"Querido Mario:
Estos diez años que he compartido contigo han sido buenos. No puedo decir que hayan sido los mejores porque si no, no estarías leyendo esta carta.
Creo que lo nuestro murió hace tiempo. No te sé decir exactamente el momento en el que pasó. Tú tampoco sientes lo mismo por mí. Lo noto. No me miras como antes. No hacemos cosas juntos. Ni siquiera nos abrazamos en la cama, ni en el sofá. No tenemos la necesidad de hablar de nada.
Cada vez tenemos menos cosas en común.
Supongo que la vida nos ha ido separando aunque viviéramos bajo un mismo techo. Y ya es tarde para ponerle remedio porque me he enamorado de otra persona.
Lo siento.
Si alguna vez necesitas mi ayuda, no dudes en llamarme. Si no, es mejor que no nos volvamos a ver.
Posdata: dejo a Dama contigo, no puedo hacerme cargo de ella."
Mario se sienta en el sofá y contempla el trozo de papel. Nunca algo escrito había transmitido una verdad tan grande: no se querían desde hacía mucho. Pero él ni siquiera se había planteado cambiar su situación, había actuado como un robot durante los últimos cinco años.
Iba a trabajar. Hacían el amor el fin de semana –follaban a secas sin ningún tipo de pasión ni interés–. Comía en casa de sus suegros que cada dos por tres preguntaban por una posible boda... Un escalofrío lo recorre de golpe. ¿Casarse? ¿Qué necesidad había?
—Ni de coña —dice en voz alta.
Se desajusta la corbata del cuello. En realidad ha llegado a su piso hace poco más de cinco minutos. Comienza a sentirse incómodo dentro del traje. La americana le está asfixiando de calor.
Estruja el papel y lo tira a la papelera. Gracias al cielo, Dama está con él.
Después camina hasta su dormitorio y al abrir la puerta un enorme pastor alemán se lanza encima de él. Dama mueve el rabo con una alegría inmensa.
—Hola pequeña —le dice Mario—. ¿Gloria te ha sacado a la calle esta mañana?
Un charco de pis a los pies de la cama le sirve de respuesta. El olor le abofetea los sentidos inmediatamente. La pastora alemana jadea contenta, por fin va a salir a hacer ejercicio.
Visto el panorama, Mario retrasa su ducha y se pone un chándal, coge la pelota Kong roja favorita de Dama y unas cuantas chuches de premio. No, sin antes fregar con agua y lejía el charquito de regalo.
A la vuelta del paseo y la sesión de ejercicio canino, Dama va directa a su cuenco de agua y Mario se replantea nuevamente la situación.
Lo único que le urge es encontrar a alguien que le ayude con la perra, ya que por desgracia sus jornadas de trabajo se alargan a veces hasta las doce horas y sin ayuda, la pobre criatura de cuatro patas va a estar condenada al encierro muchos días de ahora en adelante.
Lo primero que hace, sin meditarlo ni un minuto es llamar a su madre.
—¡Mamá!
—¡Hijo! —responde ella con el mismo tono de desesperación que Mario.
—Perdona, ¿cómo estás? Es que verás...
—¿Qué ha pasado cielo? —responde ella al teléfono.
—Gloria y yo lo hemos dejado —suelta rápidamente.
Mario escucha un suspiro de alivio.
—Menos mal, ya era hora —dice su madre.
—Mamá... —regaña Mario.
—Estaba cantado hijo mío. No pegáis ni con cola.
—Ya bueno, te quería preguntar una cosa...
—A ver.
—Necesito que alguien se ocupe de Dama por las mañanas... ¿Podrías hacerlo tú hasta que encuentre una solución más definitiva?
—Mario, hijo. Te recuerdo que aún no estoy jubilada. Soy médico de familia y paso consulta en el ambulatorio del pueblo por las mañanas.
—¿Y conoces a alguien que pudiera...?
—No, cariño, lo siento. Pero escucha, tú que eres Millenial, yo no, soy una viejenial a secas, pero tú podrías buscar en Internet, seguro que hay gente que hace esas cosas.
—¿Qué cosas?
—No sé, pasear perros. Como en Wallapop.
—Wallapop es de vender y comprar cosas, mamá.
—Bueno tú ya me entiendes. Busca pasear perros en Google y algo saldrá. Un besito hijo, te tengo que dejar que viene tu padre con dos copas de vino, vamos a ver una reposición de Cuarto Milenio —y cuelga.
Mario observa su teléfono con frustración. Sus padres van a tomarse un vino juntos y él... Él va a buscar en Google un canguro para perros.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top