"cilantro con don anastacio"
—Pero que bonito día para vivir con un par de locos —soltó Venezuela, acostado plácidamente en el sofá.
Venezuela se encontraba cómodo, recibiendo el fresco aire del ventilador, ya que Argentina no lo había dejado encender el aire acondicionado.
—Creo que hoy en un gran día para vivir —añadió, tomando un par de patatas fritas.
—¡¿Que estás haciendo tiradote ahí?! —le gritó Argentina al venezolano, a la vez que aplaudía con molestia. Del susto, Venezuela termino estampado contra el piso— ¡¿Que no sabes que día es hoy?!
—¿Feliz cumpleaños? —contesto algo temeroso.
—Es el cumpleaños del ser más malditamente hermoso y tacaño que existe, claro, después de mi —contestó, sin dejar de fruncir el ceño en ningún momento.
—¿Papá?
—¡Chile! ¡Estoy hablando de Chile!
—Pues muy hermoso no es, la verdad —dijo entre dientes.
Argentina se apresuro a tomar al venezolano del brazo, sin levantarlo del piso, para después llevarlo a rastras hacia la cocina, mientras esté no decía nada y disfrutaba de su paseo.
—Mande a Chile a la tiende y le dije que trajera unas ramitas de cilantro —empezó a explicar—, pero yo le dije a Anastacio, el señor de la tienda, que se hiciera el que buscaba cilantro por un buen rato, así nos ponemos a prepararle algo bonito.
—¿Porque tengo que prepararle algo bonito a ese marico? —cuestionó, de mala gana, mientras se ponía de pies y se sacudía el polvo de las nalgas.
—Por que no tienes opción.
—¿Quien coño me va a decir que no tengo opción?
—Yo —dijo Argentina, mirándolo de forma molesta.
—Lo haré —dijo—, pero que quede bien claro que yo decidí hacerlo.
—Tenes que decorar con estos adornos toda la cocina —ordeno, mientras levantaba el largo mantel de la mesa y sacaba una enorme caja que decía "caja con los adornos para el cumpleaños de Chile. Si eres Chile ignora esto".
—¿Cómo mierda no se dió cuenta de tremenda caja?
—Soy un maestro ocultando cosas, por favor —respondio el argentino, con claros aires de superioridad.
—¿Pero de que coño hablas? Si la dejaste debajo de la mesa.
—¡Soy el dios del escondite!
Venezuela no dijo nada más, se acercó a la caja y la abrió. La verdad no le sorprendía el contenido, pero aun así quería preguntar.
—¿Porque todos los globos y serpentinas son gris y negro?
—Estan hermosos ¿Verdad? Me costó mucho encontrarlos, pero yo sé que a Chile le encantarán —respondió con una enorme y genuina sonrisa.
—¿Porque este mantel dice "funeraria Menaminez"?
—A la señora de al lado se le murió la bisabuela, se lo pedí porque sé que Chile amara tener algo de un muerto.
—Diosito, soy yo de nuevo —soltó Venezuela, mirando hacia arriba. Aquí es donde se daba cuenta al macabro lugar en el que estaba viviendo.
—Mueve ese culito que dios te dio y ponte a hacer algo productivo —ordeno.
—Okay.
—¿Porque coño estás haciendo twerking?
—Estoy calentando —contestó, mientras sacaba todos los pasos prohibidos—. Nada más productivo que trabajar esté par de melones.
—¡Deja de mover el culo como retrasado y ponte a inflar globos! —exclamo con molestia.
—Yo solo veo envidia.
—¿De que?
—De que yo sí tengo un culo que mover, tu solo tienes espalda y espalda baja —respondió Venezuela.
La mirada que le dio Argentina hizo pensar al venezolano que de un momento a otro iba a morir de la forma más macha posible.
—Mira pelotudo, si me sigues con tus estupideces vas a terminar en el sótano comiendo nada más que tú propia caca —advirtió.
Rápidamente se pusieron a inflar globos, Argentina lo hacía sin problema alguno, por su parte, Venezuela sentía que los pulmones le iban a explotar en cualquier momento.
—Argentina... oye, Argentina —dijo, con dificultad.
—¿Que?
—No siento mis pulmones... Argentina, creo que me voy a morir.
—Pero que escandaloso que sos —soltó el de azul y blanco, viendo con desaprobación al más bajo—. En vez de quejarte deberías de colocar serpentinas.
Venezuela asintió con la cabeza, tomo las serpentinas, subió a una silla y solo podía pensar si serviría de algo intentar ahorcarse con unas treinta serpentinas.
—Ve a vivir con Argentina, el te enseñara muchas cosas —empezó a decir Venezuela entre dientes, con acento molesto y burlón—. Maldito Venezuela del pasado, no tienes ni idea de dónde me metiste mamahuevo.
—¿Porque huele a intento de suicidio? —preguntó Chile, quien entraba a la cocina, mientras sostenía una pequeña bolsa negra.
—¡Sorpresa! —exclamó el Argentino, dirigiéndose a la nevera y sacar un pastel, para después voltear a ver al venezolano— ¡Baja se ahí ahora mismo! ¡Hoy no tienes permitido terminar con tu vida!
—Anastacio no tenía cilantro, pero encontré a unos jóvenes carismáticos que me vendieron este perejil —informó el chileno, dándole al argentino la bolsa negra.
—Cariño, esto no es perejil —soltó, viendo con cuidado el contenido de la bolsa.
—De todas formas esta más bueno que el cilantro que venden en la tienda —dijo sin más.
—¿Me dan pastel? —pregunto Venezuela desde las alturas.
—No, por suicida —respondió Argentina.
—Pero yo puedo darte de mi cilantro —le propuso el chileno.
Hola pipol hermosa, no quería que terminara el día sin celebrar el cumpleaños del Chilito ㅇㅅㅇ)/✨🍓
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