Capítulo III
Raditz había llegado a su hogar. Le habían dado una semana libre que se había ganado hace meses atrás, y decidió por cobrarlas está semana. Estaba muy emocionado por llegar a casa, quería darle una sorpresa a su hermanito, en su mano tenía una bolsa de hamburguesas, él sabía cuanto le gustaban, y quería cenar con él en ese mismo instante. Al llegar a casa dejó las hamburguesas en la cocina, sin embargo; algo llamó la atención del mayor, el bolso de su hermano estaba ahí, lo cual le pareció extraño, al recogerlo notó un pedazo pequeño de vidrio. Parecía ser de un plato.
No lo pensó dos veces, y subió las escaleras, algo no le agradaba, al entrar al cuarto de menor, lo vio acostado boca abajo, encendió la luz, viendo lo que más temía, a la vez que, sus sospechas eran confirmadas. Su espalda y, algunas partes de sus piernas estaban marcadas con un cinturón. Suspiró triste, estaba harto de que su padre desquitara su ira con su hermano, ya no había manera de hacerlo entrar en razón. Por más que intentaba protegerlo, no podía, existían cosas que estaban fuera de su control y está era una de ellas.
Sintió como algo húmedo se deslizaba por sus mejillas, eran lágrimas. Estaba desesperado, quería conseguir una nueva casa dónde podía vivir con Gokú, y comenzar una nueva vida, llena de paz, pero todo se estaba complicando, sin embargo; tenía que hacerlo rápido antes de que matara al menor a punta de golpes.
-Gokú -lo sacudió de manera suave, y en ese instante el menor estaba despertando con quejidos. Sus últimos sueños eran ligeros, demasiado diría él - ¿Cómo estás?
-¿Qué haces aquí? -preguntó soñoliento- Pensé que llegarías hasta mañana en la noche.
-Tengo una semana libre, y quise darte una sorpresa, pero el sorprendido fui yo -hizo presión en una de las heridas.
-Raditz -se quejó.
-Iré por el botiquín -fue al baño del menor- Supongo que ya sé lo que pasó, pero quiero oírlo de ti -se sentó en la cama mientras sacaba la solución antiséptica y algodón.
-Cuando llegué papá ya estaba aquí. Me pidió que le hiciera el almuerzo, yo le obedecí, pero él dijo que estaba horrible y comenzó a golpearme.
-¿De verdad te golpeó por eso? Pero sí tú cocinas delicioso.
-Él dijo que era una porquería.
-Sólo buscaba una excusa para golpearte -pasó el algodón por las heridas.
-¡Diablos! -gritó.
-Lo lamento. Algunas están sangrando.
-Duele mucho -dijo entre lágrimas.
-Tranquilo, ya va a pasar.
Gokú tomó la almohada de su cama y la mordió con fuerza, para así evitar gritar en todo el rato.
-Bien, ya terminamos -habló por fin Raditz- Traje unas hamburguesas ¿quieres?
-Me encantaría -le sonrió con dificultad.
3 días después
El timbre de la casa de los Son sonó, un joven de cabellos largos se dirigió a la puerta para ver de quién se trataba. Al abrir se encontró con un joven de cabellos en forma de flama, le pareció extraño, a su hogar no llegaba mucha gente.
-¿qué desea?
-¿Se encuentra Kakaroto?
-¿Ka...? ¿quién? -preguntó confundido.
-Gokú.
-¿Tú eres...? -preguntó con cierta desconfianza.
-Soy Vegeta, amigo de Gokú, vine a ver porque no ido a clases, y a decirle que tenemos que hacer un trabajo para ciencias de la tierra.
-¡ah! ¡pasa! ¡Adelante! -se hizo a un lado y Vegeta entró.
-Linda casa.
-Gracias ¿desde cuándo Gokú y tú se conocen?
-Soy nuevo, nos conocimos el lunes ¿por qué no ha ido? ¿está enfermo?
-Algo así. Gracias por venir a verlo. Es la primera vez que veo venir a un amigo de mi hermano a casa después de un tiempo.
-¿en serio?
-Sí. Después de Krillin tú eres el primero.
-Me siento alagado -rió y luego reaccionó- ¿¡dijiste Krillin!?
-Supongo que lo conoces ¿no? Van en el mismo salón.
-¿Él es amigo de Kakaroto? -preguntó incrédulo.
-Se conocen desde niños, y eran muy unidos. Krillin estaba aquí todo el tiempo, pero creo que ya no son amigos.
-¿Por qué lo dices?
-Gokú ya no lo menciona, y él ya no viene para acá.
Vegeta lo miró sin decir nada. Al parecer Raditz no sabía nada sobre los maltratos verbales y físicos que recibía su hermano en la escuela ¿debía ser él quién le contara a Raditz o esperaba a que el menor lo hiciera?
-¿No le haz preguntado a Kakaroto?
-Sí, muchas veces, pero evita el tema o dice que no hay nada malo. Yo siento que pasa algo, y no sólo con Krillin, también en la escuela ¿tú sabes algo?
-La verdad... no, no sé nada -mintió- Sólo vi a Kakaroto un día, así que no sé como se lleva con él resto.
-¿puedo pedirte un favor?
-Claro.
-Sí ves algo raro en la escuela avísame ¿sí?
-Lo haré.
-Gracias. Gokú está en su habitación, puedes ir a verlo, es la tercera puerta a la izquierda.
Vegeta subió las escaleras de una vez, dejando a Raditz en la sala. Contó las tres puertas, se paró frente a ella, colocó la mano en el pomo y abrió. Se encontró con el menor acostado en su cama boca abajo; al parecer estaba durmiendo, se acercó a él y unas marcas en su espalda llamaron su atención, parecían golpes hechos con un cinturón. Habían algunos recientes. ¿Gokú era golpeado? ¿por quién? ¿Acaso su hermano le pegaba? No, no podía ser, él parecía quererlo mucho, entonces ¿quién?
-Kakaroto -dijo con la voz un poco fuerte- ¿Estás despierto?
Vio al menor darse la vuelta con algo de dificultad. Ambos se miraron sorprendidos. Gokú porque no esperaba ver a Vegeta, y este último porque el menor estaba lleno de moretones.
-¿Qué te pasó? -dijo sorprendido.
-Nada que te importe ¿Qué haces aquí? -Se sentó.
-Vine a verte. Estaba preocupado por ti.
-¿Preocupado? No me hagas reír.
-Claro que sí. Deja de tratarme como sí quisiera lastimarte, como lo hizo ésta persona -tocó la mejilla morada sacando un quejido.
-¿Qué te pasa, idiota?
-¿quién te hizo esto?
-No te importa -respondió tomando un suéter que se hallaba sobre la caman.
-Sí, sí me importa, por eso he venido. Yo quiero ser tú amigo, no quiero lastimarte como tú piensas.
-Por favor... Vete...
-No -se sentó a su lado- Puedes confiar en mí para lo que sea.
-No es cierto. Seguro que cuando te lo cuente te vas a ir de chismoso con Trunks.
-¿por qué haría eso? -Gokú lo miró sin contestar- Ya te pasó ¿Verdad? Te pasó con Krillin, él era tú mejor amigo, tú le confiaste un secreto, y lo contó.
-N-no sé d-de que hablas -tartamudeó- Krillin y yo... No somos amigos... -dijo con dolor.
-Tú hermano dijo que antes eran amigos, pero de repente dejó de verlo.
-Pues sí, éramos amigos... Yo diría que los mejores, pero ya no importa.
-¿Qué pasó?
-No te incumbe.
-¿Por qué no le cuentas a tú hermano lo que realmente te sucede en la escuela?
-Ya no quiero darle más problemas, tiene suficientes con los del hogar, para que venga yo con los míos.
-¿sabes que él está preocupado por ti?
-Lo sé.
-¿entonces? Sí yo fuera tú, ya se lo hubiera contado.
-Vegeta -Gokú suspiró- Esto... Es más difícil de lo que parece... Sí estuvieras en mi lugar, lo entenderías.
-Tienes razón, tal vez no lo pueda entender a la perfección, pero quiero ayudarte. Que te des cuenta de que no todos estamos para lastimarte, y que a pesar de todo, aún hay personas buenas en este mundo -entrelazó una de sus manos con la del menor.
-Puede que tengas razón, pero ¿Cómo puedes volver a confiar después de qué te han traicionado tantas veces?
-Simple: Observa como te trata, trata a los demás y como se comporta contigo frente a muchas personas. No puedes dejar de confiar en los demás por lo ocurrido en el pasado.
-Yo lo hice. Volví a confiar en personas y me traicionaron.
-Te pido que confies en mi. Yo no voy a fallarte. Lo prometo.
Gokú lo miró fijo. Vegeta parecía ser alguien de buenas intenciones. Inclusive había ido a su casa porque estaba preocupado por él.
Un nuevo amigo no le caería tan mal después de todo.
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Gokú y Vegeta se hallaban sentados bajo un árbol en el parque. Después de largos intentos, el menor accedió a salir un rato. Su hermano y Vegeta le dijeron que salir a despejar la mente le hacía mucho bien.
-Entonces... Tú papá te golpea -Gokú asintió.
-Yo ni siquiera sé porque lo hace. Raditz a intentado detenerlo o hacerlo entrar en razón, pero sólo pierde su tiempo.
-¿por qué lo hace?
-Ojalá pudiera responder a eso.
Después de insistir un poco, Gokú por fin le había contado sobre sus golpes. Eso era un avance para él. Notó que el menor era muy reservado.
-Ahora me golpea casi todo el tiempo, y parece que con más fuerza, me duelen más. Ayer me golpeó tanto, que sentía que iba a matarme.
-¿y por qué no lo denuncian?
-No quiero hacerlo.
-¿por qué?
-Tengo miedo de que no me crean, o que lo hagan y después lo dejen libre, ahí sí me va a matar.
-Eso no va a pasar, y sí lo dejan libre, prometo protegerte -lo abrazó con delicadeza. Gokú al sentir el abrazo no pudo evitar tensarse- Relájate, no voy a golpearte o algo así.
Gokú intentó zafarse, sin embargo, Vegeta no lo dejó, lo apretó más, evitando así que el Son escapara.
Es que ese abrazo por mucho que lo negara, se sentía tan bien. El joven relajó su cuerpo, profundizó más el tacto y se escondió en el cuello del mayor, dejándose consentir por las caricias.
-Pero miren a quienes tenemos aquí -Dijo una voz conocida para ambos.
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