Si volvieras
Si me dices sí, lo dejo todo sabes que soy capaz.
No me juzgues, es que no he sido tan suspicaz en esto de dejarlo todo atrás.
Sabes, el olvido es un arma tan mortal como el odio.
Pero este nunca me tocó.
Al irte me desplomé, me acabé de apoco y no fui tan ágil levantándome.
Pero te enterré en lo más profundo de mi subconsciente y continué mi vida.
¿Que querías que hiciera?
Eres la peor droga que mi cuerpo ha experimentado y aún siento que estoy rompiendo en frío tu ausencia.
No soy capaz de rehabilitarme, aunque pasen siete primaveras más, tu piel aún arde sobre la mía como la primera vez.
No me juzgues, es que no he podido arrancarte de mi carne, esas caricias anónimas, lejanas a tus manos, me recuerdan tu ausencia.
El aroma de tu piel, olvidado en algún rincón de la alcoba, me persigue como inquisidor de este amor; medio vivo y medio muerto, pero incapaz de marchitarse.
No me juzgues; es que eres tú, siempre has sido tu.
Ese que desboca todo el deseo que mi cuerpo necesita.
El que sabe rozar cada punto, cada rincón oculto, que conoce tanto mi silueta que no hacen falta palabras, el que me proboca gritar y me lleva a lamer cada parte de mi sangrante herida.
Es que eres capaz de levantarme y acabarme con tan sólo un encuentro y perdona mi falta de pudor.
No, no me perdones, vuelve y rómpeme otra vez, como sólo tu sabes hacerlo.
No, no soy débil por haber perdido, aprendí a caminar sin ti y no me arrepiento de amarte.
Que no estés aquí no significa que no te tenga, al contrario tengo la gran dicha de haber ganado la mejor parte de ti.
No, no me arrepiento de amarte, porque si lo hiciera estaría faltando a mi misma.
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