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En cuanto llegó a su casa después de haberse soleado mas de lo debido en la playa tomó su chaqueta, más billetes y la llave de su moto. Necesitaba ir a refregarle a Mingyu que había estado toda la tarde con Jimin, no importaba si tenía que mentir demás para que su amigo tuviese un derrame de bilis, le gustaba dejarle en claro que le quitaría su dinero y que no debía de dudar de sus dotes de Don Juan. Al final, Jungkook siempre podía estar entre las piernas de quien él quisiera.

Jimin no sería la excepción.

Solo que se divertiría aún más con él. Era ganar dinero y jactarse de hacer mierda a su rival. Ganar-ganar.

Abriendo su garaje y con su casco sobre su cabeza, volvió a salir. Perdiéndose entre las luces nocturnas, siendo abrazado por la luna y las estrellas, era una larga noche que le prometía mucho. Paseaba entre las calles mientras hacía su camino en dirección a la casa de su amigo, donde como cada jueves, se reunían para matar el rato.

En una mala decisión, tomó un callejón que lo llevó a un congestionamiento, al parecer a cuadras adelante un choque había sucedido, ahora tendría que estar atascado en las filas y filas que había de autos. Bufo cabreado, quitándose el caso para respirar, viendo las posibles salidas.

En lugar de encontrar una salida, se encontró con un rubio que era muy conocido, Jimin, quien se encontraba sentado junto al gran ventanal de uno de los restaurantes más tops del país, frente a él tenía a su novio. Parecía que ambos estaban en una cita, los dos se veían sonrientes, compartiendo uno que otro sonrojo.

Jungkook no podía evitar mirar, era lo más entretenido que tenía estando rodeado por carcachas de metal. Además, así podía analizar que tanto le costaría entrar al corazón de Jimin.

Parecía que no le costaría mucho, porque las miradas que Jimin le daba a Eunwoo, no llevaban ni una pizca de aquel enorme amor que Jimin predicaba.

Era mejor para Jungkook, menos trabajo.

Cuando Kook se aburrió de observar a la pareja, pasó lo más interesante, Eunwoo se arrodilló frente a Jimin y le extendió una cajita que contenía un anillo.

Al fin te da el anillo. Pensó Jungkook, con una sonrisa de lado.

Aun observo cada movimiento de la pareja, desde la enorme y vacía sonrisa de Jimin, hasta como el rubio saltó a los brazos de Eunwoo, besando sus labios, para luego dejar que su novio—ahora prometido—le pusiera el anillo, sellando aquella promesa entre ambos.

Era todo lo que necesitaba ver, se puso una vez más su casco y halló una salida de aquel tumulto de chatarra. Arrancó, yendo por la acera, pasando por el gran ventanal donde Jimin presumía su anillo de compromiso. Al salir de la calle Jungkook tenía una sonrisa de lado.

Algo que había aprendido todos estos años, es que a la gente le gusta la adrenalina y qué mejor que la adrenalina de una infidelidad, a todos les iba aquella, todos querían alguna vez inyectarla y él se la daría a Jimin. Le brindaría algo de adrenalina al incrustarse en su piel.

Después de todo, cuando el efecto de la adrenalina terminará, podía casarse con Eunwoo.

Ya no le serviría para ese momento, solo necesitaba su corazón envuelto en adrenalina y con eso era todo. Sin un pedazo de su corazón podía caminar al altar junto a Eunwoo.

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