Capitulo 6:rompiendo ilusiones

Capítulo 6: Rompiendo Ilusiones

-Taichou…dónde se encuentra Harry-chan? – preguntó suavemente la menuda teniente del Escuadrón número Cinco.

La capitana tan solo se llevó un dedo a sus labios en señal de silencio, e indicó que observase por una pequeña rendija que conducía a las cocinas del establecimiento.

Cuando la pequeña teniente se asomó, pudo apreciar al mago de ojos verdes y pelo alborotado de color negro, tarareando una melodía que Retsu le había enseñado y preparando una jarra de té frío y una bandeja de galletas que él mismo había cocinado.

-Taichou, usted cree que es bueno dejar que manipule la cocina? – preguntó con un poco de temor y protección la fukutaichou.

-A decir verdad, yo tuve mis dudas, pero cuando me lo pidió tan fervientemente, no me pude evitar ceder- dijo la mujer de anteojos…claro, sin especificar que Harry realmente le hizo ojos de carrocho apaleado y ella sucumbió ante su encanto.

Además, que ella archivó en su mente esa imagen para utilizarla en algún futuro con su Zanpaku-tō.

-Sosu-chan! Puedes ayudarme?! – exclamó el pequeño de ojos esmeraldas, solo para darse vuelta y descubrir a dos fisgonas que estaban espiándolo a través de una rendija.

Harry cargaba una bandeja llena de galletas cuando las descubrió, haciendo que solo sonría lentamente y cierre los ojos, inclinando la cabeza para un costado, produciendo por encima de su cabeza una gigantesca máscara demoníaca.

Aizen y Momo empezaron a sudar sin darse cuenta al principio. Aunque ese despiste les duró poco, ya que cuando levantaron la vista se llevaron la sorpresa de sus vidas. Al parecer, la capitana de la Cuarta División le había estado enseñando algo más que Kidō Curativo…

-Momo-chan, Sosu-chan…se puede saber que hacen espiándome? – con una sonrisa tranquila les preguntó, mientras que la máscara a su espalda se hacía cada vez más grande.

-Yo…yo…taichou por favor diga algo, tengo miedo…- susurró muy suave la teniente pues cada vez que veía esa máscara en Unohana ella tenía pesadillas.

Aizen por su parte tenía su mente ofuscada por varios pensamientos. Temor porque una simple representación producida por reiatsu podía asustarla. Alegría porque Harry, de esa forma, iba a ser alguien fascinante en el futuro y ella quería tenerlo a su lado. Amor porque una parte de ella quería abrazarlo y besarlo, sin tener que esperar esos dichosos diez años que Yamamoto-soutaichou había predispuesto.

Era gracioso, bueno, hermoso, burlón, daba miedo, protector, poderoso…y muchas cosas más. Ella definitivamente pensaba llevar a cabo su plan con Harry a su lado, como su rey. Y no le iba importar esperar el tiempo que sea.

-Taichou? – la pregunta de Momo sacó de su nube a Aizen.

-Eh? Oh! Sí, Harry…- dijo la mujer adulta, empezando a caminar muy, pero muy lentamente a donde estaba el niño.

No lo admitiría, pero incluso a ella le perturbaba un poco que él pudiese manifestar tal aura…pero al mismo tiempo la atraía.

Definitivamente tendría que ser su rey en el futuro.

Justo cuando estaba a punto de disculparse por haberlo estado espiando junto a su teniente, Harry borró la máscara que estaba detrás suyo y le sonrió inocentemente. Demostrándole que su enojo se había acabado.

…O al menos eso creía la capitana de la Quinta División.

-Momo-chan, Sosu-chan…estaban viéndome hacer las galletas? – con voz suave interrogó el pequeño.

Mientras Aizen asentía con la cabeza, Hinamori se acercó con confianza a donde estaba el pelinegro, regalándole una sonrisa de alivio.

-Entonces prueben una para ver si les gusta! – exclamó jubilosamente el ojiverde, cosa que ellas acataron inmediatamente.

Apenas dieron el primer mordisco, no pudieron frenarse. La galleta que con tanto esmero y amor que Harry había preparado, les duró menos de diez segundos. Gimiendo ante la delicia que sus bocas estaban teniendo.

-Son muy sabrosas Harry-chan! – chilló la teniente, llevándose las manos a los labios y lamiendo las pequeñas migajas que quedaban en sus dedos.

-La verdad es que eres todo un cocinero de primera Harry-kun! Podríamos probar una más? – preguntó la capitana, habiendo cedido inmediatamente ante el deleite que el niño había preparado.

Apenas dijo esas últimas palabras, ambas mujeres se dieron cuenta que el nieto del Soutaichou había vuelto a cambiar su cara, invocando de nuevo la terrorífica máscara demoníaca a su espalda.

La mandataria del Escuadrón Número Cinco se dio cuenta inmediatamente que había caído en la trampa del mago.

Ella.

La portadora de la Zanpaku-tō que emitía ilusiones.

Ella, la creadora de un plan que derrocaría al mismísimo Alma Rey.

Ella.

Sucumbió ante un infante.

-No! Estas galletas son, ahora, para los miembros de esta División! – con confianza exclamó, dejando muy en claro su punto.

-Qué!? No! Taichou, por favor diga algo! – intentó reclamar Momo mientras veía como el pequeño se retiraba con una sonrisa satisfecha y su bandeja repleta de galletas.

Aizen Sōsuke, la capitana de la Quinta División, estaba sin palabras. Vio como Harry se iba tranquilamente tras haberse burlado de ella y su teniente. Vio cómo, aun siendo un infante, pudo hacerla sucumbir ante su máscara de encanto.

Definitivamente ella lo haría suyo en el futuro.

Lo único que esperaba, es que ella no sucumbiese a tal punto que, ella sea la que se convirtiese en una súbdita del ojiverde.

El suave sonido de un pincel humedecido corriendo sobre papel era todo lo que se podía escuchar que provenía de la oficina de la máxima autoridad de la División número Cinco.

A pesar de ser una megalómana en su interior, Aizen aún necesitaba rellenar los formularios que cubrían por repleto su escritorio.

Suspirando un poco y acomodándose sus gafas sin aumento alguno, estiró sus brazos en alto, contorneando su cuerpo, estilizado por debajo de su indumentaria, como un gato. Un pequeño crujido llamó repentinamente su atención, lo que la llevó a bajar su vista y enfocarse en la disimulada mata de pelo negro que se estaba infiltrando en su habitación.

-Harry-kun? Qué sucede? – preguntó la capitana, viendo como el niño movía sus manitos dentro de sus mangas, como si buscase algo.

El ojiverde no dijo nada mientras continuaba avanzando hasta donde estaba sentada la mujer adulta, tomando un pequeño salto que lo despeinó aún más y sentándose en su falda, sorprendiendo por completo a la estoica jefa de la División Cinco.

Se removió durante unos segundos, acomodándose lo mejor posible, para terminar resoplando satisfactoriamente y apoyar su cabeza despeinada en el pecho de la mujer de anteojos, quien inconscientemente se dedicó a tratar de peinarlo, para luego regañarse mentalmente por caer en el juego del mago.

-Toma- dijo el ojiverde, sacando de su manga un pequeño paquete envuelto con una servilleta púrpura, entregándosela a la capitana.

-Qué es esto, Harry-kun? Acaso me traes un regalo? – con una sonrisa feliz preguntó la mujer, solo para patearse mentalmente por actuar de esa manera.

-Has estado trabajando muchas horas, así que guardé eso como recompensa- susurró el niño, apoyando la parte posterior de su cabeza en el amplio busto de la castaña, quien no sabía si sentirse alagada o insultada con las palabras del mago.

Agradeciendo silenciosamente, empezó a desenvolver el paquete, descubriendo cinca galletas que Harry había hecho más temprano y que no había permitido que ella comiese. Ahora estaba completamente confundida, anteriormente le había prohibido junto a su teniente el comer más de una galleta. Pero ahora viene, se sienta en su regazo y le entrega cinco de esas delicias que él preparó.

En definitiva, estaba completamente perdida…anonadada y perdida. Si el niño que ella pensaba envolver alrededor de su dedo como ella pensaba en un principio, le haría un trabajo fácil…pues entonces se equivocó groseramente.

Mientras degustaba lentamente la recompensa que se había ganado a los ojos de Harry, su cabeza empezó a correr a mil por hora, tratando de crear un plan que le permitiese volver a tener el poder en esta relación.

Si él se convertiría en su rey, sería en sus propios términos. No que él la convirtiese en su reina a base de galletas…

-Ummm… acaso estas tienen chocolate? – gimió suavemente la superiora del Escuadrón número Cinco, paladeando el trozo de galleta en su boca mientras dirigía su mirada al pelinegro, solo encontrarlo con los ojos cerrados y sus lentes torcidos debido a la posición que había elegido para acomodarse.

Ella quería sentir desagrado ante la facilidad con que era manipulada por el pequeño, pero luego de verlo dormitar tan pacíficamente, con su mejilla apoyada en una porción de su pecho descubierto, sintiendo su calidez, ella no pudo soportarlo.

Con sumo cuidado, lo alzó y lo llevó hasta su cama, depositándolo allí para dejarlo descansar, solo para descubrir inmediatamente que ella no podía liberarse de las pequeñas garras que la tenían aferrada. Aizen solo pudo suspirar un poco, quitándose las gafas de utilería y soltando su pelo castaño, dejando que caiga como una cascada sobre la cara de Harry, haciéndolo reír en su sueño, para luego acostarse a su costado.

-Solo dormiré una siesta, mi rey. Luego encontraré una manera de que estés bajo mi poderío- con un bostezo de por medio declaró, cerrando los ojos posteriormente.

Momo había pasado más de veinte minutos rondando en cada rincón del establecimiento, luego de haber terminado su entrenamiento con los miembros de la Quinta División, tratando de hallar a los dos residentes que se habían esfumado de su vista.

Sin más lugares para buscar, ya que revisó el baño, la cocina, y el depósito de limpieza dos veces cada uno, se resignó y encaminó en dirección a la recámara de su superiora para preguntarle sobre el paradero del pequeño.

Harry se removía en los brazos de la capitana, sudando y murmurando entre dientes, solo para despertarse agitadamente mientras que acompañante abría los ojos para saber que estaba pasando en su cama.

-Hmm? Pasa algo Harry-kun? – Aizen preguntó al pequeño, corriendo su mano por la cara del mago, tratando de calmarlo.

Lo que prosiguió a esa pregunta, sorprendió astronómicamente a la mujer. Tanto, que estuvo a punto de gritar, debido a que las diminutas manos de Harry se movieron velozmente hasta las solapas del shihakusho, abriéndolas de par en par. Los dedos del mago empezaron a tocar con miedo la piel del pecho de la capitana, ante la mirada atónita de esta.

-Ha-Ha-Harry-kun? – sorprendida por los actos del nieto del Soutaichou, preguntó.

Él no respondió hasta después de unos dos minutos de máxima examinación exhaustiva por cada centímetro de la piel de la mujer, sin darse cuenta del estado de semi desnudez al que la había puesto. Cuando terminó su tarea, él empezó a llorar mientras estiraba sus brazos hasta el cuello de Sōsuke, hundiendo su cabeza en la curvatura de su cuello.

-Prométeme, So-chan…- entre sollozos dijo el ojiverde.

Aizen estaba confundida, por parte, su lado femenino quería gritarle por dejarla con solo su ropa interior blanca, un segundo tercio de su mente quería abrazarlo hasta el punto de la asfixia por la carita de tristeza que portaba, y el último tercer tercio quería saber la razón de su accionar para poder utilizarlo en alguna maquinación futura.

-Prometer qué? – con una sonrisa suave, mezcla de veracidad y fingimiento, le cuestionó.

-Nunca, pero nunca toques una canica púrpura, So-chan…esa cosa te hizo mala y todos al final te golpeaban- con voz ahogada por no levantar la cabeza del pecho de la mujer, le dijo el niño.

Sōsuke solo atinó a pestañear tres veces antes de percatarse a lo que realmente se refería. Lo que le produjo más preguntas que respuestas.

-Eso sucedió en tu pesadilla, verdad? Podrías contarme lo que pasó, por favor? – con total honestidad le interrogó ella, dejando de lado todo pensamiento manipulador y tomando un semblante de preocupación, pues algo dentro de ella le decía que debía de escuchar cuidadosamente lo que el pelinegro le dijese.

-Había una luz morada en tu pecho, estabas vestida de blanco, no usabas anteojos y tenías el pelo suelto. Esa canica te convirtió en alguien mala y la gente te golpeaba por eso. Tenías una máscara y después alas como una mariposa. Al final tenías una gran boca negra con dientes filosos, y estabas peleando contra un chico con pelo naranja…te habían lastimado mucho y yo no podía ayudarte- con lágrimas, explicó Harry, trazando con sus dedos el lugar donde vio esa luz en su pecho.

A la capitana de la Quinta División, las palabras no podías salir de su boca. Había abierto de tal manera los ojos, que por poco se le caen las gafas con falsa graduación. Harry le había contado a la dama sobre el Hōgyoku. Pero lo que no entendía, es como pudo ver algo así. Acaso era por ese poder como mago? O alguna razón desconocida para ella? El Soutaichou sabe de el?

Ella tenía muchas preguntas que quería hacerle, pero al ver la cara de preocupación del peli cuervo, no pudo hacer más que abrazarlo inconscientemente para que dejase de llorar por ella. Era, o mejor dicho sería, su rey, de eso no había duda, pero como su reina, ella debía de preocuparse por él. Ya habría más tiempo para saber cómo hizo para soñar eso, pero si era cierto lo que decía, entonces trataría con mayor cuidado a la Orbe de Distorsión.

-Está bien Harry-kun, te prometo que nunca tocaré esa canica. De acuerdo? – separándolo de su pecho le preguntó ella, mientras se acomodaba su ropa.

Él la miró fijamente a través de sus lentes torcidos y su pelo despeinado, con sus ojos esmeraldas enfrentándose a los chocolates de ella. Estiró su mano derecha, cerrando el puño excepto su dedo meñique, el cual se lo ofreció.

-Que sea una promesa de dedo meñique, si llegas a romperlo deberás comerte cien agujas! – proclamó el pelinegro.

Aizen soltó una risita verdadera, la cual era raramente suave y melodiosa para cualquiera que hubiese pasado en ese momento al frente de la habitación. Unió su propio meñique al del niño y empezó a bambolearlo de un lado al otro.

-Si no me equivoco, son mil agujas las que deberé comerme, Harry-kun- le corrigió ella, disfrutando internamente del puchero que el ojiverde había hecho.

-Son muchas y no quiero que te lastimes…pero si llegas a romper la promesa…- le advirtió Harry, sonriendo lindamente mientras a su espalda se formaba una cara demoniaca que hizo sudar un poco a Sōsuke.

-Vale, lo he entendido…ahora, quieres dormir un rato más, mi rey? Te prometo que ya no habrá más pesadillas- gentilmente le preguntó la mujer de máximo poder en ese establecimiento, nombrándolo como ella deseaba que fuese en el futuro.

A Harry no le hacía falta que se lo repitiesen, de un salto en la cama, atrajo la cabeza de cabello marrón hasta su pequeño cuerpo y se dejó caer sobre el colchón. Soltando una pequeña risita tras sentir la respiración cálida de Aizen contra su piel, mientras que ella se ruborizaba ante las acciones del pequeño.

Momo golpeó suavemente la puerta de la habitación de su capitana, pero al ver que nadie respondía, pensó que a lo mejor ella y Harry habían salido a pasear un momento a los alrededores, o quizás a visitar a Ichimaru-taichou.

Bufó de manera poco femenina, quejándose porque sus brazos estaban empezando a acalambrarse tras acarrear una canasta llena de fruta para compartirlo con el diminuto invitado que tenían por esta semana. Aunque nunca admitiría en voz alta que ella planeaba alimentarlo.

Las orejas de Harry se movieron disimuladamente, casi de la misma forma que lo hacía Yoru-chan cuando él se dedicaba a verla dormida sobre su estómago. Refunfuñó por encima de la cabeza de una dormida Aizen, moviendo sus brazos lo más cuidadosamente posible para no despertarla.

Una vez que había logrado intercambiar lugares con una almohada de su mismo tamaño, caminó por el aire, aplicando lo que su abuelo le había enseñado con respecto a la energía espiritual. Y bien que le estaba sirviendo ahora para no perturbar el sueño de su amiga.

El mago debería de haber visto cuando iba caminando en el pasillo, pero debido al caso de que estaba limpiando los cristales de sus anteojos, el camino le era borroso, ergo no pudo ver a una persona que estaba delante de él, chocando su cara contra el trasero de dicho individuo.

-Ahhh! – un grito femenino resonó en los pasillos, seguido de un estruendo y pequeños golpeteos sobre la madera.

Sacudiendo la mata de pelo negro, Harry se incorporó sobre sus pies rápidamente mientras se acomodaba sus gafas, tratando de averiguar contra qué había chocado.

-Momo-chan? MOMO-CHAN! Lo siento mucho, perdón, perdón! – exclamó el niño, corriendo hasta donde estaba la caída, ayudándola con su inferior fuerza a que se ponga de pie.

La muchacha estaba sufriendo una amalgama de emociones, desde vergüenza hasta diversión, ambos provocados por el pequeño que tanto se esforzaba en pararla.

Una vez de pie, Momo vio a donde estaba toda la fruta, que con mucho esfuerzo había preparado, estaba desparramada en el suelo. Suspirando cansinamente, se arrodilló y empezó a recogerla, solo para ser imitada por el pelinegro, quien con sus manitos trataba de acaparar la mayor cantidad de frutos posibles con tal de hacer feliz a su amiga.

-Por qué llevabas fruta, Momo-chan? – cuestionó Harry, agarrando con todas sus fuerzas una de las manijas de la canasta, mientras que la otra era tomada por la mujer joven.

-Pensaba compartirla contigo Harry-chan, pero ahora debemos lavarlas nuevamente para que no las comamos sucias, vale? – con una sonrisa le contestó la teniente, tratando de aguantar la risa al ver la cara de hambre que ponía el niño.

No tuvo que preguntárselo dos veces, ya que el ojiverde empezó a liderar el camino con mucha prisa en dirección a las cocinas, donde higienizaron las frutas. Para luego partir en dirección a la habitación de la fukutaichou para disfrutar en paz la comida.

Hisagi había ido a la Quinta División del Gotei Trece con el simple encargo de pedir unos formularios que al parecer se habían traspapelados durante la repartición de esa mañana.

En un futuro no muy lejano desearía no haber sido tan obediente ante los pedidos de su superiora…

Luego de haber golpeado varias puertas y haber preguntado a varios subordinados, terminó encaminándose hasta lo que era, según lo recordaba, la habitación de su colega teniente.

Y aquí mismo es donde, en un futuro, desearía no haber ido realmente allí a esa hora…

'Tock, tock, tock'

-No! Espera Harry-chan! Me haces cosquillas, no me lamas ahí! – se escuchó la voz agitada de la teniente del Quinto Escuadrón.

-Pero es muy dulce y divertido, Momo-chan! Además, se pondrá pegajoso si lo dejo ahí! – fue la respuesta del nieto del Soutaichou.

-Aguarda un minuto, Harry-chan! Alguien puede oírnos! Ahhh…tienes la lengua áspera, por favor sé más gentil conmigo! – trató de pedirle la joven a su acompañante.

Hisagi estaba que no se creía lo que estaba oyendo. Había pegado su oreja a la puerta, tratando de recopilar todo el audio posible para luego transmitirlo a sus compañeros.

'Tock, tock, tock!'

-Harry-chan, creo que alguien está llamando a la puerta…- entre suspiros decía Momo.

-Ya casi termino. Un poco más y estarás lista- fue la única respuesta que se oyó.

-Más…más rápido Harry-chan! Ya casi! – un grito resonó dentro de las paredes de aquella habitación.

'TOCK, TOCK, TOCK!'

-Listo, Momo-chan! Ahora puedes ir a limpiarte mientras voy a ver quién es- fue lo último que se pudo oír antes de que los pasos del pequeño mago se acercasen a la puerta corrediza de la habitación.

El teniente de la Novena División no sabía qué hacer. Estaba prácticamente en un dilema. Podía irse rápidamente de allí mediante el Shunpo, o quedarse y ver lo que le deparaba el destino.

La puerta se abrió lentamente, o al menos eso le pareció a Hisagi quien en ese momento estaba sudando a mares, en la intemperie de su duda.

Una mata pequeña de pelo azabache oscuro se filtró por la diminuta rendija que había creado la apertura a la habitación.

-Hola! Buscas a Momo-chan? – inocentemente preguntó el niño, mientras lamía los dedos de su mano derecha.

-S-s-sí, Harry-kun. Qu-qu-qué estás lamiendo? – con miedo cuestionó el joven adulto tatuado, observando aquella sustancia brillante y pegajosa en las falanges del nieto de su máximo superior.

-Jugo de Momo…por qué? – simplemente le respondió el ojiverde, viendo sin comprender como se ponía pálido el hombre delante de él para luego cambiar a un rojo carmesí mientras sus orejas echaban humo.

-N-n-no! Na-nada! Olvídalo Harry-kun! – gritó mientras retrocedía rápidamente hasta chocar contra una pared.

-Eh? Pasa algo? Quieres que llame a Momo-chan? – con cuidado por la actitud del joven preguntó Harry.

-Qué!? NO! SABES QUÉ, MEJOR ME VOY! ACABO DE RECORDAR QUE OLVIDÉ HACER ALGO MUCHO MUY IMPORTANTE! – chilló Hisagi, escapando a todo lo que podía, dejando un borrón rojo y una mancha de sangre debido a su nariz sangrante.

Harry parpadeó confundido mientras seguía lamiendo sus dedos brillantes, solo para volver a la realidad cuando una mano femenina se posó en su hombro, advirtiéndole de la presencia de la teniente de la Quinta División.

-Harry-chan, era ese Hisagi-san? Por qué se fue corriendo? – preguntó amablemente la chica.

-No sé, me preguntó qué era lo que estaba en mi mano y yo solo le dije que era jugo de Momo…- inocentemente replicó, mirando con sus brillantes ojos esmeraldas a la joven, quien palideció de forma inmediata.

-Harry-chan…porque no mejor vas a ver si Aizen-taichou ha despertado de su siesta? – le pidió Momo mientras forzaba una sonrisa en su cara.

El pequeño miró extrañado, solo para luego encogerse de hombros y salir corriendo en dirección a la habitación de la mujer mayor, pero no sin antes darle un beso en la mejilla a la teniente, cosa que la desestabilizó por completo y decidió ir a dar una ducha helada…quizás hasta le pediría ayuda a la capitana de la Décima División para que congelase su sistema de cañerías.

-Recapitulemos todo lo que me has dicho, Harry-kun…Hisagi-san golpeó la puerta de la habitación de mi teniente, no? – preguntó la capitana, apoyada en la cama, boca arriba sobre sus codos, mirando a Harry sin utilizar sus lentes de falsa graduación.

-Sip! – replicó el ojiverde, subiendo a la cama y sentándose entre las piernas de la mujer, recostando su cabeza sobre su estómago, provocándole un leve rubor que eliminó rápidamente de su cara.

-Y luego te preguntó por qué tenías los dedos brillantes, no es cierto? – cuestionó nuevamente, observando como el pelinegro había alzado sus manitos ya limpias.

-Ajá! – respondió el niño, volteándose en su lugar, quedando con su cara contra el abdomen cubierto de la dama, quien sintió un escalofrío al percibir la respiración caliente a través de sus ropas.

-Fue ahí entonces cuando respondiste que era jugo de Momo lo que tenías pegado en ellos, por lo que Hisagi-san se fue corriendo después…verdad? – por tercera vez interrogó la mujer de pelo castaño, corriendo su mano derecha por el pelo azabache de su futuro rey.

-Si…pero no sé por qué se asustó. Acaso él nunca ha tenido jugo de Momo en sus manos? – con curiosidad propia de un niño, le preguntó.

Aizen no sabía cómo reaccionar en realidad. Para ella, alguien que podía controlar los sentidos de una persona, se había quedado sin habla a la hora de explicarle al nieto de Yamamoto la complejidad de sus palabras…y el doble sentido.

Resignada ante el nivel de inocencia y, a la misma vez, de manipulación sobre las otras personas que poseía innatamente el infante, suspiró sonoramente mientras continuaba corriendo fervientemente su mano por su cabello.

-Cuando seas más grande te lo explicaré personalmente, vale? Ahora tenemos que prepararnos, esos papeles de mi oficina no se terminarán solos- Aizen le dijo a Harry, tratando de no sucumbir ante el puchero que había creado luego de que ella detuviese sus mimos.

Bajó de un salto al suelo, haciendo la mímica de un gimnasta, lo que hizo resoplar divertidamente a la mujer, solo para que posteriormente ella vea como Harry se movía, mediante Shunpo, por toda la habitación recolectando el haori, las gafas, y demás accesorios que había visto llevar a la capitana del Escuadrón número Cinco.

Cuando vio que lo único que le faltaba a su amiga por cargar, era su arma personal, fue directamente hasta el rincón de la habitación donde se hallaba reposada en un estante. Sōsuke se sentó en el borde de su escritorio, viendo con diversión como el ojiverde trataba con sumo cuidado a su última esperanza para poder tener algo de poder sobre su futuro rey.

Harry estaba nervioso, pues Suì-Fēng, Gin y Retsu, le habían explicado con detenimiento que las Zanpaku-tō eran sumamente cuidadas y apreciadas por sus portadores, por lo que debía de tener suma precaución a la hora de tocar una que era ajena a la suya. Por otra parte, el nieto del líder del Gotei 13 recordó lo que su abuelo le había pedido la mañana antes de comenzar su semana en la Quinta División.

- 'Harry-chan, si por alguna casualidad, puedes tocar la hoja de la katana de Aizen-taichou, hazlo! Es solo para que puedas hacerme un pequeño favor que luego te pagaré' – dijo el anciano, abriendo un poco sus ojos y viendo a la gata que estaba sobre la cabeza del niño.

- 'Está bien, pero quiero ir al mundo de los vivos como pago!' – respondió el niño, señalando acusativamente con su dedo índice, solo para mirar a todos lados cuando creyó oír a Yoru-chan reírse.

Por eso mismo, mientras cargaba a Kyōka Suigetsu a su dueña, se dio cuenta que en algún momento debió de haber comenzado el proceso de desenfundado, pues vio un brillo plateado que por poco lo enceguece. Sintiéndose atraído ante el reflejo que esta le daba, apoyó su delgado dedo índice en el lado plano de la hoja, solo para ser traído de nuevo a la realidad cuando oyó el grito lastimero de Aizen.

-So-chan? Qué pasa? Te duele el estómago? Quieres que te cure? – asustado y preocupado le preguntó el pelinegro, hincándose para estar a la misma altura que la capitana.

Aizen no podía hablar, no podía siquiera pensar con claridad ante lo visto. Se había confiado demasiado desde el día en que ese niño a su lado había puesto un pie en la Sociedad de Almas. Nunca creyó que, con todo ese paquete de inocencia y diversión, pudiese dar vuelta el tablero que ella con tanto esmero había creado desde hace más de un siglo. Se había resignado a hacerlo su rey desde el principio del día, pero lo que acababa de hacer tan solo confirmó ese hecho.

Volvió en sí cuando empezó a sentir un par de manos en su estómago, emitiendo un brillo verde cálido. Miró con detenimiento el rostro aniñado de su acompañante y futura pareja, tratando de averiguar si en realidad no era un niño, sino un enano con un plan aún más diabólico que el de ella. Pero cuando divisó que sus ojitos verdes estaban brillando por unas lágrimas que querían salir, suspiró cansinamente y aceptó su derrota, estirando sus brazos para hacerse del pequeño y hundir su rostro en su amplio pecho, mientras aspiraba el perfume del champú que emanaba su cabello negro.

-So-chan? Pasa algo? – volvió a preguntar Harry, confundido por la forma de actuar de Aizen.

-Nada, Harry-kun…tan solo estaba pensando en algo para el futuro- replicó la mujer.

-Puedo ayudarte en eso? – él dijo, tratando de evitar que la mujer siga suspirando en derrota.

-No te preocupes por ahora, estoy más que segura que te pediré ayuda cuando seas más grande. Ahora, vayamos a buscar a Momo-chan y terminemos ese dichoso papeleo, vale? – separándose un poco del chico, le dijo, para luego alzarlo y dejar que él rodee su cuello con sus bracitos, pegando su cara contra su pecho.

-Seguiré separando los papeles por temas para que vayas más rápida! – exclamó el ojiverde, sacándole una honesta sonrisa a la villana en proceso de reformación.

-Está bien, pero antes quiero darte un premio por curarme y por todas las cosas buenas que hacer por mí- declaró ella, recordando lo que había oído en las reuniones de la AMS (Asociación de Mujeres Shinigamis) sobre como besaban a Harry y se pavoneaban por ello.

Depositó un beso en su nariz, disfrutando la cara roja que puso el niño, quien inmediatamente se vengó e hizo lo mismo a ella, imitando su reacción, para finalmente romper en risas y salir en busca de una Hinamori Momo que estaba sufriendo hipotermia luego de su gélida ducha.

Omake

En las catacumbas que se hallaban debajo de Tercera División, surgió una reunión de emergencia. Fue de tal magnitud el aviso, que todos los integrantes llegaron corriendo, tropezándose unos con otros, para que posteriormente tomen sus respectivos lugares y presten suma atención a la discusión producida.

-A qué se debe tanto apuro por tu llamado, Hisagi? – preguntó confundido el teniente Iba.

-Harry-san…él…él…Momo…- intentaba decir el hombre, pero debido a la agitación y su cara roja, no pudo avanzar mucho, cosa que frustró a mucha gente.

Algunos compañeros que sintieron empatía por él, le alcanzaron agua y una silla, lo que aceptó sin dudarlo.

-Y bien? Nos dirás? – Madarame cuestionó.

Luego de unos infinitos diez segundos, donde todos se sentaban en el borde de sus respectivos asientos, Hisagi habló.

-Harry-san estuvo bebiendo jugo de Momo-chan…- soltó la bomba, dejando a todos de piedra.

-Es una broma no?! – gritó alguien del fondo.

-Los oí yo mismo. Momo-chan le pedía que vaya más rápido! Pude oír sus gritos de alivio! Y para colmo, vi a Harry-san lamerse los dedos mientras sonreía triunfante! – declaró el pobre teniente que había sido testigo de ese hecho.

-…-

-…-

-…-

-JUGO DE MOMO-CHAN! –

-GRITABA PARA QUE VAYA MÁS RÁPIDO! –

-SE LAMÍA LOS DEDOS PARA SABOREAR SU SABOR! –

-ESTAMOS HABLANDO DE MOMO-CHAN! ELLA NO LO EXPLOTÓ COMO A NOSOTROS! –

-YO VI COMO DOMINABA A AIZEN-TAICHOU A BASE DE COMIDA! –

En medio de toda esa revolución, Hisagi y Kira se arrodillaron frente al altar que finalmente había terminado de remodelar. Diciendo sus plegarias al ícono, pidiéndole que les guíe en el camino del hombre ganador.

-OH GRAN HARRY POTTER! BENDÍCENOS CON TU PODER PARA SER ALGÚN DÍA COMO TÚ! TODOS ADOREMOS AL GRAN HARRY POTTER! –

Omake 2

Mientras tanto, en Inglaterra, en una habitación apartada de la Mansión Malfoy, estaban reunidos una veintena de elfos domésticos alrededor de cierto pequeño ser particular que estornudaba como loco todas las semanas.

-Winky quiere ayudar a Dobby, pero Amo Crouch a dicho específicamente que no me acerque mucho a Dobby porque teme que me enferme-

-Kreacher piensa que Dobby estuvo en contacto con mestizos y sangres sucias. Dobby trae vergüenza a Ama Black-Malfoy…-

-ACHÚS! ACHÚS! ACHÚS! Ohhh...Dobby ya no quiere estornudar más. Dobby se siente mal. ACHÚS! –

Okay, se terminó el sexto episodio de esta historia. Espero que les haya sido de su agrado.

Por favor déjenme sus comentarios y críticas, ya que con ellas podré mejorar la historia y también sabré la opinión que tienen, ya sean buenos o malos.

Hasta la próxima!

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