Capítulo 10: Un cuadro que compraría sin dudar.

Tres días para la boda.

Durante la última semana, Génesis había estado con el corazón en la boca, corriendo de un lado a otro para asegurarse de no pasar por alto ningún detalle. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, la lista de tareas pendientes parecía interminable.

La noche anterior apenas había podido conciliar el sueño. Después de cenar con Eric, se retiró al hotel, pero una vez allí, no pudo apartarse del celular mientras conversaba con él, sintiéndose casi como una adolescente. Además, se vio obligada a repasar una vez más los pendientes de la boda.

Génesis solía hablar demasiado cuando se estresaba, así que al otro lado de la línea, Eric le hacía muy buena compañía mientras la escuchaba con su crisis.

Después de unas horas en la llamada, Génesis comenzó a escuchar ronquidos, que provenían de Eric, lo que la preocupó lo suficiente como para revisar la hora en su computadora. Fue entonces cuando se dio cuenta de que ya eran las 4 a.m. Finalmente logró conciliar el sueño durante tres horas, pero la alarma de su móvil la despertó temprano.

Por la mañana, llevó su vestido a la lavandería, realizó el último pago de los arreglos florales y se aseguró de que todo estuviera en orden en el restaurante encargado del catering. También se ocupó de verificar que los proveedores hubieran suministrado la cantidad adecuada de bebidas para la fiesta.

Para cualquiera, las horas del día de Génesis serían infinitas, pero para ella no eran suficientes.

Así que un rato después, llegó a Bonita Beach para repasar los ensayos de la ceremonia.

—¿Donde está Danna? —preguntó Eric buscando a su pareja para la entrada.

—Creo que aún no llega —contestó su amiga, Alice.

—¡¿Como que aún no llega?! —exclamó Génesis que escuchaba la conversación mientras acompañaba a los sonidinistas a su lugar—. Déjenlos por ahí —les dijo indicando algo sobre parlantes.

—Ya le marqué varias veces, pero ni ella ni Ava contestan.

Génesis se pellizcó el puente de la nariz, recobrando la paciencia.

—No importa. Acomódense con quien puedan, ya saben la formación y que pareja le corresponde a cada uno —resolvió.

Eric, Alice, Jade, y el resto de los padrinos y damas de honor se encaminaron al final del pasillo para esperar la señal del momento de la entrada.

Cada uno se colocó junto a una pareja al azar, al faltar dos personas, no podían colocarse cada uno con su respectiva, pero tocaba improvisar.

Génesis dió la orden a los sonidinistas y comenzó a sonar el instrumental de "If the world was ending", luego caminaron lentamente por el pasillo hacia el altar.

En el transcurso del camino Alice pareció tropezarse y cayó de lleno al suelo, así que la música se detuvo y Génesis corrió hacia ellos para averiguar qué había sucedido.

—¿Estas bien? —le preguntó con preocupación mientras Alice se quejaba de dolor.

—Vaya pregunta —murmuró Eric provocando que ella le dedicara una mirada amenazadora.

—Se le rompió el tacón —comentó Jade señalando el zapato de Alice.

Alice no podía pararse, así con ayuda de las otras personas lograron cargarla hasta dejarla en una silla.

—Alice, escúchame —comenzó Génesis—. Necesito que trates de apoyar el pie.

La accidentada intentó hacerle caso, pero notaron que se trataba de algo más que un simple tropezón cuando al intentar apoyar su pie comenzó a gritar de dolor y llorar.

—¡Ve por hielo! —exclamó Génesis con desesperación al escuchar el quejido de la chica.

—¡¿De donde voy a sacar hielo?! —respondió Eric.

—¡No lo sé pero consíguelo! —dijo mientras marcaba en su móvil el número del hospital.

No quería ser pesimista, pero estaba casi segura que aquella caída había provocado un esguince o una quebradura, y a tres días de la boda sería un gran inconveniente.

Génesis respiró profundamente, intentando mantener la calma mientras esperaba que alguien contestara en el hospital. Finalmente, una voz del otro lado del teléfono respondió y ella explicó la situación con rapidez.

Mientras tanto, Eric regresó con un paquete de hielo improvisado y lo colocaron cuidadosamente sobre el tobillo de Alice, quien seguía quejándose de dolor. Génesis trató de reconfortarla, prometiéndole que todo estaría bien y que recibiría la mejor atención médica posible.

Finalmente, una ambulancia llegó y llevaron a Alice al hospital para que recibiera tratamiento. Génesis se quedó atrás, sintiendo el peso del estrés y la preocupación.

—¿Necesitas ayuda en algo? —dijo Eric, observándola desde atrás.

Génesis se volteó para verlo, y allí estaba él, parado junto a ella con las manos en los bolsillos. Tenía muchas ganas de abrazarlo porque poco a poco todo parecía salirse de control.

—No —logró decir—, sigamos con el ensayo.

Se comunicó a través de un radio para indicar que comenzarían desde cero, así que el personal de sonido y luces se puso a disposición nuevamente.

Justo cuando estaban por terminar la entrada de los padrinos y damas de honor, llegaron los novios, Zack y Melissa, así que ahora podrían ensayar la entrada de ambos junto con la marcha nupcial.

Luego de un par de pasadas, se tomaron un descanso.

Mientras Jade ponía a Melissa al tanto del accidente de Alice, Génesis se detuvo para observar el atardecer que se teñía de colores rosados y anaranjados, era algo increíble de apreciar. La playa, la brisa que le alborotaba el cabello y el cielo formaban un paisaje digno de retratar.

Sintió el aroma de la fragancia masculina que tanto le gustaba; picante amaderada. La presencia de Eric se hizo a su lado, mientras ambos apreciaban el sonido de las olas desvaneciéndose en la arena.

Ella no podía negar que la cercanía le generaba una especie de electricidad atractiva, como un imán; dos polos opuestos que inevitablemente se juntan.

Por su parte, él sentía la necesidad de envolverla en sus brazos y darle besos en cada una de sus pecas. Pero a veces, Génesis podía sentirse como una rosa, y aunque poco a poco había sorteado las espinas, aún quedaban algunas que alertaban a Eric.

"Si la imagen de ella viendo el atardecer en la playa fuera un cuadro, lo compraría sin dudar", pensó.

—No quiero irme —susurró ella, en un tono que solo él pudo escuchar.

Entendía a lo que se refería, y sus palabras le provocaron un vuelco en el corazón.

—No lo hagas —respondió con la voz cargada de emoción.

—No es tan fácil —Génesis no despegaba la mirada de la playa, ambos estaban absortos en el momento.

Eric no dijo nada, se mantuvieron en silencio durante algunos segundos, hasta que ella se atrevió a hablar nuevamente.

—Me siento un poco mal, ¿sabes? —sorbió la nariz y él fue consciente de que algunas lágrimas asomaban en los ojos de Génesis—, no sabes cuánto tiempo he pasado intentando sentirme bien en mi propio hogar. Y de repente, llego aquí y tengo esta sensación de encontrar un lugar donde pertenezco.

—A veces, no es cuestión de tiempo... —comenzó—, y no me siento en posición de decirte quién eres o qué debes hacer porque es algo que solo sabrás tú. Pero debes estar segura de que estaría encantado de tenerte aquí.

Génesis sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras de Eric. Saber que él la apoyaba era reconfortante, pero no podía evitar sentirse culpable.

Se sentía egoísta con su padre y con Tina, quienes habían sido testigos de lo peor de ella. Los días que pasaba encerrada en su cuarto, las noches interminables, los cambios de humor, las veces que prefería salir de casa para escapar del dolor que le recordaba a su madre, las numerosas visitas al hospital debido a su falta de apetito y la pérdida de peso drástica, la cantidad de cabello que perdía, las respuestas bruscas o actitudes hacia las personas que la habían apoyado durante su proceso y que ahora estaban al otro lado del país, habían hecho todo lo posible por ayudarla a superar la pérdida de su madre.

Las palabras de Eric le recordaron lo complicado que era enfrentarse a sus propios dilemas internos.

Él le ofreció una sonrisa cálida y colocó una mano sobre su hombro en un gesto de consuelo. Génesis no pudo resistirse a su contacto y se fundieron en un abrazo, uno que necesitaba desesperadamente, porque el calor de su cuerpo, los latidos de su corazón y su aroma la reconfortaban.

Después de unos minutos, Génesis secó sus lágrimas. Tenía que ocuparse de los últimos preparativos para la boda, pero también sabía que no podía dejar de lado sus sentimientos y preocupaciones.

—Deberíamos volver —dijo finalmente, rompiendo el silencio—. Hay mucho por hacer y no podemos quedarnos aquí para siempre.

Eric asintió en señal de acuerdo y juntos se acercaron al resto de personas que estaban en el ensayo.

El personal ya estaba recogiendo sus cosas, los del equipo de sonido y luces. Había sido un ensayo bastante movido, pero lo cierto es que quedaban muy pocas cosas por pulir, y como comenzaba a anochecer, pronto cada uno se marcharía a su casa.

Melissa propuso ir a cenar todos juntos en un restaurante cercano a Bonita Beach, pero la mitad de ellos desistió de la idea.

—Tengo demasiado trabajo —comenzó Génesis—, hay algunos detalles de la boda que quiero adelantar.

—¡Vamos, Gen! Necesitas descansar un poco —exclamó Melissa.

—Además, necesitas cenar algo. Será rápido —agregó Jade.

Génesis miró a Eric, quien le dedicó una mirada suplicante.

—¿Y tú vas? —preguntó Zack a su hermano.

—Si la señorita quiere... porque tengo que dejarla en su casa —contestó Eric, provocando que Melissa soltara una risita vergonzosa.

—Genial. Ustedes van en tu auto —dijo Melissa—, y tú, Jade, ¿vas con Marcus o vienes con nosotros?

—No te preocupes, vamos juntos —contestó Marcus, amigo de Zack y Jade.

Se dirigieron hacia el automóvil de Eric, mientras el cielo se iba tiñendo gradualmente de tonos más oscuros al caer la noche.

El trayecto en el auto transcurrió en relativo silencio, interrumpido ocasionalmente por el suave murmullo de la radio de fondo. Génesis se perdió en sus pensamientos, repasando mentalmente la lista de cosas por hacer antes del gran día.

De repente, Eric detuvo el auto en un semáforo, desviando su mirada a la atractiva chica que estaba en el asiento de copiloto.

—Me enloquecen las morenas —susurró con un brillo travieso en los ojos.

—¿Lo dices por mi o tengo que preocuparme? —respondió ella con tono burlón.

Fue entonces cuando los hechos hablaron más que las palabras y Eric decidió cortar la cercanía entre ambos para capturar sus labios en un ardiente beso.

Génesis sintió un estremecimiento recorrer su cuerpo ante el accionar de él.

Las manos de Eric recorrieron suavemente el cuerpo de Génesis, mientras ella respondía con la misma intensidad, su corazón latiendo al ritmo del deseo compartido.

Eric deslizó una mano por la espalda de Génesis, acariciando suavemente su piel, mientras la otra se enredaba en su cabello, profundizando el beso con una necesidad desenfrenada. Génesis dejo escapar un suspiro entre sus labios, entregándose completamente a la pasión del momento.

Un bocinazo los sacó del momento cuando el semáforo finalmente cambió a verde. Eric y Génesis se separaron con respiraciones entrecortadas, sus rostros ruborizados por la satisfacción.

—No vuelvas a hacer eso —esbozó él luego de unos segundos de silencio.

-¿Qué cosa? —preguntó Génesis con preocupación.

-Distraerme de esa manera —respondió-, es imposible verte y no besarte.

Ella comenzó a reír ante su comentario, un poco sonrojada, pero divertida al escuchar el intento de coqueteo de Eric.

—Esta noche dormirás conmigo —le dijo

Génesis, entre risas, intentó defenderse y explicar que tenía trabajo pendiente.

—No es una pregunta —contestó él tratando de sonar autoritario, pero aún así a Génesis le había parecido romántico.

Unos minutos después llegaron al estacionamiento del restaurante que había propuesto Melissa. Era bastante bonito, pero no dejaba de tener esa estética de restaurante playero descontracturado. Lo adornaban algunas luces amarillas de kermés que le daban ese toque cálido y agradable para cenar.

Eric detuvo el auto y el motor se apagó, dejándolos a ambos en completo silencio.

La tensión sexual aún permanecía en el ambiente y los labios de él eran el ejemplo perfecto de los rastros de aquel beso apasionante del semáforo. La luz tenue ayudaba a la situación, así que sin dudarlo demasiado, Génesis se lanzó sobre él, colocándose a horcajadas y devolviéndole el beso.

Eric le respondió de inmediato, intensificándolo y recorriendo su piel descubierta con las manos heladas, que provocaban una sensación incitante en ella.

Unos golpes consecutivos los sacaron abruptamente del momento.

Al separarse pudieron observar que alguien había golpeado el vidrio de la ventanilla y los observaba con la peor de las expresiones.

Zack.

Su hermano.

Su exnovio.

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