Una felicidad tranquila
Tener una familia era algo nuevo para Akaashi. A estas alturas de su vida ya debería estar relativamente acostumbrado, pero la verdad es que a pesar de todo no lo estaba. Siempre que se despertaba y veía a su lado a Kuroo se sentía idiotamente feliz. No era una alegría desbordante sino que un sentimiento cálido que lo hacía sonreír. Algo que en realidad no imaginó sucedería con su compañero, sobre todo si tomaba en cuenta cómo había comenzado su relación; todo se había tratado de instinto con ellos, lo físico había jugado un papel primordial con lo que pensar que el simple hecho de despertar juntos lo iba a tener así no era esperable. O eso pensaba Akaashi mientras disfrutaba del silencio que aún mantenía su hogar, el cual sabía no duraría demasiado.
—Ey... — murmuró Kuroo acercándose más a Akaashi y abrazándolo. La voz somnolienta, pero los brazos fuertemente ajustados al cuerpo del otro.
—Buenos días – saludó Akaashi a la vez que devolvía el abrazo.
—Es muy temprano ¿verdad? –preguntó Kuroo sonriendo. Esta vez el otro rió.
—De otra manera esto no estaría tan silencioso— susurró tranquilamente disfrutando de los besos que Kuroo comenzaba a esparcir por su cuello.
—Mmm... ¿Debería aprovechar esta ocasión?—
La pregunta era innecesaria porque Akaashi ya había acercado más al otro a sí mismo. Kuroo mordía ahora suavemente su cuello y estimulándolo, deleitándose con el aroma de su compañero. A pesar del tiempo, cada vez que estaban juntos sentía la urgencia de unirse a él, de marcarlo aun más de lo que ya había hecho. Se sentía orgulloso de la marca que llevaba en el cuello Akaashi, pero de alguna forma siempre se hacía insuficiente que solo ésta fuera lo que mostraba que Akaashi era suyo.
—Kuroo... — la voz del menor quebrada ante las caricias del alfa. Kuroo había comenzado a moverse sobre el otro sin ser del todo consciente, provocando aun más a Akaashi, quien solo con los besos depositados en su cuello sentía la urgencia de sentir a su compañero en su interior. Era ridículo lo rápido que se excitaba cuando estaban juntos; perdía la noción de todo lo demás y solo quedaban él y su pareja. Nada más.
—Ya voy – jadeó Kuroo dejando su cuello de lado para besar la boca del otro. Un beso profundo mientras sus manos viajaban hasta sus pezones, pellizcándolos. Su rodilla derecha separando las piernas.
La imagen que se encontró Kuroo cuando se separó de Akaashi en busca de aire era más que erótica. Su compañero era hermoso, sus ojos brillaban de deseo, sus labios estaban hinchados por los besos compartidos y su erección resaltaba a pesar de que el pijama que utilizaba era suelto.
—¿Qué debería hacer ahora, Akaashi? – cuestionó sabiendo que con ello solo frustraba más al otro. Y a sí mismo también en realidad, pero le gustaba ver a su omega completamente entregado, diciendo lo que quería sin ataduras.
—Desnúdate, ven – contestó Akaashi intentando quitarle la polera que utilizaba para dormir a Kuroo.
El alfa siguió las demandas del otro antes de volver a la posición en que estaban antes. Akaashi también estaba desnudo, sus piernas separadas, esperándolo con su sexo erecto a la vista. La tentación era demasiada y Kuroo no solía negarse sus deseos. Y aunque sabía que no necesitaba preparar a Akaashi para entrar en él, lo cierto es que disfrutaba el proceso. No era solo follar, era toda la seducción y frustración que anticipaba lo demás.
Su mirada se cruzó con la de Akaashi antes de que su lengua comenzara a lamer su miembro. El sabor era salado, pero a la vez dulce. Le gustaba cómo se sentía la piel del otro contra su lengua y cómo su sexo se hinchaba aun más en su interior cuando su boca lo cubría por completo. Aunque probablemente lo que más lo excitaba de todo esto era la expresión en su rostro; los ojos entrecerrados todavía observándolo y su boca ocupada gimiendo. También disfrutaba de que él mismo siguiera estimulando sus pezones... que cuando estaba con él no tuviera miedo de dejarse llevar. En Akaashi el que perdiera el control era mucho más significativo que con nadie más.
—Tetsuro... —gimió el menor el menor poco antes de que Kuroo sintiera que estaba punto de venirse. Siempre cuando estaba al borde comenzaba a llamarlo por su nombre. Al alfa le parecían sumamente íntimos los "Tetsuro" de Akaashi, casi como si se tratara de un código especial entre ellos.
Al alfa no le importó la señal de su compañero y siguió estimulando el miembro del otro con sus labios, acelerando el movimiento y llevándolo más al interior de su boca. Él también disfrutaba teniendo al otro en su interior. Más aun sabiendo lo morboso que resultaba esto siendo Akaashi un omega.
A Kuroo le gustaban los juegos de control, pero también el que Akaashi se corriera en su boca. Sentir la esencia de su compañero a un nivel tan elemental que él también se sintiera marcado por el otro.
Akaashi jadeaba, a pesar de que se hubiera corrido seguía anhelando a su compañero.
—No es suficiente – jadeó haciendo sonreír a un Kuroo que aun sin la petición de Akaashi ya se acercaba a él. El interior de Akaashi ya estaba siendo explorado por uno de los dedos del mayor. Estaba listo; pronto lo que era un dedo se transformó en tres adentrándose en su compañero haciéndolo jadear.
—Keiji... —murmuró Kuroo besándolo y antes de follarlo.
Un llanto se interpuso en el cometido de Kuroo seguido de un momento de silencio dentro de la habitación.
—Dime que no es verdad – dijo Kuroo escondiendo su rostro en el costado del cuello del omega.
—No es verdad – contestó Akaashi, apartando amablemente a Kuroo de encima suyo—, solo que te mentiría si dijera eso.
Ambos suspiraron.
—Recuérdame... ¿En qué momento se nos ocurrió tener un hijo?
Akaashi, quien ya estaba en pie miró al alfa enarcando una ceja.
—En ninguno Kuroo.
—Cierto – sonrió el mayor dejando la almohada en la que había estado escondiendo su rostro de lado—. Voy a darme un baño.
—Disfrútalo – dijo Akaashi antes de salir, oyendo un "No lo haré" de Kuroo a lo lejos.
Al llegar a la habitación de su hijo, el pequeño apenas vio la cara familiar de Akaashi dejó de llorar y estiró los brazos. Nuevamente la sonrisa se apoderó del rostro del pelinegro; en realidad, y a pesar de que siempre se sintieran frustrados por el poco tiempo que tenían para ellos, ambos amaban a su hijo. Ren ahora tenía diez meses y ya se veía venir que sería un malcriado, no solo porque tuviera padres que se preocupaban por cada una de las necesidades que tuviera, sino que también porque sus cercanos lo consideraban su muñeco; Bokuto era un ejemplo de ello, dándole cada cosa que el bebé apuntara con el dedo y riendo cada vez que le tiraba el cabello.
—¿Qué pasa pequeño? – susurró Akaashi sentándose en una mecedora que Kuroo había insistido en comprar, así como otras millones de cosas que en realidad apenas se utilizaban. El bebé simplemente balbuceó mensajes inentendibles mirando de forma, que si se hubiera tratado de un adulto, pudo haber sido catalogada de seria—. Ya veo... — murmuró esta vez a lo que el bebé siguió con su charla.
Poco después de eso entró Kuroo a la habitación. Había sido una ducha rápida y seguramente congelada. Ren al verlo chilló de alegría haciendo que su padre no dudara ni un minuto antes de quitárselo a Akaashi de los brazos.
— Si quieres puedes ir al baño ahora – dijo Kuroo levantando al pequeño a lo alto y haciéndolo reír.
—Voy a hacerle el desayuno.
—¡Yo puedo hacerlo!
Nuevamente hubo un minuto de silencio en la casa. Esta vez ni siquiera Ren habló.
—Voy a la cocina y yo voy a darle de comer a Ren – aclaró Akaashi interrumpiendo a Kuroo quien quería hacer valer su voz. El alfa aun no asumía el hecho de que frente a su hijo le faltaba autoridad; siempre que comía con él todo acababa hecho un desastre, él incluido. Al final del día tanto Ren como su padre debían ducharse mientras un muy molesto Akaashi limpiaba la cocina.
El solo recordar ese episodio irritó al omega, quien miró de reojo a Kuroo, quien a su vez se veía fastidiado por no poder alimentar a su hijo.
Tener una familia seguía siendo algo nuevo para Akaashi a pesar de todos estos meses, pero cuando pensaba en ellos, y aunque en lo general se cansaba y molestaba más que en cualquier otro momento de su vida, no se le ocurriría cambiarlo por nada.
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Bueno, con esto doy por terminada la historia XD
Ya había subido este último capítulo a wattpad, pero BUEEENO.
Decidí subirlo en capítulos porque no sé, es más fácil de leer (?) hahahahah y porque no sé.... ¿se me dio la gana? XD
Como seaaa si llegaste hasta acá GRACIAS!
Y sobre la temática navideña... HAHAHHA siii debería haber estado listo para navidad.
Soy la peor. Matenme.
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