Prólogo.

¿Cuál es nuestro deber como Alfas, Rusia?

¡¿Porqué eres un maldito Omega?!

Proteger a nuestro Omega, nuestros cachorros y manada.

¡Vati no, no me hagas daño por favor!

Muy bien, Rus, estoy seguro de que serás un buen Alfa, recuerda siempre que todos son importantes en la sociedad sin importar su casta.

¡Manchaste de miseria el honor de toda la familia, todos fuimos Alfas, maldito seas Alemania!


Era otro día, despertó estirándose aún acostado y frotó sus ojos con ambas manos para despejar el sueño, por suerte era Jueves y tendría algunas horas libres para leer un poco durante su descanso, se levantó con pesadez suspirando y caminó tranquilo hasta el baño para ocuparse de sus asuntos antes de darse una ducha terminando con el usual buen cepillado de dientes.

Tras vestirse con su traje se miró un momento al espejo, no era muy alto o muy delgado... estaba bien dentro de lo que pensaba, no podía ser muy corpulento debido a su casta pero le bastaba con no verse muy frágil para evitar ser molestado..... los Alfas le causaban demasiado miedo. De recordarlo la cicatriz en su hombro punzó y fue inevitable soltar un pequeño "Gemido de ayuda", pero se recompuso rápidamente y fue a buscar sus supresores en el portafolios de su trabajo para ingerir un par esperando los minutos necesarios para que su olor desapareciera porque no quería problema alguno al salir.

Como una de sus muchas desgracias, su Aroma era demasiado inestable y fuerte llegando en ocasiones a sentirse como uno de Celo a pesar que no está en esa temporada tan molesta, debido a eso uno de sus jefes le aconsejó usar unos supresores especiales de Aroma para que pudiese trabajar tranquilo.

Apenas cerró la puerta de su casa empezó a paso rápido su recorrido al edificio de su oficina, aún estaba juntando para un auto pero vio más importante terminar de hacer los pagos de su hogar para vivir tranquilo sin deudas, tuvo que independizarse desde muy joven y debido a sus frecuentes cambios de empleo a causa de su condición que le fue difícil sustentarse de manera equilibrada.

-¡Buenos días, Alemania! -Chillo una joven de vestir en tonos celeste como sus alegres ojos, apenas se había acoplado al equipo de Omegas de la organización y su ánimo resaltaba mucho en la tranquilidad de su nivel, pero era agradable-.

-Buenos días, Croacia -El tricolor respondió asintiendo con tranquilidad contrastante, estar acompañado en su camino lo hacía sentir un poco mejor así que se permitió relajarse hasta llegar al paso de cebra junto al semáforo-.

Tener que detenerse entre tantas personas de distintas castas y olores incluso más altos que él lo ponía muy tenso y notando eso la menor le dio la mano con compresión, la vida de los Omegas en las grandes ciudades aún seguía siendo muy difícil a pesar de las nuevas leyes de equidad que se habían decretado en la última décadas gracias al nuevo líder electo por mayoría a pesar de que muchos aún no estaban de acuerdo con sus propuestas contra lo conservador de la sociedad, pero a pesar de ser un Alfa, ONU veía en igualdad a todas las castas existentes.

Por suerte no hubo ningún problema esa vez y suspiró tranquilo cuando cruzaron la puerta, los Alfas de seguridad los saludaron con una seña simple permitiéndose seguir con su camino hacia el décimo sexto nivel en donde estaba su espacio libre que a pesar de parecer muy separatista les permitía desenvolverse en paz con sus deberes, algunos de ellos también tenían malas experiencias por lo que estar alejados del resto les venía bien y amaban sus trabajos. Aunque no todos los Omegas estaban separados, solo aquellos que presentaron la solicitud de cambio de espacio que les es dada a cada Omega que consigue trabajar en esa prestigiosa organización de seguridad gubernamental. Los niveles se dividían según las áreas de especialización que iban desde seguros simples hasta el de Alemania que eran los fraudes bancarios, finalizando en el netamente Alfa que eran oficinas donde se monitoreaba a los de su misma casta que representaban amenazas para la sociedad y se designaban a las fuerzas policiales o personal de la misma organización encargado de acabar con la trata de personas en general. Todos cooperaban haciendo su parte para mejorar la sociedad, para que nadie más fuese lastimado.

El rubio se acomodó en su escritorio esbozando una ligera sonrisa calmada al contemplar el pequeño Bonsái que le había obsequiado uno de sus compañeros el año anterior por su cumpleaños, el nipón tenía como pasatiempo cuidar su jardín lleno de estos y solo los entregaba a quienes supiese eran capaces de cuidarlos, todos allí eran buenas personas.

Lo hacían sentir seguro a pesar de lo que era.

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