Capítulo 2: El Espíritu de La Navidad Pasada
Un rato había pasado, y aunque intentara de todo, Corbin no lograba encontrar el sueño. Normal, luego de haber sido visitado por el fantasma de su propio padre, y ver a más de un alma en pena, lamentándose y sufriendo, no podía simplemente dormirse y quedarse tranquilo en su cama, no. Sus ojos miraban hacia todos lados, esperando la hora para que lo inevitable ocurriera.
Fue ahí cuando logró escuchar un fuerte "¡Ding, dong!" que provenía de su despacho. El causante del sonido era nada más que su antiguo y lujoso reloj que decoraba su hermosa y brillante oficina. Pero lejos de pararse en detalles materiales, Peltoh comenzó a buscar con su mirada alguna señal.
No terminaba de entender lo sucedido, su padre había dicho "mañana a las doce", ¿cómo había pasado tanto tiempo tan rápidamente? Quizás las pocas horas que había estado despierto se habían hecho eternas, pero era imposible que se triplicaran, como si el sol y la luna se hubieran aburrido de esperar.
Antes de siquiera poder seguir pensando, una extraña luz se desprendió de la oscuridad, como si de un incendio se tratara. Era una luz azul brillante y algo parpadeante, que dejaba de lado a la oscuridad de la fría habitación, encandilando la vista del pingüino.
El ente estaba tan cerca de Corbin como yo lo estoy de ti, lector, al menos espiritualmente.
Se veía como un pequeño niño, rellenito y simpático, pero más calmado que aterrador. No era un fantasma que cause miedo, era un espíritu, quizás como un protector. A Peltoh, la personalidad del espíritu le hubiese recordado a Lou, si no fuera por el tono de voz, que era bastante distinto al del robot, pues el del espectro era un tono más tranquilo, relajado, y curiosamente apagado, casi como susurrando, como si estuviera más lejos que cerca.
Llevaba una vestimenta algo inusual, pues se vestía como un pirata, y por si fuera poco, parecía tener algo que ver con un genio de la lámpara. Bajo su parche, sus ojos se veían como dulces bastones de caramelo navideños.
Corbin: ¿Eres tú el espíritu que me visitaría esta noche? –Se atrevió a preguntar-.
¡Blahahbablahblah! –Contestó el espíritu, dejando algo confundido al pingüino. Sin embargo, aclaró su voz, para luego hablar normalmente- L-Lo siento, también tengo algunos problemas con el habla, como tú. –Le explicó-.
Corbin: E-Espera, ¿cómo sabes sobre eso? –Se asustó un poco, aunque, de nuevo, el espíritu no se veía aterrador ni nada por el estilo- Pero aún más importante... ¿Quién y qué eres tú, exactamente?
Yo soy... El espíritu de la Navidad pasada. –Contestó calmado-.
Corbin: ... ¿Pasado lejano?
Espíritu: TU pasado. –Corrigió, y se acercó al pingüino, encandilándolo-.
Corbin: Ugh... ¿Por qué eres tan luminoso? –Se quejó-.
Espíritu: Esta misma luz... Es la luz de mi brillante alma.
Corbin: ... ¿Y podrías apagarla? –Le preguntó de mala gana, aunque el espectro, lejos de sentirse mal, le contestó-.
Espíritu: Podría hacerlo, debería golpear mi cabeza para apagarme, pero... ¿Tan pronto quieres apagar la luz que te doy? –Con cautela, levantó su mano derecha, mano que, de hecho, era inexistente, pues en su lugar llevaba un garfio al más puro estilo pirata-.
Peltoh se asustó al ver aquella "arma" en sus manos, y se arrepintió de haber dicho lo anterior, pidiendo disculpas por cualquier tipo de ofensa hacia el espíritu, quien, al final, no le importó demasiado las palabras del botones. Acto seguido, extendió su mano sana hacia él, invitándolo a levantarse de la cama.
Espíritu: ¡Levántate y ven conmigo! ¡Tengo algunos lugares que mostrarte! –A pesar de cualquier excusa que Corbin pudiera buscar, no sirvió de nada resistirse, pues sin siquiera darse cuenta, su cuerpo ya estaba levantándose y siguiendo el camino que el poderoso fantasma iluminaba-.
Corbin: ¡E-Espera! –Exclamó asustado, pues se dio cuenta de que el pirata se dirigía hacia la ventana- Quizás tú puedas flotar y demás, pero... Yo soy mortal y podría caerme.
Espíritu: No te preocupes. –Acercó su mano hacia el pecho del pingüino, tocando levemente su corazón- Basta con un toque aquí, y no tendrás que temerle a nada más.
Tras pronunciar aquellas suaves y dulces palabras, el espíritu tomó fuertemente de la mano a Corbin, y ambos atravesaron la pared, volando rápidamente por el hermoso cielo invernal de aquella noche. Las auroras boreales llegaban a verse, y era todo un espectáculo de colores fríos que terminaban por endulzar a cualquiera.
https://youtu.be/cyIY6Fb0p4Y
(Soundtrack de la escena)
Entre tanto vuelo, la neblina los hizo aparecer en un lugar distinto, con su suelo nevado, sus risas, y una hermosa música alegre.
Corbin: ¡Por Dios! –Exclamó el pingüino al ver aquel paisaje. Se trataba de un lindo pueblo, pero no era cualquier pueblo... Era SU pueblo- ¡Pero si este es el lugar donde pasé la infancia! –Se veía... Feliz. Todos los recuerdos de su niñez, aunque habían estado guardados en aquella caja vieja dentro de su mente, habían vuelto de pronto, y sentía una nostalgia indescriptible que lo hacía querer sonreír más que nunca-.
Espíritu: Me alegra verte así. ¿Recuerdas el camino?
Corbin: ¿Qué si lo recuerdo? ¡Ja! Podría recorrerlo a ciegas.
Espíritu: Es increíble que no lo hayas olvidado con todos estos años. ¡Vamos! –Con alegría y nostalgia, ambos alzaron vuelo para recorrer el pueblo-.
Un pequeño y dulce pueblo, con sus casas de madera y sus cálidas chimeneas que se hacían notar frente al frío invierno que los abrazaba. A pesar de que hacía mucho frío, los niños parecían divertirse jugando entre el hielo, lanzándose bolas de nieve y revolcándose entre la fría tierra helada. Quizás, en la actualidad, a Corbin le molestaría ver a los niños molestando de esa forma, pero al tener el efecto nostálgico en sí mismo, no podía sentirse de otra manera que no sea contento, la alegría y las risas del lugar eran contagiosas.
En un momento, llegaron a cierto lugar familiar para Peltoh... Un lugar especial. SU HOGAR.
Corbin: E-Esta es mi... Mi casa. –Dijo con un tono dulce y tierno, hace años no se escuchaba a sí mismo hablar de esa manera-.
El señor P, junto al espíritu, se acercaron a la ventana de la casa de madera, para echar un vistazo a lo que había dentro. Además de un enorme y hermoso árbol de Navidad decorado, lograron ver a una familia unida, comiendo en la mesa juntos. Eran todos pingüinos, y uno de los más pequeños era Corbin, jugando con un peluche de una especie de Santa Claus.
Corbin: Oh... Era mi peluche favorito. –Le comentó al espíritu, quien se veía contento por los eventos- ¡Y mira, ese es mi padre! –Señaló por la ventana al recién llegado de la familia, un hombre con sus libros de economía y negocios, que se sentaba en la punta de la mesa- ¡Hola, papá!
Espíritu: Lamento decir que no pueden escucharte, son solo sombras de lo que alguna vez fue. Ellos no pueden vernos tampoco. –Peltoh lo miró algo desanimado, le hubiese encantado revivir por completo aquellas memorias, pero aun así, no le quedó más remedio que aceptarlo- Ven, hay otro lugar que debo mostrarte.
Ambos se tomaron de la mano y se alejaron del camino principal, despidiéndose de aquella infancia feliz del pingüino botones. Una vez se encaminaron por un sendero bien conocido, llegaron en un santiamén.
https://youtu.be/CWgZlgbpWWg
(Soundtrack de la escena)
Espíritu: ¿Reconoces este lugar? –Le preguntó, mientras Corbin abría los ojos bien grandes-.
Corbin: Eh... No del todo. –Comenzó a examinar cada rincón del establecimiento. Era un enorme salón, lleno de personas bien vestidas y muchos lujos alrededor- Oh, espera... ¿No será aquella fiesta navideña de negocios a la que asistí hace unos años?
Buscando con la mirada, Corbin pudo ver a una versión más joven de sí mismo, sentado en uno de los sillones del lugar, comiendo una galleta navideña.
A su alrededor, cientos de personas charlaban e interactuaban entre sí, pero Peltoh era el único solo esa noche, nadie se le había acercado desde que llegó. Había sido invitado a la fiesta, y creyó que sería una gran experiencia, tenía tanta fe y tanta esperanza en su futuro exitoso que ni siquiera le prestó atención a su familia, ya que rechazó su invitación a la cena navideña de aquel año.
Corbin: ¡Wow, pero si es El Águila Dorada! –Exclamó al ver a uno de los invitados, un hombre alto y corpulento que charlaba con otros individuos- ¡Y ese es el señor Nickson! ¡Cuánta admiración le tenía en ese momento! No significa que no lo siga admirando, por supuesto. –Aclaró. El espíritu se veía algo confundido, pero seguía alegre-.
De pronto, una elegante melodía de jazz comenzó a sonar, llamando la atención no solo del Corbin actual, sino de su versión del pasado también, y de todos en el salón, que comenzaron a bailar en parejas de forma alegre, celebrando la Navidad con unas divertidas danzas que solo el bienestar podía brindar.
Sin embargo, aquel joven pingüino se quedó viendo el gran baile que se había armado, pues no había encontrado a nadie con quien acompañar sus pasos. Todos estaban acompañados, excepto por él.
Corbin: ... No lo recordaba tan así. –Murmuró, cuando de pronto, pudo ver como una bonita mujer se acercaba al joven Corbin, invitándolo a bailar casi en un abrir y cerrar de ojos- Eso era lo que recordaba. –Sonrió, viendo como su versión del pasado bailaba con aquella hermosa chica- Fue una gran noche.
Espíritu: Y lo mejor de todo es que te veías feliz.
Corbin: Lo estaba. –También estaba contento de revivir aquellos momentos, hasta que recordó lo que sucedía aquella misma noche- ... Oh. –Suspiró, mientras el espíritu y él se transportaban a unas pocas horas más tarde, esa misma noche-.
¡Por Dios, si serán molestos! –Exclamaba el joven Corbin frente a uno de los espejos del baño de caballeros. De nuevo, volvía a rechazar una de las llamadas de su propia madre- ¡Debería haber dejado el teléfono en casa!
Corbin: ... Te equivocas. –Se contestó a sí mismo, viendo la escena ahora desde otro punto de vista. El fantasma lo acompañaba estando a su lado siempre- Si tan solo hubiese atendido aquellas llamadas...
Espíritu: ¿Quién estaba llamando? –Se atrevió a preguntar-.
Corbin: ... Mi madre. –Dijo en voz baja, algo triste- Fue la última Navidad que pasaron antes de que mi padre falleciera. Después de eso, jamás volví a juntarme con mi familia. Es por eso que, a pesar de haber sido una gran noche... Creo que recuerdo esto con... Tristeza. –El espíritu lo escuchaba con atención, mientras ambos miraban como el Corbin del pasado seguía rechazando las llamadas desesperadas de su madre, solo para, al menos, desearle una feliz navidad a su hijo-.
El pirata fantasma miró al botones de reojo, y pudo notar como una pequeña lágrima indiscreta caía por su mejilla. No quería demostrarlo, solo quería desahogarse de la manera más silenciosa y fría posible.
Espíritu: ¿Qué sucede?
Corbin: Nada en particular.
Espíritu: Yo creo que sí.
Corbin: Bueno... –Contestó rápidamente, aunque unos segundos después, contestó abriéndose un poco- Es solo que... Desearía tener la oportunidad de cambiar el pasado. Poder contestar aquellas llamadas y simplemente pasar una última Navidad con mi familia unida... Con todos y cada uno de ellos, juntos. –El pequeño fantasma quedó en silencio, y mientras Peltoh mantenía la llama de aquel deseo, el espectro apagaba las luces de todo el escenario, dejando a oscuras no solo a él mismo, sino al señor P también-.
Espíritu: No me queda mucho tiempo, ¡de prisa!
Exclamó el fantasma, y luego de unos segundos, las luces se volvieron a prender, ahora en otro lugar. Corbin volvió a presenciarse, esta vez en un ambiente más frío, apagado, y tétrico, solo con el sonido inquietante del viento, y el angustiante aroma del dolor en el aire.
https://youtu.be/qF58N1wQ8g4
(Soundtrack de la escena)
Podía verse a sí mismo en su despacho, con las luces casi apagadas y unos sonidos que le dolían en el alma con solo escucharlos. Los llantos y lamentos del más joven pingüino, que a pesar de ser ya un adulto, se sentía como un niño que no podía parar de llorar, como un piano desafinado, como una bola de nieve olvidada entre los pinos.
Corbin: N-No... No otra vez. –Murmuró, lamentándose por verse a sí mismo-.
Aquella navidad. Aquella triste y desolada víspera navideña, que lejos de ser alegre y feliz como todas las demás, solo fue una noche de tristeza, angustia, y dolor.
Aquella noche, fue cuando Corbin se enteró que su padre, Charles Peltoh, había fallecido, y todavía no podía terminar de creerlo. A pesar de intentar alegrarse por la Navidad, era totalmente imposible, sentía como si todo el dolor que acumuló en su vida y que venía arrastrando desde su existencia, ahora se juntara para atormentarlo sin descanso durante la eterna y helada noche navideña entre esas lujosas cuatro paredes.
Ni las luces del árbol de Navidad podían iluminar un poco su oscura vista, que se nublaba entre lágrimas por enterarse de los recientes acontecimientos. Algo que no se esperaba, algo de lo que no estaba preparado. Su padre, una figura especial y un ejemplo a seguir para Corbin, ahora se había ido para siempre, y su vida no volvería a ser la misma, nunca más.
No se escuchó ningún dialogo, ninguna frase, ninguna palmada en la espalda de Peltoh para tratar de consolarlo... No vino nadie.
Solo lamentos y lágrimas, derramándose entre el frío del invierno, y mezclándose junto al fuerte viento que arrasaba el hotel en una fiera ventisca de angustia. Estaba solo, por primera vez en su vida se sentía solo de verdad, y a pesar de todo, no había nada que pudiera levantarle los ánimos en un momento así.
No quedaba más que una melancólica escena, capaz de congelarle el corazón una vez más al inquebrantable pingüino.
Corbin: ¡Espíritu, n-no quiero ver más! –Exclamó, ya angustiado de nuevo por revivir aquel momento- Llévame a mi casa de vuelta, ¡¿acaso te es divertido torturarme de esta manera?!
Espíritu: No me complazco de ninguna manera. Ya te lo he dicho, son sombras de lo que alguna vez ha sido.
Corbin: ¡¡Eso no me importa, no puedo resistirlo!! ¡¡¡Sácame de aquí, ahora!!! –Entre las suplicaciones desesperadas del botones, la cara del espíritu comenzó a deformarse, cambiando a las mismas expresiones de los rostros de las personas que alguna vez habían sido importantes para Peltoh... Incluyendo a su padre- ¡¡YA BASTA!!
El dolor de Corbin explotó en furia, causando así que, con su propio puño, le dé un golpe en la cabeza al fantasma, ya que recordó sus propias palabras, "debería golpear mi cabeza para apagarme". Fue así como el rostro del espectro se congeló en el usual, y se quedó así por un rato.
El señor P se sintió algo aliviado, pero ese sentimiento no duró mucho, ya que así como vino, se fue. El rostro del espíritu, que ya había vuelto a la normalidad, comenzó a derretirse junto a su propio cuerpo, como si de una película de terror se tratase, y en cuestión de segundos, aquel pequeño genio pirata había desaparecido entre las maderas del suelo del hotel. Aquel mismo escenario empezó a temblar más que un tornado, y las tablas de madera del suelo, junto a las paredes, se fueron desprendiendo brutalmente, atacando al ave como si fuera un intruso.
Caían maderas del piso de arriba, y el suelo en el que Corbin estaba parado de pronto se destruía a pedazos. No entendía el por qué, pero la locura del momento no lo dejaba pensar del todo. Trató de sostenerse de los estantes y distintos objetos decorativos del lugar, pero nada logró frenar el irreversible destino en el que Peltoh estaba metido, ya que después de que el hotel se destruyera a pedazos rápidamente, él cayó al vacío, gritando como desquiciado por la adrenalina.
Cerró los ojos para frenar el miedo, y cuando los abrió... Estaba de vuelta en el ático, a punto de caerse de la cama.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top