Bienvenida, temporada de lluvias
Paseos, salidas y picnics se habían hecho cada vez más y más frecuentes entre ellos, Izuku ya se había integrado por completo a su círculo de amigos y todos parecían quererlo mucho, curiosamente paralelo a ello Kacchan presentaba un comportamiento menos agresivo hacia Katsuki, en su lugar parecía más interesado en acercarse a Deku, quien por obvias razones mantenía su distancia con el perro, mientras que ambos chicos reforzaban sus lazos y se conocían mejor.
Aunque Izuku no le hubiera contado absolutamente todo respecto a el, tampoco preguntaría, quería que Izuku confiara en el así como el rubio lo hacía, puede que aún hubiera un secreto o dos pero no consideraba que fuera algo importante.
El temporal de lluvias estaba cerca por lo que tenían que pensar en otras actividades para los dos, juraba que el nogal donde solian sentarse ya tenía las huellas de sus traseros al pie de su tronco, era un bello día de domingo y había pensado en invitar a Izuku a una cafetería que tenía poco de haber sido abierta, pero...
- "Ah, lo siento, tengo algo que hacer quizás otro día" - .
Fue todo lo que escuchó a través del teléfono, no hubo rodeos ni explicaciones, no iba a negar que se sentía un poco decepcionado pero no había nada que pudiera hacer, Izuku jamás se negaba a salir con el, así que algo importante debía haber ocurrido, por lo tanto no le dió más vueltas al asunto.
Estaba aburrido no lo negaría, no estaban ni Deku ni sus padres en casa, su madre tenía la afición de llevar a la oveja a la estética cuando ella asistía, para pesar del pobre Deku quien tenía que soportar los bruscos mimos de un montón de cuarentonas, sino que también volvía con los ojos llorosos y los peinados más ridículos que jamás se hubiesen visto.
No tenía ganas de jugar videojuegos, hacer la tarea ni cualquier otra cosa, sus amigos estaban ocupados ya sea en trabajos de medio tiempo, reformas en casa, visitas inesperadas a familiares entre otros... Sin nada más que perder decidió salir al pueblo unas horas, caminar ayudaria, o al menos eso pensaba, decidió encaminar la dirección de sus pasos rumbo a la nueva cafetería, quería comprobar el sitio antes de llevar a Izuku ahí, pero se quedó parado al otro lado de la calle, no fue capaz de acercarse a la entrada siquiera.
A través del enorme ventanal pudo ver a Izuku, estaba de espaldas pero lo reconoció enseguida, esa cabellera verde y ese estilo de ropa, eran algo inconfundible, pudo haber pasado a saludar pero no se movió de su sitio, acompañando a Izuku en la mesa se encontraba una jovencita castaña, de rosadas mejillas y dulce sonrisa, la chica sostenía las manos de Izuku y este las sostenía de vuelta, de repente la chica comenzó a hablar, su mirada alegre cambio por completo a una llena de afecto y cuando vio una de las manos de Izuku acariciar su mejilla, lo entendió por fin.
Nunca había tenido oportunidad con el pecoso, se había ilusionado como un idiota y ahora su corazón pagaría las consecuencias, se sentía patético, parado al otro lado de la calle contemplando una escena propia de unos enamorados, como si fuera una chica enamorada a la que acababan de romperle el corazón, un cliché absurdo digno de una mala película romántica.
Por un instante se sintió furioso y quizo entrar al lugar, sus músculos se tensaron, su mandíbula se apretó, estuvo a punto de entrar y amenazar a la castaña de cara redonda y llevarse al pecoso lejos de allí, pero no tuvo la fuerza para hacerlo, no tenía ningún derecho tampoco, había sido su culpa, se enamoró a primera vista de Izuku y de eso el pecoso no tenía ninguna responsabilidad, cabizbajo se retiró por donde vino, ya no tenía ganas de estar fuera de casa.
No habia dado más que unos cuantos pasos cuando de repente tras un trueno una suave lluvia comenzó a caer, no sabía decir si era una lluvia de consuelo o de burla... ¿En que momento se nublo el día? Quizás el día siempre estuvo nublado pero la ceguera del enamorado le impedía verlo, ahora que recordaba desde que Izuku había aparecido en su vida todos los días le parecían bellos siendo que el solía quejarse a menudo del clima, no quería caminar bajo la lluvia, pero antes de darse cuenta ya se encontraba empapado, ya no tenía nada que perder así que siguió su camino, aprovecharía para llorar un poco a fin de cuentas nadie lo notaría.
La lluvia caía gentilmente sobre el agrietado asfalto, indiferente a todo a su alrededor, Katsuki deseaba ser como la lluvia.
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Mientras tanto Izuku se sentía un poco incómodo, desde hace unos minutos sentía la mirada de alguien sobre su persona, pero por más que buscaba en el local no podía ver a nadie sospechoso, la voz de su amiga le distrajo de su búsqueda y le hizo volver su atención a la chica frente a el.
- Te deseo buena suerte en el extranjero, Uraraka- Izuku aún acariciaba su mejilla, era un gesto que hacía desde que ambos eran niños, Uraraka era una amiga de la infancia y la única chica con la que Izuku tenía suficiente confianza como para darle semejantes muestras afectivas.
-Lamento no haberte avisado antes, pero quería decírtelo en persona y así aprovechar para despedirme - Uraraka se sentía triste porque no vería a su amigo quizás en mucho tiempo, pero a la vez estaba feliz, cumpliría su sueño de estudiar algo que le gustaba y viviría al lado de la persona que amaba.
- Es una pena que Iida no pudiera venir, los preparativos deben ser complicados- Izuku se sentía feliz por sus amigos, una parte de él sabía que acabarían juntos, a pesar de ser muy jóvenes ambos eran muy maduros.
-Y dime Izuku ¿Que hay de tí? ¿Tienes a alguien especial en tu vida? - Uraraka no era tonta, sabía que algo diferente había en Izuku, su mirada se parecía a la suya, eran los ojos de una persona enamorada.
-Yo... Bueno, si, si existe alguien- Izuku estaba sonrojado, aun le apenaba un poco hablar de ello, pero no tenía intención de negar u ocultar nada.
-¡Lo sabía! Y dime ¿Como es ella?- Como a la gran mayoría de las chicas le entusiasmaban los temas romanticos.
- En realidad, es un chico - .
La suave música de la cafetería era un relleno perfecto para mitigar el silencio, mientras que Izuku contenía la respiración en espera de una respuesta.
-¿Es lindo? ¿Te trata bien? ¿Como lo conociste? - Para Uraraka el género era lo de menos, si había amor lo demás no importaba.
Antes de que pudiera responder un trueno los sobresalto a ambos y una suave lluvia comenzó a caer, sabiendo que no podrían salir en un rato y alentado por la reacción de la castaña Izuku se apresuró a contar todo lo que había pasado con Katsuki, lo que le atraía de el, lo que amaba de el y lo que quería vivir junto a él.
Uraraka se sintió frustrada, si lo hubiera sabido antes quizás hubiera podido ayudar en algo, ahora lo único que podía hacer era ofrecer sus consejos y desearle lo mejor.
-¿Y que piensas hacer? ¿Cuando se lo dirás?- Uraraka tomaba grandes bocados de pastel entre pregunta y pregunta, Izuku sonreía al observar que su amiga hablaba con la boca llena, ese mal hábito era incorregible.
-No lo sé, la verdad no se que piensa sobre mi y eso me causa malestar, quisiera decirle pero si el no siente lo mismo podría perder algo muy valioso, no quisiera alejarme de el-.
La castaña dejo el tenedor sobre el plato vacío, colocó ambas manos sobre la mesa y con una expresión totalmente seria comenzó a hablar, a Izuku le recordaba a la postura de una madre.
-Creo que se a lo que te refieres, pero ¿Has pensado en lo que pasará después? Si no dices nada no pasará nada, jamás desconfiara de ti, todo será igual y ambos seguirán siendo amigos, pero... Debes saber que los sentimientos no se desvanecen, se superan o se reescriben pero no se olvidan, si piensas guardar silencio deberás resignarte a la posibilidad de que tu seguirás amandolo pero quizás el encontrará a alguien más, tu sufrirás, tus sentimientos se quedaran estancados y eventualmente se desbordaran, pero ya será muy tarde, aunque hables sólo provocaras que una amistad de años termine en un instante y quizás también lo hagas sufrir a el, creo que debes pensar seriamente en lo que quieres y si serás capaz de afrontar las consecuencias de tu decisión-.
Izuku se quedó callado, estaba pensando en lo que su amiga le habia dicho, ella le veía con una sonrisa llena de comprensión y ternura, no podía presionarlo debía ir a su propio ritmo, lo que sea que decidiera, ella lo apoyaría y si el tipo no valoraba a su amigo se pegaría con cinta al avión y regresaría a Japón sólo para partirle la cara al sujeto.
- ¿Sabes? Yo pasé por algo similar cuando me di cuenta de que me había enamorado, tenía miedo de decir algo no porque temiera que mis sentimientos no fueran correspondidos... También me aterraba el hecho de que Iida pudiera alejarse de mi - Uraraka mantenía la vista fija en su café mientras relataba su historia - Pero me di cuenta de que tenía que decírselo, de lo contrario me quedaría estancada y aunque quisiera no podría amar a nadie mas... No puedo juzgarte por tener miedo ya que tienes razones para ello, pero son sentimientos que en algún momento deben salir-.
Izuku sabía que su amiga tenía toda la razón, pero aun se encontraba temeroso de lo que podría pasar, aunque la recompensa era grande, el riesgo era demasiado alto y el miedo nunca fue un obstáculo sencillo.
- Si... Tienes razón... ¡Lo voy a hacer!... ¡¡Se lo diré!!- Izuku se levantó abruptamente, parecía tener la intención de salir corriendo con rumbo desconocido, pero un fuerte relámpago le hizo quedarse en su sitio, la ligera lluvia de hace unos momentos se había convertido en un fuerte aguacero.
-Parece... Que tendrás que esperar jajaja... - Una ligera risita nerviosa salió de los labios de la castaña, le agradaba ver a Izuku tan felíz.
- Si, supongo que no tengo opción, además no creo que pase algo importante mientras espero - Su entusiasmo disminuyó un poco al ver que la lluvia empeoraba, el viento aullaba y pasaba furioso entre los árboles, haciendo temblar los cristales de la cafetería.
- Puedes aprovechar el tiempo extra pensando en cómo vas a declararte... Personalmente me gustarían algunas rosas o una cena romántica, quizás un poema o una canción... - Uraraka había entrado en una especie de coma fantasioso.
- Mmm... No creo que el sea el tipo de persona que se alegrará con algo así... - Katsuki no parecía del tipo romántico, si llegaba con alguna de esas cosas, probablemente el rubio se desmayaria de tanto reír.
- Por lo que me has contado supongo que tienes razón... ¿Y si lo haces de un modo más sencillo?-.
-Había pensado en un picnic en el lugar donde nos conocimos... Y decírselo ahí... -.
- Podría funcionar, simple, directo y sincero - La castaña dió su aprobación, aún si su perspectiva era diferente.
- Ya elegimos el sitio, ahora sólo falta escoger que palabras debería decir - Izuku abrió el Block de notas de su celular con intención de hacer anotaciones, cosa que Uraraka impidio al poner su mano sobre la pantalla.
- ¿No sería mejor dejar que la confesión salga por si sola? Ya sabes, que sea de corazón...-.
Izuku meditó un momento y eventualmente le dió la razón a la chica de rosadas mejillas, guardó su celular y vió a través del grueso ventanal, la lluvia no daba muestras de ceder, el número de clientes había aumentado y el ambiente íntimo se había perdido.
- ¡Pide lo que quieras, hoy invitó yo!- Izuku quería demostrar su gratitud de alguna manera.
Un gesto pícaro cruzó el rostro de la muchacha y una sonrisa gatuna le acompañó, sin perder tiempo tomó el menú y comenzó a enumerar varias cosas, el pobre de Izuku se preguntaba donde le podía caber todo eso.
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Ajeno a lo que acontecía lejos de el, se encontraba Katsuki, ya no le importaban ni la lluvia, ni el viento, ni los rayos, caminaba rumbo a su hogar con una expresión de molestia en el rostro, sumido en mil pensamientos y en ninguno a la vez, de pronto el sonido de un auto acercandose por el camino lo llevó de regreso a la realidad, Katsuki ni siquiera volteo, simplemente se hizo a un lado, su figura era lamentable, caminando entre charcos y barro, era todo lo opuesto a la imagen que daba habitualmente, el auto antes mencionado se detuvo a su lado y sólo entonces Katsuki se digno a mirarlo, un alegre Deku le observaba contento desde la ventanilla del copiloto, era el auto de su madre, por un golpe de suerte se había cruzado con ella cuando se encontraba a las afueras del pueblo, aunque eso no impidio que el chico se mojara bastante, el pobre rubio estaba calado de frío hasta los huesos, empapado y sin ganas de hablar subio al vehículo, cansado, mudo y triste, mantenía la vista fija en algún punto de el cuerpo de Deku, quien se había echado en su regazo en un débil intento de darle calor y tal vez, consolarlo un poco.
-¡Mira nada más, Katsuki! ¿En que rayos estabas pensando? Salir con este clima, ¿Es que acaso te has vuelto loco? ¡Pudo caerte un rayo! ¡Seguro te vas a enfermar!- Mitsuki siguio regañando a su hijo unos minutos más, pero éste no respondió, parecía más interesado en observar las gotas de agua que caían de su cabello y que iban a parar a la recién cepillada y lavada lana de Deku.
Katsuki no respondió a los regañós, ni tampoco al golpe que su madre le dió, ni siquiera reaccionó al feo y enorme moño amarillo con manchas verdes que la oveja traía en el cuello, eso activó todas las alarmas en Mitsuki.
-¿Katsuki?- Un pesado silencio fue su respuesta - Hijo, si algo sucede sabes que puedes decirme, lo que sea, cualquier cosa... - El tono de voz había salido suave y comprensivo, Katsuki sintió que su estómago se revolvió, la mujer frente a el no se parecía a su madre.
- Solamente tuve un mal día, eso es todo, estoy empapado hasta los huesos, tengo una pesada oveja en mi regazo y una anciana no deja de gritarme...-.
Después de eso no hubo más palabras, ni gritos... No hubo nada, Mitsuki no quizo insistir más, pero no iba a dejar las cosas así.
- Cuando lleguemos a casa báñate mientras yo te preparo algo caliente ¿Si?-.
Katsuki sólo hizo un leve asentimiento y se acurrucó un poco mas con Deku, el consuelo de alguien nunca le había hecho tanta falta.
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