Un cuento de Navidad. Capítulo único

Notas de la autora

▶ Segunda historia navideña que hago sobre esta pareja que tanto me encanta. Como recomendación adicional, escuchen el track que les he dejado adjunto.

▶ Este oneshot se ubica, cronológicamente, luego del último caso de Trials & Tribulations, mejor conocido como Puente hacia el caso, habiendo pasado al menos un par de años aproximadamente.

▶ Como la gran mayoría sabe, la versión japonesa del juego se desarrolla justamente en Japón, así que, para que tenga sentido la descripción invernal del lago Gourd, deben tener en cuenta este pequeño detalle a pesar de que lo haya ubicado en Los Ángeles, California.

▶ Los Ángeles City Hall es el centro de gobierno de propia ciudad y  alberga la oficina del alcalde, las cámaras de reuniones y las oficinas del Consejo de la Ciudad.

▶ Los personajes de Phoenix Wright: Ace Attorney Trials & Tribulations no me pertenecen sino a Capcom Co., Ltd.      

▶ Estaría agradecida de la persona que me proporcionase el nombre del artista de la imagen que se ha usado como portada. Créditos a su respectivo autor.

▶ Dicho lo anterior, también doy un agradecimiento especial a mi beta-reader: Daniel León por hacer la portada de esta historia y ayudarme en las correcciones de la misma. Enserio, no sé qué haría sin ti.

Sin mas dilaciones, espero que lo disfruten y que tengan felices fiestas.

Desde hace un par de años que Los Ángeles City Hall tuvo la iniciativa de "promocionar" (más de lo necesario) las festividades navideñas con el parque de diversiones situado en las inmediaciones del Parque Natural del Lago Gourd: un lugar que lograba destacar no solo por sus coloridas luces de neón que titilaban a la par con las estrellas del firmamento, sino también por la enorme noria haciendo su usual recorrido giratorio y la montaña rusa vibrante de emoción en cada caída libre; además de contar con otro tipo de atracciones y puestos variopintos, era increíble que esta zona en específico estuviese rebosante de gente a pesar de ser una fría noche de invierno.

Para Franziska von Karma, la Nochebuena no es una festividad que le trajera gratos recuerdos, pues las pocas veces que convivió con su pequeña familia solo se limitaron a silenciosas cenas que terminaban de manera precipitada por el incesante trabajo de Manfred von Karma en los tribunales; apenas una breve despedida de parte de su padre le recordaban a la pequeña Franziska que se quedaría sola en aquella mansión familiar en Alemania, en especial si se tiene en cuenta que su eterno rival, Miles Edgeworth, resultó ser el elegido para continuar con el legado de ser el mejor fiscal de la historia... en tanto que ella solo se limitaría a ser una sombra que buscaría su propio camino solo para ser reconocida y amada por su progenitor.

Quizá esa sea una de las tantas razones por las que la fiscal prodigio se mostraba reacia a entrar al parque de diversiones, aquel mal sabor de boca ante las fiestas decembrinas seguía vigente y el rencor que le seguía guardando a Manfred... bueno, era preferible que sus pensamientos no siguieran por esa línea o terminaría por lamentarlo. Sin embargo, cuando recibió esa inesperada llamada de Miles a las tres de la mañana en un intento de convencerla para pasar estos días en Los Ángeles como una verdadera familia, no estuvo del todo segura del por qué terminó aceptando su invitación sin habérselo pensado dos veces; es probable que una ínfima parte de ella estuviese esperando un acontecimiento como este que le llevase a tomar el primer vuelo a América: su preciado deseo de Navidad estaba a punto de volverse una realidad.

Franziska acabó por emitir un suspiro entre refunfuños que denotaban lo frustrada que se encontraba al no poder evitar pensar en que esta decisión tomada ha sido la más estúpida de su vida, pero el hecho de sentirse de este modo también se lo debe a esa ilusión en lo más profundo de su corazón que bien puede llamarse como esperanza. Sin importar qué tipo de emoción le ha invadido esta Nochebuena, ella es una von Karma lo suficientemente orgullosa como para que acabase con ese ridículo debate interno y decidiera de una vez por todas ir a tomar su lugar en la fila de la entrada para comprar su respectivo boleto, pues su principal intensión es ir en búsqueda de su hermano menor.

Mientras avanzaba con gracilidad a través de las aglomeraciones de personas en ciertos puntos del parque que le impedían hacer un recorrido sencillo, la fiscal prodigio no dejaba de buscar a esos fríos ojos grises entre toda esta gente ruidosa con la que se topaba, pues un rostro familiar sería lo único que podía traerle tranquilidad en una situación como esta al no estar del todo acostumbrada a lidiar con esta clase de ambiente tan animado. Conforme seguía avanzando, comenzaba a sentirse agobiada debido al bullicio a su alrededor, sin embargo, desde pequeña aprendió a hacer frente a las grandes multitudes y es gracias a este "entrenamiento" lo que le permitió mantenerse impasible hasta llegar a disponerse frente a la noria, lugar que parecía ser óptimo para esperar a Miles Edgeworth.

La paciencia no ha sido una de las cualidades a destacar en Franziska von Karma, pues los minutos seguían transcurriendo y hasta el momento no tenía la menor idea del paradero de su eterno rival (motivo más que suficiente para lamentarse el no haberse traído consigo su látigo), aun así se dispuso a continuar con su búsqueda ahora que la cantidad de gente pareció disminuir en torno a donde se hallaba. Miró por encima de sus hombros un par de veces para cerciorarse de que él seguía sin llegar antes de disponerse a continuar con su recorrido en cuanto le dio la espalda a la noria, no obstante, tuvo que detenerse en seco al chocar contra una alta figura roja que se interpuso en su camino y al alzar su mirada para recriminarle a la persona que se fijase por dónde iba... está bastante claro que había cavado su propia tumba.

- ¡Miles Edgeworth!- sus pómulos se encendieron una vez que le dio rienda suelta a su enojo - ¿Tienes idea de cuánto tiempo estuve...?- no tuvo oportunidad de completar la frase una vez que se fijó en un detalle que provocó que olvidase la razón de su irritación. El antiguo aprendiz de Manfred von Karma traía puestos unos lentes que lo hacían destacar de una manera que a ella no le agradó en absoluto. ¿Por qué diantres tenía que verse tan atractivo?

- ¿Tanto te cuesta saludarme como se debe?- inquirió el susodicho con una media sonrisa dibujada en su rostro.

-Pse...- el rubor en las mejillas de la joven de ojos zafiros aumentó, en definitiva detestaba sentirse como una adolescente en presencia de la persona con quien creció todos estos años, se supone que debe verlo como familia a pesar de no compartir lazos de sangre, pero le cuesta trabajo verlo de ese modo con todo los acontecimientos ocurridos en el pasado - ¿Cómo... te va?- preguntó un tanto cohibida.

-He tenido mejores días- respondió a secas, lo cual llamó la atención de la hija de Manfred al ser la primera vez que le escuchaba quejarse de ese modo -Últimamente he estado atrapado en la oficina a causa del papeleo, por lo que tuve que empeñarme en ello para tener todo listo y poder estar desocupado esta noche-

- ¡Oh...!- fue lo único que la joven fiscal pudo articular, estaba sorprendida de que hubiese hecho todo eso para poder estar con ella en Nochebuena.

- ¿Qué?- Miles enarcó una ceja al ver la reacción de Franziska, algo no cuadraba con su actitud desde que llegó... ahora el asunto sería descubrir la razón que lo ocasiona - ¿Acaso no piensas replicar al respecto?-

- ¿Por qué habría de hacerlo?- se apresuró en responder al mismo tiempo que le dio la espalda, ya que esperaba reponerse de su timidez al evitar el contacto visual con esos fríos ojos grises que la observaban con escrutinio, como si quisiera saber qué es lo que le estaba ocultando... algo que no se lo permitiría al comprender cuán peligrosos pueden ser los sentimientos -Ya me explicaste la razón de tu retraso, ¿acaso debería tomarlo como una vil excusa?-

-En absoluto...- colocó su mano sobre el hombro de la chica, quien le vio de reojo para advertir esa ligera sonrisa sincera plasmada en sus labios-Y por eso te pido disculpas-

-Tus elogios no sirven conmigo- respondió al tiempo que le devolvía el gesto al considerar que puede sacar un poco de provecho a esta situación. No estaría mal divertirse un poco con el sufrimiento del chico, además le serviría como distracción para su torrente de emociones -Tendrás que usar una mejor táctica si quieres que tome en consideración tus disculpas-

-Lo que sea que te haga feliz- rebatió Miles al comprender el juego de Franziska - ¿Te parece si te invito un café?-

-Solo si crees que aquí hay un buen sitio que vendan capuccino-

-No lo sabremos si no comenzamos a buscar- y sin esperar a que su acompañante le respondiese, Miles tomó la delantera.

Franziska se quedó inmóvil en su sitio por un instante, pues esperaba que tomar una bocanada de aire le infundiese el valor necesario para seguir al fiscal de traje rojo. Esa ligera sospecha de que él estuviese al tanto de su extraño comportamiento le ponía de los nervios. ¿Qué diantres le estaba pasando? Sin tiempo a encontrar una respuesta que le convenciera, se dispuso a darle alcance hasta quedar a un lado suyo.

Las palabras no solían ser necesarias entre los dos al conocerse de años con solo una mirada bien podían saber en qué pensaban; no obstante, el silencio que se instauró, en tanto buscaban un lugar propicio para disfrutar de una rica taza de café, resultó ser del tipo incómodo y aunque de vez en cuando se dirigiesen miradas furtivas por el rabillo del ojo, ninguno se atrevía a romper el hielo.

"Una interminable batalla de tira y afloja."

Finalmente, la joven detuvo su andar de golpe al encontrarse harta de la situación, provocando que su compañero se girase para verle con extrañeza.

-Franziska, ¿qué...?-

-Miles, necesito que me respondas una sola cosa- rara vez solía pronunciar solamente su nombre, cuando eso sucedía era porque las cosas tienden a tomar un rumbo inesperado al mezclarse las emociones más humanas de las que se tienen conocimiento - ¿Qué derecho tienes de llamarme en la madrugada con la sola excusa de invitarme a pasar las fiestas contigo?- alzó sus ojos centelleantes, como si de un par de zafiros se tratasen, dispuesta a encararle en ese preciso instante -Ambos sabemos que no compartimos lazos de sangre y que no hemos sido muy unidos como familia, entonces, ¿por qué...?- frunció su ceño levemente - ¿Cuál es la razón por la que estoy aquí?-

El famoso fiscal Miles Edgeworth se quedó sin habla al escuchar todas estas cuestiones de parte de la hija de su mentor, era la primera vez que se sentía acorralado por ella o al menos eso es lo que aparentaba, por lo que, al notarlo, el enojo de su acompañante iba en aumento.

- ¡Miles Edgeworth, al menos ten la dignidad de decirme algo!- tal vez alzó la voz más de lo debido, pero poco le importó llamar la atención de las pocas personas que voltearon a ver a la pareja con cierta curiosidad - ¡Miles...!- su voz se apagó de inmediato al sentir el cálido tacto del susodicho en su mejilla, causando que se sintiera indefensa.

- ¿Siempre necesitas una razón para todo?- esbozó una sonrisa al advertir en la reacción de Franziska -Pero si así lo quieres, te lo diré una sola vez...- se acercó lo suficiente al oído de la chica para susurrarle -Todos merecemos una segunda oportunidad, incluso tú, no tienes por qué estar sola...- un rubor se extendió a través de las mejillas de la fiscal prodigio ante tal atrevimiento -...nunca volverás a estar sola, Franziska, te lo prometo-

Y dichas estas últimas palabras, Franziska von Karma le devolvió el gesto con un abrazo en el que ocultaba tanto su mirada cristalina como la sonrisa de gratitud hacia Miles Edgeworth... su refugio, su hogar.

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