Un café y mil estrofas

Se bebió el desamor, a sorbos lentos,
Como el café, negro, amargo, caliente.
Se sentó en la vieja y desteñida sala
Junto a mil estrofas clandestinas.

Molió los granos, sosegada, con calma.
se embriagó de su aroma.
De ese sabor que deja el adiós,
junto las malas desiciones y las culpas ajenas.

Mil estrofas y un café.
Mil noches tratando de encontrar un sentido.
Mil caras que se desvanecieron,
y una sola esperanza que colgaba inerte.

El odio, atascado en la garganta.
Las imagenes que nunca vivió,
Danzaban amenazantes en el subconciente.
Ya no bastó esperar a que mañana el sol saliera.

Mil estrofas que se escribieron
al borde de los filos de una navaja,
nunca las dijo, torturaron su mente,
y el dolor amargo , le arañó el alma.

Un cafe que se sirvió,
y que nunca se compartió.
Jugaba al trapecista al borde de la mesa,
amenazando con lanzarse al vacío.

Una vida vivida a medias.
Torturada por no saber caminar lejos.
Por no huir a tiempo,
por haber decidido quedarse.

Mil estrofas que se tiñeron de rojo,
y se esparcieron por el suelo,
Mezclándose con la negrura
del contenido de aquella taza.

Mil estrofas y un café...
Los únicos testigos...
Cómplices de un naufragio...
Gritos ahogados, que rompieron en dos un alma hueca.




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