29. Verdad
El corazón le seguía latiendo con fuerza después de aquel susto. Era sorprendente cómo el mundo podía caerse a pedazos en un segundo y recuperarse en otro; pensó que perdió a su hermano y mil recuerdos invadieron su mente. Todos y cada uno de ellos felices, Alexander, su cómplice, su amigo, su hermano, había pasado la mitad de su vida con él y no podía imaginar pasar la otra mitad que le quedaba sin él.
— ¿Te sientes mal? — preguntó Lorelay.
Charles sentía como su pierna se movía involuntariamente por la ansiedad.
— Quiero saber dónde está ese imbécil y como está, cuando lo encuentre… oh solo Dios sabe cuando lo encuentre, yo mismo lo mataré — respondió.
— Seguramente esta bien, debemos confiar en eso, por favor, tranquilízate querido y respira. — su prometida colocó una mano en su pierna, los movimientos cesaron.
Charles la miró fijamente y la abrazo.
— No sé qué sería de mí si no estuvieses aquí, ya quiero que volvamos a Londres y que todo mundo sepa que eres mi prometida.
— ¿Volver? — preguntó asustada, el Bridgerton notó cómo su rostro se palideció al instante, aunque trato de no parecer nerviosa—. No pensé… no pensé que quisieras volver.
— Mi familia vive en Londres, ¿por qué no querría hacerlo? — preguntó frunciendo el ceño, la vio tragar saliva.
— Pensé que querías el trabajo — ella evitó mirarle a los ojos.
— ¿Qué sucede? — le preguntó.
Lorelay se debatió entre responder esa pregunta o no, porque si bien, ella había sido prometida a un hombre que no conocía ¿como la casarían si no la encontraban? y por dios que ella no había deseado que la encontraran, su deseo era irse y nunca volver.
— Es que yo… — la voz le salió temblorosa y sus manos comenzaron a sudar — ¿cómo podré volver después de aquel rumor? — preguntó finalmente.
— No importa lo que diga la gente, tienes la protección de los Bridgerton y todo el peso de lo que eso significa.
Ella lo sabía, eso era mucho, eso era demasiado. Tal vez no fuera merecedora de nada de eso, se sentía mala e incluso egoísta por permitirse creer que podía tener lo que quería y de verdad su corazón lo deseaba fervientemente ¿por qué no podía ser feliz? No iba a soltar a Charles, no podía renunciar a él ¿pero qué haría entonces?
— A veces siento que eres demasiado bueno conmigo y no lo merezco.
— ¿Qué tonterías es esa? tu mereces el cielo entero — le sonrió tomando sus manos.
— ¡Ah! — gritó Elisa, mientras los señalaba con el dedo— ¡Sostienen sus manos! ¡Están haciendo un bebé!
Ambos miraron con un poco de escepticismo a la pequeña niña que se asomaba en la puerta.
— Elisa — la voz de Charles no era exactamente un regaño pero se sintió de esa manera — no es lo que está sucediendo, los bebés no se hacen de esa manera.
— ¿A no? — preguntó su sobrina con confusión — ¿Entonces cómo? — Charles y Lorelay compartieron una mirada nerviosa, la niña seguía con una mano en la cintura en espera de una respuesta.
— Mamá dice que no debo sostener la mano de ninguna señorita si estamos solos — añadió Neil, ambos agradecieron la intromisión.
— Pero yo soy su prometida, puedes tomar la mano de la señorita que sea tu prometida, por supuesto cuando seas un adulto y eso no significa que estés haciendo un bebé — le sonrió.
— Que asco — dijo Neil negando. — las niñas son molestas, tu no tía, por supuesto, pero todas las niñas lo son ¡AY! – Se quejó sobando su cabeza, su hermana le había puesto un buen zape en la cabeza.
— ¡Tonto! — dijo burlona con los brazos cruzados.
— ¡Te mataré! — Neil se le fue encima.
Entonces ambos desaparecieron, se echaron a correr por toda la casa.
— ¿Crees qué se maten? — preguntó Lorelay, dudando si ir tras ellos o no.
— Probablemente, pero estarán bien — respondió él.
Ambos abandonaron finalmente la habitación, aunque Charles no se encontraba tan tranquilo tal vez su hermano estuviese vivo o no, tal vez en un inminente peligro, no lo sabía y aquello lo estaba volviendo verdaderamente loco.
Entonces fue como si alguien hubiese escuchado sus plegarias porque Amanda llegó hasta ellos con una noticia, sus padres estaban en Escocia, en casa de la tía Francesca.
— Hay noticias, la tía Georgie recibió una carta de la tía Frannie — le dijo su prima, Charles le miró con atención, aquel silenció le indicaba continuar. —, tus padres están aquí, en Escocia.
Lorelay miró a su prometido, que parecía pensativo.
— Tengo que ir — dijo, tomando su saco del perchero. — Si están aquí debe haber una buena razón, madre no dejaría a Violet que está a dos meses de dar a luz sola.
— Tenemos que ir — Lorelay tomó una fina tela y se la coloco por los hombros — juntos, estamos juntos en todo ahora.
— Tienes razón, juntos — asintió.
— Saben que no les puedo acompañar, pero por favor diganme lo que sepan — pidió su prima acompañándolos al carruaje.
— Volveremos pronto — aseguró Charles a su prima.
— Bien, cualquier cosa escriban— pidió ella.
— No te preocupes por nada Amanda, por favor — Lorelay le dio un abrazo tratando de reconfortarla, aunque sabía que el caso de Alexander comenzaba a preocuparla no solo por él, si no por su esposo, que había prometido volver en un mes y aún no había regresado.
Sus sobrinos les dijeron adiós con la mano, la pareja emprendió marcha hacia la residencia de los Condes de Kilmartin que no vivían muy lejos de donde Amanda y su familia vivían, con la esperanza de obtener buenas noticias.
— ¿Estás bien? — le preguntó en voz bajita, parecía dormido, pero quería asegurarse.
— Lorelay, es la octava vez que lo preguntas — respondió él sin abrir los ojos.
— Es que… me preocupas, nunca había visto a una persona ponerse tan enferma repentinamente ¿y si sucediera de nuevo? ¿y si no sé qué hacer para ayudarte? tienes que enseñarme a… — Charles abrió los ojos y la tomó por las mejillas con sus manos.
— Oye — dijo mirándola fijamente a los ojos —. No sucede siempre, ¿está bien? solo te necesito a mi lado y eso me hará sentir mucho mejor.
— Eso no es suficiente…
— Para mí lo es, lo hiciste muy bien — dijo suavizando su agarre — nunca había logrado estabilizarme sin la necesidad de una bolsa para aire.
— ¿De verdad? — preguntó sorprendida, él asintió.
— Supongo que es uno de tus tantos dones maravillosos — ella negó.
— Soy una mujer común, sin nada especial.
— Eres tan especial que curas mi alma — Charles la fue atrayendo hacia él — de una manera que ni siquiera yo podría explicar.
Su corazón latía con fuerza, mientras iba deslizando sus manos para abrazarse a él, era cómodo estar así, era bueno sentirse querida pero sobre todo sentirse segura.
— Comenzaré a estudiar tus libros, si no te molesta— murmuró ella cohibida, sabiendo que si él era su esposo, solo él podía darle el permiso para eso.
— ¿Por qué debería molestarme? Tu quieres estudiar y aprender algo… lo cual para mi, en realidad es excelente, siempre necesitó manos de apoyo con mis pacientes y no necesitas pedir mi permiso para nada, nunca.
— ¿De verdad? — preguntó.
— Por supuesto, ¿has visto a la tía Georgie y al tío Nicholas? seríamos como ellos, tal vez un poco — respondió.
— ¿Por qué un poco? — preguntó ella con confusión.
— Porque no creo que el tío Nicholas haga dibujos de la tía Georgie — sonrió pícaramente.
— Oh Charles, eres tan increíble — Lorelay lo abrazó con más fuerza.
El carruaje entonces se detuvo. Charles tragó saliva, pero aquella maravillosa mujer sostuvo su mano con fuerza, dándole ese confort que necesitaba para enfrentarse a lo que fuera que hubiese detrás de la puerta de los Condes Kilmartin.
Ambos fueron anunciados por el anciano mayordomo de los condes, mientras les guiaba al interior del salón donde todo pareció detenerse en un instante, el corazón dio una sacudida furiosa sobre su pecho y entonces avanzó decididamente y golpeó a su hermano.
— ¡Charles! — aullaron las tres mujeres.
— ¿Qué demonios? — preguntó su hermano sobándose la mandíbula.
— Eso es por asustarme, imbécil — le comunico, para luego estirar su mano, el rubio lo empujo levantándose del suelo solo con un poco de molestia en su rostro y después se abrazaron con fuerza.
La chica que había estado sentada al lado de su hermano les miraba sorprendida, como si no creyera lo que acababa de suceder.
— Me alegro que estés bien — susurró, dándole un fuerte apretón.
— Eres tan sentimental — dijo su hermano con una media sonrisa.
— Bueno, sigo siendo tu hermano mayor. Lo siento madre, padre, tíos, hola — les dijo Charles.
— Son unos bribones, canallas, quieren que me muera de un susto — les reprendió su madre.
— Aquí vamos otra vez, ya lo había olvidado, mira lo que haces las alterado de nuevo — se quejó Alexander.
— Oigan — su tía Frannie les miró fijamente.
— ¿Alguien me explica qué sucede? — preguntó la chica al fondo confundida.
— Oh, lo siento tanto mi lady.
Charles miró con desconfianza a su hermano ¿caballeroso? le parecía un poco raro en él, no es que fuera un muchacho descortés ni mucho menos, pero no tenía tendencia a ser el hombre más noble de Londres, al menos no como lo dictaba la sociedad.
— Este orangután que se atreve a golpear a alguien de la guardia real de su majestad sin miedo a las represalias, es mi hermano mayor ¿recuerda? le platiqué de él — la chica le miró fijamente.
— Ah… por supuesto, el doctor, es un placer soy…. — pero fue interrumpida.
— Es la señorita Eleonor Sahory, Elary para la familia, mi prometida — sonrió de oreja a oreja, ella le miró ofendida.
Sophie negó con la cabeza, mientras Benedict y Michael trataban de contener una pequeña risita marcada en sus rostros.
— Pues ella no parece saberlo — murmuró.
— ¡No soy su prometida señor Bridgerton, ya se lo dije! — dijo la pelinegra negando la cabeza.
— Oh, de verdad todavía no, pero lo será, ya verá — sonrió Alexander traviesamente y después su rostro cambió a asombro mirando hacia la mujer que acompañaba a su hermano — mire Elary, esa de ahí es… sorprendente, la señorita…
— Lorelay, mi prometida — dijo Charles interrumpiendo a su hermano.
Un gran silencio se hizo en el lugar, Benedict y Sophie compartieron una mirada de confusión y después todos los ojos se posaron en la chica.
— ¿Y ella sí lo sabe? — preguntó su hermano burlonamente, al ver que la chica parecía una estatua, pasmada y con el rostro en blanco. — Oye — susurró seguro de que nadie escuchara — pero ¿y su prima? — Charles le golpeó ligeramente en el abdomen haciéndole callar.
— Por supuesto, ella misma me dijo que sí ¿no es así? — dijo en voz alta Charles, respondiendo a la primera pregunta, pero ella no dijo nada.
— ¿Tu prometida? — preguntó su madre con sorpresa. — ¿Cómo ha sucedido eso?
— Es así, solo sucedió madre.
Sophie dirigió su mirada a Frannie, después las dos miraron hacia Lorelay.
— Yo… — murmuró la pobrecilla sin saber qué decir exactamente.
— Hablaremos de eso después — dijo su tío Michael tratando de romper la burbuja de tensión creada. — Por favor tomen asiento.
Todos se sentaron nuevamente.
— Pensé que estabas muerto — le dijo Charles.
— ¿Por qué demonios ibas a creer eso? — sonrió su hermano con arrogancia— nunca he salido mal de ninguna misión, solo un par de rasguños.
— ¿Si? tres impactos de bala, una explosión y huesos rotos ¿solo son rasguños? — preguntó de mala gana.
— Ah, pequeños detalles sin importancia — aseguró.
— ¿Tres balas? — preguntó Elary.
— Podría enseñarte, si quisieras.
— ¡Alexander Bridgerton! — su madre le miró negativa.
— Las cicatrices madre ¡por dios santo! — dijo con una sonrisa divertida.
— Basta de estupideces — dijo Charles mirándole fijamente — ¿Qué sucede aquí? tienes que decirme en que estas metido, debe ser muy grave para que madre y padre estén aquí.
— Si hay algo que debo decirte, pero no puedo contártelo todo — respondió su hermano, la chica a su lados solo puso los ojos en blanco.
— Si sus padres y tíos lo saben, ¿qué más da qué lo sepa su hermano y cuñada? — preguntó ceñuda la pelinegra.
— Mira ángel…
— Díselo a tu hermano — Lorelay tomó de la mano a su prometido— explícaselos.
Todos miraron a Charles con un poco de confusión, pero ansiosos por saber qué era lo que tenía qué decir.
— Hay un cuerpo, de un hombre, muerto, idéntico a ti — soltó de repente.
La chica a un lado de su hermano, llevó las manos a su boca ahogando lo que pareció un sollozo.
— Llegó al hospital del tío Nicholas, junto con unos tantos de tus hombres ¿cómo esperabas que no estuviera asustado, imbécil? — preguntó, pero su hermano no respondió. Tenía fija su mirada en la chica que estaba sentada a su lado y parecía muy preocupado por ella.
— ¿Elary? — le llamó — ángel, ¿te encuentras bien? — preguntó, la chica negó con la cabeza.
— Yo, lo siento, lo siento, necesito un minuto — se puso de pie y se fue, casi corriendo de ahí.
— Tengo que ir con ella… pero no se vayan — dijo Alexander mirando a su hermano y próxima cuñada.
— Si claro ¿a dónde iríamos? — preguntó con sarcasmo, su hermano puso los ojos en blanco.
Lorelay sentía como un nudo comenzaba a hacerse en su estómago, aquel nerviosismo comenzaba a extenderse en todo su ser causándole náuseas, sintiendo que tal vez habría sido mejor quedarse con Amanda.
— Tu y nosotros vamos a hablar muchachito — Sophie miró a su hijo, este solo asintió con la cabeza.
— ¿Puedes esperar con mis tíos? — le pregunto.
Lorelay miró a los condes Kilmartin forzando una sonrisa, pero finalmente asintió con la cabeza. Charles se marchó con sus padres, y ella se quedó con sus manos aferradas a la orilla de su falda, esperando que nada saliera mal con la familia de su futuro esposo.
— ¿Sabe señorita Lorelay? — musitó Francesca. — He escuchado rumores acerca de usted.
— Oh, condesa, todo es mentira — las palabras habían salido más rápido de su boca de lo que habría querido.
El conde Kilmartin, quien por cierto a pesar de su edad era muy apuesto, le regaló una sonrisa.
— Tranquila, algunos hombres son idiotas, pero las mujeres que esparcen ese tipo de rumores, lo son más. Solo quiero que me diga una cosa ¿quiere a nuestro sobrino? es lo único que me interesa, después de… todo lo acontecido.
Lorelay miró fijamente a la mujer que tenía frente a ella, no había una mirada juzgadora, sin embargo si la miraba con la dureza con la que el Vizconde Anthony Bridgerton suele mirar a los demás, no podía negar que estaba fascinada con aquel instinto protector en esa gran familia, todos dispuestos a darlo todo el uno por el otro, ella siempre había deseado una familia así.
— No tenga miedo, usted les agrada — dijo Michael — a Benedict y a Sophie, quiero decir, usted les agrada y a nosotros también — un pequeño sentimiento de alivio la inundó.
— Su familia siempre ha sido demasiado buena conmigo, todos ustedes y créanme que lo que se ha dicho de mí, yo… Me he sentido tan avergonzada — soltó un suspiro — pero quiero a Charles, sinceramente.
Aunque estaba segura que lo sabían, cualquiera que la hubiese mirado en un baile se habría dado cuenta de eso, sus ojos siempre iban a por él, su corazón siempre había latido por él, Charles y nadie más que él.
— Ningún rumor vale su reputación señorita — Frannie la tomó de la mano —, pero sé que puede ser duró, la persona que lo hizo, debe ser cruel para lastimar de esa manera a una persona tan dulce como usted.
— Mi prima, ella lo hizo. — la tía de Charles le miró con cierta sorpresa — Se lo aseguro, ella es esa persona cruel que menciona, no se que sucedió, de niñas creo que hubo una época en la que nos quisimos mucho.
— Es una lastima que la única belleza que comparta con usted sea la exterior.
— Oh no, no… — negó sonriendo cohibida — yo no poseo más que un corazón bueno.
— No es verdad, usted es un diamante Lorelay que nadie ha sabido saber hacer brillar.
La tía de Charles le sonrió amigablemente.
.
✨👑✨👑✨👑✨👑✨👑✨👑
.
— ¡Elary, espere, deténgase! — grito Alexander corriendo tras la señorita de sus sueños.
La chica pareció obedecer, porque se dejó caer debajo de un árbol y se abrazó a sí misma por las rodillas ocultando su rostro.
— Elary — susurró con cuidado, colocando su mano en su espalda, mientras su cuerpo se movía — no tienes porque… sentirte mal, ese tipo es una basura. ¿Elary? — preguntó, después se dio cuenta que ella no estaba llorando. — ¿Elary? ¿te estás riendo?
La chica alzó su rostro, había un par de lágrimas en sus mejillas rojas y se reía, se reía con ganas.
— Esta muerto — dijo y volvió a reír, mientras pasaba su mano por su cara humedecida — el maldito desgraciado murió.
— Si — dijo ¿por qué qué más podía decir?
— Lo desee, lo espere tanto y ahora… él está muerto — dijo ella soltando sus manos de sus rodillas y mirándolo — y tu estas aquí, y él murió.
Alexander trago saliva sin entender nada, ella parecía conmocionada pero aun así seguía riendo.
— Debe pensar que soy una estúpida — dijo — ¿soy una mala persona por alegrarme? ¿Por sentir qué esto es una buena noticia?
— Solo sé que tienes derecho a sentir todo lo que sea que estés sintiendo Elary, todo. Yo estoy aquí, contigo — susurró él acercándose.
— Y no eres él — musitó despacio.
— No soy él — dijo.
Alexander comenzó a perderse en su mirada oscura, cada vez que ella iba rompiendo la corta distancia que les separaba y pasó la lengua inconscientemente por sus labios, sus respiraciones se entre mezclaron, mientra sus narices se rozaron.
— Soy tan mala persona.
— No lo eres, eres tan humana y tienes permitido sentir, desear, querer.
— Alex…
— Elary…
Sus labios se rozaban, se sentía suave, apenas y podían decir que estaban compartiendo un beso, aquel sentimiento de culpa la inundaba pero a la vez la sensación del deseo nublaba su mente.
— No me hagas esto — suplicó Alexander con un tono de voz más grave y más bajo. — no me hagas desearte más de lo que ya te deseo si no me vas a dejar quererte.
— ¿Lo ves? — dijo ella colocando su frente sobre la de él — soy mala para ti.
— Perfectamente mala para mí.
Ella apenas y sonrió, cuando decidió unir sus labios a los de él, en un movimiento primitivo sus piernas quedaron a cada lado de su cintura, mientras la abrazaba con fuerza y ella se aferraba por el cuello, era un beso cargado de necesidad; sus lenguas se buscaron y bailaron, mientras sus manos se deslizaron por sus rizos dorados y el calor que sentía en su vientre bajaba hasta sentirlo donde jamás lo había sentido antes.
— Cásate conmigo — le pidió — no puedo prometerte una riqueza, porque mi mayor riqueza serías tú.
— No puedo, sabes que no puedo — dijo ella separándose un poco, negando con la cabeza.
— Deja de castigarte.
— No lo entiendes. Nos haríamos daño.
Ambos se miraron a los ojos, Elary sabía que lo quería, lo adoraba y quería ser de él de todas las formas que una mujer podía ser de un hombre, tal vez él no lo sabía pero ya se había robado una parte de su alma, pero no era justo… no era justo ser feliz. No sin su hermana.
— ¿No puedes perdonarme? — ella negó con la cabeza.
El corazón se le rompía al ver los ojos de aquel maravilloso hombre llenos de confusión, con un brillo sepulcral casi nostálgico, casi devastado.
— No, si me hace sentir culpable el elegirte — susurró ella.
Alexander la soltó, alejándose.
— Lo siento, por todo.
Ya había perdido la cuenta de todas las veces que se había disculpado con ella, una más una menos, no importaba, eso no iba a cambiar lo que fuera que ella sentía, la quería. La amaba. Pero ella no podía amarlo a él ¿y que podía hacer? obligarla, definitivamente no.
— ¿Cuándo te irás? — le preguntó.
— En cuanto me haga cargo de tu tío, no me volverás a ver.
Ella abrió un poco sus labios, pero nada salió de su boca. Lo vio volver a la mansión de los condes Kilmartin, se sintió tonta por creer que una parte de su corazón caminaba tras de él.
.
👑✨👑✨👑✨👑✨👑✨👑
.
— La decisión tan repentina de tu compromiso — dijo su padre mirándole seriamente.
— No es una decisión repentina, créeme lo he analizado a detalle — aseguró Charles.
— ¿La amas? — preguntó su madre.
— Soy un adulto, soy capaz de tomar mis propias decisiones madre — dijo removiendose en su asiento.
— Hace unos meses estabas total y completamente enamorado de otra persona — su madre le tomó de la mano, mientras su padre hablaba — no sería justo para ella…
— ¿Es que no me conocen? — su voz había sonado un poco más alto de lo que quería — ¿Por qué haría eso?
— Te fuiste destrozado de Londres — su madre le miró a los ojos.
— Me fui idiotizado con la idea errónea del amor, no tenía idea de lo que era.
— ¿Y ahora si lo sabes? — preguntó su padre.
— ¿Es que no les agrada Lorelay? — preguntó con cierta irritación.
— No, es porque nos agrada que quiero estar segura que no saldrá lastimada en esto. Te he educado para ser un caballero y sé que lo eres, pero quiero que cuando decidas lo hagas realmente con tu corazón.
— La amo— dijo con cierta molestia por verse obligado a declarar sus emociones — La amo, de una manera que no puedo ni siquiera explicar — admitió avergonzado — la amo y no sé porque no la miré antes. Ella es la calma, es la tormenta también, la amo porque es lista, porque es tierna y hace mis días felices, la amo, simplemente la amo, porque no hay una persona con la que me gustaría pasar mis días que no sea ella.
— Oh, Charles… — susurró su madre.
— No será fácil… volver a londres — añadió su padre — pero tienes el apoyo de tu familia, ¿después de todo cuando un rumor ha afectado a un Bridgerton? — sonrió.
— Que digan lo que quieran, nadie la conoce como yo.
Su madre sonrió acariciando su mejilla.
Alguien llamó a la puerta.
— Necesito hablar con mi hermano, ¿puedo? — preguntó Alexander.
Sus padres les sonrieron y abandonaron la habitación.
— ¿Qué sucede? — preguntó su hermano.
— Te lo diré, pero por el momento nadie debe saberlo, ni siquiera tu prometida, por seguridad, hasta que todo esté solucionado, necesito seguir usurpando la identidad de este hombre — pidió su hermano.
— Bien, lo prometo, pero ya explicamelo.
— Eres el heredero del Conde de Penwood — soltó de repente.
— Espera… ¿Yo qué?
Alexander sonrió al ver la cara de sorpresa de su hermano.
— Pero hice algo sin consultarte antes…
Hola, recuerden seguirme aquí en wattpad para que les lleguen las notificaciones, además así me ayudan a crecer un poquito más. 🙈❤️
Gracias por su paciencia, espero que les guste el romance combinado con una poquita de acción porque es lo que se viene. 😍
Y por favor escuchen la canción 😭❤️
Dejen sus teorías y comentarios, eso también motiva a seguir escribiendo. ✨
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top