Capítulo 12: Todo está bien.
Un día para la boda.
Génesis había pasado el día anterior encerrada en el hotel, ultimando los detalles de la boda. Aunque solo tenía ganas de hundirse en su colchón a llorar, sabía que no podía permitírselo. Su trabajo siempre había sido su cable a tierra, y en momentos como ese, lo necesitaba más que nunca. Sin más alternativas, se dedicó a ultimar los detalles.
No negaba haber revisado las llamadas perdidas de Eric, pero estaba orgullosa de no haber contestado ninguna.
Habló con Melissa, suponiendo que esta presentía la situación, pero decidió no ahondar en el tema, cosa que Génesis agradeció mucho.
También se comunicó con Tina la misma noche que sucedió todo. Su mejor amiga estaba tan enojada que juraba tomarse un vuelo solo para atacar a Eric hasta que él no supiera ni su nombre.
La había calmado bastante; al parecer, las mejores amigas tienen el don de tener siempre las palabras justas para situaciones como esa. La había escuchado hablar del tema durante horas, pero al final, le había resultado bastante liberador.
A primera hora de la mañana, tomó una ducha, se alisó el pelo, se vistió y se pintó los labios de su tino rojo carmesí favorito. Con esa apariencia, se sentía segura de sí misma.
Se había armado de valor, haciéndose la idea de que se cruzaría con Eric y tendría que mostrarse frívola y fuerte, aunque rogaba no encontrárselo para ahorrarse el torbellino de sentimientos que eso significaba.
Se encaminó a Bonita Beach y, al bajar al lobby de su edificio, se encontró con el guardia y también su amigo, George.
—Buenos días, George —lo saludó—. Es un increíble día para escuchar "Reputation", ¿no te parece?
—En estos momentos en mis audífonos suena "The Great War", señorita —contestó con su cara de póker.
—Mierda, George, no ayudas —murmuró.
—¡Que tenga buen día, señorita!
Génesis sonrió ante la réplica de George y salió a tomar un taxi.
Mientras se dirigía al lugar de la ceremonia, dejó que sus pensamientos vagaran, tratando de prepararse mentalmente para lo que podría encontrarse. A pesar de su determinación por mostrarse fuerte, no podía evitar sentir un nudo en el estómago ante la idea de enfrentarse a Eric.
Al llegar a Bonita Beach, se detuvo un momento antes de entrar, respirando profundamente para reunir valor. Observó el bullicio de la gente que disfrutaba del día, las risas y las conversaciones llenaban el ambiente, pero todo parecía distante, como si estuviera en una burbuja separada del mundo exterior.
Finalmente, reunió el coraje necesario y cruzó el umbral del salón. Una vez dentro, escudriñó la sala en busca de Eric, pero no lo encontró en ninguna parte. Un pequeño suspiro de alivio escapó de sus labios, aunque una parte de ella se sintió decepcionada por no poder enfrentar la situación de una vez por todas.
La mayoría del personal ya estaba allí, trabajando para que todo quedara espléndido. Se dirigió a la cabina de control de sonido para solicitar un radio y hablar desde allí.
—¡Los quiero a todos aquí, equipo! —comenzó proyectando su voz por el parlante—. ¡Acérquense!
El personal de sonido, los meseros, las personas encargadas de la decoración, los floristas, los encargados de iluminación, del catering, de la cocina y el resto del personal se acercaron al centro del salón donde Génesis los había convocado.
—Es el último día que tenemos para dejar todo listo, quiero todo en su lugar, quiero exactitud, dedicación, precisión y perfección por sobre todo —exigió—. Sé lo que pueden lograr y por eso están aquí. Recibirán una muy buena paga si todo sale como lo planeado —les recordó—. ¡A trabajar!
Mientras Génesis dirigía al personal, una figura elegante y distinguida entró al salón. Era Christina, la madre de la novia, quien llegaba para asegurarse de que todo marchara según lo planeado.
Génesis la vio acercarse y sintió un leve nerviosismo. Aunque tenía una buena relación con Christina, sabía que su suegra era exigente cuando se trataba de los detalles de la boda de su hija.
—¡Christina! —saludó Génesis con una sonrisa nerviosa—. Qué alegría verte aquí.
Christina le devolvió la sonrisa, pero su mirada analítica recorrió el salón, evaluando cada detalle con atención.
—Hola, querida. Vine a asegurarme de que todo esté en orden para el gran día de mi hija. ¿Cómo vamos con los preparativos?
Génesis respiró profundamente, tratando de mantener la calma mientras explicaba los avances y detalles de la organización. A medida que hablaba, pudo percibir el alivio en la expresión de Christina, quien parecía satisfecha con lo que veía y escuchaba.
—Todo parece estar en su lugar, Génesis. Has hecho un buen trabajo hasta ahora —comentó Christina con aprobación—. Estoy segura de que la boda será un éxito.
Génesis asintió, agradecida por el elogio de la madre de la novia. Aunque aún quedaban algunas horas antes de la ceremonia, la presencia de Christina le brindaba un sentido de tranquilidad y confianza.
—Gracias, señora. Estoy comprometida a hacer que todo salga perfecto para Melissa —respondió Génesis con determinación—. Si necesitas algo más, no dudes en decírmelo.
—¿Tú estás bien querida? —preguntó ella—, es tu mirada... está apagada.
Génesis se tomó un momento antes de responder, tratando de ocultar la tormenta de emociones que la invadía.
—Sí, estoy bien, Christina. Solo un poco cansada por toda la preparación —respondió con una sonrisa forzada—. Pero todo saldrá bien.
Christina la observó con atención durante un instante, como si intentara leer más allá de sus palabras, pero finalmente asintió con una expresión comprensiva.
—Entiendo, querida. La organización de una boda puede ser agotadora. Pero confío en que todo saldrá perfecto —dijo con tranquilidad—. Eres una mujer maravillosa, ¿sabes? Más allá de que seas la mejor en tu trabajo y todo eso que sabemos. Eres una buena chica, Génesis, una muy buena chica, y créeme que a las buenas personas les suceden cosas buenas, tarde o temprano, pero llegan.
Génesis asintió, agradecida por el gesto de comprensión de Christina. Sabía que podía contar con su apoyo y eso le daba un poco de alivio en medio de la tensión que sentía.
—Gracias, Chris. De verdad, muchas gracias —expresó Génesis sinceramente.
Christina le dedicó una cálida sonrisa y le dio un ligero apretón en el hombro antes de alejarse para supervisar otros detalles de la boda. Génesis observó cómo se alejaba, sintiéndose afectada por las palabras de la señora.
Decidió dirigirse a las suites del salón, donde las damas de honor y los padrinos dejarían sus trajes y vestigios antes de la ceremonia. Al llegar, encontró a Melissa, radiante y emocionada, rodeada de sus amigas más cercanas, las damas de honor, quienes ayudaban a colgar sus vestidos y acomodar los accesorios.
—¡Génesis! —exclamó Melissa con alegría al verla entrar—. Estamos tan emocionadas de que llegue este día.
Génesis sonrió, contagiada por la emoción de Melissa.
—Estoy emocionada también, Meli. Todo está saliendo perfecto hasta ahora —respondió, admirando la belleza de los vestidos colgados y los detalles cuidadosamente dispuestos en las suites.
Mientras Génesis y Melissa compartían un momento de emoción y anticipación, la puerta de las suites se abrió de golpe, revelando la figura de Eric, uno de los padrinos y la fuente de la tormenta emocional de Génesis en los últimos días.
Su aspecto era notablemente diferente al de siempre. Su pelo desalineado y las ojeras debajo de sus ojos hablaban de noches sin dormir o de preocupaciones que lo aquejaban. Se notaba tenso, como si estuviera luchando contra un peso invisible sobre sus hombros.
Génesis se sintió atrapada por una oleada de emociones encontradas al verlo. Por un lado, estaba dolida por la forma en que las cosas habían terminado entre ellos, pero por otro, todavía había un atisbo de la conexión que compartían.
—Perdón. Venía a dejar mis cosas aquí —anunció Eric con voz tensa, evitando el contacto visual directo.
Melissa lo recibió con una sonrisa forzada, aparentemente ajena a la tensión palpable entre él y Génesis.
—Hola, Eric. ¿Cómo estás? —preguntó Melissa con amabilidad.
Eric intentó devolver la sonrisa, pero parecía forzado, como si estuviera luchando por mantener las apariencias.
—Estoy bien, solo un poco cansado —respondió vagamente, evitando entrar en detalles.
Génesis observó en silencio mientras Eric dejaba su traje en una percha, con gestos rápidos y nerviosos. La tensión en el aire era palpable, como si estuvieran parados en medio de un campo minado emocional.
—¿Necesitas algo, Eric? —preguntó Génesis, tratando de mantener la compostura a pesar del tumulto de emociones que la invadía.
Eric se detuvo por un momento, como si estuviera considerando su respuesta, antes de sacudir la cabeza con una expresión de resignación.
—No, gracias, Génesis. Todo está bien —respondió con voz apagada, antes de alejarse rápidamente, dejando a Génesis con un nudo en el estómago y preguntas sin respuesta.
Génesis observó cómo se alejaba, sintiendo una mezcla de tristeza y confusión. A pesar de todo lo que había pasado entre ellos, todavía le dolía verlo en ese estado. Sin embargo, sabía que tenía que mantenerse fuerte y concentrada en el trabajo que aún quedaba por hacer antes de que la ceremonia comenzara.
Sus últimas palabras resonaron en su mente.
"Todo está bien".
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