sigo aquí contigo, por favor, detente...

Su respiración es irregular, sumamente agitada, pero sus manos sueltan al hombre dejándolo tendido nuevamente en el suelo, inconsciente, tal vez muerto. Al volver la mirada puedo ver las lágrimas fluir por sus ojos, su cuerpo tiembla mientras analiza mi cuerpo y rostro... sus brazos avanzan con fuerza hasta poder abrazarme. Al poder controlarse toma mi mano y me lleva frente al líder del grupo.

— ¿Venganza? —expresa enfadado —Eso no me devolvió a mi madre, ni siquiera me hizo sentir un poco bien... ¡Mi vida a sido una mierda! ¡Una maldita mierda desde que la mataron! —sujeta por el saco al jefe —si tú... —apunta a los seguidores golpeados en el suelo —y tus malditos hombres vuelven a querer tocar —aprieta aun más el agarre —a la única mujer que ha devuelto un poco de felicidad a mi vida, —sonríe —quizá no los mate enseguida, pero voy a disfrutar su dolor... los haré morir lentamente.

—Lo siento, sinceramente lo lamento... me doy pena, me doy asco... no merezco vivir.

Mirando la sinceridad en los ojos de ese hombre solo jalo del brazo a Shikadai, él me mira dudoso.

— ¡Vámonos de una vez!

Shinki se acerca ayudándome a llevármelo. Mi cuerpo duele, mi estomago y mi rostro están completamente heridos, siento que puedo caer en cualquier momento. Shikadai me ayuda a subir a la moto y me coloca el casco para dejarme recostarme en su espalda... lo abrazo con fuerza cerrando mis ojos.

— ¡Shikadai, cuidado!

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