|CAPÍTULO 21| P2

PARTE 2

Al tener la necesidad hoy de narrar como espectadora de marionetas, siento que debo estar pendiente de todos pero no puedo porque solo tengo dos ojos y dos manos, así que nos toca de a poquito.

Empezando con Emily.

Ems se ha arriesgado a subir hasta el tercer piso pese a que las posibilidades de que la pista número uno esté tan arriba son bajas casi nulas. Ni ella ni nadie conocen la arquitectura de la casa así que todos andan a tientas, y es fácil perderse ya que sus pasillos son estrechos (la mayoría), las puertas son muchas, algunas habitaciones tienen dos puertas (la de entrada y una que conecta con alguna otra) y por no mencionar el ciclo de las luces que duran menos de un minuto antes de cambiar de lugar; es como las luces de navidad, encienden en la misma secuencia pero nunca por mucho rato ni al mismo tiempo.

En este momento está caminando por un pasillo oscuro, en el que solo reluce el brillo rojo de su barrita (absolutamente todas las ventanas están selladas con plástico, así que imaginarán la oscuridad). Está a unos metros de una esquina y ve a una barrita verde pasar; una humana, así que ella puede capturarla. Camina en esa dirección y cuando sale del pasillo, este se ilumina y oscurece en el que ella entra. Es como si ella atrajera la oscuridad.

La barrita verde se le ha perdido de vista porque tuvo que ralentizar su paso al verse a oscuras de nuevo. Planea devolverse al pasillo donde ahora sí hay luz; da media vuelta pero es apresada de inmediato por la espalda.

—No grites o quedas descalificada —le susurra el bello Brad al oído. Emily suelta una risita abochornada pero no hace el intento ni de hablar ni de separarse—. Ahora eres mía, Ratona.

—Sabía que iba a ser la primera en ser capturada —murmura ella. Brad no se mueve de su lugar y Em se siente cómoda con el calor de su cuerpo a su espalda... quizás demasiado cómoda—. Era de esperarse.

El pasillo en el que están es iluminado de repente y al hacerlo, del otro lado ven a una barrita verde que tiene el poder de liberar a Em. Es Ash. Ella los mira y empieza a correr para liberarla, pero Brad la toma de la mano y la hala hacia el otro lado, hacia el otro pasillo oscuro. Llevan varios metros de ventaja; los suficientes para poder entrar por una puerta sin que Ash los vea.

Ash planea abrir las dos primeras puertas, pues sabe que no pudieron haber ido tan lejos, pero ve venir una barrita roja, un ratón que la puede capturar. Sin mirar quién es, echa a correr hacia el otro lado.

Tras la puerta por la que ellos dos entraron hay un baño; o eso suponen pues con sus manos tantean un lavamanos, pero están en negrura total. Ems se recuesta sobre la puerta y Brad se acerca divertido.

—Ahora eres un gato —dice Brad.

—No si una humana me libera.

—¿Tú crees que voy a dejar que te aparten de mí?

Brad se acerca un paso con coquetería, aunque es esa actitud característica de él más que realmente esté coqueteando con Emily (o eso quiere pensar ella, porque yo no). Ems le sigue el juego, viendo apenas una silueta camuflada con la oscuridad.

—Si te descuidas, tal vez sí.

—No pasará si te dejo acá encerrada hasta que acabe el juego.

Emily no puede retroceder más al estar contra la puerta, lo que facilita el acercamiento de Brad que viola cualquier norma de espacio personal y no es que Em tenga muchas ganas de hacer un reclamo al respecto. El juego amistoso de palabras se torna incómodo pero agradable (vaya ironía) cuando la mano de Brad se apoya en la puerta, junto a la oreja de Emily, acorralándola.

—Nos pueden descalificar.

—No si nadie se entera.

—Siempre tienes un as bajo la manga —dice Em. Dada la cercanía ya no es necesario hablar más fuerte que un ligero susurro. Me siento como una fisgona pervertida mirándolos, vamos que están a oscuras en un baño y la tensión se siente en el aire.

—Siempre, sin falta. —Brad agacha un poco la cabeza hasta que sin intención, la punta de su nariz roza con la de Em; la emoción del juego que les ha mantenido la adrenalina en la cabeza, pasa a ser cosquilleo en el estómago en cada uno—. Eres muy fácil de atrapar. Eres un fracaso de ratona.

Los brazos de Em están congelados a sus costados. Tener tan cerca a Brad y que ya no sea normal como antes, le confirma que realmente está atraída a él (la Emily descubriendo el agua tibia); los nervios que siente sumados a las ansias de estirarse un poquito y besarlo no dejan que se siga engañando a sí misma con eso de que solo es una amiga con un plan extraño de darle celos a otro chico.

Emily inspira hondo y el aroma de Brad la llena; no huele a colonia como era de esperarse, huele más a ¿chocolate? o a algún tipo de dulce, es agradables, es apetecible, es tentador. Puede ser solo que Em tiene hambre.

La mano de Brad que no está sobre la puerta, se traslada a la mejilla de Emily. Aunque no pueden verse muy bien las expresiones, Brad tiene una sonrisa ladeada, como de ternura, de cariño, incluso de felicidad. La expresión de Em está en un intermedio de una sonrisa inquieta y una plegaria al cielo por un beso.

—O tú un muy buen gato —logra decir Em en una exhalación.

Emily ha cerrado sus ojos aunque en esa oscuridad es lo mismo abiertos o cerrados. Siente su cara y su nuca calientes, pero esta vez no por vergüenza, sino por deseo. Brad se acerca más, ya no queda espacio entre los dos más que el que separa sus labios. Ambos quieren lo mismo aunque puede que por motivos diferentes. Él aclara la garganta y cierra sus ojos también.

—Sé que estuvo mal haberte besado en el baile porque no sabía si tú querías, no quiero robarte otro beso sin...

Emily traga saliva y fuerza a su voz a salir para interrumpirlo:

—Róbame uno ahora.

Brad sonríe y solo basta una pequeña inclinación para que sus labios se junten.

Inserte acá su grito fangirl (al lado del mío).

Con los labios aún juntos, ambos toman aire, como si el llenarse los pulmones fuese algo que no hacen desde hace mucho tiempo. Comparten el oxígeno que logra entrar en ese mínimo espacio entre ellos. No se atreven a mucho, no hay un beso apasionado, es más un beso dulce y exploratorio, necesitado; quizás cada uno se está probando a sí mismo qué tanto le importa y qué tan lejos ha llegado el plan de fingir ser novios frente a todos.

Dos veces inspiran, traducido en segundos son cinco y entonces la luz del baño es encendida, arrancándoles un buen susto y de paso, quitándoles la valentía el uno con el otro; uno dándose cuenta de que está haciendo algo que no debe y la otra pensando que el romance se ha esfumado al ser consciente de que están en un baño.

Brad da dos pasos atrás que son posibles gracias al amplio espacio y Emily, rompiendo las reglas del juego, sale de allí, escapando del gato que la ha tenido cautiva... y ahora cautivada. 

Ashley con su barrita verde va caminando junto a una puerta del segundo piso. La verdad es que el juego no le está gustando de a mucho; haberse encontrado a Brad y a Em hace un rato no le augura nada bueno; tiene esa horrible sensación de que algo pasó y que de ser así, al terminar el juego o el uno o la otra van a llegar a ella a contarle y a pedirle consejos pese a que ella ha dejado claro que odia esos debates en su grupo de amigos.

Todas las puertas permanecen cerradas pero sin cerrojo, desde la parte de abajo de cada una se puede ver desde afuera cuando una de las luces es prendida y mientras Ash anda por la tercera de la derecha, ve ese brillito que se escapa por la rendija del suelo. Acerca el oído para asegurarse de que no hay nadie y al no escuchar nada abre con cuidado e ingresa. Es un estudio, posiblemente de alguno de los padres de Brenda; hay un escritorio, un diván y estantes altos de libros. La luz la reconforta; no es muy fan de la oscuridad. Sobre el escritorio una placa dorada refleja la luz de la bombilla llamando su atención, Ash se acerca y con emoción lee lo que dice "Pista #2: El lugar de la casa con el techo más bonito".

—Qué asco de pista —murmura Ash para sí misma—. Hay mil habitaciones acá, ¿y ahora debemos analizar la belleza del...?

La puerta es abierta y la rubia se reprende por hablar en voz alta. No alcanza a esconderse y entonces Samantha le sonríe con picardía, desvía la mirada a la barrita verde de su mano y a sabiendas de que si la toca, pasa a ser una ratona, se acerca. Ash retrocede un paso, contagiándose del espíritu infantil de jugar a las cogidas. Cuando Sam hace carrerilla para poder tomar su brazo, la luz se apaga y Ash aprovecha ese segundo para rodearla y salir sin apenas rozar su hombro.

A unos metros, se topa con un chico que lleva una barrita amarilla en su mano, es un gato y ella, sonriendo, lo toma por el brazo.

—Maldición —masculla él—. No sirvo para esto.

—Bienvenido al equipo humano —murmura ella victoriosa—. Guarda tu barrita y...

De un tirón, alejan al chico de Ash. Es Ellie, del club de ayuda a la comunidad que con una barra también amarilla, lo rescata. Gato por gato.

—¡Concéntrate, Fran!

Con el minuto de tiempo que tienen para entrar de nuevo en juego, los dos gatos siguen su camino, cada uno por su lado. Algo le dice a Ash que no todos están siguiendo la regla de ir solos; es necesario andar juntos para tener más posibilidades de ganar.

Ash ya tiene una pista y tras caminar otro poco, siempre buscando luz, se encuentra con otro humano; uno de los compañeros de equipo de Ethan, que carga una barrita verde.

—Tengo una pista, la 2: El lugar de la casa con el techo más bonito —cita—. Si ves más verdes, les dices.

—Tenemos otra —informa—. Pista 6: No hay luz más bonita en la casa que la que ves al alzar la mirada.

Ash medita un momento las palabras.

—De acuerdo, entonces el tesoro está en un lugar con un techo y un bombillo hermosos...

—Esta casa es enorme, sí...

Entre susurros han hablado y ahora escuchan un par de risillas del otro lado y al ver que son barritas rojas las que se acercan, parten, separándose unos metros más allá. Me voy con Ash.

Dos puertas y un salón de lectura (divino por cierto) más allá, Ashley es tomada por el brazo y metida a la fuerza a una habitación.

Su primer pensamiento (y el mío) es reclamarle al ratón que sea por ser tan brusco, mas al ver quién la ha atraído, cambia su gesto a uno suspicaz. El mío es de sorpresa.

—¿Qué quieres, Brenda?

—Hablar contigo. 

***

CONTINÚA⇊ ⇊ ⇊

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