19. Carreras de Caballos
Miércoles.
-Deberías pasar el día con Sir. Hanz. - Su hermano la llevaba del brazo por el camino hacia el lugar destinado.
-¿Sir. Hanz? Así que ya son los mejores amigos. -preguntó ella con cierta molestia en su voz. -Me da gusto que te lleves bien con mi comprador.
-Libia- la voz de su hermano iba acompañada de un gruñido, se había detenido de golpe para mirarla a los ojos. -No pagó por ti porque no eres un objeto y no eres una carga para mí. Eres mi hermana, yo solo quiero que seas feliz.
-Entonces deja de decidir sobre mi vida Dominic, deja de querer tomar el control de ella.
-Yo me casaré con su hermana, será una buena alianza. -dijo con altivez, Libia le miró molesta.
No era una noticia para cualquier persona que fuera realmente observadora que su hermano tuviera encuentros nocturnos con uno de los empleados de la casa.
Ella nunca había mencionado nada, pues eso podría arruinar a su hermano de la peor manera. Siempre le había parecido una tontería que tuviera que fingir no quererlo cuando su hogar debía ser su lugar seguro, a veces sin querer se delataba por más que lo ocultara. Cuando sus ojos lo acompañaban a cada lugar de la casa, cuando reían juntos en la cocina mientras pensaban que nadie les veía y tomaban sus manos por debajo de la mesa con una taza de té encima de la mesa.
Su hermano solía revolver el deber y los asuntos del corazón, jamás los había podido mantener separados. Si quería perder al amor de su vida por lo que creía que era socialmente correcto, estaba convencida de que era un idiota pero entendía su posición y ante eso ni siquiera ella podía hacer algo, pero no por eso ella iba a arrastrarse con él a ese mismo destino.
-¡Entonces haz lo que quieras con tu vida! -estalló ella soltándose de su agarre-quieres arruinarte a ti mismo por miedo a lo que la gente diga, hazlo, pero no me metas a mi en ello.
-¿Qu-é, qué estás hablando? - le preguntó él entre enojado y asustado.
Se sentía expuesto.
-Vete a la casa de campo, vete y llevalo contigo. Tan fácil como...
-¡Callate! ¡Callate! -gritó su hermano exaltado, tomándola con fuerza por los hombros. Mirando que nadie le hubiese escuchado.
Libia se asustó, Dominic nunca le había alzado la voz y mucho menos se había atrevido a lastimarla como lo estaba haciendo en ese momento.
-La vida no es un cuento de hadas- le dijo mirándola a los ojos -, debes aprender que no sucederá lo que tu quieras, lo que creas saber no es verdad, no tienes idea de lo que dices. -Libia se removió hacia atrás, pero su hermano era mucho más fuerte que ella.
-Tu lo quieres- susurró en voz baja, segura de que había dado justo en el clavo.
Dominic volvió a sacudirla con fuerza -Cállate y no digas más.
-Me estás asustando hermano- dijo ella, que ya había dejado de luchar con él.
Podría decirle que la estaba lastimando, pero estaba segura de que su hermano lo sabía y tal vez una parte de él estaba deseando hacerlo. Ambos tenían los ojos inundados por lágrimas que luchaban por quedarse donde estaban. Dominic estaba colérico, parecía que en cualquier momento se pondría a escupir espuma por la boca, mientras que ella había comenzado a temblar.
Libia miró a su alrededor y sus ojos se concentraron totalmente en aquel hombre de traje beige y cabello largo que se había acercado a ellos.
David llegó directamente a espaldas de su hermano mayor con una sonrisa hacía las gradas, donde pudo observar que algunas personas curiosas les miraban. De manera tranquila colocó una mano sobre el hombro de Dominic y le dijo:
-Quite sus manos o tendré que hacer que suelte a la señorita a mi manera. -Su voz había sonado tranquila, pero la advertencia era severa.
Su hermano volteo de golpe, David seguía sonriendo. Fue como si saliera de su burbuja de furia, finalmente la soltó. La mirada de David pasó a ella dando un asentimiento de cabeza, se acercó y le ofreció su brazo, ella sin dudarlo lo tomó.
-Yo acompañare a su hermana a las gradas, señor. -dijo David con la voz firme, dejando saber que no aceptaría que nadie lo contradijera, ni siquiera él.
-No es necesario- Dominic camino hacia ella, sin embargo el Conde se puso frente a ella en forma de escudo.
-Vaya y tome aire, he dicho que yo la llevaré. -David hizo un movimiento con su cabeza casi imperceptible, invitando a su hermano a mirar. Había gente murmurando ya sobre ellos.
Dominic, seguía sobresaltado por la situación. Sabía que la mejor opción en ese momento era ceder, así que retrocedió jalando aire. David extendió su mano y se dieron un fuerte apretón, como si fueran amigos que quedaron de verse después, la gente volvió su vista hacia otro lado que no fueran ellos. Dominic dio una última mirada hacia las gradas y se alejó sin decir nada.
-No ha sido mi semana- una sonrisa triste apareció en su rostro.
-Lo quería matar- dijo David, -si vuelve a tocarte un solo cabello yo...
-Podría defenderme de muchas personas, pero nunca de mis hermanos. Es mi culpa, yo he iniciado una discusión, pero te aseguro que jamás me dañaría.
-Te estaba lastimando- ambos habían empezado a caminar a un paso exageradamente lento.
-Es verdad- concedió ella- Pero él jamás se habría excedido. Nunca lo había visto tan furioso, sin embargo yo también lo estaba, ambos explotamos contra el otro.
-Aun así, tú no le atacaste. -Ella se detuvo y lo miró a los ojos.
-Tu tampoco lo atacaste.
-Libia-dijo él mirándola fijamente -estaba quemándome por dentro, me costó toda mi fuerza de voluntad no hacerlo. Pero te diré algo, un hombre no puede llegar y enfrentarse a otro sin examinar el terreno de la situación. Pero te juro que si esto se repite nuevamente en mi presencia...
-No sucederá de nuevo- le aseguró ella.
-Bien- dijo él, aunque no estaba seguro. -¿Seguirás temblando?
Ella se dio cuenta que aún seguía un poco nerviosa. Tomó una bocanada de aire y luego lo soltó.
-Ya no.
Retomaron su paso hacia el lugar donde pronto comenzaría la carrera de caballos.
-Se sentará conmigo y mi familia, espero no le moleste.
-David...tu, ¿escuchaste algo? algo de mi discusión con mi hermano.
-No- dijo él.
Anduvieron en silencio. Libia pensó en algo: declarar sus sentimientos por el Conde, no había más que hacer. Necesitaba aceptarlo en voz alta, se sentía demasiado atraída a él, hace tres meses David no era nadie en su vida, pero ahora cobraba lugar en cada espacio de su mente, en cada palpitar de su corazón. Sería tan falsa como su hermano si no lo hiciera, incluso si él no le correspondía, no sería egoísta consigo misma y si su madre tenía razón el tiempo sanará la herida del posible rechazo. Tal vez podría volver a enamorarse y si no, se quedaría soltera siempre. No tenía miedo a la soledad, después de todo tenía tres bueno, si Dominic se casaba cuatro hermanos para llenarla de sobrinos y momentos felices.
-¿Qué piensas? -le preguntó David finalmente.
-En que la vida solo es un momento, podría acabarse todo y las personas nunca habremos sido lo suficientemente sinceros con nosotros mismos. ¿Sabes cuantos secretos guarda un corazón, David? -él la miró extrañado.
-¿10? -preguntó sonriendo.
-Toda una vida- respondió ella- momentos que no sucedieron, palabras que jamás se dijeron, dolor, recuerdos felices, tristes, malos que sucedieron o no lo hicieron. Tiempo perdido; deseos por los que jamás se atrevería uno a luchar, locura David. Esa clase de acciones torpes que podrían cambiar tu vida para siempre, todas esas cosas bellas que te permiten soñar y soñar porque sientes que no puedes ir más allá de eso, porque si lo hicieras tal vez no podrás con la consecuencia de eso, miedo. Todos esos secretos guarda un corazón.
David le miraba atentamente. Como si intentara descifrar, tal vez pensaba que estaba alcoholizada, que hablaba demasiado, ella solía hacerlo siempre y una vez él se lo había dicho o peor aún pensaba que estaba loca.
-Lo siento- dijo ella con una sonrisa, ya más relajada y con una voz dramática le dijo:
-Debes pensar que estoy loca, si quieres terminar nuestra amistad lo entendería.
-La verdad-dijo él, -es que pienso que eres hermosa pero muy curiosa. Creo que es una excelente combinación.
¿La había llamado hermosa? ¿la consideraba hermosa? Claro que ella sabía que era agraciada, había sido un diamante en su temporada después de todo, pero que él lo dijera hizo que su corazón se estremeciera de emoción.
David, ni siquiera notó el impacto de sus palabras en ella. Pronto cuando llegaron a las gradas saludó a su madre con un beso y al resto de su familia presente.
-La señorita Libia nos acompañara durante la carrera madre- dijo con una voz que llevaba algún extraño vínculo psíquico, porque su madre alzó las manos en señal de rendimiento.
La gente pronto había comenzado a murmurar cuando llegaron juntos, todos miraban con asombro la situación. Sin embargo una fría mirada de la Vizcondesa había sido suficiente para que todos volvieran la vista al frente.
-Querida, siéntate a mi lado-le llamó la Duquesa y así lo hizo.
David le dio la mano, para ayudarla a subir los escalones. Sintió el calor extendiéndose por su cuerpo con ese pequeño roce de piel con piel, no pudo evitar verlo a los ojos; algo había cambiado en él o al menos en ese momento, el hombre de acero que conoció unos bailes atrás parecía no haber existido jamás.
-No puede ser- gruño la Vizcondesa, el caballo por el que apostó había perdido la carrera.
El Vizconde vitoreaba de emoción sonriendo con suficiencia a su esposa, la que solo torció los ojos con fastidio.
-Simon, no vuelvas a confiar en los instintos de Kate- dijo el Vizconde. -Mi esposa, ha perdido su agilidad para las carreras.
-Es un buen momento querido hermano, para recordarte que he sido yo quien te aconsejo que apostaras conmigo por ese caballo- la Duquesa, siempre hablaba de manera tan propia, pero cargaba cierto aire de suficiencia que a Libia le encantaba. -Si dejaran de aliarse para intentar volver loco a Anthony tal vez habrían ganado. -dijo mirando a su esposo y después a su cuñada.
-Entonces perdería la diversión esta apuesta-dijo el Duque mirando a su esposa como si fuera lo único existiendo en ese momento para él. -Sé que Kate es capaz de volver loco a Anthony por sí sola, pero no puedo perderme la oportunidad de ser parte de eso.
-Claro que eso era de esperarse. Simon, falta al mandamiento principal del codigo de amigos y no conforme-dijo el Vizconde mirando al Duque.
-Y aquí vamos de nuevo...- escuchó murmurar a Miles Bridgerton, el primo de David al mismo tiempo que el Vizconde seguía hablando.
-Se une a mi esposa. Pero aun así, sus esfuerzos no han dado fruto el día de hoy Daphne y yo ganamos la apuesta.
-Ignoreles-dijo David-, juntos son como unos niños.
Libia estaba fascinada con la interacción de la familia Bridgerton, le recordaban un poco a la suya. Lo que era agradable, no se sentía tan fuera de lugar.
-Me gusta mucho su familia-dijo ella sonriendo.
-No sabe lo que dice- dijo Miles, quien se llevó un golpe de la Vizcondesa. -Madre- gruñó él.
-No te vi.
-Por supuesto- respondió mientras sobaba su cabeza.
-Perdone Libia- dijo la Duquesa. -Somos un poco obsesivos con las competencias, pero más con volver loco a mi querido hermano, para nuestra poca suerte no está Colin aquí. -Sabía la Duquesa que no había necesidad de explicar quién era Colin, puesto que ella lo conocía.
-Ni lo menciones- dijo la Vizcondesa -, tener a Colin aquí significaria volver locos a todos, no solo a Anthony.
-No está el tío Colin, pero me tienes a mí aquí madre. -dijo Miles al mismo tiempo que la segunda ronda de caballos estaba pasando justo frente a ellos.-Creo que esta es la mía-dijo sonriendo con orgullo.
Todos estaban con sus ojos puestos en la última carrera. Libia miró con atención... espero, espero.
Ella y David se voltearon a ver complices, él le había dicho que no apostara por Solsticio, sin embargo ella se negó rotundamente a cambiar de opción, por lo que él se unió a ella por caballerosidad apostando por el mismo caballo.
Dos caballos se estaban acercando a la meta, Libia tomó la mano de David antes de siquiera darse cuenta, fue tan natural hacerlo. Ya que él la apretó con fuerza, como si sus manos fueran un rompecabezas que se armaba totalmente cuando se tomaban.
Los Vizcondes comenzaron a chiflar, los Duques tenían una expresión de presión hasta parecía que al Duque se le tensaba la mandíbula, toda la gente comenzó a gritar al mismo tiempo, todo tipo de cosas que no se entendían con claridad.
Finalmente un caballo llegó glorioso a la meta.
-¡No puede ser! -gruñeron los duques.
-Maldita sea- ese había sido el Vizconde.
-Solsticio ha llegado a la meta- anunció el presentador.
-¡SIIII! - gritó de emoción y brinco a los brazos de David con emoción, quién también estaba gritando al caballo al que no le había tenido fe minutos antes, con emoción. Libia miró a Miles y dijo: -Festejar antes de tiempo es de mala suerte, creo que esta fue nuestra.
-Usted es una bruja de verdad-dijo Miles, con una expresión de sorpresa en su rostro- hizo que David apostará por el caballo en el que tenía menos esperanzas y ganó.
-No le haga caso, él no sabe perder. -David seguía abrazando a Libia.
El Duque miró e hizo un ruido a boca cerrada, David soltó inmediatamente a Libia. Pero ella estaba tan emocionada que no había puesto atención a ese detalle, solamente volvió a su lugar con una sonrisa que David juraba, brillaba en ese momento con la misma intensidad que el sol.
-¿Cómo es posible? -preguntó Miles, que seguía enfadado por perder.
-Lo supe porque Sasha ya había corrido cuatro carreras, es un gran caballo sangre pura y lo lleva en la sangre, pero incluso un campeón sabe cuando rendirse, Atenas tiene mal colocados los protectores, Fuego, es muy veloz pero ya tiene seis años en competencia, Khalein era su única competencia pero es torpe en sus vueltas lo que lo retrasa cinco segundos. Solsticio es joven ciertamente no es tan veloz como los demás pero es ágil y más pequeño, además es hijo de Ándalos y Petunia, fueron primer lugar por años.
-Es cierto- dijo la Vizcondesa - no pensé en eso cuando elegí a Khalein, me sorprende Lady Libia.
La Duquesa se percató, que durante la explicación de Libia su hijo no había apartado su vista de ella y la sonrisa en su rostro no solo permanecía si no que se extendía.
-¿Ahora es una experta en caballos? -preguntó David.
-Mi padre. -dijo ella sonriendo- Él me enseñó a ser muy observadora.
-Bueno me aseguraré de estar a su lado en las siguientes carreras, me ha hecho ganar siete libras. -Miró a su primo con burla -pero como somos amigos sólo puede ayudarme a mi.
-¡Ah! eso no es justo- refutó Miles. -Ahora la señorita Libia y yo también somos amigos. -David miró con cara de pocos amigos a su primo.
-¿Y que les hace pensar que les voy a regalar mi conocimiento cuando yo también puedo hacerme 21 libras más rica con el? -preguntó Libia colocando sus manos en la cintura, ambos primos la miraron con cierto aire de sorpresa.
-Yo creo- alzó la voz la Vizcondesa -que usted es maravillosa Libia.
-Yo también lo creo- dijo la Duquesa viendo a su hijo.
-Yo creo- dijo Miles- que mi padre deberá pagar mi deuda, después de todo yo solo soy un segundo hijo.
Eso hizo reír a Libia, que por un momento pudo olvidarse de la pelea que había tenido con su hermano mayor.
-Ella me gusta- susurró la Duquesa a su esposo.
-A mi igual y creo-dijo él en voz aún más baja -que a alguien más también.
Buenas nochesitas, ¿será que les suelto otro capítulo hoy?
¿Cómo están?
Les extrañe mucho este tiempo que estuve ausente, gracias por seguir aquí.
Por cierto, estaré subiendo edits a mi cuenta de instagram (lessglz12) y tiktok (lessglz12 Wattpad) para que me apoyen con un like, después de todo los hago con la ilusión de ayudarles a darle una forma más real a la historia, espero que les guste mucho este capítulo. ❤️👀
Qué justamente el vídeo que subí es de Libia y David, ¿les gustaría uno de Charles y Lorelay? 📚
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