capitulo 4 :el dilema del zorro

Capítulo 4: El dilema del zorro

Las manos, pasando lentamente por su abdomen tonificado por los largos años de entrenamiento shinigami, mandándole pequeñas descargas eléctricas que la hacían jadear entre roce y roce. Sus labios, depositando suaves besos en su nuca, aspirando el olor a shampoo de durazno que su pelo tiene. Descendiendo centímetro a centímetro por su espalda, logrando que la capitana se arquee ante tal sensación que el ojiverde le enviaba.

Sentada sobre su regazo, con sus piernas ligeramente abiertas y una pequeña pieza de tela azul aterciopelada cubriendo su sexo ya humedecido por las caricias que recibía constantemente. Caricias que bajaban pulgada a pulgada por su columna vertebral, mientras que sus manos se desviaban ligeramente entre sus pechos, apretándolos suavemente, sacándole gemidos de excitación a la capitana.

Sin poder aguantar un segundo más la mujer de pelo plateado decidió levantarse de su lugar, solo para que darse un giro de ciento ochenta grados y sentarse nuevamente sobre las piernas de su pareja de pelo cuervo, envolviendo sus extremidades alrededor del torso desnudo del muchacho, casi de la misma manera que una serpiente.

Sin perder un momento más, sus bocas se fundieron en un apasionado beso, mordiéndose los labios, sacándose hilillos de sangre, hinchándolos hasta que el dolor los adormezca. Introduciendo sus lenguas en el interior, batallando arduamente, mientras sus manos bailaban por todos resquicios de su cuerpo, absorbiendo cada sensación de suavidad que sus pieles tenían.

El crecimiento de cierta parte masculina estaba rozando constantemente la entrepierna de la peli plateada, gimiendo descontroladamente dentro de la boca del muchacho, quien movía sus caderas en un vaivén hipnótico, llevando al punto del éxtasis a la dama con solo tocarla superficialmente.

-Harry-kun! Harry-kun! Más! Más, por favor! – con el rostro rojo por la mezcla de vergüenza y excitación que tenía en estos momentos.

-Gin-chan! Te amo! Te adoro mi diosa de la muerte! – entre bocanadas de aire proclamaba el nieto del Comandante General.

-Harry! No me dejes! Quédate conmigo! AH! AH! HARRY-KUN! – llegando al clímax, gritaba desaforadamente la mujer con sonrisa zorruna.

-GIN-CHAN! GIN-CH…-

-Taichou! Ichimaru-taichou! Es hora de levantarse! – el teniente de la Tercera División, Kira Izuru, golpeteaba repetidas veces la puerta de la habitación de su superiora.

-Ehhh…? – fue la única respuesta comprensible que logró decir la mujer de pelo plateado, mientras trataba de sentarse en su cama, solo para sentir que el ambiente que la rodeaba olía a una mezcla de miel y almizcle, haciendo que se fije rápidamente a todos lados, tratando de advertir de dónde provenía.

Hasta que se dio cuenta que se generaba de la humedad que residía procedente de su entrepierna, provocándole un sonrojo masivo tras recordar el sueño que estaba teniendo.

Llevó una mano a su mejilla, tratando de controlar su rubor a un nivel normal antes de levantarse y empezar su día. Solo para detenerse una vez más y recapitular lo sucedido segundos atrás.

Ella estaba durmiendo. Soñaba con una versión adulta del pequeño mago de ojos esmeralda. Estaban satisfaciéndose mutuamente. Cuando ella estaba llegando al momento culmine, su estúpido teniente la había despertado y arruinado su perfecta imaginación.

Alguien iba a pagarlo muy caro…

Moviendo lentamente a donde su Zanpaku-tō se encontraba, para tomarla e indicar la punta afilada de la katana en dirección de la puerta, gritó:

-DISPARA HASTA MATAR SHINSŌ! – haciendo que la espada se alargue en un veloz movimiento blanco luminoso, dirigido directamente a empalar a su pobre subordinado, quien, gracias a tantos años de práctica, logró evadir y dejar a la persona que estaba acompañando hasta hace unos momentos.

Luego de haber liberado su Shikai, la mujer de sonrisa zorruna finalizo su rutina diaria de vestirse con sus ropas de shinigami y ponerse su haori de capitana del Tercer Escuadrón de la Soul Society.

En el momento en el que iba a abrir la puerta para preparase en recibir a su nueva afición nocturna, percibió aquella firma espiritual a la cual se había hecho muy apegada últimamente. Una firma que había estado esperando impacientemente a que venga a visitarla por toda una semana.

Eufórica por saber que el motivo de su incomodidad anterior estaba del otro lado de la puerta, se apresuró a ordenar todo lo más rápido posible y dirigirse a abrir la puerta con una sonrisa en su cara como el primer día que lo conoció.

-Gin-chan! – fue la exclamación que se oyó en todo el pasillo por parte del pequeño mago, corriendo fugazmente a abrazar a la mujer.

Gin no podía hacer nada más que devolver el abrazo y alejar lo más pronto posible todo pensamiento pervertido relacionado al sueño que había tenido. Estirando sus brazos para acariciar la mata de pelo negro, que debido a su altura de dos pies tres pulgadas (alrededor de setenta centímetros) su cabeza tan solo quedaba hundido en la parte superiora de sus piernas.

-Buen día Harry-kun! Espero que nos llevemos muy bien en toda esta semana que tenemos por delante! – la mujer de eterna sonrisa burlona le dijo.

Al momento en que se separaron unos pasos, la mujer se dio cuenta inmediatamente que algo le sucedía a Harry, pues por la mirada que llevaba, se percató que había algo que le había llamado la atención.

Algo proveniente de su habitación.

-Qué sucede Harry-kun? Acaso hay algo que te llame la atención? – con profunda curiosidad preguntó la alta mujer, girándose y viendo minuciosamente junto al niño de ojos verdes.

-Tu dormitorio. Huele rico…casi dulce y picante a la vez… Estuviste comiendo algo Gin-chan? – comentó Harry mientras olfateaba como un sabueso en la pradera, tratando de hallar el origen de cierto aroma.

El silencio invadió abruptamente la habitación, hasta el punto en el que solo faltaba el clásico cardo rodando delante de ellos. La capitana de la Tercera División estaba completamente roja, imitando a la perfección a un tomate, mientras que su acompañante, el pequeño nieto del Soutaichou, la observaba expectante por una respuesta que satisfaga su curiosidad de niño chico.

Antes de que Harry pudiese volver a realizar su pregunta, fue alzado de sus axilas por Gin, haciendo que rápidamente envuelva sus brazos alrededor de su fino cuello y sus piernas de su cintura. Solo para ser transportado velozmente, mediante Shunpo, hacia el patio del escuadrón, depositándolo suavemente en el suelo y besando su mejilla.

-Tan solo espera unos minutos Harry-kun. Volveré luego de hacer algo de mucha importancia, y tendremos todo el tiempo que reste para jugar a lo que más queramos- le dijo la mujer mientras trataba de controlar su rubor masivo.

-Te encuentras bien Gin-chan? Tienes fiebre? Estás muy colorada…- comentaba el pequeño luego de depositar su manito en la cara de la dama, logrando que el rubor empeore mucho más.

Ella tan solo rogaba al Alma Rey que ninguna de sus compañeras Shinigamis se enteren de lo que acababa de ocurrir hace tan solo unos minutos.

-No Harry-kun, estoy bien, tan solo espérame unos minutos, volveré en un rato- y con eso dicho, la capitana se retiró nuevamente con un Shunpo hacia su habitación.

-Bien, creo que con lo que he hecho es más que suficiente…Ahora, dónde estará Harry-kun? – dijo la peli plateada luego de trabajar arduamente en la limpieza y ventilación de su habitación.

Caminando tranquilamente hacia el patio en donde lo había dejado mientras tarareaba una suave melodía, procedió a ver como sus subordinados entrenaban diligentemente en las distintas habilidades que un shinigami debía dominar, haciéndola sentir orgullosa de ellos a pesar de estar trabajando con la capitana de la Quinta División en un plan ulterior al de la vida normal que llevaban en la Sociedad de Almas.

Desde que Harry había aparecido repentinamente en las vidas de todas ellas aquella noche en que Yamamoto lo había llevado, tanto Aizen como Tōsen y ella no sabían cómo reaccionar. Por parte, querían continuar con el plan originalmente planificado hace años. Por otro, querían desecharlo y esperar los diez años que les recomendó el Soutaichou para poder estar con el mago de ojos verdes.

Suspirando ruidosamente, cosa que despertó interés en todos sus subordinados, pues, después de todo ella era bastante educada a pesar de sus constantes bromas a la capitana Hitsugaya.

-Dónde estarás Harry? Te dejé aquí hace tan solo unos minutos…- murmuraba preocupada la belleza de ojos rasgados, mientras trataba de hallar la firma espiritual del niño, fallando estrepitosamente.

Ya habían pasado más de treinta minutos desde que había empezado a buscarlo, y la desesperación se hacía cada vez más grande al cabo de los segundos que corrían. Ella ahora tan solo oraba porque no le hubiese sucedido nada que le hiciese daño, pues no solo el Soutaichou la castigaría, sino que la legión de mujeres que abundan en el mundo espiritual pedirían a gritos por su cabeza.

Y eso era algo que definitivamente no quería que sucediese.

Al menos no hasta que cumpliese su fantasía con la que soñó.

-HARRY-KUN! DÓNDE ESTAS?! – empezó a exclamar presurosamente Gin, mientras empezaba a moverse a velocidad de Shunpo a través de todo el escuadrón.

Ya estaba desesperada a un nivel totalmente más allá de la comprensión divina. No había estado más de dos minutos con el pequeño y ella ya lo había perdido…

Definitivamente era mujer muerta para cuando los demás se enterasen.

Su teniente, Kira Izuru, viendo la reacción que su superiora estaba teniendo en estos momentos, decidió, valientemente o estúpidamente según donde se mire, acercarse a ella y preguntarle el motivo de su frenesí.

-Ejem…Ichimaru-taichou? – preguntó tímidamente el rubio.

-QUÉ!? – chilló nerviosamente la mujer, demostrando que la tensión la estaba consumiendo pues su cabello estaba totalmente descontrolado, sus ojos azul cian completamente abiertos mientras que un tic empezaba a afectar su ojo derecho.

-Gulp! ...Tan solo me acerqué a usted para preguntarle el motivo por el cual está actuando así. Y, por cierto, dónde está Harry-kun? Pensé que estaría con usted desde que la fui a despertar…- con un tono dubitativo finalizó su cuestionamiento el rubio.

-HARRY-KUN! ÉL NO ESTÁ! – moviendo descontroladamente sus finos brazos de un lado al otro, tratando de darle énfasis a sus palabras, gritaba la peli plateada.

-Ehhh? Pero si acabo de verlo correr hace tan solo unos minutos, creí que estaban jugando a las escondidas, pero cuando la oí gritar tuve que preguntarle que ocurría- respondió el joven mientras indicaba con su mano a unos árboles que estaban a su izquierda, a modo de decir que lo había visto correr a ese lado.

-DÓNDE?! DÓNDE DIJISTE QUE LO VISTE IR?! – tomándolo por los hombros y zamarreándolo erráticamente le interrogaba, para que suelte hasta el último detalle.

Lleno de miedo, el pobre hombre tan solo atinó a volver a señalar hacia los árboles, antes de desmayarse y tratar de no ir hacia la luz, que tan delicadamente lo llamaba para que no sufra más tormentos.

Acercándose lo más presurosamente que podía, llegó hasta donde los arbustos bloqueaban el paso entre los árboles. Pero a pesar de no poder ver lo que había más allá del verde, pudo oír unas risitas juguetonas.

-Harry-kun? Estás ahí? – preguntó suavemente la capitana luego de relajarse unos segundos al sentir finalmente la energía espiritual del niño.

Dando unos pasos más a la fuente de las risas pudo ver una imagen que la enterneció hasta el punto que a un hombre humano le daría diabetes y a unas mujeres, de cualquier tipo, griten de emoción. Pues delante de ella estaba Harry, con su cabello completamente despeinado, lleno de hojitas y ramas, rodando por el césped mientras que encima de él se encontraba un pequeño cuadrúpedo peludo, saltando de un lado al otro, lamiéndolo.

-Ji, ji, ji, ji…basta Gin-chan, me haces cosquillas! – exclamó el ojiverde, llamando inmediatamente la atención de la capitana.

Esta al oír como su platónico amor había nombrado a ese ser peludo, tuvo una mezcla de emociones en su interior. Celos porque sea esa bestia quien esté jugando con Harry cuando debería ser ella. Y añoranza por la misma razón que la anterior.

Complicado, lo sé…hay veces que hasta el mismo Alma Rey prefiere quedarse en su forma de crisálida para no tratar de entender los pensamientos de una dama.

Volviendo al tema que nos compete, Gin decidió fingir una cara de enojo mientras ponía sus manos en su cintura en forma de jarra, carraspeando un poco para llamar la atención de los dos individuos que estaban frene a ella.

-Harry Potter! Acaso tienes alguna idea del susto que me hiciste pasar? Pensé que algo te había sucedido…- comenzó furiosamente para luego ir decayendo a un tono quejumbroso, haciendo que el pelinegro se pare rápidamente y corra a abrazar a la mujer.

-NOOOOOO! No llores Gin-chan! Te prometo que no me volveré a ir! Pero por favor, no me dejes! – reclamaba Harry con lágrimas saliendo de sus ojitos, haciendo que la ojiazul se arrepienta inmediatamente de que accionar anterior.

Más rápido que Ōmaeda frente a una mesa llena de galletas de arroz, ella se agachó y abrazó fuertemente al niño, pasando una mano por su espalda, haciendo que se relaje, mientras pedía perdón, que estaba actuando y que ella nunca lo dejaría. Que estaría a su lado hasta que fuesen viejitos, cosa que le sacó risitas al pelo cuervo y un rubor a la ojiazul luego de escucharse.

Si tan solo supiesen…

-Snif…Snif…en serio lo dices Gin-chan? Estaremos juntos hasta ser viejitos? – con una amalgama compuesta por burla y anhelo preguntó Harry.

Suspiró, pues al darse cuenta de lo que había dicho, se había confesado prácticamente a un niño de cuatro años de edad. Un niño que estaba tomándole el pelo ya. De seguro había heredado de su padre la racha burlesca, pues Yamamoto no era de hacer chistes generalmente.

El solo hecho de verlo con ese brillo juguetón en sus ojitos, derritió todas las barreras que se apresuró en construir para no caer en el juego del niño, pues por lo que había oído de la capitana Suì-Fēng, una vez que los veías, estabas a su merced.

-Sí Harry-kun, estaremos juntos hasta que estemos arrugaditos y encorvados. Veremos el atardecer pro la ventana y comeremos toda la comida en forma de puré- le respondió la mujer, al principio seriamente, para luego finalizar con una sonrisa zorruna mientras empezaba a hacerle cosquillas en el estómago, logrando que se retuerza de risa.

-JA, JA, JA, JA! NO, NO, BASTA GIN-CHAN! JA, JA,JA, JA! ME HACES COSQUILLAS! – chilló el pequeño, revolviéndose en el césped, tratando infructuosamente de escapar de las suaves y rápidas manos de la ojiazul.

Al darse cuenta de lo que estaba haciendo y la posición en la que estaban, tan solo se quedó paralizada para que a continuación se ruborice a más no poder. Lo único que pasaba por su cabeza eran dos ideas muy claras.

La primera, era que si alguien llegaba a pasar justo por donde estaban, iban a encontrarse con la imagen de una mujer, o mejor dicho la capitana de la Tercera División, sentada a horcajadas sobre un pequeño niño, mejor dicho, el nieto del Soutaichou, con sus manos sobre la parte superior de su cuerpecito cuyas ropas se habían corrido tras tanto zamarreo.

La conclusión, sería ejecutada públicamente por una turba furibunda de mujeres.

La segunda, era que se estaba imaginando la misma situación en la que se hallaban ahora, pero con un solo detalle diferente. En vez de tener a un pequeño mago bajo su cuerpo, sería a un joven adulto de pelo negro todo alborotado y brillantes ojos verdes, con sus uñas rasguñando toda la parte superiora de su cuerpo, marcándolo como suya.

Harry no sabía que le sucedía a Gin, pues de un momento a otro, ella paso de jugar con él a quedarse completamente quieta, preocupándolo. A lo que tan solo atinó a incorporarse mientras acomodaba sus ropitas y, acercó su mano izquierda a la mejilla de la mujer, acariciándola suavemente, llamándole así al fin la atención.

-Gin-chan? Estás bien? – cuestionó el chiquillo mientras que el pequeño animalejo se le acercaba y se subía sobre su estómago, acurrucándose entre las dos personas.

-Eh? Oh, sí, estoy bien Harry-kun, tan solo estaba perdida en mis pensamientos. Ahora, me podrías decir quien es esta bola de pelos que lleva mi nombre? – replicó la dama, señalando con un dedo al diminuto ser que se hallaba entre ellos dos.

-Ella es Gin-chan! Espera, eso es confuso, creo que voy a tener que cambiarle el nombre…pero no quiero, me gusta ese para ella! – exclamaba luego de pasar por los estados de alegría, confusión, decepción y luego volver a la alegría. Lo que le ocasionó cierto mareo a la ojiazul al tratar de seguirle la corriente.

-Okey, olvida el hecho de que le cambies de nombre, no me molesta. Pero podrías decirme por qué la nombraste así? –

-Porque su color de pelo es igual al tuyo, y cuando sonríe también lo hace como tú! – le dijo Harry, alzando al animalito y llevándoselo a su mejilla, refregándose con el como si fuese un peluche.

La capitana no sabía que decir ahora. Después de todo, lo que Harry le había contestado era verdad. El animalito, que resultó ser un zorrito, o mejor dicho zorrita luego de que el niño le explicara el método para averiguar el sexo causándole un sonrojo ante ideas pervertidas que se le cruzaron por la cabeza, tenía el pelaje de la misma tonalidad que su plateada cabellera. Sin contar tampoco que por las palabras del ojiverde, ambas tenían esa sonrisa juguetona cuando estaban con él. Cosa que le dio gracia, pues casi todos decían a sus espaldas que ella actuaba como una serpiente debido a su Zanpaku-tō.

Los días pasaron, y ninguno de nuestros dos protagonistas de esta semana los desperdiciaron. Pasaron horas haciéndole bromas a la capitana de la Décima División en su mayor parte, aunque tampoco dejaban de lado a las demás jefas de las Escuadras correlativas.

El día de hoy, Gin Ichimaru, estaba feliz, había despertado con una pequeña bola de pelos plateados y un pelo cuervo durmiendo a su costado, aunque el último estaba firmemente aferrado a ella, cosa que no la disgustó para nada, sino todo lo contrario, rechazaba toda idea de comenzar el día.

Si hubiese sido por ella, se hubiese quedado acostada y abrazando a su amado y anhelado ojiverde. Y si hubiese sido por ella, estaría mandando al carajo todos los planes que habían estado durante años haciendo junto a Aizen y Tōsen. Esa idea últimamente le estaba dando vueltas en la cabeza. Con los días que pasó junto a Harry, ella se apegó demasiado como para dejarlo ir por un plan funesto. Ella tan solo tenía esperanza que cuando Harry le toque visitarlas, pueda hacerlas cambiar de opinión con su inocencia y ternura. Tenía fe que si esperaban esos diez años como el Comandante General les había dicho, estarían al lado del mago, todas felices.

Perdida en el mar de pensamientos que tenía mientras de manera automática firmaba un montón de informes, la puerta de su oficina se abrió de par en par bruscamente, revelando a una turba furiosa de mujeres Shinigamis, las cuales por arte de la casualidad eran sus colegas.

-PERO QUÉ CARAJOS CREES QUE ESTÁS HACIENDO MOCOSA ENANA! – exclamó la peli plateada al ver quien comandaba la turba.

-A QUIÉN LLAMAS DUENDE DE NAVIDAD MALDITA SERPIENTE!?- replicó aún más enojada la petite capitana de la Décima Escuadra.

-A TI, O ACASO EL SONIDO NO TE LLEGA ALLÁ ABAJO? –

-VEN Y DÍMELO A LA CARA, FENÓMENO CRUZA DE SERPIENTE CON MUJERZUELA! –

-QUIÉN TE CREES PARA LLAMARME ASÍ NIÑA INSOLENTE! –

-Ya Ichimaru-taichou, creo que debería dejar de gritar, no querrá qu…- intentó calmar las aguas Kira, quien acababa de entrar a ver el espectáculo que se estaba desarrollando en la oficina de su superiora.

-CÁLLESE TENIENTE IZURU, ESTÁ ES UNA CHARLA IMPORTANTE! – le gritó la superiora de la División número Trece, lo cual sorprendió a todos los presentes.

-OYE! NO LE GRITES A MI FUKUTAICHOU! SOLO YO PUEDO HACERLO! - proclamó en "defensa" Gin, sacándole una gota de sudor a Kira, pues no le estaba ayudando mucho.

-Pero mi capitana…Har…- intentó volver a advertir.

-ERES SORDO? ACASO NO OISTE QUE TENÍAS QUE CERRAR LA BOCA? ESTAMOS HABLANDO DE ALGO DE VITAL IMPORTANCIA PARA TODAS NOSOTRAS! – chilló Retsu Unohana, haciéndolo callar rápidamente pues detrás de ella se había formado una horrible máscara de un demonio sonriente.

-EN SERIO…QUÉ MIERDA CREEN QUE ESTÁN HACIENDO EN MI OFICINA, GRITANDO Y MOVIENDO SUS ESPADAS COMO SI FUESEN UNAS LOCAS? – ya fuera de sí les reclamó Gin, parándose velozmente y golpeando su escritorio con sus manos, para dar mayor énfasis a sus palabras.

-NO TE HAGAS LA DESPISTADA! SABES PERFECTAMENTE PORQUE ESTAMOS AQUÍ GRITANDOTE! – unísonamente se hicieron escuchar las once capitanas que habían llegado a la oficina de trabajo.

-CREEN QUE SOY ADIVINA?! ESTABA TRABAJANDO DE LO MÁS TRANQUILA HASTA QUE USTEDES LLEGARON! – ya empezando a hartase les gritó.

-Y COMO PARA QUE NO ESTÉS TRANQUILA, DESPUÉS DE LO QUE HICISTE!…- le dijo Mayuri.

-Y AHORA QUE HICE SEGÚN USTEDES?! – se defendió de algo que la acusaban la pelo argenta.

-ABUSASTE DE HARRY-KUN! LE QUITASTE SU INOCENCIA! TÚ, MALDITA SHOTACON! SUÉLTENME! LA VOY A MATAR! ASQUEROSA MUJER SERPIENTE! – aulló Komamura mientras era retenida por Kenpachi y Tōsen por sus hombros, y Tōshirō enganchándose entre sus piernas.

-PERO SE HAN VUELTO LOCAS?! CÓMO PUEDEN PENSAR ALGO ASÍ?! – con los ojos totalmente abiertos les gritó a sus compañeras, sin poder creerse lo que le habían dicho, con lágrimas empezando a formarse en sus ojos.

-LOS OIMOS! ESCUCHAMOS CUANDO HARRY-KUN TE DECÍA QUE TE DETUVIESES Y TÚ NO LE HACÍAS CASO! QUE LE HACÍAS REIR PUES ÉL NO ENTENDÍA, HASTA LE OIMOS DECIR QUE NO LO LAMAS! – Gin a estas alturas ya no las oía, se había sentado abruptamente en su silla y se tapaba la cara con sus manos, queriendo que nadie la vea llorar mientras balbucea palabras de negación, palabras que hubiese deseado gritarles, pero lo que ellas le decían la herían mucho.

Por otra parte, el teniente Kira al oír toda la discusión solo atinó a abrir muy grande los ojos, solo para desaparecer rápidamente del lugar con una sola idea fija.

Llamar de manera urgente a la Sociedad de Hombres Shinigamis. Ellos debían saber esto ya!

Entre tanto caos en la habitación, nadie se percató de la llegada de un pequeño mago de ojos esmeraldas. Que, al haber sido despertado de su sueño por los gritos, corrió velozmente al origen de este, con la esperanza de que nada le hubiese pasado a su nueva amiga.

Al verla que estaba siendo maltratada verbalmente por las otras chicas que su abuelo le había presentado, sintió que algo hizo clic dentro de él. Algo que le decía que tan solo corra y abrace a la peli plateada para que nadie más la hiera.

-BASTA! – rugió el peli cuervo, sin darse cuenta que había liberado una presión espiritual del mismo nivel que su abuelo cuando se enojaba con sus subordinados, haciendo que todas las mujeres se callen de manera inmediata.

-Harry-kun! Aléjate de ella, es mala para ti! – un poco más calmadas por aún enojadas le pidieron las capitanas al ver como el corría a donde Gin se encontraba y la abrazaba.

-NO! POR QUÉ LE ESTABAN GRITANDO A GIN-CHAN?! – les cuestionó mientras sus bracitos rodeaban la nuca de la ojiazul luego de haberse sentado en su regazo, haciendo que la cabeza plateada se hunda en la curvatura de su cuello.

-Harry…ella te estaba haciendo cosas que son inapropiadas para alguien de tu edad! – intentó decirle la capitana Hitsugaya.

-COSAS COMO QUÉ?! – aún enojado les preguntó, pero con un poco menos de presión espiritual sobre sus cabezas.

-Bueno…ella…ella…ella te lamía y tú le pedías que se detenga mientras te reías…- una muy avergonzada Suì-Feng le dijo.

-Quién me lamía según ustedes? – un poco más calmado luego de escuchar lo que dijeron les preguntó.

-GIN- fue la respuesta unísona por parte de todas las féminas, con la esperanza de que Harry se separe de la depravada.

-Qué Gin-chan? – ahora interrogó curiosamente, inclinando la cabeza a un costado, torciendo sus anteojos en el proceso, mientras refregaba lentamente su mejilla en la coronilla de la capitana de la Tercera División.

-La que estás abraz…un momento, a qué te refieres con "qué Gin-chan"? – completamente confundida, Aizen le consultó, a la vez que sus colegas miraban perdidas.

Sin decirles palabra alguna, Harry se separó un poco de Gin y sacó del interior de su Shihakusho a la pequeña zorrita que había estado escondiéndose allí desde el momento en que los gritos empezaron a resonar en el lugar.

-Ella es Gin-chan…- declaró rotundamente, ganándose una mirada de asombro por todas las presentes.

-Aguarda un instante, quieres decirnos que esa pequeña y adorable bola de pelos se llama Gin también?...- absolutamente anonadada preguntó Shunsui.

-Pero significaría que lo que oímos…-

-Tan solo escuchamos la voz de Harry-kun allí dentro…-

-Eso daría más sentido a los gruñidos que percibimos…-

Todo eso era dicho en una pequeña ronda que las capitanas hicieron rápidamente al darse cuenta que la habían cagado magníficamente, y por, sobre todo, delante del nieto de Yamamoto Genryūsai. O, mejor dicho, el pequeño amor platónico de todas ellas.

Harry por su parte, estaba enojado con las chicas. Habían hecho llorar a su Gin-chan, y algo en su interior le decía que salga a defenderla. Por su cabecita se imagina la misma situación de ahora, pero en vez de ser él y la peli plateada, eran sus propios padres. En donde su Otou-san defendía de los malos a su Okaa-san.

-Ahora quiero que se disculpen con Gin-chan por hacerla llorar! Fueron malas con ellas y no me gustó! Le hicieron lo mismo que "ellos" me hacían a mí! – y con eso dicho, todas se petrificaron dónde estaban paradas. Le habían hecho a una compañera lo mismo que Harry había sufrido antes de ser encontrado por su abuelo.

-Noso-noso-nosotras lo sentimos mucho Gin…perdónanos por lo que te dijimos. Estábamos muy furiosas y no nos detuvimos a pensar con claridad…- todas a la vez proclamaron sus disculpas a la ojiazul que, tras alejarse un poco del mago, les sonrió con los ojos rojos de tanto llorar y les dijo que ella hubiese hecho lo mismo si estuviese en la misma situación.

Ya mucho más relajado el ambiente, Harry no pudo evitar esbozar una sonrisa de felicidad, solo para cambiarla rápidamente por una de maldad. Un pequeño plan se había ideado en su cabecita y estaba a punto de hacerlo real, solo para castigar a las chicas que hicieron llorar a su belleza de sonrisa zorruna.

Era una verdadera lástima que Suì-Feng lo haya visto, pues de manera impresionante se puso a temblar recordando a que le había hecho a su teniente cuando no lo había dejado ir a verla la semana pasada.

-Pa-pa-pasa algo Harry-kun? Por qué sonríes así? – le preguntó temerosa la pequeña capitana de pelo negro, llamando la atención de todas sus compañeras, pues estaba asustada de un niño.

-Nada Suì-chan, estaba pensando en algo…- respondió inocentemente, aunque esa sonrisa en su cara delataba lo contrario.

-Y se puede saber en qué? – replicó miedosa.

-Oh! En nada importante…tan solo pasaré una semana más con Gin-chan porque ustedes se portaron mal y tienen que ser castigadas…- declaró rotundamente, dejando boquiabiertas a todas las mujeres, quienes empezaron a ponerse pálidas a excepción de la nombrada, que estaba completamente roja al escuchar como el ojiverde la defendía aún.

Definitivamente mandaría al diablo todos los planes de Aizen. Ella solo dedicaría su vida a la felicidad de su salvador de ojos esmeraldas.

-NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! – fue la única respuesta que se oyó en toda la Soul Society, y provenía de la capitana de la Cuarta División, ya que ella era la próxima en tener en sus brazos a la ternura de pelo cuervo.

-Ahora shu! A menos que quieran que sean dos semanas! – les dijo Harry, haciendo un ademán con la manito para que se vayan, mientras las volvía a amenazar

-SÍ SEÑOR! – respondieron todas mientras se peleaban por quien salía primera por la abertura de la puerta, dejando a Kenpachi última, que recogió la puerta derribada y la acomodó para luego irse corriendo a velocidad de Shunpo.

Los días seguían pasando tranquilamente en los terrenos de la División Tres para felicidad de tres seres. Harry, Gin, y la pequeña Gin.

Pasaron horas tratando de ponerse de acuerdo para intentar hallarle un nuevo nombre a la zorrita, pero cada vez que decían uno, ella ladraba en disconformidad, a lo que tuvieron que dejarle el que tenía. Cosa que hacía sentir un poco celosa a la capitana, pues cada vez que Harry jugaba con ella, y lo oía decir su nombre, no podía dejar de imaginarse que era ella quien lo lamía y mordía.

Siendo un joven adulto, cabe aclarar, nadie quisiera que supiesen que Gin Ichimaru era una shotacon de closet en realidad.

Continura

Omake
En las catacumbas ocultas que se depositan en las profundidades de la Tercera División, se podía ver como un grupo cada vez más numeroso de hombres discutían sobre algo que el teniente Kira Izuru había oído hace unos días atrás.

-Se los digo en serio, ella estuvo íntimamente con él! –

-Y no le importó que sea un crío? –

-Al parecer no, pues dijeron que él se reía y le pedía a gritos que deje de lamerla…-

-Por el Alma Rey, si a esta edad ya se hizo de una de las capitanas, no quiero ni imaginarme cuando sea adulto…-

-Sin contar que algo ocurrió y ahora está una semana más con Ichimaru-taichou-

-Parece que ese niño es insaciable si pidió una semana más…-

Ganándose un asentimiento de cabeza por parte de todos los presentes, se dirigieron a donde estaba la figura de Harry y comenzaron a cantar una vez más:

-OH GRAN HARRY POTTER! BENDÍCENOS CON TU PODER PARA SER ALGÚN DÍA COMO TÚ! TODOS ADOREMOS AL GRAN HARRY POTTER! –

-ACHÚS!- se oyó en la residencia Malfoy, seguido de un estruendo producido por la caída seguida de quebraduras en la vajilla de porcelana.

-Querido, parece que vamos a tener que hacer algo con ese elfo, últimamente ha estado actuando muy extraño- una voz femenina dijo a su pareja.

-Draco ha dicho que hace semanas que viene estornudando de esa manera. Un día de estos lo llevaré al Control de Criaturas Mágicas para que lo revisen-

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