Capitulo 3: Un ninja entre nosotros

Capítulo 3: Ninjas entre nosotros.

Hoy se cumplía la segunda semana de Harry en la Soul Society. Y eso significaba que el pequeño mago le tocaba residir durante siete días en los cuarteles de la Segunda División.

Se podía apreciar como el ojiverde iba prácticamente a los brincos todo el camino desde donde se alojaba con su abuelo, hacia el lugar de trabajo de la capitana Suì-Fēng. La gente que lo veía pasar no podía evitar esbozar una sonrisa ante la nueva atracción de la Sociedad de Almas, una atracción que portaba felicidad y ternura dibujada en su carita.

Justo antes de llegar a las puertas de la Brigada número Dos, el pequeño de pelo cuervo recordaba las enseñanzas que le había instruido Yamamoto durante todos los días que habían pasado juntos desde el momento que fue hallado ese día de lluvia.

Flashback

-Entonces Harry-kun, qué piensas de las personas que conociste ayer? – el anciano de larga barba blanca cenicienta le preguntó a su nieto que se hallaba comiendo su desayuno.

-Uhm…? Oh sí! Ellas eran muy buenas y muy bonitas también! – exclamó el pequeño mientras tragaba su porción de pescado y bebía su té, cosas que aunque no estuviese acostumbrado a desayunar había aprendido por las malas a no desperdiciar comida.

Separando un poco de su pescado y dejando un plato con leche, Harry procedió a despertar a Yoruichi e indicarle que desayune con él, recibiendo como respuesta un maullido y un lamido en la cara del niño, divirtiendo al anciano que los miraba.

-Así que buenas y bonitas eh…? Entonces no tendrás ningún problema en pasar una semana con cada una de ellas para que las conozcas mejor y aprendas más sobre en qué consiste ser un shinigami? – comentó Yamamoto mientras esbozaba una sonrisa al repetir las palabras del pequeño enfrente de él.

-En serio?! Gracias, Ojii-san! Eres genial! Oíste eso Yoru-chan? Voy a pasar un tiempo con ellas y aprender a ser un shinigami! – chilló emocionado el niño mientras corría a abrazar a su abuelo y la gata miraba con anhelo en sus ojos dorados, queriendo pasar más tiempo durmiendo en la calidez del pecho del ojiverde.

-Me alegro que te agrade la idea que propuse ayer cuando caíste dormido. Ahora Harry-kun, tengo una duda…cómo es que aprendiste a usar honoríficos o decir abuelo en japonés? – cuestionó con verdadera curiosidad, mientras que Yoruichi había dejado de comer para también prestar atención a aquello, pues también le había llamado la atención la primera vez que lo conoció.

-Bueno…te lo diré Ojii-san, pero solo si me prometes que no me tratarás como tía Petunia y tío Vernon- le respondió medio cabizbajo llamando de manera inminente el interés de la mujer de piel chocolate, pues algunas de las explicaciones que se habían dado la noche anterior, ella había estado durmiendo.

-Harry, debes saber que no importa lo que esas personas te hayan dicho antes. Ellos ya no son tu familia, ahora vives aquí, con tu abuelo. Y yo nunca te trataré mal- con una voz suave y comprensiva le contestó Genryūsai, mientras que Yoruichi se posicionaba en el regazo del niño y lamia su mano para hacerle saber que tenía su apoyo.

-Gracias Ojii-san, Yoru-chan- agradeció el ojiverde, dándole una sonrisa de dientes completos y un beso en la nariz a la gata negra, quien agradecía el estar en esa forma pues sino estaría completamente ruborizada.

-Ya, ya pequeño. Ahora cuéntame cómo es que aprendiste-

-Ya que mi primo Dudley no quería leer nada en casa, él siempre me tiraba los libros para despertarme en el armario. En vez de devolverlos, empecé a juntarlos y practicar para aprender a leer. Cuando tí…digo Petunia y Vernon me hicieron subir al avión, una mujer con sombrero repartía un volante a los niños para que aprendan algunas palabras en japonés, como papá, mamá, abuelo, abuela. Y también como decir cuando hablo con una niña o un niño- dijo simplemente el niño, mientras esperaba alguna reacción de sus dos acompañantes.

Harry esperó y esperó…Hasta que al final se dignó en levantarse de donde estaba y patearle la espinilla a Yamamoto, quien, adolorido maldijo por lo bajo sacándole una sonrisa al pequeño. Por otra parte, Yoruichi estaba completamente anonadada. Nunca en su vida hubiese creído que un pequeño niño, abandonado a su suerte, supiese auto superarse en cosas como leer, y aprender un nuevo idioma.

Genryūsai tan solo abrazó a su nieto, y le dijo que estaba realmente orgulloso de que fuese tan capaz, que lo había heredado de su madre, quien había logrado una hazaña similar a tan corta edad. Y que también se encargaría de continuar en enseñarle sobre el nuevo idioma que debía dominar si pensaba ir en momentos a alguna ciudad de Japón.

De esa manera, tanto abuelo como nieto (y shinigami transformada en gata que tiene cierto enamoramiento con nuestro protagonista), procedieron a empezar con los estudios de lectura y caligrafía. Al principio le fue difícil a Harry, pero luego de la primera hora, ya se sentía como pez en el agua, enorgulleciendo enormemente al Comandante General y también a la heredera del clan Shihoin.

Fin Flashback

Luego de caminar un buen rato y seguir las indicaciones de algunas personas que se encontraba en el camino, Harry logró llegar a las puertas de la Segunda División.

Justo cuando estaba a punto de cruzar el umbral de la puerta, el pequeño Harry fue detenido por una sombra gigantesca que apareció a su lado, asustándolo repentinamente ante la creencia de volver a encontrarse con otro Hollow.

-Qué demonios crees que estás haciendo niñato?! – una exclamación exaltó al ojiverde, abrazando instintivamente a su abdomen, lugar donde su amiga Yoru-chan se hallaba descansando cómodamente.

Harry levantó la vista lentamente, solo para encontrarse con un sujeto bastante peculiar.

Un Shinigami muy alto y corpulento, doblando en altura a la pequeña Capitana, y fácilmente triplicando su peso. Su cara era ancha y poco agraciada, con una gran nariz y boca. Su pelo, negro y lo lleva peinado de una forma poco corriente. Llevando un uniforme normal de Shinigami, salvo por una gran gola morada, y también suele llevar muchas joyas y oro.

-Yo…yo…- intentaba decir el ojiverde, pero el aspecto desagradable que tenía el hombre delante de él le recordaba demasiado a Vernon, pero sin bigote.

-Te he preguntado que demonios haces acá niño!? Lárgate! – gritó iracundo el grotesco shinigami, despertando repentinamente a Yoruichi de su siesta.

-Yo…yo…yo vine aquí a ver a Suì-chan…-en voz baja dijo el niño, mientras abrazaba más fuerte a su compañera.

-Suì-chan? Acaso te refieres a mi queridísima y valiente Taichou? Acaso crees que alguien tan grandiosa como ella desearía ver a un mocoso como tú? Lárgate! Ni creas que entrarás aquí! Solo sobre mi cadáver podrás ver a Taichou! – furiosamente exclamó, haciendo que el pequeño Harry se entristezca por no poder ir a ver a la petite Capitana que tanto ansiaba.

Resignado, nuestro amado héroe de pelo cuervo procedió a retirarse lentamente, mientras trataba de no llorar. Una pequeña lengua áspera le lamía la cara para aumentarle la autoestima que rápidamente estaba cayendo, cosa que funcionó perfectamente pues el niño le devolvió una sonrisa brillante y unas caricias que hacían derretir a la shinigami transformada.

Caminando por uno de los costados del Escuadrón número Dos, Harry vio que lo sorprendió de manera excepcional.

Alrededor de una veintena de personas vestidas de negro iban saltando entre los árboles hasta llegar al interior de la Segunda División y entrar a las barracas.

Harry tan solo podía abrir la boca de la misma forma que un pescadito. Ningún sonido podía salir de su persona. Estaba completamente anonadado ante su descubrimiento. Yoruichi al ver que Harry no reaccionaba, empezó a preocuparse y, en consecuencia, procedió a maullar y lamerle la nariz y mover frenéticamente la cola delante de sus ojos, tratando de llamar su atención.

Justo cuando estaba a punto de tomar su forma humana, Harry la abrazó firme pero suavemente mientras saltaba felizmente y a la vez decía velozmente:

-Ninjas! Hay ninjas Yoru-chan! Y Suì-chan seguro es un ninja también! Ahora se cómo podemos entrar! Tenemos que disfrazarnos para que ese ogro de la puerta nos deje pasar! – exclamaba emocionado el ojiverde mientras besaba en la nariz a la gatita quien se había desmayado ante el tratamiento amoroso que el niño le estaba dando.

La gente que pasaba por al lado del niño tan solo podía aguantarse la risa ante tal demostración. Solo para ser repentinamente sorprendidos al ver que el ojiverde había desaparecido velozmente de donde estaba y una senda de tierra levantada indicaba que iba en dirección de la Primera División.

-E-e-eso fu-fu-fue Shunpo? – preguntó uno de los transeúntes solo para recibir a modo de respuesta un encogimiento de hombros y miradas perdidas tratando de comprender lo que había hecho el pequeño.

-Sé que Ojii-san dijo que, si necesitaba ropa, aquí iba a estar- Harry murmuraba luego de haber depositado a Yoruichi sobre una almohada y él hurgaba en un baúl con vestimentas de distintas clases.

-Meow? – maulló curiosa Yoruichi, tratando de investigar lo que su pequeño ojiverde estaba buscando entre tanto bullicio.

-Acá está! Mira Yoru-chan, con esto ahora podremos entrar sin que ese ogro nos corra! – felizmente exclamó el niño mientras levantaba unas vestimentas de color negro.

Sin esperar un minuto más, Harry empezó a quitarse las ropas que llevaba puesto, sin darse cuenta que la shinigami transformada en gata estaba viéndolo, cosa que solo duró tres segundos, pues inmediatamente se giró y trataba de borrar de su mente las imágenes que estaba creando en las cuales participaban un Harry adulto y ella en una habitación a oscuras.

-Yoru-chan, te encuentras bien? Estás sangrando por la nariz…ven deja que te limpie- escuchó la gata negra antes de ser alzada y tratada suavemente ante las consecuencias de su mente sucia.

-Meow! – exclamó la shinigami tratando de hacerle creer al niño que no había sido nada que tuviese que preocuparle.

-Me asustaste, lo sabes? Bien! Ahora puedo continuar contigo ya que estamos! – eufóricamente proclamó el ojiverde mientras pacientemente envolvía de manera suave pero firme a la gatita en algo que simulaba ser un disfraz de ninja.

Yoruichi quería estar enojada por estar siendo manipulada de tal manera, pero en realidad es que no podía, pues cada vez que Harry rozaba su piel con sus dedos, ella se derretía como hielo expuesto al sol del mediodía.

Luego de que el pelo cuervo la soltase, ella se dirigió a un espejo que había en la habitación, solo para que cuando vio su reflexión tuvo que aguantarse las ganas de reír a carcajadas. Harry no había hecho un mal trabajo, todo lo contrario, era estupendo. Si con su pelaje negro no hubiese sido suficiente, ahora estaba vestida con un mini disfraz de ninja de color azul medianoche.

Si su amiga Kisuke la viese ahora, ella realmente dudaría de cuál sería su reacción principal. Si reírse a su costa o tomarle fotos para luego encuadrarlas y tenerlas en su mesita de luz.

Girándose, la ojidorada miró con asombro como su compañero de abrazos terminada de completar su vestimenta, lo que consistía en taparse la cabeza dejando ver solamente los hermosos ojos verdes en los que ella, a cada momento se perdía de forma magistral.

-Vamos Yoru-chan! Ahora podemos entrar a rescatar a Suì-chan de ese ogro que no quiere dejarnos verla! – Harry dijo emocionado mientras tomaba a la pequeña ninja y la depositaba sobre su cabeza, logrando de tal manera que la ojidorada vea todo desde una perspectiva aérea.

Definitivamente esta semana iba a ser memorable para Yoruichi Shihoin.

-Discúlpeme señor, me podría decir donde está Suì-chan? – el ojiverde preguntó a un shinigami con vestimenta del Onmitsukidō que lo miraba con total curiosidad de como un niño había logrado colarse en el interior de la Segunda División.

Para ser honesto, no le fue muy difícil a Harry y Yoruichi, el entrar al recinto. Con sus trajes puestos y sin decir palabra alguna, pasaron al lado del teniente Ōmaeda que estaba atragantándose con sus galletas de arroz y no les prestó atención alguna. Cosa que hizo muy feliz al niño, pues su plan había funcionado a la perfección. Por otra parte, a Yoruichi le pareció muy surrealista que alguien como el incompetente de Ōmaeda esté a cargo de la entrada del recinto. Definitivamente el nivel de tenientes de la Segunda División había caído con el paso del tiempo.

Al ver que el shinigami no le contestaría en un largo tiempo, Harry hizo una faneca a pesar de tener su cara tapada, y se dirigió al próximo sujeto que pudiese responderle su duda.

A pesar de que algunos le dijesen que en verdad no sabían la localización actual de su capitana, o en su defecto que era información confidencial, los miembros de la Segunda División hallaban bastante entretenido el tener a un niño disfrazado como ellos con un gato en su cabeza, que también estaba con un disfraz para mimetizarse en el entorno del escuadrón.

Harry por otro lado estaba empezando a disgustarse y entristecerse, pues ya llevaba más de una hora desde el incidente con Ōmaeda y sus planes para entrar, y aún no había logrado su acometido. Ver a su Suì-chan y pasar el resto de la semana con ella.

-Disculpe señorita, dónde puedo encontrar a Suì-chan? – generó por décima vez la pregunta el pequeño mago, esperando que la mujer que estaba de espaldas frente a él pueda ayudarlo.

-Umh? Oh! Tú debes de ser el pequeño del cual todos están hablando. Estás buscando a Taichou? Ven, te indicaré donde se encuentra su oficina- le dijo la mujer, ocasionando sin saber, que el nieto de Yamamoto se ponga eufórico al encontrar a alguien que lo ayude.

-Suì-Fēng-taichou, aquí hay alguien que desea verla- la shinigami de bajo rango le comunicó a su superiora.

-Está bien, dile que pase. Puedes retirarte a continuar con tu entrenamiento- respondió la capitana de la Segunda División.

Al recibir el visto bueno, Harry se preparó para entrar, pero justo en ese instante se percató de un pequeño detalle. Hace varios minutos había dejado de sentir el pequeño peso que había sobre su cabeza tapada. Al parecer Yoruichi había decido esconderse durante un rato, para así evitar que su antigua estudiante lo vea con el pequeño de ojos verdes. Si en el extraño e hipotético caso que la actual capitana la viese, bueno…en términos simples, estallaría el caos.

-Bien, hay algo que desees…Harry-kun? – la petite comenzó con un tono de voz neutro, practicado infinidades de veces, solo para terminar con un dejo de curiosidad y cariño al ver al pelo cuervo disfrazado.

Antes de que ella pudiese registrar que había pasado, el niño corrió directamente a donde estaba parada y la abrazó fuertemente.

-Harry-kun…sucedió algo? Por qué llegas tarde? Y ese disfraz? – empezó a preguntar sin tomar respiro alguno la Capitana al ver que el mago no se separaba de ella ni un segundo.

La mujer había empezado a preocuparse por el niño, pues el tiempo pasaba y no recibía respuesta alguna. Separándose levemente, se agachó para estar a su altura, solo para ser sorprendida nuevamente cuando Harry pasó sus bracitos por alrededor de su cuello y apoyó su cabeza contra su mejilla.

-Perdón…- el susurro salió de los labios del ojiverde.

-Por qué pides perdón? – la capitana dijo, tomando los lados de la cara de Harry y enfrentándose contra él.

-Por llegar tarde. Pero te juro que no fue mi culpa. Ese ogro malo no me quería dejar pasar- contestó el pelinegro, agachando la cabeza unos centímetros, ocasionando así que su pelo tape sus ojos.

Moviendo lentamente su mano para no asustarlo, Suì-Feng corrió los mechones que tapaban los bellos ojos verdes que tanto había empezado a amar. Una vez hecho eso, procedió a darle un beso en la frente, haciendo que el niño se sonroje por la cercanía y las acciones de la petite.

-No tienes que culparte de nada Harry-kun…pero tengo una duda, quién es ese ogro que no te permitía la entrada? – con una leve sonrisa dibujada en su rostro por las reacciones que tuvo el niño, le preguntó la mujer.

-No sé cómo se llamaba, pero estaba en la entrada, era muy alto y gordo…-respondió a los pedidos el niño.

-Espera un momento…estaba comiendo galletas de arroz como un cerdo? – con creciente ira cuestionó a Harry la capitana.

-Sip! Lo conoces Suì-chan? – cuando Harry dijo esa última palabra, la mujer no pudo evitar sonreír, pues le gustaba como sonaba su nombre con ese sufijo tan cariñoso.

-Por desgracia es mi teniente. Pero no te preocupes, no dejaré que se salga con la suya Harry-kun – le dijo la mujer, luego de sentarse en el suelo y depositar a Harry en su regazo mientras quitaba totalmente la parte que tapaba su pelo y se dedicaba a jugar con él.

-No! – exclamó rápidamente el ojiverde, sorprendiendo a la capitana de la Segunda División.

-Eh? Y por qué no? Acaso no te hizo mal? –

-Sí, pero…él es un ogro, y es mi trabajo el rescatarte de él…y así me darás un beso de recompensa- comenzó a decirle Harry a Suì-Feng para ir finalizando con un tono de voz muy bajito, pero no evitó que la fémina no lo escuche, haciendo que ella se ruborice ante la fantasía de ser salvada por un Harry adulto de una horda de Hollows y terminar con un beso a la luz de la luna.

-Suì-chan? Suì-chan? Me oyes? – Harry empezó a preguntarle mientras con un dedo empujaba suavemente su mejilla, aunque inconscientemente cuando lo hacía rozaba parte de su labio, cosa que, sin saberlo, disfrutaba de la sedosidad que tenían.

-Sí, si…lo siento Harry-kun, tan solo me había perdido en mis pensamientos. Ahora, puedes decirme por qué llevas ese disfraz? –

-No es un disfraz! Es mi traje de ninja para poder salvarte! – exclamó con valentía el ojiverde, haciendo que su acompañante se ría.

-Oh, en serio? Y cómo es que pudiste entrar son que te vuelvan a echar? –

-Pasé sin hacer ni un ruido, y de esa forma el ogro come galletas no me dijo nada-

Con eso dicho, Suì-Feng tuvo que contenerse las ganas de levantarse y golpearse la cabeza contra una pared. Pero viendo que estaba más cómoda teniendo a Harry en su regazo, suspiró y dejó caer su cabeza contra el cuerpito del niño.

-Entonces, como harás para salvarme de ese terrible ogro, mi querido y valiente ninja? – con un dejo de burla le preguntó al mago.

-Es un secreto. Vas a tener que esperar aquí, y cuando lo haya acabado te vendré a buscar! –

-Pero yo quería ver cómo me salvabas de ese monstruo- empezó a seguirle el juego, sonriendo ante las travesuras del mago.

-No! Vas a tener que prometerme que no verás hasta que te venga a buscar- y con eso dicho, le entregó su dedo meñique a modo de promesa.

Viendo que Harry no iba a ceder a sus pedidos, a Suì-Feng no le quedó más remedio que aceptar la promesa. Sellando con su propio dedo meñique y ganándose una brillante sonrisa del ojiverde, antes de volver a ponerse los trapos que envolvían su cara e irse en su misión. Dejando en la soledad de la habitación a la capitana, cuyas fantasías de tintes adultos inundaban nuevamente su mente.

La gente que componía la escuadra de la Segunda División se detenía y veía con una mezcla de curiosidad y diversión a lo que la pequeña atracción de la Soul Society estaba haciendo en estos momentos en el patio.

Algunos se preguntaban por qué no estaba con su capitana, pues hace unos minutos atrás estaba preguntándole a cada persona que se hallaba. En lugar de eso, miraban como cargaba en este instante unas seis bolsas de galletas de arroz, cosa que agradecían que no fuesen tan pesadas para poder cargarlas. Moviendo un poco la vista, vieron como hacían un pequeño caminito con cada galleta hasta donde una trampa hecha con una soga bien tirante estaba esperando.

Al principio ellos no sabían la razón verdadera del peculiar pedido que había hecho el mago a un quinto asiento que pasaba justo a su lado. Pero al ver detenidamente ahora, se daban cuenta que era una trampa para algún animal.

Pero justo ahí la cosa se complicaba para todos los espectadores.

No sabían que animal que se hallase en la Sociedad de Almas, devorara las insulsas galletas de arroz. Esa era otro motivo por el cual todos ellos estaban expectantes a lo que fuese a ocurrir dentro de un rato.

-Yoru-chan…estás lista? – preguntó el ojiverde.

-Meow! – maulló la shinigami transformada en gato.

-Ven, hay que escondernos. El ogro se acerca- y con eso dicho, ambos fueron a ubicarse detrás de un arbusto.

Justo en ese preciso momento, Ōmaeda apareció por una esquina, masticando cuanta galleta le cupiese en la boca y agarrando las que encontraba en el piso.

Los espectadores que también se habían escondido, no podían creer lo que sus ojos estaban viendo. La trampa que parecía sacada de una caricatura del mundo de los vivos estaba surtiendo efecto en el teniente de la Segunda División.

En el momento en el que Marechiyo Ōmaeda vio el camino de galletas, su destino por el resto de su vida había sido marcado por el mismo Alma Rey.

Llegando al momento culmine de la trampa, Harry le dio el visto bueno a Yoruichi. Quien viendo la tácita orden del ojiverde, procedió a sacar una garra de su peluda patita y cortó la soga que detonaba la maquinaria de toda la creación de su pequeño amigo.

Con eso, el teniente fue apresado por su pie, quedando suspendido en el aire, mientras lloraba por las galletas de arroz que se le habían caído al suelo y no podía alcanzarlas.

Decir que todo el mundo estaba asombrado era poco. Más de uno estaba tentado a salir de su escondite y empezar a aplaudir eufóricamente ante tal genialidad que acababa de ocurrir. Sin contar a los que ya habían comenzado a tomar fotos de lo sucedido.

Pero lo que más les sorprendió fue el hecho de que Harry apareció velozmente de su escondite con un balde en sus manitos y con un solo movimiento, lo utilizó para meter la grotesca cabeza mal peinada de Ōmaeda. Algunos querían reír ahora, pero algo los detuvo.

La sonrisa que llevaba el pequeño niño.

Esa sonrisa les había dejado muy en claro que nunca, pero nunca debían cabrearlo. Claro, a menos que deseen ser atrapados por algún método muy humillante como el que estaban apreciando.

-Suì-chan! Lo logré! Vencí al ogro! – exclamaba jubilosamente Harry tras acercarse a la petite que aún seguía perdida en sus fantasías.

-En serio Harry-kun? Puedo ir a ver ahora? – despabilándose preguntó.

-Hmm…aún no. Primero quiero hacerte un regalo. Cierra los ojos por favor- y con eso dicho, Harry se movió a su espalda, y utilizando la venda con la que se tapaba su cabeza, envolvió los ojos de la capitana, que dejándose llevar nuevamente por sus fantasías eróticas para mayores de dieciocho años, empezó a sonrojarse como un tomate.

-Ha-Ha-Harry-kun, qué estás haciendo? –

-Shhh…ahora vamos, te llevaré con cuidado- respondió solamente el pelinegro, tomando su mano y guiándola con cuidado a donde había logrado su cometido.

Soltando brevemente la mano de la capitana, Harry fue a buscar un palo que había separado previamente a su idea. Cosa que llamó la atención de todos los espectadores que aún seguían en sus lugares, pues tenían un presentimiento de que esto no se había acabado.

-Toma Suì-chan. Delante de ti hay una piñata- con el tono más inocente que tenía le dijo a la mujer.

-Una piñata? Y qué hay dentro? –

-Caramelos- respondió rápidamente el niño, haciéndose a un lado para empezar a ver como castigaban al hombre que había evitado que viese a su amiga.

Viendo que los minutos pasaban, y la piñata no reventaba, Suì-Feng se quitó la venda de los ojos y vio como un amoratado Marechiyo estaba retorciéndose de dolor, colgado de un pie y con la cabeza atascada en un balde. Cosa que la dejó con la boca abierta y se giró instintivamente a Harry, quien estaba riéndose.

-Harry-kun, tú hiciste esto? –

-Sip! –

-Por qué? –

-Porque él no me dejó verte más temprano. Y porque era un ogro que te tenía raptada. Ahora eres libre Suì-chan- se excusó Harry.

-Tú…tú…derrotaste a mi teniente con una soga, un balde y unas galletas? – atónita preguntó.

-Sip! – respondió nuevamente el pequeño mago.

-Tú eres un genio! – desinhibida de sus corrientes emociones gritó la petite, procediendo a abrazar fuertemente al niño y depositar un beso en la comisura de los labios, haciendo que ambos se sonrojen furiosamente y desvíen sus miradas por vergüenza.

-Eso le pasa por ser malo conmigo y más contigo- con un mohín dijo Harry, sacándole una risita a la capitana.

-Sabes qué…por el resto de la semana serás mi teniente. Ya que Ōmaeda estará en el escuadrón Cuatro para tratar sus heridas- le dijo mientras picaba su barriga con el palo, con una sonrisa dibuja en su rostro, pues por fin se había librado del vago de su división, y todo gracias al nieto de su Comandante General.

-Sí! Ahora pasaré más tiempo contigo! – chilló felizmente Harry.

El resto de la semana pasó lentamente, cosa que agradecieron todas las personas que habitaban el lugar, y se podía observar como Suì-Feng, luego de indicar el entrenamiento de sus subordinados, se dedicaba a jugar con Harry por todo el patio.

Sin que se diesen cuenta ninguno de los dos, a medida que se perseguían, la velocidad aumentaba, llegando al punto que inconscientemente utilizaban Shunpo para atraparse y abrazarse. Haciendo que el ganador pudiese hacerle cosquillas y darle besos al perdedor.

Harry disfrutó mucho su estadía en el lugar, mientras que Suì-Feng también estaba feliz, pero no podía evitar entristecerse al saber que pronto el niño tendría que ir a la Tercera División y ya no podría pasar más tiempo con él.

Pero eso fue efímero, ya que el nieto de Yamamoto le prometió que vendría a visitarla cada vez que pudiese.

CONTINUARA

OMAKE

Nuevamente se podía ver a un grupo de encapuchados reunidos en los terrenos secretos bajo el cuartel de la Tercera División.

-Así que Harry Potter ha vencido a Marechiyo Ōmaeda, dejándolo fuera de servicio por toda una semana? –

-Tal como lo escuchaste. Él lo derrotó tan fácilmente que vivirá avergonzado por el resto de su vida-

-Sin contar que, por eso mismo, Suì-Feng taichou lo nombró su teniente por el resto de la semana-

-Y no nos olvidemos que su recompensa fue ser besado repetidas veces por la mujer más fría de toda la Soul Society-

-…-

-…-

-…-

Moviéndose en silencio, todos se acercaron a donde estaba la figura de Harry y comenzaron a cantar nuevamente:

-OH GRAN HARRY POTTER! BENDÍCENOS CON TU PODER PARA SER ALGÚN DÍA COMO TÚ! TODOS ADOREMOS AL GRAN HARRY POTTER! –

De nuevo, al otro lado del mundo, un pequeño elfo con ojos como pelotas de tenis, estornudó ruidosamente mientras llevaba una vajilla de plata, provocando que casi lo arroje al suelo y genere un estruendo.

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