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Una cosa había llevado a la otra y sin darse cuenta, Jimin se encontraba probando los labios de Jungkook.
Aquel no era el plan, él solamente quería ir a pasar el tiempo con Bam, aquel perrito se había robado su cariño y atención durante todo el tiempo en el que la paso en la casa de los Jeon, para nada quería tener a Jungkook encima de él.
Aun así, no se quejaba de cómo habían ido las cosas, disfrutaba ser besado por Jungkook, después de un largo tiempo de no haber sentido sus labios sabor a menta fresca.
Se sentía tonto, se daba asco pues no le gustaba como se sentía ser sostenido por Jungkook, tomado de las caderas mientras su lengua exploraba con vehemencia su boca, teniendolo en su lugar mientras de vez en cuando sonreía en medio del beso. Le daba asco, pero disfrutaba mucho ser puesto en su lugar; justo debajo de Jungkook.
—Eres tan hermoso.—Susurro sobre sus labios, lamiendo el pomposo labio inferior de Jimin, metiendo sus manos cálidas por debajo de la camisa del rubio, apegandolo más a su cuerpo por la curvatura de su cintura.—Tan hermoso y tan mío ¿no?
—N-no.—Trato de decir con una voz autoritaria, pero solo le salió un tartamudeo pues las manos de Jungkook se sentían de maravilla sobre su piel.
—¿No?—Sonrió sobre sus labios, mirándolo fijamente a los ojos, tomándolo de las mejillas para que no le quite la vista de encima.—Me rompes el corazón.
—Ya cállate.—Dijo soltandose del agarre de mejillas que tenía Jungkook sobre él.
—¿Más acción y menos charla?—Pregunto Jungkook en un tono burlón, queriéndose carcajear de cómo Jimin se hacía pasar por un hombre firme y recto, cuando no era así.
Lo tenía deshaciéndose en sus manos.
Que belleza. Pensó Jungkook, llevando sus manos una y otra vez por la curvatura de la cintura de Jimin, llevando sus labios hacía el cuello blanquecino y largo de Park, succionando la piel y sonriendo mientras cometía la acción pues escuchaba claramente los gemidos que Jimin trataba de reprimir.
—No los reprimas, quiero escucharte.—Dijo cerca de la oreja de Jimin.—Quiero escuchar lo que te hago sentir.—Sonrió, elevando su rodilla hacía la creciente erección de Jimin, robandole un sonoro gemido.—Así, no te contengas, bombón.
Jimin se sentía dopado, solamente podía guiarse por la voz medio ronca y dulce de Jungkook, siguiendo cada una de sus ordenes y gimiendole al oído mientras hacía maravillas con su cuerpo.
—¿Quieres elevar el nivel?—Pregunto Jungkook tras dejar un montón de chupetones en el cuello de Jimin.
—¿Cómo?—Pregunto agitado.
—Mhm.—Sonrió, dándole un beso en la mejilla.—¿Qué si quieres follar?
La pregunta era tan estúpida y fuera de lugar que sus mejillas se tiñeron aún más de rojo. Jungkook logró abochornar a Jimin, pero le agradecía que le haya preguntado y que no solo haya hecho las cosas, después del incidente del hotel era lo que menos podría hacer.
Aun así, la propuesta de Jungkook puso un montón de mariposas en su estómago, hizo que recuerde lo que Sungwoon le había "aconsejado", solo saciando su necedad de querer el cuerpo de Jungkook encima suyo podría sacarlo de su cabeza.
Así que su única respuesta fue unir una vez más sus labios y llevar sus manos a la camiseta de Jungkook, comenzando a sacársela. Jeon hizo el trabajo restante, llevando la camiseta fuera de su cuerpo y tirandola al piso, dándole una muy buena vista a Jimin. Las manos del rubio picaban por tocar aquella piel bronceada y sentir cada músculo duro en sus dedos, así que no se resistió, levantó sus manos y las paseo por todo el torso de Jungkook.
—Estas disfrutando demasiado ¿no?—Sonrió Jungkook, llevando sus manos a los botones de la camisa de Jimin, sacando uno por uno mientras dejaba que el rubio le besara toda la piel que quisiera, envenenandolo con cada porción de perfume que inhalaba, convirtiéndolo suyo.
Jimin no hablaba, pues sentía que si lo hacía, volvería el momento aún más íntimo, tampoco se dejaba dar besos en la boca, ahora que estaba semidesnudo no quería que Jeon se acercara a sus labios, no le permitiría llevarse sus besos en una ocasión de una sola vez.
Esos besos íntimos eran para su prometido, que aunque le estaba fallando ahora, aún pensaba en él; que esto dejaría las cosas entre ambos como antes.
Pues tendría al cuerpo de Jungkook para su placer por esta noche y luego podría moverse de aquel extraño capítulo en su muy planeada vida. En un libro ya escrito, al cual sólo le repasaba las letras impresas con tinta azul.
—Vamos. Déjame besarte.—Dijo Jungkook, tomando las mejillas de Jimin con una de sus manos, tratando de unir sus labios a la fuerza.
—Déjame.—Se soltó del agarre, empujando a Jungkook fuerte, logrando que cayera al otro lado del colchón, con aquella posición Jimin se subió en él.
—Quieres el control ¿ah?—Rió Jungkook, llevando sus brazos detrás de su cabeza para simular una almohada.—Te lo concedo por esta vez.
—Hablas como si fuera a pasar una vez más.—Dijo Jimin, pasando su lengua por las claviculas de Jungkook.
—¿Y no será así?
—Es algo de una sola vez. Una noche.
—Mhm, no lo creo, bombón.—Sonrió de lado, llevando una de sus manos al cabello de Jimin y tomándolo de sus mechones rubios.—No creo que solo puedas con una noche, querrás más.
—¿Estas tan seguro de eso?—Sonrió por el agarre que Jungkook hacia en su cabeza, le gustaba.
—Demasiado seguro, Minnie.—El apodo fue dicho con un tintineo, como si una serpiente se lo hubiera susurrado.
Y Jimin quiso besarlo, quiso comerle la boca y morderle la lengua; así dejaría de engatusarle con sus palabras sabor a coñac. Pero no lo haría, quería que aquella noche se mantuviera en un contacto únicamente sexual.
Aunque ya haya besado muchas veces a Jungkook, no quería hacerlo ahora. Y no debía, pues ¿que sería de él cuando lo tenga encima de él y lo bese? se perderia más en el exquisito cóctel que le había servido únicamente con sus palabras.
—¿Por qué no quieres besarme, Jimin? ¿Te cansaste de gemirme en la boca?—Sonrió, sentándose aún teniendo a Jimin en su agarre, sin hacer la presión necesaria para tornarse en algo violento, lo acercó a su rostro, posicionando sus labios muy de cerca.—¿Qué pasa, bombón? ¿beso mal?
—Un poco.—Mentía con una sonrisa, los besos de Jungkook habían sido de los mejores que alguna ves había probado, pero no le subiría el ego, aunque lo tuviera agarrandole de los cabellos.—Pero considero que los besos en el sexo solo se deben compartir con alguien a quien amas.
—¿En serio? ¿Y tu no me amas, Minnie?
—No.
Aún no lo haces.
Pero lo harás.
—Que dolor me causaste en el pecho.—Fingio un puchero, soltando a Jimin de su agarre, esta vez llevando sus manos a las caderas de Jimin, así lo pondría encima de él y comenzaría todo.
El gran paso que necesitaba dar para meterse en la piel de Jimin.
—Pero, continuemos con lo que nos trajo aquí. Que aunque no me dejes besar tus labios, puedo besar tu cuerpo, es igual de dulce que tus bonitos labios.—Dijo mientras contorneaba con su índice los labios del rubio que tenía encima suyo.—Tan hermoso.
Con cada palabra soltada llevaba al cielo a Jimin, era alguien que ronroneaba por los halagos y los susurros coquetos.
Jimin soltó un gemido ronco cuando Jungkook comenzó a desabrochar su pantalón mientras besaba sus claviculas, fue por instinto el mover sus caderas para comenzar aquella fricción que a ambos les encantaba.
Le avergonzó lo duro que se encontraba, apenas habían compartido algunos roces subidos de tono, pero ahí estaba él, goteando de la punta por todas las palabras y susurros que Jungkook le regalo, deshaciéndose en su toque, en sus largos dedos, en sus labios secos y en su cuerpo caliente.
Cuando Jungkook lo posiciono en la cama, tomando su muslo y levantandolo levemente mientras besaba el interior de este, supo que no había una salida. Ya había firmado para permanecer entre las sabanas de Jeon. Y por ahora no se arrepentía, porque sus besos lo volvían loco.
—Hueles tan bien.—Susurro en su muslo, mirándolo a los ojos.—Te pones muchas lociones ¿no?
—Sí.—Dijo en un suspiro, conteniendo los gemidos que quería soltar por los dedos de Jungkook que comenzaban a jugar cerca de su entrada.
—Mhm, lo supuse, siempre hueles muy bien. Como a vainilla y cereza.—Se movio de su lugar para alcanzar su mesa de noche, tomando agilmente el lubricante y un condon.—A mi me encantan las cerezas con crema. Me encantaría ponerte crema para comerte entero.
—Hazlo.—Suspiro, queriendo abofetearse por actuar como un adolescente precoz.
—Estoy a punto de hacerlo.—Sonrió de lado por su mal chiste de doble sentido.
Jungkook abrió el lubricante vaciando una gran cantidad en sus dedos y en la entrada de Jimin, haciendo saltar al rubio por el contacto frío.
—¿Eres virgen, bombón?—La pregunta se le ocurrió de repente, tras ver las reacciones que Jimin tenía por acariciarle creía eso, nadie se derretía tanto a menos que fuera la primera vez que alguien lo tocara.
—No.—Volvió a suspirar.—No lo soy.
—¿A si? Juraba que lo eras.—Se encogió de hombros, llevando dos de sus dedos a la entrada de Jimin, comenzando a hacer movimientos circulares.
—¿Por qué?—Gimió al finalizar la pregunta.
—¿Por qué?—Sonrió de lado, comenzando a meter sus dedos en la caliente y apretada entrada de su acompañante, viendo atento cada gesto que Jimin tenía. Siendo bastante...erotico.—Porque te derretiste hasta con el mínimo toque.—Comenzó a hacer cual tijeras dentro de Jimin, robandole un gemido agudo. Todo bastante erotico, no podía quitarle la vista de encima.—¿Tan bueno soy?
—N-no, no lo eres.—Negó con la cabeza, tomando entre sus manos las sabanas. Jungkook lo preparaba con una delicadeza y lentitud abrumadora, lo estaba llevando cada vez más al cielo.
Y pronto lo soltaría en el infierno.
—¿Entonces por qué—Aún sosteniendo la pierna de Jimin se inclino hacía él, quedando bastante cerca de su rostro y rozando sus labios.—te deshaces en cada caricia que te doy?
No hubo respuesta, solo gemidos por la preparación que hacía Jungkook. Tenía un vaivén hipnotizante, metiendo suavemente sus dedos y sacándolos bastante lento, le volaría la cabeza y las cuerdas vocales por los sonoros gemidos que soltaba. Jungkook al escuchar los gemidos de Jimin sonreía contra el cuello blanquecino del rubio, besando la piel lo mucho que pudiese, dejandole marcas para que recuerde aquel momento por mucho tiempo.
—Me encanta escucharte deshacerte en mis dedos.—Dijo levantándose y quitando sus dedos de la entrada de Jimin. Arrodillandose frente al cuerpo sudoroso y abierto de piernas del rubio, lamiendo sus labios por lo erotico que se veía Jimin con las mejillas rojas y los labios hinchados.
Al ponerse el condon le dio unos cuantos apretones a su polla, pues la sola imagen de Jimin tan sumiso en sus sabanas podría hacer que tuviera uno de los mejores orgasmos. Era precioso.
Era hipnotizante.
E iba a ser suyo. Suyo para destruir.
—Pero quiero escuchar como te deshaces en mi polla.—Dijo sosteniendo su miembro y acercándose a Jimin, este lo recibió con mucha gracia, hasta podía sonreirle.
Jungkook no se resistió al jugoso y redondo trasero de Jimin, tuvo que darle algunas nalgadas mientras se alineaba en él, sintiéndose en el cielo pues las paredes de Jimin lo recibían muy bien.
—Dios.—Gimió en alto, tirando su cabeza hacia atrás mientras clavaba sus manos en la cintura de Jimin, tratando de dejar marcas. Le marcaría todo el cuerpo.—Me tomaste tan bien, bombón, pareces estar hecho para mí.
—No es asi.—Negó Jimin, nunca estaría hecho para alguien como Jungkook. Le daba nauseas de tan solo pensarlo.
—¿No?—Se mordió el labio.—¿Entonces por que pareces amoldarte a mi?
—Ya cállate y solo follame.—Rodó los ojos con molestia.
—Como tú órdenes, mi amor.—Dio un fugaz beso a su clavícula y comenzó con todo.
Tenía firme a Jimin en su lugar, tomándolo de la cintura mientras embestia en él, sin poder quitarle la vista del rostro, no se podría perdonar si se perdía alguno de los gestos eroticos que hacía Park mientras lo tomaba.
Mordía sus labios, gemia, sus cabellos estaban sobre su frente y sus mejillas rosadas como un tulipán. Era el vivo retrato de los sueños húmedos de Jungkook.
Y quería besarlo, tomar en sus labios y dientes aquellos labios afelpados que le rogaban ser tomados, pero cada vez que trataba de hacerlo, Jimin lo retiraba con la mano.
No podía creer que no podría besar a Jimin durante el sexo hasta que lo tuviera enamorado. Sólo por eso es que iba a meterle aceite a su motor, no podía seguir privandose de aquellos exquisitos labios mientras embestia en él.
Aquella noche fue el sello para ambos, el pase para el viaje directo al infierno.
Mientras gemian al unísono, enredandose entre las sabanas mientras sus cuerpos estaban cubiertos en sudor y fluidos, mirándose a los ojos cada vez que gemian. Fue el principio y el final para ambos, porque el calor de la habitación no solo era por el sexo, sino, porque era la primera estación del infierno.
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holaaaaa, cada vez nos hundimos más :')
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