Capítulo Veintinueve.
La pareja acomodaba en el closet la ropa y algunas otras cosas traídas por el eslavo esa mañana antes del trabajo, al finalizar se miraron un momento y sonrieron dándose un abrazo en el que Alemania ronroneó feliz, los padres del otro lo habían venido a dejar además de entregarles una tarta de fresas como muestra de sus buenos deseos, el chino le dio un gran abrazo a ambos y luego se fue llorando un poco pero les dijo que no le hicieran caso.
-Será mejor que guardemos la tarta en el refrigerador ya... o juro que me la voy a desayunar toda ahora mismo -Dijo el de esmeraldas sin importarle tener la boca llena, su pasión por los postres era mayor a su autocontrol, así que el Alfa rió negando divertido y sirviéndose otra rebanada también-.
-Nah, te ves hermoso cuando comes con tantas ganas, además.. estoy seguro de que me encantarían igual tus piernas incluso si fuesen más rellenitas, como tus mejillas de ardilla.. -Rusia soltó en broma, la contextura del de piel amarilla era algo sin relevancia.. aunque no admitiría en voz alta que tenía una pequeña fantasía con ello-.
-.....Tal vez.. para mi siguiente Celo.. -El germano lo consideró pensativo, de todas maneras era algo natural que subiesen algo de peso para estar en mejor estado para concebir un cachorro, claro que no iba a ser el caso pero era algo metabólico que de lo que él siempre se deshacía solo comiendo sopa o cosas ligeras-.
-No tienes que.. solo si quieres.. -Jadeó el de ojos lavandas luego de atragantarse un poco, aunque tuvo que volver a comer para disipar de su mente la idea de ver la cadera y muslos más apretujables de su Omega, jodidas hormonas revueltas-.
-No tendría problema, es solo algo más de peso -Alemania alzó los hombros restándole importancia y se apoyó en el de piel roja para seguir comiendo lo que quedaba de la tarta antes de tener que cambiarse para salir-.
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Sábado por la tarde, los Omegas iba de un lado a otro con arreglos y demás cosas entre sus manos gruñendo cada vez que alguien los quería ayudar porque se desconcentraban y debían volver a comenzar su recuento de las cosas listas.
-Ya está, por suerte el imbécil de Inglaterra me enseñó cosas útiles. -Suspiró la mayor sacudiendo un poco el velo tras terminar de arreglar la cintura del traje blanco debido que la pancita ajena había crecido un poco más desde que lo compraron- Te vez precioso Japón, ya deja de temblar.
-Si, lo siento, es que estoy nervioso y no puedo evitar ponerme como una gelatina -El asiático acarició su vientre para calmarse un poco, ya habían pasado tres meses desde que Italia le pidió casarse y desde que notó que esa misma noche quedó embarazado a pesar que las probabilidades eran bajas al no estar en Celo pero estaba contento-.
-¿Y Alemania, aún no llega? -Estonia miró curioso a los demás al terminar de armar el ramo de margaritas y crisantemos que había escogido el novio presente, la decoración estaba llena de flores en su mayoría las pertenecientes al jardín del de sol rojo pues estaban en su patio de atrás-.
Mientras tanto aún en su casa el rubio jadeaba sintiendo la boca del Alfa succionar la piel de su estómago dejando marcas, ambos estaban a medio vestir pues el antes mencionado decidió comenzar a besarlo cuando apenas tenía la camisa puesta y ya habían perdido algo de tiempo entre roces y toques pícaros.
-Nos estamos tardando.. Russ, se hace tarde.. -El tricolor le dio un par de palmadas en el hombro para que no siguiera bajando hasta su entrepierna porque de lo contario no saldrían hasta mañana conociéndose-.
-Ya casi llego a mi lugar favorito, un poco más.. -Rusia intentó bajar un poco la ropa interior ajena dándole toques en el vientre bajo sabiendo que era un punto sensible que lo hacía soltar un jadeo perfecto si lo tomaba por sorpresa-.
-Es la boda de mi mejor amigo, no te comportes como un perro, ahora arriba y termina de cambiarte -Ignoró el de ojos esmeralda luchando contra sus ganas de seguir para apartarlo con sus piernas flexionadas y liberarse tomando el resto de su traje formal poco antes de que su móvil comenzara a sonar con una llamada de Croacia- ¡Estamos en camino, perdón, si!
Le chilló antes de colgar y correr el baño para arreglarse el cabello y cepillar otra vez sus dientes algo puntiagudos, agradecía que la casa de Japón no estuviese más que a quince minutos de distancia debido a la zona así que en taxi podrían llegar a tiempo.
-...Cielo, me dejé llevar, lo siento.. -El eslavo se asomó por la puerta del baño dejando ver que estaba listo a excepción de su corbata que ya estaba arreglando mientras intentaba recordar cómo lo hacían sus padres, desprendía un poco de olor a tristeza para llamar la atención de su pareja-.
-No estoy enojado, solo hay que salir ya, debemos estar para ellos cuando suban al altar y realmente me voy a poner furioso como no llegue -Alemania le dio una mirada extremadamente seria el final de sus palabras que en serio hizo al mayor tensarse, pero rápidamente se calmó y tomó su mano para volver a la sala a alistar sus regalos en lo que llamaba a un taxi-.
El de ojos lavanda quedó algo pensativo respecto a lo aterrador que había sido, incluso casi al nivel del susto que le hizo pasar su padre URSS cuando volvió a casa luego de sus días fuera tras el primer celo de su Omega, pero luego sus pensamientos se concentraron en la curiosidad de saber quién acompañaría a su amigo en el altar debido a que este era huérfano y no conocían muchos adultos cercanos, de hecho ni siquiera conocía al padre de Japón pero según la descripción que recibió del italiano... ese hombre debía ser muy aterrador.
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