Capítulo VI
Kiara me había dicho que interrogaría a Kex y que pedirían una orden de allanamiento para investigar mi casa. Toda la estación de policía estaba movilizándose, la seguridad se reforzó, los oficiales, detectives y forenses se dirigieron hacia mi casa.
Ella se había ido junto con ellos, para proteger a Kex.
Justo esto no quería que sufriera mi hijo, pero no podía evitarlo. Kiara me aclaró que era necesario este procedimiento si queríamos aclarar que yo no tenía nada que ver.
Estuve al menos una hora, caminando por toda la celda, inquieta, molesta y con impotencia por no poder protegerlo.
Tal vez si no hubiera tomado esa maldita orquídea, nada de esto le estaría sucediendo. Conmigo podían hacer lo que quisieran, pero con él no.
Oí que unos pasos se acercaban a mi celda, me acerqué a las barras y observé como Kiara traía a mi pequeño. Abrió la celda y él me abrazó. Ella cerró la celda y la miré confundida.
—¿Por qué cierras? Soy yo la que está presa, no él.
—Mamá... —me observó con los ojos cristalizados.
—¿Qué sucedió?
—Y-yo solo quería encontrar a mi madre y no pude... —bajó la mirada.
—¿Qué hiciste, Kex? —lo tomé de los brazos.
—Vendía drogas para conocer más sobre el bajo mundo, de esa forma podría saber si algún grupo o si alguien era responsable de su desaparición.
Lentamente me senté en el asiento duro que había en la celda. Llevé mis manos hacia mi cabello, lo revolví un poco y me di cuenta de que todo era mi culpa.
¿Cómo no lo pude ver? ¿Cómo fue capaz de engañarme? ¿Cómo fue capaz de ponerse en peligro? Dios mío, si la hubiera buscado bien, él no tendría que haber hecho eso.
Mi hijo, mi pequeño se había metido en cosas que nunca llevan a nada bueno porque yo no pude encontrarla.
La decepción llegó, haciendo que me replanteara la pregunta si yo había sido buena madre o no. De haberlo sido, habría criado mejor a mi hijo y él no estaría en la cárcel apenas cumpliendo la mayoría de edad.
—Perdóname.
—Gastón y Ángela están en camino —informó la pelinegra.
Se alejó de la celda y solo quedamos nosotros dos, más los guardias de seguridad.
El silencio apareció en la celda, entre una madre que haría de todo por su hijo y esposa desaparecida y un adolescente capaz de todo por encontrar aunque sea un rastro de su madre.
Me decepcionaba saber que me había ocultado esto por tanto tiempo.
—¿Descubriste algo? —rompí la tensión.
—No, pero dicen que es un caso extraño.
—Lo más extraño es que un hijo le oculta a su madre la verdad.
—¡Lo hice para encontrar a mamá! —se excusó.
Me levanté molesta y lo miré a los ojos.
—¡Llevo buscando a tu madre desde hace una década! ¡Siempre traté de protegerte, de proteger tu imagen para el futuro, para que jamás pasaras por lo que yo tuve que pasar y ahora me entero que me engañaste todo este tiempo!
—¡¿Tienes idea de lo que pude haber logrado?!
—¡Que te mataran no es un logro, Kex! Solo debemos seguir...
—¡Jamás pudiste encontrarla! —soltó.
Bajó la mirada cuando se dio cuenta de lo que dijo.
Oí eso con su voz hizo que una punzada abatiera mi corazón. No hay nada peor para una madre que la tristeza de un hijo y no poder evitar este sufrimiento, me daba cierta impotencia que en parte era absurda.
Siempre hice todo para encontrarla, pero nada surtió frutos.
—No tienes que recordarme lo que ya sé, pero no podemos exigir que nos respeten y acepten si hacemos cosas fuera de la ley, así nacen los corruptos.
—¿Me estás diciendo corrupto?
—Estoy segura que usaste tus conocimientos en criminología para meterte en ese mundo, ¿no es así? —él no respondió–. Tomaste todo lo bueno que sabías y lo usaste para meterte en donde no te incumbía, lo usaste para ser como ellos, lo usaste para aceptar sobornos a cambio de información, evadiendo completamente la ley, ¿eso en qué te convierte?
—¡LO HICE POR MAMÁ! —gritó furioso—. ¡¿Tienes idea cuan doloroso es saber que tu madre está desaparecida y jamás se halló a un culpable?!
—¡¿Y acaso tú tienes idea de lo que es criar a un niño de ocho años, soltera, siendo el blanco fácil de la sociedad porque todos creían que yo había asesinado a tu madre, sabiendo muy bien que nunca tuve el apoyo de nadie de la familia?! —suspiré—. Ninguna de nuestras vidas fue fácil, hijo, pero no puedes corromperte por aquello que crees que es correcto.
—¿Y cómo te fue siguiendo la ley? —rebatió molesto.
—Estamos hablando de tu vida, no de la mía.
—Tu vida también me incumbe.
—Mi deber es cuidarte, no que tú me cuides a mí.
—Kiara me contó cómo te arrestaron... —cambió de tema.
—La orquídea estaba en tu habitación, la tomé porqué creí que recordabas que tu madre me las regalaba de vez en cuando.
Me senté nuevamente y él se sentó junto a mí.
—El sufrimiento borró muchos recuerdos —confesó con dolor en sus palabras.
¿Tan mal había criado a mi hijo? ¿O simplemente él se cansó de esperar un milagro? No debería culparlo, pero lo que hizo no estuvo bien, sin importar sus intenciones. La justicia surgiría pronto.
Al menos durante estos años me he repetido eso...
—No vuelvas a mentirme.
—Perdóname, creí que era lo correcto —hizo una pausa—. Sabes que un día quiero ser como mi madre y tú.
—Entonces te falta demasiado por aprender...
Noté como en sus ojos había decepción al darse cuenta que me sentía decepcionada de su actitud.
Nada justificaba semejante falta de comunicación y confianza. Me había engañado, había dejado sus valores de lado, todo aquello que le enseñamos, lo había olvidado. En el fondo seguía siendo aquel niño de ocho años que había perdido a su madre, solo era un niño en busca de su felicidad.
Lástima que él había elegido ese camino.
Aunque valoraba su perdón, no estaba orgullosa de lo que había hecho.
Oímos varios pasos y al observar la puerta de la celda, Kiara estaba con Gastón. Abrió la celda y él entró.
—Pagaré la fianza de Kex —comunicó—. No dejaré que un capricho de un niño manche nuestra imagen en la empresa, pero en cuanto a ti —me miró—. Tendrás que salir sola.
—Solo me iré si mamá viene conmigo.
Miró a Gastón de mala manera.
—Vete, Kex, cuídate que pronto saldré de aquí —acaricié su mejilla.
—Pero...
—Estaremos juntos en poco tiempo, vete y cuídate, ¿sí? —dejé un beso en su cabeza.
—Haré que te sientas orgullosa de mi, mamá.
—Tengo fe en que sí, pero ahora estarás por tu cuenta, cariño.
Estaba molesta con él, pero prefería salvarlo antes que a mí. Este lugar era feo, personas peligrosas podrían estar en esta misma celda y estaría mejor fuera que aquí.
Kex se levantó, Gastón lo abrió por el hombro y antes de irse ambos me miraron.
Creí que Kiara me diría algo, pero seguramente estaba tan decepcionada como yo. Seguro pensaba que Kex había sido mal educado o que mi trabajo como madre no era suficiente, lo cual podría estar en lo correcto.
¿Acaso ella creería alguna palabra que viniera de mí?
Estaba segura de qué Gastón y Ángela pagarían a los medios de comunicación para que nada de esto saliera a la luz, al menos el caso de Kex. Lo importante para ellos era la empresa, no una madre soltera. Solo lo protegieron porque eso los arruinaría y Gastón se aseguró de que entendiera cuál era y será mi lugar.
Kiara dejó la celda abierta, debido a que su compañero suyo traía a una mujer de mi edad, tatuajes y cabello bordó a la celda.
La mujer se sentó a mi lado y la pelinegra la miró de mala manera.
—No la mates.
—¿Es tu novia? —sonrió de lado.
—Si le pones un dedo encima, haré de tu vida un infierno —amenazó Kiara.
—Mi vida ya es un infierno, querida.
En los ojos de la mujer se notaba cuán apagada estaba, no había vida en ellos, solo un alma encerrada entre cuatro paredes. Tal vez estaba loca, pero no me parecía una mala persona.
—Kiara, yo...
No pude terminar de decir nada, porque ella inmediatamente se fue de la celda.
Estaba herida, seguramente porque pensaba que yo le había ocultado cosas y aunque no era así, entendía su molestia.
—¿Por qué estás aquí? —preguntó.
—Podría hacerte la misma pregunta.
La mujer me observó, sin saber si revelarme la verdad. Sentía que no era un secreto, sino que se reservaba por aquello que pudiera decir de ella.
—Alguien había asesinado a mi hijo, la policía estuvo investigando un año, pero no encontraron nada —hizo una pausa y tragó grueso—. Tiempo después encontré un video en donde mi esposo había asesinado a mi hijo, luego de golpearlo, tomé un cuchillo de carne y lo maté... —confesó.
—¿Lo mataste por tu hijo?
—Lo maté porque nadie iba a hacer justicia, entonces lo hice por mi cuenta.
—Pero eso te puso en riesgo, la justicia más tarde o temprano llegará.
—La justicia de la que hablas es en base a la ley, yo hice justicia en base a lo correcto.
—La ley es lo correcto.
Giró su cabeza para mirarme, sus ojos recorrieron mi cuerpo de arriba abajo y sonrió de lado.
—¿No eres Cassandra Louper? La esposa de Kira Vancour.
—Sí, soy yo —afirmé
—Entonces conoces la impotencia que genera saber que nadie te ayudará a resolver el caso de tu esposa.
—Infringir la ley no ayudará en nada.
—¿Tú crees?
Me quedé en silencio.
No quería tener que darle la razón, su caso y el mío eran muy diferentes. No podía infringir la ley y poner a Kex en peligro. Sin mencionar que eso no me ayudaría.
Kex parecía pensar como mi compañera de celda. Evadir la ley para hacer lo correcto.
No lo entendía, siempre creí que la ley estaría para obedecerla, pero era cierto que a veces la ley tardaba y tal vez, yo no tenía tanto tiempo como Kex. Era una mujer adulta, de cuarenta y siete años, cuya única compañía era la soledad.
Tenía a mi hijo, pero ya era un adulto y tomaba sus propias decisiones.
—¿Por qué estás aquí? —volvió a su pregunta inicial.
—Creen que asesiné a mi esposa, encontraron una prueba falsa que me incrimina.
—¿Y la oficial?
—¿Kiara? —asintió—. Es mi amiga, pero debe hacer su trabajo.
—No sé si aceptarás el consejo de una mujer condenada, pero no te rindas, solo el amor puede unir los lazos que nunca se rompieron.
—¿Cómo puedes estar segura que jamás se rompieron?
—Amas a tu mujer desde el primer día, ante su desaparición sigues buscándola, no estuviste con otras mujeres, no buscaste sexo, ni alcohol. Quieres estar bien para cuando la encuentres y la sigues buscando, ¿dime si eso no es amor? ¿Qué es? ¿Una condena en esta tierra?
—Siempre amaré a aquella chica que al principio odié, es irónico, ¿no?
—No para el amor.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top