Cap V

—¿C-conquistarme?— su corazón comenzó a acelerarse mientras un ligero rubor se teñia en sus mejillas poniéndose nervioso —N-no, no lo sé... — desvío la mirada, lo que menos queria era tener un contacto visual con el bicolor

—Si... Solo dame esa oportunidad por favor— suplico sosteniendole ambas manos al peliverde, su mirada mostraba seriedad en sus palabras —Dame la oportunidad de enamorarte... — acercó las manos de este a sus labios y regalo un beso sobre éstas

—¿No es una técnica tuya para mantenerme a tu lado? — el peliverde aún dudaba de las intenciones del contrario y quería asegurarse de que no fuera una trampa

—No, creeme que quiero empezar por ganarme tu confianza y luego si tu me lo permites comenzar a enamorarte cada vez más—

—De acuerdo... — podía notar la sinceridad de sus palabras y eso le agradaba pues estaba acostumbrado a la arrogancia de éste y escucharlo hablar de esa manera era sorprendente

—¿En serio?— una amplia sonrisa se formó en sus labios, realmente se sentía alegre, no pudo contenerse y se abalanzó hacia el peliverde haciendo que se recostara sobre la cama junto sus labios con desesperación, se separó y le sonrió —Te juro que no te arrepentirás— se incorporó y ayudó al peliverde a incorporarse

—Eso espero... — dijo haciendo que sonara con un poco de gracia mientras sonreía ligeramente —Ya es tarde, hay que dormir, ¿si?— se levantó y acomodó las sabanas para luego meterse entre ellas

—Si— hizo lo mismo y se acostó cerca del peliverde abrazandolo por detrás —Buenas noches— susurro con entusiasmo y cerro sus ojos

—Buenas noches— sentía extraño el estar de esa manera con el bicolor luego de todo lo que habían pasado »Esto ayudará a tener más posibilidades de salir para ver a Bakugo« sonrió ante ese pensamiento, pero de repente recordó lo que había sentido en aquel beso y esa propuesta »Por favor Deku, no te enamores de él« suspiro y cerro sus ojos quedando profundamente dormido 

Al día siguiente, en el castillo...

—Buenos días~— se escucho la voz del bicolor entre los sueños del peliverde, haciendo que poco a poco se despertara, éste al ya tener sus ojos medio abiertos pudo visualizar al bicolor el cual lo estaba observando con una amplia sonrisa —¿Dormiste bien?, ¿te duele algo?— pregunto animado

—Buenos días... — talló sus ojos y se incorporó recargandose en la cabecera de la cama —Si, dormí bien — sonrió un poco nervioso, el bicolor parecía ser otro y era un cambio muy drástico para el peliverde —No, no me duele nada—

Tras escuchar la respuesta del contrario soltó un suspiro de alivio —Me alegro, hacía mucho que no lo hacíamos y temía haberte lastimado— rasco su nuca con vergüenza y luego se incorporó —Te traje el desayuno... No soy muy bueno cocinando pero me esforce— luego de decir eso tomó la charola que estaba en un mueble y se la llevó a la cama al peliverde —Espero lo disfrutes— sonrió depués de dejarsela sobre sus piernas

—M-muchas gracias— observó la charola en la cual estaba un plato con un apetitoso omelette, un vaso con jugo y otro plato más pequeño que contenía trozos de fruta —Se ve muy bien— dijo tomando los cubiertos y pinchó un trozo de fruta, se la llevó a la boca y pudo sentir el dulzor del melón invadir su boca —¿Quien escogió la fruta?— cuestionó luego de injerir aquel trozo

—Yo... ¿Sabe mal?, ¿esta amargo? — su rostro expresó preocupación mientras entraba un poco en pánico —Si no lo quieres solo damelo, no me enojare—

—¿Mientes?, el melón esta tan dulce y jugoso, es perfecto— rió ante la cara que había mostrado el contrario, luego pinchó otro trozo de melón y le dió a probar al bicolor —Pruébalo, supongo que ni siquiera has comido... El omelette es tardado de hacer—

El bicolor no pudo negarse, pues su estómago ya comenzaba a pedir comida, comió el trozo y comenzó a saborearlo —Es verdad, sabe bien— sonrió mirando al peliverde —Que bueno que te gustó... Pero es hora de que pruebes el omelette—

El peliverde asintió y cortó con su tenedor un pedazo del omelette y se lo llevó a la boca —Esta esponjoso— sonrió mientras masticaba —Esta un poco insípido, pero sabe bien — cortó otro pedazo y le dió al bicolor

—¿Entonces le falta sal?— pregunto luego de degustar aquel pedazo

—Si, pero muy poca, te quedó muy bien— sonrió y continuó comiendo, se turnaban, el peliverde un bocado y el bicolor otro, así sucesivamente hasta que terminaron de comer —Iré a tomar una ducha— se limpió con una servilleta e hizo a un lado la charola —Ya regreso— se levantó y acarició ligeramente el cabello del bicolor, se dirigió hacia el baño y minutos después salió con una toalla rodeando sus caderas mientras se secaba el cabello con otra —Terminando de comer saldré al pueblo— se detuvo en el ropero y buscó la ropa que se pondría

—¿Puedo acompañarte?— se acercó el bicolor abrazandolo por la espalda

—Mm, no, prefiero ir solo, soy tardado con las compras y no quiero hacerte perder el tiempo, desde que falleció tu padre tu trabajo se ha multiplicado — aun con los brazos del bicolor sujetandolo saco la ropa que había decidido ponerse

—Mm... — se quedó en silencio mirando las acciones del peliverde —Tienes razón — suspiro separándose del peliverde y sentándose en la orilla de la cama —Solo... Procura no tardarte— murmuro bajando su mirada al piso

—Haré lo posible por regresar lo más rápido que pueda— termino de vestirse y espero a que el bicolor saliera de ducharse para luego bajar al comedor y almorzar

—Ordenare que te lleven al pueblo y te traigan de vuelta, ¿esta bien?— pregunto el bicolor mientras comía

—Solo que me lleven, puedo regresar solo— respondió limpiando las comisuras de su boca con una servilleta —Regresaré lo más rápido posible, ¿de acuerdo? Mientras tú apurate con tus deberes — tomó la mano del bicolor la cual estaba sobre la mesa y la entrelazo con la suya mientras le sonreía levemente

El bicolor un tanto dudoso asintió —De acuerdo— lo miro y apretó aquel agarre —Había deseado tanto que estuviéramos así, como si fuésemos una pareja sin problemas, ni preocupaciones— sonrió y elevó la mano del peliverde para posar sus labios sobre esta  —Ve con cuidado— soltó su mano y se levantó de su silla —Iré a dar la orden — camino hacia la puerta trasera del castillo y salió minutos después regreso —Te esta esperando— le dijo al peliverde, éste de inmediato de levantó

—Bien, regreso más tarde— sonrió y se dio la vuelta para ir hacia la salida, cuando el bicolor lo jalo de su brazo haciendo que se volteara apegandolo a él plantó un pequeño beso sobre los labios del contrario y luego sonrió

—Es lo que hacen las parejas cuando se despiden, ¿no? —

—S-si— estaba aún sorprendido por la acción del bicolor —Bien, te veo más tarde— retomó su camino y abordó el carruaje, llegaron al centro del pueblo y éste bajo —Gracias— vio como el carruaje se alejaba hasta perderlo de vista, recordó la dirección del rubio, la cual era la misma en la que solía vivir antes del incidente, camino unas cuadras después y se adentro en una calle más a fondo de esta encontró la casa del rubio, el verla le trajo muchos recuerdos, suspiro y se acercó, tocó el timbre y luego se escucharon pasos aproximadandose a la puerta, se escucho el pasador y se abrio la puerta dejando ver unos cabellos rubios, para luego verse el rostro de Bakugo

—¿Deku?— sus ojos se iluminaron y de inmediato se formó una amplia sonrisa —No esperaba verte tan pronto— salió y sin previó aviso envolvió al peliverde entre sus brazos 

—Perdón si vine sin avisar, pero no tengo como comunicarme— correspondió el abrazo sin duda alguna

—Pasa— dijo luego de separarse, cediéndole el paso al peliverde —Kirishima fue a comprar algo, así que no tarda en regresar— comentó luego de que el contrario ingresara a su casa

—Esta bien— »Por fin sabré de quien se trata« al ya estar dentro miro a su alrededor y varios recuerdos se vinieron a su mente, sonrió con nostalgia y se sentó en el sofá

—¿Te ofrezco agua, café, té o soda?— pregunto el rubio mirando con detenimiento al contrario

—Agua esta bien— sonrió y vió como el rubio se dirigía a la cocina para luego regresar con un vaso con agua, se acercó a éste y le entregó el vaso —Gracias— dio un trago y dejó el vaso sobre una pequeña mesa de centro

—¿Y por dónde vives?— cuestionó el rubio mientras tomaba asiento

—No muy lejos— luego de que respondió sonó la chapa de la puerta y ésta se abrió lentamente dejando ver la silueta del pelirrojo, el peliverde quedó completamente sorprendido y luego fruncio el ceño con molestia levantándose bruscamente del sofá —¿¡TU!?—

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